🌸Capítulo 20🌸


Era otra mañana para cierta niña de cabello azabache, se encontraba jugando con sus peluches, pues ya había desayunado. Ahora jugaba con su fiel conejito, el señor Copito.

Ahora mismo suspiraba con un pronunciado pucherito, porque el señor Copito no quería presentarse con el nuevo peluchito que su padre le había regalado. Este era un tigresito bien bonito de rayas negras con naranjas, pero al parecer el Señor Copito no quería darle la bienvenida.

-¡Señor Copito! Usted no puede ser un grosero, ya está grandecito -reprendía la pequeña al conejito que estaba volteado viendo a la pared.

Y es que en la mente de la pequeña, Su Copito había crecido, no tanto pero ya era mayor y por eso ahora lo llamaba Señor Copito. Cosa que al parecer, al conejito no le gustaba, según ella y su gran imaginación.

-Lo siento tigresito, el Señor Copito no es así, no sé porque no te quiere hablar-negaba la pequeña soltando un suspirito notablemente confundida.

Al parecer al Conejito Copito, no le gustaba ser llamado Señor y cuando vino ese nuevo tigre impostor y todo encantador y tierno, el conejito se había puesto celoso y enojado. Todo un conejito enfuruñado.

Esa era la teoría de la pequeña niña y que su gran cabecita imaginativa había recreado.

-Señor Copito...no puedes ser así con tigresito, mira -indicó- ya se puso triste -La pequeña lo miro triste y con su infaltable pucherito y puso de igual forma al tigresito, tratando de que se viera con una expresión triste.

Cosa que logró apenas, pues el tigresito era muy risueño.

Para nuestra niña imaginativa, el señor Copito había volteado solo un poquitito para verlos, al parecer ya no estaba tan celosito y enojadito con las caritas que había puesto.

-Señor Copito, se que te cayó bien tigresito...ya no estés así ¿Shi? ¿Por fis?-la pequeña endulzó sus palabras para que persuadir al conejito.

Al parecer para estaba funcionando o eso imaginaba. Después de todo, solo era una criatura inocente jugando.

-Si se da la vuelta y saluda a tigresito ya no le digo Señor Copito ¿Bien? -Si muchos vieran como la pequeña trataba de convencer a su peluche de conejito, la restarían de loca, más de lo que lo hacían.

Pero ella solo era una niña...un ser puro y de inocente corazón que jugaba con sus peluchitos. No había nada de malo en eso, solo era una pequeña con una gran imaginación e ingenuidad genuina, aunque muchos tratarán de que ella demostrará lo contrario. Pero ¿No solo era una niña? ¿Que tenía de malo ser infantil a los 9 años? ¿No era lo normal?

Al parecer las generaciones cada vez querían crecer y madurar más temprano, que veían como un bicho raro a las personas que vivían sonriéndole a la vida y siendo ellas mismas. Porque todos tenemos un niño en nuestro interior, tenemos ese niño o niña que solo quiere jugar, que quiere divertirse y ser simplemente único.

Pero la monotonía de las personas, las reglas, leyes y el proceso de madurez hacía que todos dejarán "los juegos para niños" pero ¿Qué tenía de malo ser un poco infantil? ¿A quién dañaba el solo hecho de querer jugar como un niño más, como una niña más?

Absolutamente no había nada de malo, solo bastaba el deseo de jugar, el deseo de divertirse y regresar a aquella época dónde veíamos que todo era un juego, que en la vida solo se necesitaba ser feliz.

Y es que muchos no lo sabrán y no todos comprenderán, pero los niños tienen el secreto de la vida, el secreto para ser feliz con tan poco. Porque cuando uno es niño, uno ve la vida de forma diferente, no hay problemas grandes, solo hay ideas grandes y fantásticas.

¿Por qué nos empeñamos en hacer la vida difícil? ¿Por qué nos prohibimos de jugar? ¿De sentir? Y lo más importante ¿Por qué no podemos soñar en grande como cuando éramos niños?

Porque cuando uno es niño o niña, todos los sueños son posibles. Y lo más importante, todos los días es un nuevo comienzo para poder jugar, imaginar y soñar a lo grande.

Lo que no sabían nuestros queridos chicos es que tenían un ser valioso en su casa y en su familia.

Porque ______, solo era un pequeño angelito, un pedacito de cielo que a alguien allá arriba se le había ido de las manos y había mandado. Un pequeño ser que no sabían valorar y que no podían comprender.

Porque había nacido con un don, un don hermoso, un regalo como una extrañesa para quien la viera. Tenía el don de hacer felices a las personas, de dar alegría y calentar los corazones más oscuros. Tenía una virtud, la cual era la sensibilidad.

La cual tiene que ver con la capacidad para percibir matices, disfrutar intensamente de las cosas. Podríamos considerar incluso que es un tipo de inteligencia, pues es en la medida en que permite a la persona vivir una vida más plena y entender con su propio lenguaje las experiencias que le toca vivir o aquellas que ella misma busca tener en su día a día. La sensibilidad nos desarrolla, nos permite entender el mundo de una determinada manera y procesar información de una forma que va más allá de lo mental.

De una forma más libre, de una manera que muchos no podrían comprender, porque aquellos que poseen la sensibilidad, ven el mundo de diferente manera, de una forma más hermosa y aprenden que todo lo que los rodea, es valioso, porque la vida misma lo es.

Sin embargo, era un arma de doble filo. Porque muchas veces las personas no saben valorar tal virtud y terminan lastimando al ser que la tiene.

¿Alguien podría lastimar a esta pequeña niña? O ¿Aprenderían a valorarla y amarla?

Solo con el tiempo se sabría, sin embargo, mientras haya luz hay oscuridad y mientras haya esperanza habrá ese rayo de luz.

Mientras aquel pequeño ser que se encontraba abrazando felizmente a un conejito y un tigresito, contándoles todas sus ocurrencias, sueños e ideas que tenía.

Si tan solo aquel conejito de peluche sintiera y pudiera hablar, su corazoncito hubiera latido como solo los corazones lo hacían, con una calidez reconfortante y una embriagante sensación de ternura con un cariño que sobrecogia a todo aquel que sintiera. Porque de algo se debe estar seguro, es que esa pequeña niña de gran corazón, tenía de sobra amor para dar.

Pero ¿Ella igual no necesitaba amor? ¿No merecía atención? Después de todo, repartir tanto cariño, tanto aprecio y amor, cansaban al pobre corazón.

Y aún así, la pequeña lo entregaba sin querer nada a cambio, sin siquiera dudarlo, porque cuando ella amaba y quería, lo hacía con todo su corazoncito. Que tenía de todo menos pequeño, porque era tan grande que había para todos.

Aquel conejito...oh aquel fiel amiguito que había acompañado toda la corta vida de la pequeña, si aquel conejito pudiera sentir, pudiera tener emociones y poder preocuparse, lo primero en su lista de preocupaciones sería el corazón de su pequeña amiga, de esa chiquilla revoltosa con una gran imaginación y una preciosa sonrisa. Porque el corazón de la pequeña era tan fuerte como el mejor hierro, pero tan frágil como el más finito cristal.

Y aún así, la pequeña no le importaba salir lastimada, después de todo su virtud ayudaba en su vida, pues ella solo la admiraba, la apreciaba y agradecía siempre, porque esa niña veía con sus ojitos de luceros cosas que muchos no podrían entender y comprender, veía la vida de diferente manera, porque su don de la sensibilidad, no tiene nada que ver con qué sea un ser frágil, aunque claro que lo era ¿Y quién no? Pues todos somos humanos y nos piden herir y lastimar.

Y aún así, ella solo iba por el mundo degustando todo a su paso.

Dejando que la vida nos toque en la medida que permitamos, no en la medida en la que dejamos en que la vida nos rompa.

Porque debemos aprender que somos dueños de lo que decidimos, que no hay que dejarnos caer fácilmente, no dejarnos derrumbar por nada ni nadie, y solo así verás todo de otra forma.

Quizás a veces solo necesitamos un pequeño empujón, pero recuerda, a veces ese empujoncito te puede llevar a a la orilla del precipicio.

Está en un tu decisión ¿Saltar o huir?

Y quizás la respuesta no está en mi, solo está en lo que te arriesgarías a hacer.

-¡Se-- digo digo, Copito! Que bueno que ya te llevas con tigresito -chilló la pequeña.

Copito y el tigresito abrazaditos, era la imagen más tierna y bonita que _________ había visto en la mañana.

-¿Sabes tigresito? Creo que Copito me recuerda a Kooki ¡Es que Kooki oppa tiene su sonrisita de conejito! -exclamó la pequeña tomando entre sus brazos al peluche de rayas negras con naranjas.

-Además, hay veces que se pone todo enfuruñadito, ¡igual que Kooki oppa! -mjrmuró pensativa la niña.

-Ahh pero no le digas a Copito, que luego se pone celosito -llevo un dedito a sus belfos para producir un "shuuu".

-Ahora vamos a ver si Kooki oppa está aquí y molestarlo un poquitito -rió con gracia, dejando a su tigresito y a Copito abrazaditos en su camita.

Cerrando la puerta detrás de sí, se quedó pensativa un momento.

-Ahora que lo pienso...Tigresito igual se parece a alguien que conozco...uhmm luego lo averiguo -rió- ahora a buscar a Kooki OPPA.

En algún lado de la gran mansión, Jungkook soltó un estornudo tras otro, frunciendo levemente su naricita y moviendola de un lado a otro como un lindo conejito.

-Joder, creo que me va a dar un resfriado -agarró un pedazo de servilleta y se sacudió su nariz para volver a estornudar.

-Eso o alguien está pensando o hablando de ti -dijo Taehyung que se encontraba a su lado despreocupadamente.

-¡¿Qu- achu! -otro estornudo- Bueno, pues es que nadie se puede olvidar de este rostro -presumió arrogante.

-Obvio, con la nariz que te cargas quién no te olvida.

-¡Mi nariz está completamente bien! -refunfuño moviendo su naricita de un lado a otro.

-_______ tiene razón, pareces un conejito...-murmuro Taehyung viendo los gestos de su hermano.

-¿De qué hablas? -arrugo su nariz al presentir otro estornudo.

-De nada -sonrió despreocupado.

-A todo esto ¿Qué haces en mi casita del árbol? -preguntó Jungkook viendo feo a su hermano.

-Te ví venir aquí y estaba aburrido, quizás molestándote se me quite la flojera -contestó encojiendose de hombros.

-No soy payaso para entretenerte, Taehyung -agrego Jungkook rodando los ojos.

-No, pero quizás si llamo a ______, las cosas se ponen entretenidas -dijo malvado con su sonrisilla delatandolo.

-¡¿Qué?! ¿Vas a vender a tu propio hermano por diversión? -preguntó Jungkook escandalizado con una ceja elevada.

-Umm...si -sonrió.

Jungkook nunca vio tanta maldad en una mirada. Tenía que jugar sus cartas si no quería a una pequeña llamándolo oppa a cada rato y haciéndole preguntas a cada rato.

-Si no le dices dónde estoy a ______, te daré de mi leche de banana por una semana-propuso Jungkook.

-No lo sé, creo que no me satisface -murmuro Taehyung como pensando la cosa -Eres un aprovechado...-dijo entre dientes Kook.

-¿Qué dijiste? ¿Qué traiga a _______ a la casita del árbol? A sus órdenes -Hizo un gesto con su mano que iba a levantarse y llamar a la pequeña, cuando Jungkook lo tomo de las muñecas.

-¡YAH! Está bien, esta bien, te daré de mi leche de banana por un mes y también te dejaré jugar ese juego nuevo que Mamá y Hyung me trajeron para navidad -refunfuñó Jungkook sabiendo lo que Taehyung quería desde el principio.

-¡Ese es mi Kooki favorito! -sonrió Taehyung- ¿Cómo que Kooki favorito? Si solo yo soy el único que conoces que se llame así -ironizo Jungkook.

-Uy, amargado -rodo los ojos Tae.

-Callate y déjame terminar este dibujo -le dió la espalda siguiendo concentrado en la hoja de papel que tenía.

Taehyung lo vio interesado en saber que estaba haciendo.

-Ahí en la esquina hay una nevera dónde está mi preciada leche de banana, saca dos y dale una -indicó Jungkook sin mirarlo.

Tae se sorprendió de eso y hizo lo que Jungkook le había dicho, solo lo había hecho porque lo beneficiaba, claramente....

"Vaya, en verdad
hizo este lugar un escondite
para él"









Pensaba Taehyung, mientras tomaba la mentada leche de banana que le encantaba al menor. Miró al rededor y no pudo evitar estar nostálgico, había una mancha en la pared, recordaba perfectamente como los 7 de niños pasaban horas y horas en aquella casita del árbol que su padre había construido.
























Si, el padre de ellos, el Señor Kim, era un arquitecto y había contruido una casa del árbol para sus hijos de en ese entonces pequeños, pues habían visto una película y la casa del árbol les había encantado.

Después de unas dos a tres semanas, contruyendo y consiguiendo los materiales necesarios, había logrado hacer la casa del árbol.

Todos habían estado tan felices que incluso después de jugar todo el día en aquella casa, querían quedarse a dormir.

La casa del árbol era bastante resistente, después de todo su padre se había encargado de ello, la casa mediana aguantaba a 10 personas, la había hecho en el árbol más frondoso y más fuerte del lugar, estaba un poco retirado de la mansión, pero estaba bien construida y era un poco amplía.


Por dentro estaba bien acomodada y con algunos peluches y juguete por aquí y por allá.

-¡Con que aquí estaba Tata! -sonrió Taehyung al ver a su peluche de corazón.

-Tambien está Cooky y creo que Koya, Shooky, Mang y Chimmy -dijo Jungkook aún concentrado en su dibujo.

-Tienes razón -dijo Tae- Pero no está RJ -anunció no viendolo por ningún lado.

-Eso es porque SeokJin siembre lo tienen en su habitación, nunca duerme sin él -dijo Kooki desinteresado.

-Uh, si te escuchara Jin Hyung te daría una zape por faltarle al respeto -rió Taehyung.

-Pero nadie dirá nada.

-Bueno...-rió Taehyung- ¿Te acuerdas de esta mancha Kook? -dijo Taehyung después de minutos de silencio.

Jungkook se volteo y vio aquella mancha en forma de corazón, de alguna manera le dió mucha nostalgia y los recuerdos lo invadieron.

-Si...-suspiro.

-Eramos muy chiquitos cuando papá se vino a quedar a dormir con nosotros porque no nos queríamos ir -rió el pelicastaño suavemente- Lo recuerdo, mamá no estaba de acuerdo pero al final igual se vino a dormir con nosotros -una pequeña sonrisa tenía en su rostro Jungkook.

-Si... Luego estábamos en una guerra de almohada y se te tiro la leche de banana por un cojinazo de Yoongi -rió de quedito Taehyung al recordarlo- Como olvidar tremendo momento traumante -rodo los ojos un poco divertido Jungkook.

-Lloraste una hora por tu leche de banana -se burló Tae- Si, pero te recuerdo quien chilló porque le había ensuciado la camisa -Jungkook contratacó. Ambos rieron amenamente.

Al final de aquel relato, que ambos ya no quisieron contar, el Señor Kim les había dado un beso amoroso a todos, ya que se encontraban con los ojitos cristalizados, a pesar de que la mancha no se había ido a pesar de que limpiaron, a la mañana siguiente se llevaron con la sorpresa de que aquella mancha se veía como un corazón.

Por lo que el su padre, había dicho que ahí en esa casita del árbol estaba un corazón que representaba todos los corazones de la familia, siendo un solo corazón.

Sin saber que aquella mancha producto de un error y una guerra de almohadas, iba a dejar un precioso recuerdo en la mente de ellos y un momento más para no olvidarse de aquel hombre que siempre velo por ellos.

(...)

En otra parte de la casa, Irene se encontraba en su oficina personal que tenía en la mansión. Su pareja había ido a la empresa a ver unos asuntos mientras ella se quedaba a organizar en casa otros, realmente no iban a tardar en resolverlos, por lo que en la tarde habían quedado en pasarla juntos. Claro, con los siete chicos y una pequeña muy entusiasta.

-¿Madre, puedo pasar? -la voz de uno de sus hijos hizo eco en la habitación que se encontraba, extrañada habló- Claro tesoro, pasa.

No se sorprendió de ver a Jin, su hijo mayor en su oficina, pues reconocía la voz de cada uno de sus hijos.

-Mamá quiero hablar contigo de algo importante -por el rostro serio de su hijo, supo que no estaba jugando.

-Claro hijo, siéntate -le brindó una cálida sonrisa maternal, aligerando el ambiente.

Antes de que alguno de los dos dijera algo más, otra voz se escuchó.

-Mamá ¿Podríamos hablar? -Por la suave voz, sabía que Jimin la estaba llamando.

Se siento extrañada ante eso, usualmente sus hijos no acudían a ella realmente, lo cual se decepcionaba un poco, pues solo quería que sus niños hablaran con ella y se abrieran.

Pero ¿Cómo lo harían? Si a veces se encontraba tan ocupada, que solo quería descansar. Si, ella se sentía culpable ante la distancia que había tomado con sus hijos después de la muerte de su esposo.

Lo que se supone que los debió de haber unido, los alejo y muchas veces se reprendía por no haber podido sobrellevar la situación. Aunque claro, solo era una humana a fin de cuentas y como tanto se cometen errores.

Pero estaba dispuesta a volver a acercar a sus hijos, a ganarse otra vez esa confianza y amor, porque nunca es tarde para enmendar las cosas y para todo hay solución, excepto para la muerte...

Cuando Jimin entro y se sentó al lado de Jin, su confusión se reemplazo por comprensividad y un poco de curiosidad por lo que tuvieran que decirle.

-Bueno, al parecer hoy es el día de hablar con mamá -bromeó un poco, pero ella veía como sus hijos jugaban con sus dedos, estaban nerviosos.

-Bueno, ya dejen de estar nerviosos, tampoco los voy a comer -rió, al parecer eso había aligerado un poco el ambiente de tensión- ¿Estan bien? ¿Necesitan algo?

Tanto Jin como Jimin se miraron por un momento para confrontar a su progenitora.

-Si -un fuerte y claro asentimiento, hizo que su madre sonriera- Bueno ¿Me dirán a qué se debe tanta determinación?

A pesar de los nervios y pensar como se lo tomaría su madre aquella valiosa decisión que cada uno tomo y que a fin de cuentas era algo que querían y anhelaban.

-Queremos cambiar de carrera



































Bien, de todas las posibles ocurrencias que la cabeza de Irene había recreado de lo que sus hijos le tuviera que decir, en ninguna de esas, estaba lo que había escuchado, casi pensó que lo había soñado.

Parpadeo una, dos y tres veces.

-Creo que no escuché bien -ladeo su cabeza confundida.

-Mamá, queremos cambiar de carrera -dijo Jin, un poco menos nervioso después de haber dicho eso.

Jimin asintió de acuerdo.

-Oh...esperen, digo ¿Por qué? ¿Les pasó algo? ¿Alguien molesta a mis bebés? ¿Quién es? Díganme dirección y nombre y ahorita los arreglamos - su madre habló tan rápido que ninguna de las palabras se le entendió.

Jin y Jimin sonrieron, al menos su madre no estaba enojada. Después de todo ¿Por qué habían estado tan nerviosos? Era su madre, no era una desconocida, a pesar de que a veces se sientiera así.

-Mamá, tranquilízate -dijo Jimin- Solo queremos cambiar de carreras -agregó Jin.


-Pero...¿Por qué? -Irene se veía muy confundida.

-Y-yo -Jin se aclaró la garganta, él no solía tartamudear o mostrarse inseguro, pero se estaba viendo vulnerable y era algo que no le gustaba.

Irene sonrió comprensiva, sus hijos trataban de abrirse ante ella, se alegro demasiado de aquello. Sus hijos estaban confiando en ella...su corazón latino de una forma que solo hacia cuando estaba con sus hijos, con esa calidez maternal que desde que cada uno había nacido, su corazón le había dictado cuidarlos y amarlos.

Ella solía ser un poco intenso a veces, quizás incomodaba a sus hijos por su actitud sobreprotectora, y a veces manipuladora o quizás por alejarse tanto. Pero ¿No era una madre a fin de cuentas?¿No era una humana? ¿No sé valía cometer errores? Después de todo, de los errores se aprende.

Tratando de brindarles una sonrisa tranquilizadora, SeokJin pudo encontrar las palabras, pero Jimin parecía indeciso y nervioso ante abrirse a su madre.

-Mamá, se que soy el mayor... Que debo liderar la empresa como sucesor, pero, eso no es lo que yo quiero -soltó con una seguridad en su voz que a los tres en la habitación sorprendió, incluso a Jin

-¿Y qué quieres, hijo? -preguntó Irene, ayudando a su retoño.

-Quiero...ser chef -soltó todo de una.

Realmente a Irene una parte de ella no se sorprendió, pero una parte si, ya qué su hijo muchas veces había mostrado interés por la cocina desde niño, a veces incluso había visto a Jin mirando videos de cocina. No era una novedad, pero nunca se imagino que quisiera hacerlo profesionalmente y menos que se sintiera atado a una obligación de hace algo que no le gusta.

-¿Y tú, Hijo? ¿No estás contento con tu carrera? -Volteó a ver a un sonrojado Jimin, que aún se encontraba sorprendido ante las palabras de Jin.

-No mamá...y-yo no quiero ser abogado, quiero bailar, amo bailar, esa es mi pasión-sus mejillas sonrojadas delataban lo nervioso y avergonzado que estaba, pero aún así enfrentó la mirada de su progenitora y la determinación brillaba en sus ojos.

Irene no sabía que decir, sus niños tenían una mirada determinada que no había visto desde que estos eran pequeños y querían un juguete nuevo.

Sus niños habían crecido, aquellos retoños que dió a luz, ahora eran unos muchachos determinados a seguir sus sueños.

Y aún así, nunca dejarían de ser sus niños, su bebés y aquellos retoños que ama con todo su corazón.

Irene sonrió.

"Si, creo que las cosas
pueden cambiar, nadie
es perfecto"



-Mis niños...¿Cuando crecieron tanto?- la mujer los vio con los ojos cristalizados y agarró las manos de ambos a pesar del escritorio que estaba entre ellos.

-Perdonenme por no ver antes lo que querían, no pensaba que se sentían obligados a cursar una carrera que no les gustaba -Tanto Jin como Jimin se sorprendieron por el gesto y palabras de su madre.

-Mamá... Yo en verdad quiero ser un chef profesional, amo la cocina, me encanta preparar postres y crear nuevas recetas -por primera vez en años, Jin se sincero con su madre.

Irene asintió, sabía que por aquel brillo en los ojos de su hijo mayor que no mentía.

-Yo amo bailar, la danza contemporánea es lo mío, no quiero dejar ir mi sueño -por primera vez, Jimin se mostró seguro y determinado ante su madre.

Irene apretó las manos de sus hijos en un gesto de apoyo incondicional. Aclaró su garganta y permitió que unas lágrimas de orgullo se deslizaran por sus mejillas.

Tanto Jin como Jimin la miraron preocupados, no pensaba que su madre se sintiera mal.

-Mam-

Antes de que ellos hablaran, Irene se levantó soltando las manos de sus hijos, para ir directo a abrazarlos. A ambos.

-Ustedes son mis bebés, sus hermanos son mi adoración al igual que ustedes, me pone tan feliz y orgullosa que confiaran en mi para decirme está importante decisión.

Jin y Jimin suspiraron aliviados.

-¿No estás molesta? -preguntó Jin para confirmar.

-¡Claro que no! Solo un poco triste por no poder ver cómo mis niños no estaban felices con sus carreras -Aun en aquel abrazo cálido que les otorgaba, pudieron detectar el tono culpable de su madre.

-Mamá, está bien, ¿Sabes? Fue bueno que probaramos algo, ahora podemos estar seguros de nuestra decisión -dijo Jimin sonriendo correspondiendo el abrazo de su madre.

Jin asintió de acuerdo.

-Si mamá, gracias por poder entendernos la verdad teníamos miedo de que te molestaras -confesó Jin.

¡Caramba! ¿En qué sentido pensaban de ella sus hijos? Definitivamente, de ahora en más, trataría de darles más apoyo y que vieran su presencia con confianza, para que nunca temieran en decirle nada.

-Hijos, nunca los obligaría a ninguno de ustedes de hacer o cursar algo que les trajera tristeza, solo quiero lo mejor para ustedes -Sonrió la mujer viéndolos a ambos a los ojos, apartándose de aquel cálido abrazo, pero tomandolos de la mano.

-Gracias, mamá...-sonrió Jimin con sus ojitos de alcancía cristalizados, la igual que su hermano, pero este se quería mostrar más fuerte.

-Bien, ya solo para estar seguros ¿Están completamente de acuerdo con cambiar de carrera, Jimin, SeokJin?

Ambos asintieron determinados.

-Esos son mi chicos -les dió un beso en la mejilla a ambos.

-Ahora, Jin ¿Quieres cambiar de carrera ahora que estás a punto de meses de graduarte?

-Bueno, hablando de eso... voy a graduarme -losnpresentes lo miraron sorprendidos.

-La verdad me costó mucho es carrera y quisiera tener ese título, no estudie tanto para al final dejarlo -rió Jin, y Irene como Jimin entendieron.

-Bueno, si estás feliz con eso, te apoyo mi niño -Irene no podía con su sonrisilla de felicidad por sus chicos.

-Bueno, yo apenas voy en segundo año, me sería más fácil cambiar de carrera ahora -dijo Jimin y su madre estuvo de acuerdo- Muy bien, estoy tan orgullosos de mis bebés -chilló Irene para llenarlos de besos.

-¡Mamá! -se quejaron ambos.

-Nada de quejas, quiero llenar de besos a mis niños -rió Irene y todos en aquella habitación lo hicieron.

El ambiente era tan familiar y acogedor que todos se relajaron. Realmente, _________, había cambiado algunas cosillas en la casa y en el corazón de dos chicos.

Sin saber, el efecto que eso causaría en su madre, que estaba más alegre y determinada a velar más por sus hijos.

-A todo esto... ¿Qué los hizo cambiar de opinión? -preguntó curiosa su progenitora, después de aquellas muestras de amor que había dejado en el rostro de sus hijos que se trataban de quitar.

Después de todo el labial de su madre era fuerte.

-Digamos... -comenzó Jin.

-Que cierta chiquilla nos hizo entrar en razón -completó Jimin risueño.

Irene se sorprendió pero no dijo nada, esto era algo que sin duda debería de compartir con su prometido, seguro igual se sorprendía como ella.

La pequeña no sabía del efecto que una simple acción o palabra de ella podía causar, pero Irene lo estaba empezando a notar.

Y los chicos inconscientemente también.

Después de todo, solo era una niña inocente que tenía amor de sobra para todos, solo había que cuidarlo y saberlo valorar. La llegada de aquel pequeño ser, en aquella gran y fría casa, empezaba a cambiar todo a su alrededor, volviendolo un cálido y pronto...el hogar de una familia.




"Enfrentaré la soledad
Y llenaré mi vida de color"














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Luna🌙

No sé que acabo de escribir, pero acabo de volver de un bloqueo mental. Al fin pude inspirarme y terminar este capítulo que me tomo días.

No sé que hago con mi vida, pero mañana trataré de darles otro capítulo, este es un capítulo un poco más largo por compensación.

Quien adivine la canción con la cual me inspiré y por cierto deje letra, le dedicó un capítulo.💜💕

Espero le haya gustado!!💜

Pista:

"Incluso este momento tiene su propio significado, y estamos conectados por un sonido en común, cuando cierres tus ojos, verás mi luz en la oscuridad"🎶

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