Capítulo 4
El comandante, al ingresar, demostraba intranquilidad. Parecía querer decir algo importante.
Por un rato se mantuvo en silencio, tal vez ordenando sus ideas. No lo sé. Sólo lo observé cuando entró a la habitación, al rato siguiente me mantuve cabizbaja, con el ánimo decaído al sentir tanta culpabilidad por lo que pudo haberles pasado a mis compañeras, y a los cybertronianos desactivados.
Pensé que cambiaría de parecer y se retiraría al verme de esa forma, pero no fue así.
- Mady. - Llamó a mi atención.
Reaccioné, pero no de buena forma.
- ¡Evita..! Evita decirme así ¿quieres?
Respondí, un tanto alterada.
- ... Lo siento, Madeleine.
Fue la gota que derramó el vaso de mi paciencia.
Ahora que lo veo de esta manera, creo que tener el ánimo bajo me causa algún tipo de bipolaridad.
Su "lo siento", en aquel momento menos oportuno, encendió el odio en mí.
-¿¡Lo sientes!? ¿¡Sólo a eso te limitas!?
Le grité, bastante enojada.
Traté de levantarme para acercarme a él y encararlo de frente, pero la debilidad estaba presente en mi organismo, pues pasar tanto tiempo inmóvil no hace nada bien al tejido muscular. Mis piernas, a causa de ello, no respondieron bien, causandome una caída que logré detener con ayuda de mis manos, evitando golpear mi cabeza contra la dura baldosa de la habitación.
Chris se acercó pronto para ayudarme, aunque no quise aceptar su ayuda. Yo podía sola.
Pero la verdad era que no, no podía.
Me di por vencida, sin ayuda era imposible levantarme, por ello le dejé hacer. Me cargó y devolvió a la cama de hospital.
Tomaré un espacio de este relato para explicar parte de la razón por la que no quería que me llamara por el diminutivo de mi nombre: 《Mady》.
Era cierto que no había conocido a Smokescreen en persona, en realidad lo conocí por internet; exactamente por correo electrónico.
Recuerdo que a mi bandeja de entrada ingresó un correo sin remitente, me extrañé pero decidí leerlo sin tomarle mucha importancia. Era de él, un mensaje de Smokescreen. Utilizó ese medio por ser un poco más seguro debido a la codificación de los correos. Se había hecho pasar por un humano, muy agradable y divertido, que se ganó mi cariño... y yo la de él. Me había buscado al enterarse de que una chica humana, hija de un militar de alto mando, buscaba a los Autobots. Aún hoy en día no tengo idea de cómo se enteró. Lo cierto es que quería verificar la información recibida y me contactó, bajo perfil.
Llegó un momento en el que el cariño y la confianza que él tenía en mí era tal, que decidió decirme la verdad de quién era él.
Mady era el diminutivo de mi nombre que él usaba. Fue la razón por la que odiaba que Chris la usara.
Pero ya es momento de retomar el hilo del relato.
Siempre fui muy emocional, y cualquier fuerte sentimiento, en este caso de odio, me hacía llorar. Sentía tanto odio hacia él, a pesar de que cometí errores mientras la misión estaba en marcha, todo había sucedido por su culpa. TODO.
La fuerza emocional me había abandonado, estaba llorando, lágrimas llenas de rencor brotaban hacia el exterior.
Es increíble todo el daño que un militar puede causar.
- Te odio. - le dije, con la voz rota por el llanto.
Escondí entonces mi rostro con mis manos mientras seguía llorando, y tratando de calmarme.
De pronto, sentí un abrazo. Chris inesperadamente me abrazó, nunca imaginé que su reacción sería esa. A causa de la sorpresa deje de llorar y descubrí mi rostro para observarlo. Lo noté sollozar.
Al liberarme de sus brazos me miró y dijo:
- Te pido que de verdad me perdones, por favor... mi arrepentimiento no tiene límites. Sé que hice mal...
Sus ojos se encontraban cristalinos ¡estaba a punto de llorar!
- ¿Es esa la causa por la que evitaste mi muerte? - pregunté con seriedad.
No se sorprendió por mi pregunta, la estaba esperando.
- Así es... me di cuenta de que no hice bien al seguir órdenes por continuar en este maldito trabajo.
Sorprendente.
- ...Te diste cuenta muy tarde, Chris.
Desvié mi mirada. No quería ya su arrepentimiento, quería que mi misión hubiese sido realizada con éxito sin su mala influencia, que los cybertronianos estuvieran con vida y disfrutaran de una gran mejoría en sus sistemas, así como de un planeta regenerado. Quería que mis compañeras del alma estuvieran conmigo, vivas.
- Es por eso que quiero que aceptes algo ¿sí?
Dijo luego de calmarse un poco. Lo observé.
- ¿De ti? No quiero nada.
- Por favor. Te ayudaré. Es momento de que realice una buena acción para ti. Sé que ya no tienes a dónde ir... ni con quién. Lo lamento tanto.
Sí, mi base y mi gente, mi padre sobre todo, habían sido eliminados. Una de las cosas que sí sucedieron en la realidad. En eso tenía razón.
Se veía visiblemente arrepentido y dispuesto a ayudarme con lo que fuera.
- Puedes venir a mi base. - continuó - Te daré refugio, y todo lo que necesites para que vivas bien, como antes. Te entregaré toda la información que quieras, es lo menos que puedo hacer.
¿Base? Que yo supiera, él no tenía una base. Pero después de tanto tiempo las cosas pueden cambiar, eso suponía.
Para ser sincera lo de la información me interesaba bastante. Podía saber, de primera mano qué había sucedido con Navimoon, Ermac y los cybertronianos que estaban en la Antártida ( siendo exacta, los Autobots conformados por Optimus Prime, el Comandante Ultra Magnus, Smokescreen, Ratchet, Ironhide, Sideswipe, Bulkhead, Bumblebee, Wheeljack y Arcee. Un Decepticon muy despiadado y conocido, mejor dicho, el líder de aquella facción, Megatron. Y un cybertroniano sin bando conocido como Lockdown, el cazador de recompensas. Todos ellos fueron capturados y desactivados solo Dios sabe cómo y con qué arma ultra secreta, pues, no logro enteder cómo rayos lograron capturarlos. Todos ellos se hallaban en la Tierra, desgraciadamente para ese momento).
Sin embargo, tenía que pensarlo bien. Y me daría un tiempo para ello.
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