Capítulo 8
I'm trying to get up, they're knocking me down
Deshelia miró las caras acusadoras y desconfiadas y suspiró antes de volverse hacia Bumblebee.
- Te dije que no iba a funcionar- su amigo se encogió de hombros.
- Había que intentarlo.
Porque a pesar de que los Wrekers parecían dispuestos a reclutarla... para que funcionara tenían que hacerlo sin hacer preguntas. Era la única forma de que no investigaran, de que no descubrieran quién era ella realmente. O más bien, qué era.
- ¿De qué estáis hablando vosotros dos?- interrogó Seaspray, algo amenazante ante lo que aquellas palabras por parte de los amigos podían significar.
Bumblebee y Deshelia volvieron a mirarse. Entonces, ella pareció acordarse de algo y se volvió hacia los Wrekers.
- Lo cierto es que tenemos que ir. Cómo bien dices, soy Auxiliar, y tengo una operación en apenas tres ciclos.
No era del todo mentira, como bien supo Bumblebee en cuanto miro su temporizador: a Ratchet no le quedaría mucho para acabar la operación y notar que Deshelia se había ido.
- Vosotros no os váis a ninguna parte hasta que no nos aclaréis que ocurre aquí- avisó Seaspray.
Deshelia suspiró.
- ¿Qué pasa, no se me puede dar bien repartir golpes?
- Eso que has hecho ahí dentro, femme, no es algo que simplemente "se te de bien"- replicó Whelljack.
- Recibí entrenamiento hace ya varios siglos, no tiene nada de especial- trató de poner fin a la conversación.
- ¿Y entonces por qué no te armas hasta arriba?- replicó Seaspray.
- Y lo más importante de todo- intervino otro Wreker, alto y de exoesqueleto negro-, ¿por qué no te reclutan? ¿Por qué no te plantan en primera línea? Porque si nos están diciendo la verdad respecto a ese entrenamiento hace varios siglos, no deberías haber sido capaz de superar el nivel Alpha. Ni siquiera deberías haber llegado al Gamma.
- Os está diciendo la verdad- gruñó Bumblebee.
- Puede- intervino de nuevo el Wreker-, pero desde luego, no toda la verdad. Y será mejor que lo hagas, femme, o entenderás porque a los Wrekers nos llaman para hacer el trabajo sucio.
El gran Wreker negro avanzó un paso, intimidante, pero Deshelia no se movió un centímetro. A su espalda, percibió como su amigo se ponía en guardia. Afortunadamente, no llegó a haber enfrentamiento, puesto que Bulkhead agarró al Wreker del brazo y lo retuvo.
- Tranquilo, Ironhide- se volvió hacia los dos amigos-. Ambos son Autobots, está claro. Puede que tú, femme, no oficialmente, pero es evidente dónde está tu simpatía. No nos habrías dado los planos de esa arma si no lo fueras, y según lo que Jackie me ha contado, no es la primera arma que diseñas para los Autobots.
- ¿De qué hablas, Bulk?- inquirió Seaspray.
- Ella es ScrapZone- escupió Bumblebee.
Deshelia fue consciente de como los Wrekers cambiaban la expresión de sus caras: era el sobrenombre con el que firmaba todos sus diseños de armas. El nombre de mech que ocultaba su identidad.
- ¿Diseñaste la Z.15?- intervino Ironhide, con los ópticos abiertos al máximo.
Ella asintió, la Z.15 era una lanzagranadas con la que había aumentado el rango de lanzamiento en cincuenta metros, permitiendo que el tirador se pusiera a cubierto con mayor facilidad y no fuera víctima de su propio disparo a la vez que permitía que los Cons ni siquiera supiera de donde les llovían las granadas. Al mencionar el Wreker aquel diseño en especial, Deshelia se fijó más en él y comprendió porque en los ojos de Ironhide había un nuevo respeto que casi rayaba en la admiración. El fornido Wreker llevaba una Z.15 enganchada en la espalda, veía sobresalir el mango.
- Firmo como mech para que nadie me identifique. Prefiero trabajar sin presiones.
- Demuéstralo- gruñó Seaspray.
- Enséñale tu nuevo diseño- le dijo Bumblebee-. El cañón de plasma.
Deshelia asintió, seria, y desplegó el holograma. Había avanzado mucho desde la discusión con su padre, así que esta vez, el diseño del cañón no era nada sencillo ni rudimentario. Tecleó un código, demostrando que el diseño realmente era suyo, y las piezas que componían el cañón de holograma se separaron, mostrando la estructura interna, aún en proceso.
- Aún estoy con los bocetos, así que no puedo asegurar que el cañón quede exactamente igual una vez construido.
Ningún Wreker hablaba, todos mirando el cañón, todos convencidos ya. Bumblebee y Deshelia se miraron entre sí y la femme se permitió una suave sonrisa aliviada. El joven explorador le guiñó un óptico. Al volverse de nuevo hacia los Wrekers, se encontró con que Whelljack la estaba mirando a través del holograma.
- Cuando termines el diseño, no pierdas el tiempo llevándoselo a los armeros de Iacon. Tráemelo a mí directamente, ScrapZone.
Deshelia arqueó una ceja, extrañada. No entendía porqué Whelljack la había llamado así. Se fijó en que no era la única que no lo entendía; Seaspray miró a Whelljack con sorna, pero el Armero Wreker se limitó a dedicarle una mirada seria y segura a la vez que se cruzaba de brazos. Intercambiaron miradas durante unos segundos antes de que Seaspray suspirara y abandonara su pose hostil. Se volvió hacia los dos amigos.
- Muy bien, aquí el experto en diseños y hologramas es Jackie. Si él cree que de verdad eres ScrapZone, supongo que es porque es cierto.
Tras eso, no hubo mucho que decir. Deshelia y Bumblebee tenían prisa y la mayoría de los Wrekers aún no podían concebir que ScrapZone fuera realmente una femme y no un mech, así que no hicieron mucho cuando Deshelia y Bumblebee se apresuraron a salir del Simulador. Sin embargo, a Deshelia no se le escapó que, de nuevo, Ironhide la miraba con algo similar a la idolatría. No fue la única.
- ¿Te has fijado en cómo te miraba Ironhide?- le susurró Bee.
- Pues claro que me he dado cuenta, ha sido realmente incómodo- reprimió un estremecimiento. Tras una pausa, añadió-. Llevaba una Z.15 a la espalda.
- Ah, supongo que eso lo explica- dijo Bumblebee.
- ¿De qué hablas?- preguntó ella.
- Bueno, si llevaba un Z.15... la habrá usado, ¿no? Sabe lo efectiva que es. Yo también he deseado muchas veces conocer a los ingenieros de mis armas, Desh, para agradecerles que sean efectivas y eficientes. Sin ellas, estaría muerto desde hace mucho tiempo.
- Tú eres quien dispara, Bee, salvas tu propia vida- su amigo la miró, serio.
- Sin ingeniero, no hay arma que disparar. Y si no hay arma, los Cons te mandan al desgüace.
Dejó que su amiga cavilara sobre lo que acababa de decir y la guió hasta el Puente.
- No hay tiempo como para que nos dejen en tu casa, volveremos directamente a Iacon- le dijo Bee. Ella asintió-. Saldré primero, para asegurarme que "ya sabes quiénes" no están a la vista. Te contactaré por radio.
- De acuerdo.
Tras unas cuantas indicaciones de Bumblebee, los Wrekers abrieron el Puente y el rastreador desapareció a través de él. Deshelia esperó sin decir nada.
<<Puedes pasar, Desh, ni tu padre ni Ultra Magnus están por aquí>>
- De acuerdo.
E iba a hacerlo, pero un servo la enganchó por el antebrazo. Al darse la vuelta, Deshelia se encontró con que era Seaspray quien la enganchaba. Frunció el ceño y se soltó de una sacudida.
El Wreker se acercó tanto a ella que Desh tuvo que alzar la cabeza para poder verle la cara, a pesar de que el mech no era mucho más alto que ella.
- No me fío de ti, ni de tu amigo. A mi no vas a poder confundirme con un cañón. Te voy a vigilar de cerca, femme.
Cierto era que el Wreker resultaba intimidante, pero Deshelia solo podía pensar en que aún no le había devuelto la jugada al ponerla en ridículo horas antes. Así que, sabiendo que el mech no se lo esperaba para nada, sonrío con picardía y lo acercó más a ella al agarrarlo de un saliente de una placa abdominal.
- Así que me vas a vigilar de cerca, eh...- la voz de Deshelia no era la que empleaba normalmente: era la que ya había usado con Seaspray en el Simulador, al pronunciar su nombre, y que ya sabía que tenía efecto en el Wreker. No falló, la expresión de Seaspray cambió radicalmente, de amenazante a una mezcla entre sorprendido y excitado. Una lenta sonrisa se formó en los metálicos labios de Deshelia al notar la excitación del Wreker- Eso será divertido, ¿no crees?
Con la mano que le quedaba libre, le dio un golpecito en los labios al Wreker, que abrió los ópticos al máximo: todo la confusión se había ido, ya procesaría el comportamiento de la femme en otro momento, ahora mismo en lo único que podía pensar el Wreker era que la tenía muy cerca y que el azul zafiro de sus ópticos era realmente atrapante.
Pero antes de que pudiera hacer o decir nada, Deshelia se alejó de él y cruzó el Puente. Este se cerró tras ella y Seaspray se quedó estático frente a un Puente inactivo. Al volverse, vio que muchos de sus compañeros lo miraban entre sorprendidos y divertidos: no podían creer que por una vez, hubiera sido Seaspray el que se hubiera sin palabras frente a una femme. Todos sabían que siempre ocurría al revés.
- ¿Qué estáis mirando, pedazos de chatarra?- Seaspray se largó de allí, consciente que lo que acababa de pasar le iba a convertir en la comidilla de los batallones Wrekers durante mucho tiempo- Condenada femme.
Al otro lado del Puente, Bumblebee frunció el ceño cuando Deshelia por fin apareció entre el resplandor verde.
- ¿Por qué tardabas tanto?
- Estaba ajustando cuentas con alguien- la sonrisa de satisfacción de ella le dio a Bumblebee toda la información que necesitaba.
- ¡No jodas! ¿Me lo he perdido?- Bumblebee había abierto los ópticos al máximo y parecía molesto.
- Tranquilo, no es que haya acabado con él, ni mucho menos- río ella.
- Por Primus, no sabes cuanto me alegra que nunca hayas decidido que te tenías que vengar de mí por algo- bufó el joven rastreador. Deshelia rió de nuevo.
- No es que me hayas dado un motivo- sonrió-. Lo único que has hecho desde que te conozco es apoyarme y ayudarme en todo. Ah, y hacerme reír.
- Sí, qué le vamos a hacer, la genialidad me viene de serie- Bumblebee cruzó las manos detrás de su cabeza mientras esbozaba una sonrisa burlona y vanidosa a partes igual que le sacó una risa a su amiga.
- No te lo voy a negar.
Ambos amigos rieron juntos, pero sus joviales carcajadas se cortaron cuando el busca de Bumblebee pitó. A Deshelia se le fue la sonrisa de un plumazo mientras su amigo lo comprobaba, porque sabía lo que significaba: a Bumblebee lo reclamaban para una misión. Tragó Energon.
- Ten-tengo que irme...- tartamudeó él antes de subir la mirada hacia su amiga.
- ¿A dónde? ¿Dónde te mandan?- reacio a compartir esa información, Bee vaciló. Aquello alertó a Deshelia, puesto que la información siempre había fluido como el aceite entre ambos- ¿Bee?- insistió con la voz estrangulada.
- A Kaon.
Deshelia sintió que el suelo se hundía bajo sus pies. No podía ser. No podían mandar a su mejor amigo a Kaon, a la capital Decepticon.
Las posibilidades de que volviera... eran mínimas.
- Estaré bien, Desh- trató de decir Bumblebee.
- Voy contigo- escupió Deshelia.
- Ni hablar- negó Bumblebee-. No te voy a meter en Kaon, Desh. Además, sabes que es imposible, ¿cuánto tardarían en descubrirnos? Un nanociclo, dos como mucho.
Deshelia bajó la cabeza antes de abrazar con fuerza a Bumblebee. El rastreador enroscó los brazos en torno al torso de su amiga: Deshelia era más alta que Bumblebee, solo un metro más, así que la estampa que ofrecían era la de una femme que abrazaba con fuerza a su hermano pequeño, a pesar de que en realidad, ella era más joven.
Deshelia sabía que su amigo tenía razón. No podía simplemente acompañarle. Ella no era una Autobot. Jamás le permitirían luchar.
- Algún día, Bee. Algún día conseguiré pelear a tu lado- juró Deshelia en un murmullo.
- No lo dudo- le respondió él en el mismo tono-. Pero hasta que llegue ese momento, no te preocupes por mí. Y diseña más armas de esas que nos permiten aplastar a los Decepticons.
- Se hará lo que se pueda- susurró a la vez que se separaba de su amigo. Bee trató de sonreír.
- Ey, llevo tu M. 5.8.4. en el brazo, ya hemos comprobado lo bien que funciona. Aunque me manden a Kaon, cuando esos Decepticons se acerquen no voy a tener ni para empezar.
Ella sonrió.
- Eso espero. Pero no hagas locuras y por lo que más quieras, Bee, no dejes que te maten.
- No entra en mis planes. Si me matan, ¿quién te sacaría de tus casillas?- rió Bumblebee. Deshelia trató de sonreír.
- Cierto. Además, no tengo otro mejor amigo.
- Podrías conseguirte otro- bromeó él-, aunque jamás sería tan bueno como yo.
Deshelia rió antes de volver a abrazarle con fuerza. Bumblebee se lo devolvió. Cuando se separaron, Bee depositó un beso en su frente con cariño fraternal.
- Ya verás, estaré de vuelta antes de que te de tiempo a decir "energon"- con una última sonrisa, Bee se despidió y se dirigió al hangar, donde le habían convocado antes de partir.
Deshelia se quedó atrás, sola, y poco a poco fue perdiendo la sonrisa mientras la espalda de su mejor amigo se iba perdiendo entre la multitud. Sus labios formaron un susurro:
- Energon.
Pero Bumblebee no había vuelto.
***
Habían pasado cerca de tres meses desde la última vez que Bumblebee y Deshelia se habían visto por última vez, desde que el joven rastreador tuvo que partir en dirección a Kaon, dejando a su mejor amiga atrás.
Deshelia pasaba los días encerrada en el ala médica con Ratchet, trabajando a destajo, tratando de ignorar los pensamientos que giraban en torno a la posible muerte de Bumblebee. Ratchet la había pillado más de una vez con lubricante en los ópticos, llorando cuando creía que nadie la veía. Y es que la joven femme no podía soportar el saber que Bumblebee, el mech al que quería como un hermano, estaba ahí fuera, jugándose la vida a cada segundo. Saber que ella no podía hacer nada para impedirlo ni para ayudarle porque no se lo permitían.
El experimentado médico de campo había tratado de interrogarla para averiguar que la aquejaba, pero Deshelia ignoraba todos sus esfuerzos. También los de su padre, a quien Ratchet no había tardado en advertir. Los dos amigos trataban de comprender la pena de la hija del Prime, pero la joven no soltaba prenda.
Los dos tuvieron que hablar sobre ello cuando la tristeza y la impotencia comenzó a afectar a Deshelia en el ala médica. Ratchet la había visto distraída incluso en medio de una operación, como tenía que repetirle varias veces las cosas para que la joven se diera por aludida.
- No lo entiendo, Optimus. Deshelia nunca ha necesitado que le repita las cosas, más bien, ni siquiera que se las dijera. Siempre sabía que instrumental necesitaba en medio de la operación, es la razón por la que te pedí que fuera mi Auxiliar- Optimus miró a su amigo, sentado tras su escritorio, con los codos apoyados en este y los dedos entrecruzados-. Y según lo que veo, creo que tampoco recarga como es debido y ni bebe Energon con la regularidad recomendada. Y sé que es una tontería y puede que ni siquiera esté relacionado, pero lleva tres meses sin decir la palabra "Energon". Es como si estuviera maldita, cada vez que va a decirla se queda callado o simplemente dice "nuestro líquido vital". Es muy raro, no logro entender que puede afectarle de esa manera.
- Yo tampoco, viejo amigo. Pero parece que Deshelia no está estable, ha perdido el control sobre sí misma- ambos callaron un momento. Entonces, Optimus miró a Ratchet, serio-. ¿Crees que debería quitarle su puesto de Auxiliar? Que se reponga, que descanse, que lo supere y luego podrá volver al trabajo.
- Con el debido respeto, Optimus, pero no creo que eso ayude- negó Ratchet, con los brazos cruzados-. Si le quitas el ser una Auxiliar, ¿qué hará durante el resto del día? Solo tendrá más tiempo para pensar en lo que sea que la tiene así, se hundirá en un pozo, Optimus.
El líder de los Autobots gruñó mientras se cruzaba de brazos y bajó la mirada hacia su mesa. Concretamente, hacia un diminuto proyector holográfico, que como bien sabía el Prime, solo era capaz de proyectar imágenes fijas, sin movimiento. Lo presionó, y pronto se materializó el holograma, formando dos figuras, una mucho más grande que la otra. Cuando se fue aclarando, se hizo evidente que en realidad eran tres figuras, ya que la más grande que tenía en brazos a una mucho más pequeña que las otras dos.
El holograma se terminó de formar y Optimus suspiró al mirar aquella pequeña imagen. Había sido captada hace varios milenios, con la guerra recién comenzada. Eran él mismo, un Optimus recién convertido en Prime, junto a su amada y desgraciadamente fallecida sparkmate, Elita One. Y en los brazos del inanimado Optimus, se encontraba una diminuta sparkling de mirada revoltosa que trataba de agarrarse a los salientes que le salían del casco a su enorme padre, aquellas que le distinguían como Prime. Los dos mayores miraban con ternura a la pequeña sparkling de exoesqueleto plateado.
- Aún recuerdo cuando os tomé esa fotografía- oyó a Ratchet-. Las cosas solo han ido a peor desde entonces- con aires de cansancio, el viejo médico de campo se sentó en la silla que había frente al escritorio.
El Prime no contestó, solo siguió mirando la pequeña figura de su hija cuando aún era una sparkling.
- Ya era difícil de controlar en aquella época- medio sonrió Optimus-. Y tú que me dijiste que se calmaría con el tiempo.
- Nunca había fallado de forma tan estrepitosa en una de mis predicciones, lo reconozco- gruñó Ratchet.
Optimus apartó la mirada del holograma y la dirigió hacia una de las pantallas de su computador. Este mostraba una imagen en directo de su hija, Deshelia estaba acurrucada contra una pared del ala médica. Era uno de sus descansos de Auxiliar.
- Y luego está eso- dijo el médico señalando la pantalla. Optimus lo miró confuso.
- ¿A qué te refieres?
- Bueno, ya hace tiempo que no sale durante sus descansos, se queda en el ala médica. Antes no solía tardar en salir a buscar a su amigo Bumblebee, el Rastreador.
Optimus se quedó pensando durante unos segundos antes de que un presentimiento asaltara su spark. Frunció el ceño y empezó a buscar en el registro del ejército que mostraba a los Autobots estaban en activo.
Cualquier duda que pudiera haber tenido se disipó cuando vio que, como se temía, el Rastreador Bumblebee llevaba tres meses de misión. En Kaon. Optimus gruñó cuando lo vio. Él mismo había mandado al grupo de Bumblebee a Kaon, pero no sabía que el mejor amigo de su hija estaba entre los integrantes de aquel grupo. Los había mandado porque sabía que eran los que más posibilidades tenían de volver con vida.
- ¿Optimus? ¿Qué ocurre?
- Bumblebee lleva tres meses en Kaon.
El silencio reinó durante unos segundos antes de que Ratchet suspirara.
- Supongo que eso lo explica todo.
- Está preocupada por su amigo- terminó Optimus.
- No creo que solo sea preocupación, Optimus- el Prime le miró interrogante y Ratchet se removió en el asiento, incómodo-. Es impotencia. Saber que su amigo está en peligro... y no poder ayudarle.
Optimus gruñó, con un pensamiento claro. La prefería deprimida antes que muerta. Se pasó uno de los servos por el casco y no pudo evitar que su preocupación saliera a flote.
- ¿Qué voy a hacer con ella, Ratchet? No sé cuánto tiempo podré controlarla. Cuánto tiempo lograré retenerla.
- Optimus, los dos hemos visto a un robot perteneciente a la Generación de la Guerra en batalla. La guerra ha ido a peores para nosotros desde que Megatron reclutó al resto de la Generación de la Guerra, así que voy a preguntarte algo y espero con toda mi spark que no te molestes conmigo, pero ¿acaso no has pensado ni por un momento que la balanza de esta guerra podría equilibrarse si le permitieras pelear?- Optimus le miró aunque no dijo nada. Sin embargo, su viejo amigo supo leer su expresión- Por supuesto que lo has hecho. Y no te gusta la conclusión.
- Es mi hija, Ratchet. Todo lo que me queda de Elita. No puedo simplemente mandarla a la guerra y esperar que Primus sea más amable con ella de lo que fue con Elita.
- Optimus, te entiendo. De verdad que lo hago, aprecio a Deshelia casi tanto como tú. Pero no conseguirás nada prohibiéndole luchar. La guerra la llama, acabará por pelear en el frente, tanto si le das tu permiso como si no. ¿No sería mejor que te encargaras personalmente de que cuando llegue el momento, Deshelia esté tan preparada como nadie? ¿Asegurarte de que nadie podría vencerla?
- Nadie puede asegurarme eso, Ratchet. En la guerra también interviene la suerte.
- Lo sé, Optimus, claro que lo sé- el médico de campo suspiró-. Pero eso nadie puede controlarlo, solo Primus. Solo nos quedará rezar porque Primus sea benevolente con ella, por ser la hija del último de los Primes y la única de su clase que no nos ha dado la espalda.
- No puedo arriesgarme, Ratchet. No puedo perderla- murmuró el Prime.
Ratchet suspiró de nuevo. Comprendía perfectamente a Optimus, pues solo él sabía lo mucho que le Prime amaba a su hija. Solo él sabía que Optimus temía más la muerte de su hija que la suya propia o incluso perder la guerra. Quiso añadir algo pero tres golpes apresurados cortaron de raíz aquella conversación.
Optimus mudó la expresión y le cedió paso al intruso, que resultó ser nada menos que el mismísimo Comandante de la Guardia de Élite, Ultra Magnus. Tenía la respiración agitada y parecía muy alterado. Optimus frunció el ceño y se levantó.
- ¿Comandante?
- Señor- jadeó Magnus-, el grupo de Rastreadores... han vuelto.
- ¿Pero no tenían que volver en otros dos meses?- inquirió Ratchet, confuso, antes de abrir los ópticos al máximo y cruzar una mirada alterada con Optimus.
- Los han masacrado, señor- explicó Magnus, ya con fuelle-. Solo son cinco, mandamos a cincuenta.
- ¡Por amor a Primus!- jadeó Ratchet.
- Bumblebee- susurró el Prime por lo bajo. Egoístamente, solo podía pensar que si el joven explorador no estaba entre esos cinco, él sería el culpable de la muerte del mejor amigo de su hija.
Salió a paso apresurado de su despacho y no se permitió tranquilizarse hasta que detectó la armadura amarilla de Bumblebee. Pero entonces Ratchet paso a su lado como una exhalación y el Prime reparo en que estaba en una camilla y presentaba serias y múltiples heridas. Al joven bot también le faltaba la pierna derecha y las puertas que por lo general le colgaban de la espalda habían desaparecido.
- Ultra Magnus, encárgate de...- Optimus no pudo terminar la frase.
- ¡BEE!
Se giró de golpe al oír a su hija. Estaba demacrada, era obvio, y tenía en la cara un espanto y horror indescriptibles, causados al ver el estado de su amigo.
Salió corriendo hacia donde Ratchet trataba de estabilizar a Bumblebee pero Optimus le dirigió una significativa mirada a Ultra Magnus, que enganchó a la joven del brazo.
- Deshelia, acompañadme...
- ¡Suéltame! ¡Suéltame, maldita sea!- Deshelia dirigió una mirada de súplica a su padre.
- Me encargaré de que esté bien, pero ve con Ultra Magnus- susurró por lo bajo el Prime. Ella bajó la cabeza, vencida, y por un momento, Optimus pensó que me iba a hacer caso.
Pero entonces se dio la vuelta, oyó un grito de sorpresa y un gran estrépito. Por el rabillo del óptico detectó un borrón grisáceo pasar por su lado y al girarse, vio a su Comandante tirado en el suelo, sobándose el casco. Con los ópticos delatados por la sorpresa, Optimus se giró de nuevo: Deshelia ya estaba junto a Ratchet, inclinada sobre Bumblebee.
Optimus trató de procesar lo que sabía que acababa de pasar: su hija, su pequeña sparkling, quien apenas había recibido entrenamiento militar, había sido capaz de derribar al gran Ultra Magnus.
Optimus Prime contuvo un jadeo y mientras empezaba a dar órdenes y distribuir el trabajo, solo pudo pensar en la conversación con Ratchet.
El viejo médico de campo tenía razón.
Su hija formaba parte de la Generación de la Guerra. Llevaba la guerra dentro, corriéndole por todo su cableado junto al energon.
Su chispa se encogió cuando comprendió que se le acababa el tiempo.
Mientras veía a su hija inclinada sobre el robot moribundo, tratando de ayudar a Ratchet para salvarle la vida, el último de los Primes tomó una drástica decisión en aquel momento: si hacía falta, la encerraría, a cal y canto. Le pondría mil cerrojos en la puerta de su habitáculo.
Pero jamás llegaría el día en que su hija tuviera que estar tumbada en una camilla, peleando por su vida.
Jamás.
No mientras él estuviera ahí para impedirlo.
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