Capítulo 13
You are my source of strength
Para cuando Deshelia llegó al Ala Médica, era más que evidente que el enfado con su padre seguía muy presente. Todos los presentes lo notaron: Deshelia solía hacer gala de una sonrisa tranquilizadora o en su defecto, pícara e insolente. Sus ópticos siempre eran amables y chispeaban debido a alguna futura broma que se le acababa de ocurrir.
Pero en aquel momento, la mirada de Deshelia simplemente, daba miedo.
En el recorrido hasta su puesto de trabajo, al menos cinco Autobots curtidos en batalla saltaron fuera de su camino: sus ópticos llenos de amenaza y su forma de andar, con los hombros cuadrados y el paso firme, les hacían apartarse por instinto. Y no era solo eso: era ella. Una esencia la envolvía, peligrosa y fría, que advertía a todos los bots a un nivel instintivo que no era buena idea molestarla en aquel momento.
Incluso Ratchet, que para aquellas cosas era menos receptivo que una pared, detectó enseguida que su joven Auxiliar no estaba de humor. Así que se limitó a indicarle el trabajo que tenía pendiente y a dirigirle la palabra solo cuando era necesario. Los demás médicos y Auxiliares fueron aún más drásticos: nadie se atrevió a mirarla siquiera. Todos, en lo más profundo de sus metálicas vísceras, tenían el presentimiento que si lo hacían, no acabaría bien.
Por su parte, Deshelia tenían que hacer verdaderos esfuerzos para que su enfado no se filtrara al trato al paciente. Bastante tenían los pobres, con sus heridas de guerra, como para encima estar aterrorizados con el comportamiento de Deshelia. Sin embargo, apenas lo consiguió y detectando que no era la más indicada en aquel momento para establecer contacto con los pacientes, se dedicó a resolver problemas técnicos: unas pinzas con mala sujección, sierras quirúrgicas que habían perdido el filo y un recolector de Energon cuyo espacio de almacenamiento goteaba.
Y mientras se dedicaba a reparar el instrumental y a revisar a pacientes que estaban sumidos al éxtasis (y que por tanto, tuvieron la suerte de no tener que interactuar con ella en aquel momento), Deshelia no podía dejar de recriminarse a sí misma su comportamiento en el habitáculo. ¿Cómo se le ocurría pegarle semejante empujón a su padre? ¡No necesitaba vigilancia extra!
Gruñó e hizo fuerza sin darse cuenta sobre las grandes agujas huecas que empleaban para sacar Energon de los pacientes. Las agujas, de puro titanio, se partieron ante la fuerza de la femme con un chasquido perfectamente audible. Deshelia notó las miradas en su espalda y luchó contra la rabia y las ansias de pegarle a la pared..
Ratchet, que se había quedado de piedra al ver el instrumental roto, sintió una verdadera urgencia en todo el cuerpo. Tenía que avisar a Optimus. Deshelia estaba a punto de explotar.
Ella por su parte, dejó muy lentamente las agujas rotas sobre la mesa. Las miró fijamente; rotas, partidas. Retuvo el grito de rabia que le subía por la garganta cuando ya lo tenía en los labios.
Necesitaba golpear algo.
Cuando entendió aquello, también supo que no podía permanecer allí encerrada ni un segundo más. Y por "allí", no se refería al Ala Médica. Se refería a la Ciudadela.
Así que sin mirar a nadie, se internó por los pasillos hasta llegar a aquella esquina con el punto ciego en las cámaras y se coló por el sistema de ventilación. Se arrastró por él como una autómata e mandó a volar la tapa de un puñetazo.
Saltó fuera y sintió una pequeña liberación cuando el impacto de sus pies contra el suelo levantó una capa de polvo. Pero seguía sin ser suficiente, la ira le quemaba los sistemas. Se llevó una mano a la radio y buscó la frecuencia de Bumblebee.
Desh, ¿has terminado con...
- Estoy fuera. Cambio de planes, nos vamos a la Base Wrecker ahora.
¿Qué? Desh, piensa...
- Voy de camino, te veo allí.
Cortó la comunicación. Sabía que no era muy sensato, mucho menos con su padre informado sobre su accidente con las pinzas y su desaparición, algo que ocurriría inevitablemente: Ratchet iría a buscarla en cuanto pasara un rato y al no encontrarla por ninguna parte, informaría a su padre, estaba segura.
Pero en aquel momento, no le importaba.
De hecho, le parecía justo. Sabía que su padre se volvería loco al darse cuenta de que no estaba en la Ciudadela. Y con lo enfadada que estaba, quería que su padre lo pasara mal un rato.
Así que sin planteárselo de nuevo, se alejó a paso vivo de la Ciudadela.
Nunca tuvo muy claro por qué empezó a correr, pero el caso es que lo hizo. Y si no hubiera estado tan enfadada, se hubiera dado cuenta de que sus pies apenas tocaban el suelo. Se perdió entre las calles polvorientas a la velocidad de una bala. Lo hizo sin mirar atrás, sin saber adonde iba realmente. Solo sabía que necesitaba escapar.
Y al igual que había ocurrido la última vez, cuanto más se alejaba de Iacon, de la seguridad de la Ciudadela, más viva se sentía. Su Energon hirvió dentro de su cuerpo y su carrocería brillaba con orgullo bajo los rayos del sol en tanto Deshelia atravesaba las calles desiertas como un exhalación.
Frenó en seco cuando llegó a una amplia plaza. Dado que aquella era, literalmente, la segunda vez en toda su vida que ponía un pie fuera de la Ciudadela, tardó un momento en reconocerla. Todo lo que Deshelia sabía y había visto de Cybertron era por antiguas imágenes de la Era Dorada.
La furia aún la embargaba y cuando avanzó un poco hacia el centro, una enorme barra de metal caída proveniente de alguno de los edificios en ruinas que rodeaban la plaza, le cortó el paso al estar suspendida frente a su pecho.
La circunstancia era una minucia, podría haberlo rodeado o incluso pasar por debajo, pero fue la gota que colmó el vaso y Deshelia explotó: con un grito de rabia, estrelló su puño cerrado contra la barra metálica. La sombra de sus nudillos quedó impresa, pero no se detuvo. Dio otro golpe, y otro, y otro...
Aquella barra metálica había estado prácticamente suspendida, anclada a un enorme cascote, un trozo de pared. Pero con cada puñetazo de la femme, pequeñas grietas iban apareciendo en la junta entre la barra y la piedra. Primero pequeñas, se fueron ampliando hasta que al fin la piedra se quebró y la barra, ya retorcida y marcada por los tremendos impactos del puño de la furibunda femme, cayó a sus pies con un golpetazo.
Deshelia jadeaba, agitada, sus sistemas echaban humo. Notaba los músculos de los brazos agarrotados, los servos le dolían. Se los miró, los nudillos estaban picados debido a los tremendos golpes. Supo que no estaban rotos, pero por poco.
Sin embargo, la cólera empezó a remitir y Deshelia suspiró en tanto una fresca calma sustituía a la ardiente ira. Tuvo que agacharse, sintiendo que las emociones la superaban. Acuclillada y con ambas manos en la cabeza, esperó hasta calmarse del todo.
Solo entonces se puso en pie y observó el destrozo que acababa de causar: la barra estaba ahora en el suelo y no le bloqueaba el paso, despejando su camino hacia el centro. Mientras empezaba a andar, se fijó en las huellas de sus puños en ella y en su extremo, aún con parte de la piedra que la había mantenido fija al pedrusco.
Comprendió lo que había hecho y tragó Energon. Recordó el golpe en el pecho de su padre y se estremeció. Tuvo que refrenar las ganas de volver corriendo para comprobar si estaba bien. Tuvo que recordarse por qué estaba tan enfadada con él. Pero después de aquello, y aunque lo recordaba perfectamente, su rabia no era la misma.
Así que tratando de mentalizarse de que su padre era un Prime y que seguramente se había apartado porque lo había pillado por sorpresa, avanzó con paso precavido hacia el centro, donde unos cascotes habían caído en una especie de pedestal en el que apenas se adivinaba una inscripción grabada. Sin pensarlo demasiado, apoyó el cuerpo contra los cascotes y empujó. Los escombros no eran muy grandes, así que no tardó mucho en despejar el pequeño altar y cuando lo hizo, un pálida luz salió directamente desde su centro.
Deshelia retrocedió unos pasos, confusa, y sus ópticos se ampliaron cuando la luz formó un precario holograma. Reconoció la figura que personificaba la imagen luminosa, pues la había visto miles de veces: Alpha Trion, el padre del movimiento Autobot. La fotografía cambiaba, siempre con el anciano Autobot como protagonista pero con diferentes poses: pensativo, mesándose la curiosa barba metálica, mirando al horizonte o incluso mirando directamente a la cámara que le tomó aquellas fotos.
Deshelia tuvo que tragar Energon, la mirada azul zafiro de Alpha Trion le atravesó la spark, aún siendo etérea. Aquello era algo que ni siquiera su padre había conseguido.
Confusa y algo molesta por la sensación de vulnerabilidad que un simple holograma le había dejado, le dio la espalda. En cuanto dejó de mirar al falso Alpha Trion, Deshelia cayó en la cuenta de dónde estaba. Le había costado reconocer aquella plaza escombrosa, rodeada de edificios semiderrumbados, pero el holograma a tamaño natural del mentor de su padre la hacía inconfundible: estaba de pie en el centro de la célebre Plaza de Trion (1). Al reconocerla finalmente, recordó todo lo que había visto y leído y miró a su alrededor.
Ya sabía lo que buscaba, así que esta vez identificó sin problemas lo que antaño debieron ser altísimas torres pero que en aquel momento, habían perdido sus imponentes y afiladísimas puntas: las Agujas Celestiales, antiguo Parlamento de Cybertron. Dentro, su padre había conmovido al Congreso cuando abogó por el diálogo antes que la guerra, en contraposición a Megatron.
Dentro, el Congreso había nombrado Prime a su padre, y este había dejado atrás a Orion Pax para convertirse en Optimus Prime.
Deshelia suspiró: cuando a ella la activaron por primera vez, su padre ya era Optimus. Deshelia nunca había llegado a conocer a Orion Pax. Y muchas veces, había deseado hacerlo.
Apartó la vista de las Agujas y se giró hacia el sur de la plaza. El edificio estaba en estado crítico, pero en el suelo, Deshelia reconoció el símbolo que identificaba a aquel bloque como el antiguo Centro Médico de Iacon. Ratchet solía trabajar allí cuando era médico a secas y no médico de campo. Deshelia tenía entendido que el mejor amigo de su padre había sido una auténtica eminencia.
Iba a empezar a buscar los restos del Salón de Registros (2), pero empezó a oír el sonido de un motor.
A pesar de que Iacon estaba bajo dominio Autobot y que la presencia Decepticon era prácticamente nula, la femme se puso en guardia. Afortunadamente, no le hacía falta y pronto reparó en ello. Deshelia reconoció el rugido del motor en cuanto este fue acortando la distancia y se giró hacia la procedencia del sonido.
Un modo alterno terrestre, menudo y amarillo, hizo su aparición en la Plaza y Deshelia sonrió de medio lado al ver que había acertado. Un salto y Bumblebee cambió de forma, aterrizando sobre sus pies, jadeante.
- ¡Deshelia! ¡¿Qué scraplets ha pasado?!
Ella lo miró, sin saber muy bien qué decir.
- Te-Tenía que golpear algo. Y salí corriendo antes de matar a alguien a puñetazos. No exagero- añadió al ver la cara de su amigo, y señaló la barra de metal en el suelo.
Bumblebee se estremeció al ver la marca de los puños de Deshelia y se acercó para cogerle las manos. Frunció el ceño.
- Apenas tienes marca. Unos puñetazos así deberían haberte destrozado los nudillos- subió la mirada hacia ella y su amiga suspiró.
- Lo sé...
Bee le soltó las manos y estas cayeron indefensas a los costados de Deshelia.
- ¿Qué ha pasado?
- Pues... bronca con mi padre. De las gordas- informó Desh. Lo miró de reojo-. Y casi lo derribo.
- ¡¿Qué?!- estalló Bumblebee. Deshelia hizo una mueca de dolor cuando su receptor de audio pitó ante el grito de su amigo.
- Quise irme y me agarró. Me liberé, sin saber muy bien cómo, y... le empujé- murmuró. Bumblebee la miraba con los ópticos del mismo diámetro que una de las lunas. Deshelia se removió, incómoda-. No sé en qué estaba pensando, yo...- Desh gruñó y se llevó ambos servos a la cabeza- Supongo que más bien no estaba pensando...
- E-estás di-diciendo que c-casi tiras al suelo a tu padre, a Optimus Prime- Bumblebee recalcó el nombre, como queriendo dejar en claro lo poderoso y fuerte que era el líder Autobot-, ¿de un simple empujón?
- Su-supongo...- tartamudeó ella y se giró a mirarlo- Y con una sola mano- Bumblebee abrió la boca, pero no pudo decir nada-. Pero seguro que tampoco le hice nada. Seguramente apenas lo notó. Solo lo cogí con la guardia baja- escupió, tratando de convencerse a sí misma. Por su parte, Bumblebee miró la barra de hierro retorcida y luego a ella de nuevo-. Después, fui al Ala Médica y estaba tan enfadada, Bee, tan enfadada... que partí sin darme cuenta unas agujas de titanio.
Bumblebee retrocedió un paso, abrumado. Deshelia lo miró.
- Supe que si alguien me decía algo inadecuado, cualquier cosa... podría estallar. Hacerle daño a alguien, a cualquiera- murmuró, cruzandose de brazos y mirando de nuevo la barra-. Tenía que salir de Iacon antes de hacerle daño a nadie.
Hubo unos momentos de silencio. Luego, Bee habló.
- No debería sorprenderme... quiero decir, a mí uno de la Generación casi me aplastó la cámara de chispa de un puñetazo- Deshelia hizo una mueca al recordar el episodio-, pero... yo no soy un Prime.
Deshelia suspiró.
- Ya...
- ¿Tienes idea de lo que significa eso?- ella se giró hacia su amigo, extrañada por su tono animado y jovial. Bee sonreía- Los Decepticons están pero que muy jodidos.
Deshelia se echó a reír. No fallaba; Bumblebee era su remedio antidepresivo natural.
Ambos se quedaron callados un momento, admirando el holograma, hasta que Deshelia se giró hacia su amigo de nuevo.
- ¿Cómo me has encontrado?
- Localicé tu señal de radio- Deshelia lo miró con la ceja arqueada-. ¿Qué? ¿Tú eres la única que puede ir por ahí hackeando cosas?
Deshelia rio levemente.
- Dado que mi señal no está oculta, no creo que se le pueda llamar hackear.
- No rompas mi fantasía- le recriminó su amigo y Deshelia volvió a reír, más abiertamente esta vez-. Y ahora... ¿qué?
- ¿A qué te refieres?
- ¿Quieres seguir yendo a la Base Wrecker ahora?- Deshelia ladeó la cabeza, en silencio- Lo digo porque ahora Ratchet no está ocupado y si vamos, seguro que nos pillan.
Deshelia lo miró un momento y esbozó una sonrisa torcida.
- Seguro que "me" pillan. Tú no tienes ninguna restricción, solo tienes que decir que estabas en la Base Wrecker de visita.
Bumblebee bufó.
- Ya, porque se iban a creer que estoy por casualidad en la Base Wrecker justo cuando tú te has escapado para ir hasta allí. Tu padre no es tonto, Desh.
- Cierto...
Deshelia miró de nuevo el holograma cambiante de Alpha Trion. Era verdad, si iba ahora con Wheeljack, no solo la pillarían a ella, sino también a Bumblebee. Y viendo la lealtad de su amigo, más que dispuesto a pagar las consecuencias por ella, Deshelia no se vió capaz de exponerlo de esa manera.
Aunque a ella todavía le quedaran ganas de hacerle pasar un mal rato a su padre.
- Será mejor que volvamos. No quiero meterte en un lío para nada. Además- refunfuñó-, si vamos, me localizaría en seguida y seguro que se plantaría en la Base Wrecker, muy probablemente con el amargado de Magnus pegado a su maletero, y me arrastraría de vuelta a base de pescozones. No me daría tiempo a reventar muchos Cons en el Simulador.
Bumblebee dejó escapar una risotada ante el comentario tan peculiar de su amiga.
Así que dieron media vuelta y recorrieron el camino de vuelta a Iacon.
***
En Iacon, en cambio, durante el tiempo que los dos amigos realizaban su visita clandestina a la Plaza Trion, un preocupado Optimus Prime había ido al Ala Médica a buscar a su conflictiva hija para intentar calmar las cosas. Y cuanto más rato pasaba, más evidente se hacía el sordo dolor en el centro del pecho, donde Deshelia le había golpeado.
Optimus trataba de ignorarlo. No quería creer que su hija era tan fuerte. Pero con cada paso que daba, el dolor del pecho se acentuaba y para cuando entró en el Ala Médica, había dejado de ser un leve dolor para ser auténticos pinchazos en el centro del pecho que le hacían estremecer.
Se restregó suavemente la palma en el servo en el punto donde la mano de Deshelia había impactado, pero la retiró en cuanto atravesó la puerta del Ala Médica y el horror de la guerra se personificó ante él.
Un escalofrío y una sensación de desolación lo embargaron al ver a aquellos soldados, a sus soldados, debatirse entre la vida y la muerte.
- Se-señor...- se giró hacia la voz, un Guardia de Élite relegado a una camilla luchaba por incorporarse para poder saludarle como correspondía a un superior.
Optimus se apresuró a detenerlo, toda la parafernalia a la que estaba conectado indicaba sin lugar a dudas, que no estaba allí precisamente de visita.
- Descansa, soldado- le dijo mientras la ayudaba a recostarse-. Estás destinado en Vos(3), ¿cierto?
- Sí, señor. Los ataques... son cada vez peores- suspiró este, sacando fuerzas de flaqueza. Intentó decir algo más, pero le fallaron las fuerzas.
- ¿Cuál es tu nombre?
- Prankfall, señor.
- Descansa, Prankfall- repitió Optimus, a sabiendas de que aquel soldado no podía ni siquiera mantener una conversación fluida.
Con un gesto, Optimus llamó a un médico cercano y este acudió presuroso.
- Señor- el médico se llevó el puño al pecho en un saludo marcial y Optimus asintió en su dirección.
- Crankhandle- saludó Optimus, reconociendo al médico como uno de los discípulos de Ratchet. El susodicho intentó disimular el orgullo que le producía que el gran Optimus Prime supiera su nombre-, asegúrate que este soldado dispone de todas las comodidades.
El médico asintió.
- Sí, señor.
- Bien- Optimus miró al Autobot herido-, y Prankfall, descansa y recupérate. Necesitamos a los mejores guerreros en el frente.
El Guardia de Élite asintió, honrado.
- Sí, señor.
Optimus sonrió brevemente antes de volverse de nuevo hacia el médico.
- ¿Dónde está Ratchet?- Crankhandle se removió, incómodo.
- No lo sé, señor. Fue a buscar a Deshelia- Optimus sintió como un mal presentamiento le recorría de pies a cabeza.
- ¿A Deshelia?
- Sí, señor. Es su principal Auxiliar, señor, una femme joven pero muy inteligente e intuitiva- explicó el médico que por supuesto, no tenía ni la más ligera idea de que Optimus era el padre de Deshelia-. Normalmente la femme es servicial, amable y agradable, siempre dispuesta a ayudar, pero hoy...
- ¿La-la de las pinzas?- murmuró Prankfall. El médico asintió y el Guardia se estremeció.
- ¿Soldado?- interrogó Optimus, inquieto por su reacción.
- Lle-llevo unos días aquí y esa femme...- tuvo que parar, no podía seguir hablando y el médico siguió por él.
- Es lo que os he dicho, señor, Deshelia es una Auxiliar ejemplar, pero hoy ella... estaba rara- vaciló Crankhandle. Optimus oyó una risa entrecortada seguida de un tos y bajó la cabeza hacia Prankfall.
- E-eso es un eufemismo- tosió un poco y cogió aire para continuar hablando-. Daba miedo.
- ¿Miedo?- Optimus tuvo que empujar hacia abajo la ansiedad que le trepaba desde el mismo centro de su pecho- Es una Auxiliar.
- Señor- intervino de nuevo el médico, y le señaló una mesa llena de instrumental averiado. Destacaban un par de pinzas partidas por la mitad en el borde-. ¿Veis esas pinzas rotas? Son de titanio- Optimus lo miró, intentando por todos los medios no parecer alarmado-. Las partió. Nadie parte unas pinzas de titanio, sin más.
Optimus fijó la mirada en las pinzas partidas y esta vez, se llevó una mano al pecho, donde el dolor por el empujón de su hija aún latía. Fue entonces cuando entendió la fuerza que Deshelia poseía realmente y supo que no había puesto toda su fuerza en aquel empujón.
Su pecho no era de titanio. Si hubiera aplicado la misma fuerza en su pecho que en aquellas pinzas... Optimus ya había visto a algún bot de la Generación aplastar una cámara de chispa con las manos desnudas. Sabía que aquello era lo que le había pasado a Bumblebee aunque afortunadamente, el Rastreador se había salvado.
- Después de eso, se internó en los pasillos, dirección hacia las oficinas médicas- continuó el médico, señalando el pasillo por el que había desaparecido Deshelia y sin reparar la crisis que se había desatado en el pecho de Optimus-. Pasó un rato y Ratchet decidió ir a buscarla. Aún no ha vuelto, señor.
- Bien- dijo Optimus y se levantó de su asiento. Un agudo pinchazo le perforó el pecho y gruñó mientras se llevaba la mano a la zona.
Al oírlo, Crankhandle subió la cabeza como un rayo.
- ¿Señor? ¿Estáis herido?- un tinte alarmado apareció en su voz.
- Estoy bien- respondió Optimus, con voz calmada.
Era muy consciente de que la situación de los soldados que allí estaban siendo atendidos era crítica en muchos casos y se necesitaban todos los médicos y Auxiliares disponibles. No iba a permitir que se tomaran tiempo con él porque su hija le hubiera pegado un empujón.
Pero lo cierto era que cada vez le dolía más. Se volvió a tocar la zona del golpe con la mano.
- ¿Estáis seguro, señor? Puedo revisarle, no tardaré- dijo el médico de nuevo, fijándose en el movimiento de su líder. Pero Prime negó.
- Es una leve molestia. Ahora tengo asuntos que atender, pero cuando Ratchet regrese, avísale que necesito hablar con él en mi oficina.
Sin margen para discutir con el legendario Prime, el médico asintió.
- Sí, señor, así lo haré- pero no dejó de escudriñar el pecho de su superior en busca de anomalías.
- Bien- dijo Optimus. Miró al Guardia herido-. Reponte, Prankfall.
Este asintió.
- A-a la orden, señor.
Optimus asintió a su vez y salió del Ala Médica, devolviendo los saludos respetuosos que le dirigían. Se apresuró a llegar a su oficina y cuando llegó, se sentó por fin tras su escritorio. La caminata hasta allí, el continuo movimiento al andar, hacía que los pinchazos del pecho se agudizaran cada vez más y sentarse, quedándose quieto, fue un alivio.
Se inclinó en la superficie casi reflectante de su escritorio y miró el leve reflejo que este le ofrecía. ¿Acaso no tenía el centro del pecho ligeramente hundido? Gruñó mientras se echaba hacia atrás.
No quería pensar en la fuerza que tenía su hija. No quería pensar en las pinzas de titanio partidas ni en el dolor de su pecho.
Así que trató de centrarse en algo más y recordó las palabras del Guardia de Élite, que había estado destinado en Vos: "...los ataques son cada vez peores".
Eran noticias realmente malas, Vos era la ciudad Autobot más importante después de Iacon y también era la que más ataques Decepticon sufría. ¿La razón? Protimax, una enorme planta de producción y reserva de energía. Desde que un bombardeo había dejado totalmente inaccesibles el Manantial de Energon Subterráneo, situado en la zona norte de Iacon, la energía de Protimax era el mayor sustento de energía de los Autobots. Si Vos y Protimax caían, los Autobots se enfrentarían a la escasez de energía, de recursos.
Era por eso que el mismísimo Ultra Magnus y su Guardia de Élite estaban destinados allí, en Vos. El Comandante había organizado una férrea defensa en torno a toda la región, focalizada sobre todo en Protimax y también en la Academia de la Guerra de Cybertron, donde el mismo Magnus había estudiado y donde había establecido su base en la región.
En aquellos momentos, Vos era la principal zona de guerra activa. Y si los ataques se habían recrudecido... a pesar de confiar plenamente en Ultra Magnus, Optimus decidió que acudiría con refuerzos en unos días. Intentaría restablecer la normalidad en Vos, estableciendo una estrategia conjunta con Magnus y tratando de desestabilizar la fuerza Decepticon en la zona.
Con un poco de suerte, bastaría para conceder a Ultra Magnus y su Guardia un respiro. Fue entonces cuando llamaron a su puerta. Optimus se irguió en su asiento e hizo una mueca ante el pinchazo del pecho.
- Adelante.
Fue Ratchet quien se personificó tras la puerta. Optimus trató de que su inquietud no se dejara ver, recordando a su hija, su fuerza... Miró a su viejo amigo, convencido que tendría una explicación para él junto a las tranquilizadoras noticias de haber mandado a su hija de vuelta a su habitáculo para que se tranquilizara.
Pero los ópticos de Ratchet le dijeron que algo no iba bien y el Prime tuvo un nuevo y horrible presentimiento.
- Optimus, yo...
- ¿Dónde está Deshelia?- le interrumpió Optimus. Ratchet se removió en su sitio y Optimus sintió como una garra helada le estrujaba la spark-. ¿Ratchet? ¿Dónde está mi hija?
- No lo sé- dijo el médico mientras se retorcía los servos. Optimus se incorporó, olvidando el dolor del pecho-. La he buscado por todas partes, Optimus. Se metió por los pasillos de las Oficinas, fui tras ellas apenas diez ciclos después. Pero no la encontré, Optimus, lo siento...
- ¿Qué estás intentando decirme?- Optimus tuvo que recurrir a todo su autocontrol para que no le temblara la voz.
- Deshelia ha desaparecido.
Y aquellas palabras, a Optimus le sonaron peor que una sentencia de muerte.
***
CHAN CHAN CHAAAAAN
Se avecinan problemas!! Qué opináis? Como siempre, estaré más que encantada de leer vuestros comentarios!!
Por cierto, últimamente he estado pensando que como cada vez nos metemos más en lo que es la guerra en sí (ya hemos visto algo de la situación con el temilla de Vos y Protimax)... ¿qué os parecería que hiciera un tipo de "anexo" para colocaros una explicación de las ciudades de Cybertron?
Diferenciar si son dominio Autobot, Decepticon o Neutral, poneros sus puntos fuertes, por qué son conocidas, algunas localizaciones que puedan ser de interés... tengo intención de explotar esa parte de la "cultura transformiana" xD, en un futuro, así que la verdad es que creo que os podría servir para orientaros mejor, sobre todo cuando empiece el salseo de verdad xD.
Ya me diréis algo? Muuuuuuuuchos besicos!!
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