Revelaciones en la montaña
Grecia y yo caminábamos delante y el grupo de chicos nos seguía en un incómodo silencio.
Almarzanera además de encontrarse frente a la orilla del mar, también estaba situada en una zona montañosa, con colinas y riscos. Tiago y yo solíamos ir de excursión con frecuencia a uno de los cerros que se encontraba a dos kilómetros de casa. Era una ruta solitaria, desconocida para los turistas. Tras subir por un camino expedito, poco a poco el sendero se tornaba rocoso e iba desapareciendo entre la naturaleza.
El premio estaba al final, en la zona más alta desde la cual se podía observar todo el pueblo, así como una vista preciosa hacia el mar.
—¿Cuánto falta para llegar? —Steve se separó de los otros y vino hacia mí, cuando llevábamos apenas diez minutos de caminata.
—Bastante, son alrededor de hora y media caminando hasta la cima. Dos si vamos lento y conversando. —Me detuve a hablarle y esperé que los otros tres malhumorados chicos nos alcanzaran.
—Maya, de verdad no creo que estar tanto tiempo a solas en un lugar tan solitario con dos sujetos descubiertos con armas, sea una buena idea —replicó en tono desdeñoso.
—¿Qué armas? ¿estas? —Aaron solo tuvo que doblar el brazo hacia su espalda para sacar con rapidez su cuchillo y luego se lo apunto hacia Steve. Tiago corrió a tomarlo por la muñeca.
—¡Aaron guarda eso! —lo regañé. Él y Liam se reían.
—Maya, ¡vámonos! ¡Este tipo es un psicópata! —Steve se puso delante de mí como si me protegiera de algo.
—Es solo un chuchillo, deja de ser un llorón. —Lo enfrentó Aaron.
—¿Por qué cargas eso? —Tiago le preguntó.
—¿Por qué no? Donde vivía antes lo cargaba todo el tiempo, es costumbre —respondió cínico.
—¿Y los gases, y la pistola?
—La verdad es que lo usamos para cazar monstruos —Liam intervino. Yo me golpeé la frente con la mano.
—Sí, es verdad, matamos fantasmas, vampiros... —Aaron le siguió el juego.
—Hombres lobo, demonios...
Steve resoplaba con fuerza, aguantando las ganas de empujar a Aaron colina abajo. Me metí entre ambos, antes de que nuevamente llegasen a lo físico.
—Escúchenme. Por difícil que sea de creer, Aaron y Liam llevan eso por hobby y no por psicópatas ¿está bien? Hace una semana yo empecé con el pie izquierdo con Aaron, pero nos dimos otra oportunidad y ahora sé que es agradable. —Miré a mi hermano—. Tú empezaste haciéndote su amigo y cambiaste de opinión por un mal entendido. Planeé este día para que todos nos llevemos bien y van a hacerlo. Cuando lleguemos a la cima comeremos como amigos, o Grecia y yo los empujaremos por el risco.
—Eso suena bien —Grecia me respaldó.
Los chicos pusieron una mueca. Retomamos el paso y sentí las malas vibras detrás de mí. Le susurré a Grecia que me acompañara y enganchamos nuestros brazos para ir juntas, a paso más acelerado y dejar a los chicos atrás.
—Perdón si no pensé bien esto. En serio quiero que todos se lleven bien—me disculpé con ella.
—Creo que fue una gran idea, sobre todo faltar al colegio. No llevamos ni dos semanas y estoy harta. Qué suerte tienes de acabar en cuatro meses. A mi queda hasta el próximo año —explicó con fastidio.
—Sí, me falta poco, igual a Tiago... ya no lo verás tanto —aproveché de sacar el tema de nuevo.
—Sí, lo voy a extrañar —suspiró.
—Pero Liam seguirá. ¿Te gusta o algo?
—¿Liam? —se sorprendió. —No, bueno, obvio sí es muy guapo, y es un excelente socio de negocios, me presta la cocina de su casa para preparar la comida de la venta, pero recién lo conocí hace una semana. Por lo que sé podría ser un psicópata.
—Ah, bueno es que pensé que él había tenido algo que ver en las, no sé, ¿veinte veces que rechazaste a Tiago en estos días? —saber que Liam no estaba en el juego, me devolvió las esperanzas, solo hubiera querido que Aaron lo escuchara.
—No, para nada. Es decir, sé que le gusto a Liam, pero tampoco tendría nada con él.
—Entonces, sí quieres a Tiago y lo estás haciendo sufrir un poco—afirmé.
—No, ¿por qué haría eso?
—Porque por años hiciste cosas lindas por él y él siempre se comportó como un idiota contigo.
—Sí, me gusta hacer cosas lindas por él, porque en serio lo quiero. Y me hace feliz que sea feliz. Nunca busqué nada a cambio ni siquiera que me correspondiera.
Oficialmente estaba confundida. Empezaba a creer que todos tenían razón y Grecia era en verdad extraña.
—Entonces... no lo entiendo. Te gusta, tú le gusta. Es obvio que son algo más que amigos, pero no quieres nada con él. ¿Por qué?
Grecia miró hacia atrás, los chicos caminaban mientras discutían, sin embargo, estaban lo suficientemente lejos para escucharnos. De todas formas, me jaló para que nos separáramos un poco más.
—Mira, hay dos motivos por lo que no puedo estar con Tiago. Primero que él ira a la universidad el próximo semestre. Ahí conocerá a un montón de chicas, irá a fiestas, todas van a coquetear con él y yo no podré estar tranquila pensando en eso. Aunque me sea fiel, es mucha tentación y sé que va a arrepentirse.
No dije nada, mas eso era justo lo que Tiago me había dicho como excusa.
—Bueno, pero eso será solo un año, cuando tú vayas a la universidad, pasarán mucho tiempo juntos.
—Ese es el otro asunto. No voy a ir a la universidad.
—¿No? ¿Entonces qué vas a hacer? —Esa respuesta me sorprendió. Grecia venía de una familia de médicos como yo, no ir a la universidad era inconcebible.
—Si te cuento algo ¿me juras que guardas el secreto? —se puso seria, incluso un poco triste. Yo asentí de inmediato. —Odio este pueblo. Odio a mi familia y no veo la hora de irme. —Jamás había escuchado a Grecia hablar así. Ella era la palabra positivismo personificado y nunca habría imaginado que tuviera tanto repudio hacia algo como su expresión me demostraba—. Al acabar el colegio, solo tendré dos opciones. O voy a la universidad a estudiar medicina, luego me caso con un médico y entro al círculo. O entro al círculo, me caso y soy ama de casa. Y no quiero nada de eso.
Relacionada, jamás me había sentido tan relacionada con alguien. Grecia había descrito mis mismas opciones, solo que yo no odiaba a mis padres.
—Entonces ¿qué es lo que quieres hacer?
—Viajar. Quiero conocer el mundo. Ir a otros países y luego abrir una pastelería, tal vez en Valermo. Mis padres no me van a dejar hacer eso, una vez lo insinué y mi padre me amenazó con desheredarme. Así que no tengo más opción. Estoy ahorrando dinero. Reuniré lo más posible hasta acabar el colegio y me iré. Por eso no puedo estar con Tiago, estar con él sería tener algo que me ancle a este pueblo.
No sabía qué decirle, la entendía tanto y al mismo tiempo sentía admiración. Ella iba a dejar todo por seguir su sueño.
—Amo a Tiago, de verdad, pero amo más mi libertad.
—Te entiendo, en serio. Creo que eres muy valiente por lo que vas a hacer.
—Gracias y sé que yo repudio la vida que tú quieres y créeme que no lo critico ni me parece mal. Mi problema es mas que nada con mis padres, son asfixiantes. Sé que tu madre es estricta, pero créeme que no al nivel de la mía. Ella piensa que tu madre es demasiado suave con ustedes y los deja hacer lo que quieran. La mía hasta me prohibió surfear hace tiempo, no sabe que aún lo hago. Por suerte nadie se lo ha dicho, tuve que inventar un grupo de estudio al que supuestamente voy todas las tardes, y como está tan ocupada con las actividades del Círculo, no lo ha comprobado aún. Si se llegase a enterar que el grupo no existe o que ya no soy virgen me encerraría en el sótano. Tiene una obsesión con eso de la pureza.
—Vaya... sí suena muy mal y entiendo mejor por qué quieres irte. Solo, por favor, explícaselo a Tiago y a Liam. Ambos se están creando ilusiones contigo.
—Sí, creo que sí. Hablaré con Tiago. A Liam ya se lo dije solo que piensa que lo rechazo por Tiago. Y en parte tiene razón. Es decir, Tiago me gusta desde que lo conocí. Me acuerdo a la primera vez que lo vi. Es de los recuerdos más antiguos que tengo, se lo conté y él insiste que no es cierto, pero recuerdo claramente que nos conocimos en el psicólogo.
—¿El psicólogo?
—Sí, iba de niña y él también, pero me insiste en que la única loca que iba a terapia eras tú y que él nunca fue. Éramos muy pequeños, seguro no se acuerda.
Tuve que detenerme a pensarlo. Yo también estaba segura que mis padres solo me habían llevado a mí con el psicólogo. Tiago no había tenido problemas.
—Grecia, ¿te puedo preguntar por qué ibas a terapia?
—Tenía terrores nocturnos y pesadillas. —Me contó con mucha normalidad.
—¿Qué tipo de pesadillas?
—Con monstruos y esas cosas, lo típico de los niños. Mis padres se preocuparon porque tenía un sueño recurrente en el que me comían viva. Y el último psicólogo que visité llegó a la conclusión que esas pesadillas eran una manifestación del miedo que le tengo a mis padres. Obvio a ellos no les gustó esa respuesta y dejaron de llevarme.
—¿Solo monstruos? Nunca soñaste con no sé... ¿que tenías otros padres?
—Eso no hubiese sido una pesadilla. Además, luego conocí a Gollum y me di cuenta que los monstruos de verdad no son malos —afirmó. Todo lo que me contaba podía no ser nada y al mismo tiempo me llenaba de dudas.
—Gollum es el monstruo de tu casa ¿verdad? ¿Al final tú y Liam lo encontraron?
—Se escondió muy bien. —Hizo una pausa y continuó—. ¿Crees que estoy loca, verdad?
—No, en serio, no creo que estés loca en absoluto. —Iba a continuar con mi interrogatorio cuando escuché a Steve y Aaron levantar el tono de voz. Corrimos hacia ellos, estaban por agarrarse a los puños. Liam miraba con desinterés. Tiago trataba de evitar la pelea.
—¡¿Crees que soy imbécil y no me doy cuenta que quieres a mi novia?!—Steve gritó.
—Creo que te causo demasiadas inseguridades respecto a tu relación. ¿Por qué crees que sea?—Aaron no alzaba tanto la voz, hablaba con tono petulante, lo que enojaba más a Steve.
—¡¿Pueden dejar de comportarse como unos malditos trogloditas?!—les grité a ambos.
—El único troglodita es este tipo —Steve me señaló a Aaron.
—Chicos... —Grecia quiso llamar nuestra atención.
—Al menos no soy un llorón fracasado —Aaron sonaba tan infantil cuando discutía...
—¡Hey! Troglodita, llorón, ¿quieren dejar de discutir un rato y venir a ver esto? —Tiago habló por encima de los chicos.
Él, Liam y Grecia estaban al borde del precipicio, mirando hacia abajo. Nos amontonamos a ver. Liam empujaba con un palo lo que parecía ser la cabeza de un animal. Estaba descuartizado, con los restos esparcidos a un par de metros, en ese estado era difícil saber de qué animal se trataba.
—Qué asco —expresó Tiago.
Liam, Aaron y yo intercambiamos miradas.
—¿Hay cuevas por aquí? —preguntó Aaron.
—Hacia la zona rocosa, hay varias, ¿por qué?—mi hermano quiso saber él por qué de la pregunta.
—Tal vez fue un animal salvaje —le respondió.
—Sí... por acá hay jaguares —me apresuré a decir.
—Los jaguares no matan así a sus presas —Grecia razonó, con la cara arrugada por el asco que la escena representaba.
—Mejor regresemos. Esto está fresco, debió morir cerca del amanecer. —Steve bajó para inspeccionar. Dado que él era el estudiante de medicina y se relacionaba con cadáveres, podía darnos una hora estimada de muerte—. Avisemos a las autoridades, pudo haber bajado hacia el pueblo. —Vino hacia mí y me rodeó con un brazo de forma protectora. Todos quedamos en el acuerdo implícito de regresar al mirador, donde podríamos comer sin interrupciones.
Aproveché un momento en que Steve se distrajo ayudando a Tiago a sacar la merienda y me acerqué a Aaron.
—¿Puede ser que haya un carroñero? —pregunté en susurros.
—Es posible. En la noche iré con Liam.
Me separé de él cuando Steve me buscó con la mirada. Nos sentamos alrededor del mantel sobre la arena y compartimos unos sándwiches.
Tiago y Aaron hablaban como antes, eso fue un alivio. Volvían a ser amigos. Steve solo hablaba conmigo y Liam se limitaba a mirar a Tiago con desdén. Un rato de esos le tiré un trozo de pan, para que se detuviera con eso de los celos. Grecia ya le había dejado en claro que no tendrían nada. En ese momento no podía, pero ya me encargaría de hacerle entender el mensaje cuando estuviésemos en Scielo1.
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