Capítulo 8


Hacía poco que había despertado, ya era otro día. Pero las situaciones del día anterior me mantuvieron observando el techo, pensativa.

¿Realmente pienso quedarme en este lugar? ¿Qué tal si algo ocurre? ¿Y si me causan daño estando aquí? ¿Tal vez Chris? ¿Por qué era su trabajo saberlo? ¿A qué se refería con que se alegraba por tenerme de vuelta? ¿Dónde rayos están ellos?..

Las preguntas venían desenfrenadas y se aglomeraban en mi cabeza, no podía despejarme.

Pero de pronto algo hizo que las mismas se esfumaran.
¿Tocino? Sí, el olor a tocino permitió que volviera a la realidad. Sentí hambre tan rápido como el olor apareció y decidí bajar hasta la cocina.

Ahí hallé a Chris aún en pijama (camiseta y shorts) cocinando.

¡Genial! - pensé - tengo mucha hambre.

Destaco que nos habíamos ido a dormir sin cenar, el sueño nos había vencido a ambos la noche anterior.

-¡Buenos días Made!.. Desayuno americano. No puedes resistirte a los huevos acompañados de tocino frito y tostadas.

Chris no me vió llegar. Sin embargo, supo que estaba ahí. Y estaba de un muy buen humor al parecer.

-Buenos días - contesté -... bueno, no es tan diferente al que acostumbraba en Venezuela.

-Jajajaja, tal vez no... pero te apuesto a que su sabor será mucho mejor.

En la cocina se hallaba un mesón tipo comedor unido al mismo que conformaba la encimera. Ahí me senté y Chris colocó frente a mí un plato con dos huevos fritos, tres tiras de tocino, dos grandes tostadas y un vaso de jugo de naranja.

-Sé que no bebes café, decidí cambiarlo por un nutritivo vaso de natural orange juice.

Era increíble, ¡su humor era excelente ese día! Y con ello acompañó la graciosa hablada en spanglish.

Él se sentó frente a mí para desayunar igual. Pero a diferencia de mí, él sí tenía una humeante taza de café de la cual tomó un sorbo. Lo observé anonadada.

-Jaja ¿qué sucede, Made? - me preguntó.

- No lo sé... es que... siento extraño estar aquí y tú te ves tan... feliz. No pareces el mismo al que conocí.

Su gran sonrisa disminuyó.

- Eran otras situaciones, Made. Me llevaban a permanecer en total seriedad, y no me hallaba en el confort de mi hogar.

- en...tiendo.

La verdad no. Era difícil de asimilar. Por un tiempo, al inicio, lo consideré mi amigo, posteriormente mi enemigo al vincularlo con la horrible e irresponsable acción para con nuestros visitantes necesitados de ayuda, nombrados cybertronianos...y ahora lo tenía frente a mí, compartiendo un desayuno en su casa... lugar en donde me quedaría indefinidamente; me salvó de la muerte...
En fin, toda una loca situación.

-Adelante, pruébalo. No permitas que se enfríe. 
Me animó.

Y sin más procedí a probar bocado al fin, debía calmar mi hambre. Chris me miró, feliz.

- ¿Qué tal?

-Bueno, cocinas bien...para ser un militar.

Él recibió la broma con una gran carcajada.

- Si supieras todo lo que un militar norteamericano puede hacer en la cocina... tal vez tu visión acerca de nosotros cambiaría un poco.

- Tal vez sí... o tal vez no.

El resto del desayuno lo llevamos entre bromas y risas para despejar la tensión provocada, terminando ambos de comer a eso de las 9:35. Le ayudé a recoger todo.

Terminada la limpieza ambos subimos a nuestros respectivos aposentos

En mi habitación me limité a sentarme, comenzando a meditar lo que había sido interrumpido por el olor del desayuno. Sin embargo, a pesar de que inicié en mil cavilaciones, no pude continuar, puesto que Chris me llamó.

Ya continuaría después con mis atropellados pensamientos.

Siguiendo la voz de Chris, me dirigí a la sala de gimnasio. Se trataba de una habitación de buen tamaño, con máquinas que permitían ayudar con el trabajo de los músculos de todo el cuerpo. No conozco sobre estas máquinas, más sí puedo decir que habían para trabajar brazos, piernas, glúteos, abdomen, espalda... y otras máquinas que no supe identificar, así como también tapetes de ejercicio y una que otra que identifiqué como aquellas que se usan para pracricar Yoga. ¿Él practicaba yoga? ¿Qué?

-Hoy rompí con mi estricto desayuno basado en proteínas y carbohidratos, libre de lípidos... tal vez continúe así, más vale que no deje de entrenar.

Expresó Chris en broma al verme entrar, quien, vestido deportivamente, hacía trabajar sus músculos abdominales y pectorales.

-No dijiste nada con respecto al desayuno ¿qué te pareció?

Su insistencia me hizo dudar, pero al final decidí expresar lo que pensaba.

-No es mejor que un sabroso desayuno venezolano, pero no estuvo mal.

- Lo dices porque era lo que acostumbrabas, no lo niegues.
Respondió con una sonrisa.

-Lo mismo puedo decir de ti.

- ¡Ajá! Ahora vienes por esos caminos...

Dicho eso, tomó una pistola de juguete llena de agua que tenía oculta a un lado y roció el agua sobre mí, empapandome.

-Jaja ¡oye!

-¡A ver qué dices ahora, señorita!

-¿Me estás retando a una guerra mojada? ¡Adelante!

-¡Piensa rápido!

Me arrojó una pistola de agua idéntica a la de él y al atraparla la batalla empezó. Con ello descubrí que mi puntería no se había visto afectada por el tiempo que pasé sin practicar, y logré empapar al emocionado Chris, quien no se esperaba perder en el juego.

-¡Jajaja! Te di una buena batalla ¿no?

Chris se hallaba en el suelo, riendo por la experiencia y diversión del inofensivo juego. Risa que detuvo al ver que mi faz cambiaba de la felicidad, a la confusión y tristeza.

-... ¿quién eres en realidad?

Me observó sin comprender.

- No te reconozco... eras tan serio... luego te cerrabas cada vez más hasta que dejaste de actuar como un ser humano, me maltratabas verbalmente... ahora te diviertes como si nada...

Las lágrimas me delataron, estaba confundida, deseosa por despejar mis dudas y especulaciones, ello me tenía desesperada.

Chris, al verme inofensiva, demostrando mi sensibilidad, se levantó y acercó a mí para propinarme un abrazo.

-No, no... Made, no. No quise... no quiero...

Parecía no poder soltar sus papabras. Su voz se quebró.

- No quería que nada de esto sucediera... no quería lastimarte, ¡lo juro! - continuó - pero no tuve otra alternativa...

- ¿Que no había otra alternativa? ¿Cómo puedes decir eso?

Respondí rechazando su corta explicación.

- No es fácil asimilar, lo sé... pero no es sencillo cuando se trata de algo tan delicado... en su momento lo entenderás... por ahora... te ayudaré a conseguir información de lo que deseas conocer ¿de acuerdo? Buscaremos a tus amigas, lo prometo.

Escucharlo decir que me ayudaría en la búsqueda de las chicas me calmó ligeramente, y mis sollozos y lágrimas disminuyeron. Me observó.

-Yo... quiero saber por qué aceptaste ayudarme.

Mi espontaneidad lo conmovía e intrigaba a la vez.

- No podía negarme hacerlo, no nacía en mi corazón. Eres alguien importante para mí... como tu pa... - detuvo su explicación un momento, parecía dudar, entornó los ojos y suspiró amargamente. Luego continuó- como tu amigo, me siento en la obligación de ayudarte, ahora que más lo necesitas.

- Eso no aparta las inquietudes de mi corazón, Chris.

En ese momento no supe interpretarlo, ahora pienso: cómo no pude darme cuenta. Pero es mejor que continúe con el relato, en orden.

- Prometo decirte, a su debido tiempo. Tienes que confiar en mí, ¿sí?

Su mirada, tranquilizadora y sincera, me hizo asentir con la cabeza. Confiaría en él. Chris limpió mis lágrimas y me obligó a sonreír, no deseaba verme triste.

-Todo se arreglará, ya verás.

Su intención era buena, pero las cosas pueden no ser como uno quiere...

Después de haber entrenado un poco, acompañando a Chris, descansé y me dispuse a darme una merecida ducha en mi baño privado (que contaba en mi habitación). Con un hermoso porcelanato blanco como la leche, me deslumbró; definitivamente, me encontraba en una mansión de medianas dimensiones pero con excelentes lujos donde necesitara verlos. Decidí usar la tina y tomar un baño de relajantes burbujas.

Al término, me dirigí a lo que parecía ser mi ropero, pero al abrir la puerta encontré que era una habitación pequeña repleta de ropa, zapatos y accesorios cuidadosamente elegidas según mi estilo. Era curioso, siempre pensé que Chris no me conocía, pero la realidad dictó lo contrario...

Y la duda retornó. ¿Cómo diablos sabía qué me gustaba?

Pero al ver tanta variedad de ropa, llevé mis pensamientos al 《¿qué debo ponerme?》.
Y opté por un cómodo pantalón azul, de algodón, una camisa tejida en su capa externa, también azul, de mangas largas, y unos zapatos deportivos. Me gustaba sentirme cómoda.

No quiero seguir cansándolos explicando cada detalle de lo que hacía en el día a día de mi nuevo hogar, por lo tanto, a partir de ahora me limitaré a ciertas cosas.

Ese mismo día Chris me invitó a caminar por los alrededores del hermoso lago, donde respiramos y pasamos el rato en silencio. Mis dudas no aparecieron ese momento, y lo agradezco. Eso sí, luego del descanso y saludable unión con la naturaleza, Chris tuvo que irse, debía cumplir con su trabajo en la base Edwards, solo eso logré saber.
Vovió horas después, muy entrada la noche, cuando me hallaba durmiendo, según él no quiso despertarme porque me vió durmiendo plácidamente, no quería interrumpir mi descanso.

Aunque, la verdad fue que esa noche no logré descansar bien, tuve pesadilla tras pesadilla; en una rememoraba lo que me había sucedido en la Antártida, en otra veía cómo torturaban hasta morir a mis dos compañeras y amigas, en otra Chris me ahorcaba, pero otro Chris me salvaba de ese Chris malvado, pero la escena cambió repentinamente al momento en que asesinaban a mi padre... pero no era él, no se trataba de C. Silva, era alguien más que sentí familiar, pero no logré reconocer. Fue mi última pesadilla.

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