35. La noche de tormenta
Finn. A. Bennett
pensé que a esta altura ya habrían cerrado esta aplicación
Isaac Watts
nah, la dejaron abierta para nosotros <3
Miro la pantalla por un minuto. Considero muy bien mis próximas palabras. Creo que estoy listo para dejar de buscar distracciones en Dormies. Es hora de volverme fuerte y hacer lo que quiero hacer.
Finn A. Bennett
Isaac?
Isaac Watts
que pasa, bb?
Finn A. Bennett
voy a hablar con ellos
Isaac escribe, luego deja de hacerlo. Se lo ve en línea todavía.
Finn. A. Bennett
no hace falta que digas nada, solo deséame suerte, por favor
Isaac vuelve a hacer lo mismo que antes. Tipea y se ve que borra su mensaje, porque la leyenda de «escribiendo» desaparece. Desde que le conté que me declararía con mis padres como una persona trans, siento que está tenso. No me dijo directamente que lo está, pero la forma en la que reacciona a mis mensajes y que se comunica me da a entender que su nerviosismo es real.
Isaac Watts
que todo vaya bien, finn. sabes que estoy aquí para lo que necesites, a un mensaje o llamado de distancia
Finn A. Bennett
Gracias. Te quiero <3
Isaac Watts
Yo también te quiero <3
Suelto el teléfono y lo dejo sobre la cama. Cierro los ojos, y empiezo a respirar pausado. Inflo mi pecho y dejo salir el oxígeno a los varios segundos, buscando seguir al pie de la letra la técnica que me enseñó Tanya para usar en momentos de ansiedad. Cuando siento que mis pensamientos se aquietan, vuelvo a abrir los ojos.
Yo puedo hacer esto. En un mundo perfecto no tendría ni que hacerlo, pero en este sí. ¿Quién lo diría? Finn Bennett, a punto de salir del clóset con sus padres. O, bueno, más bien, a punto de eliminar el clóset. Después de esto creo que ya no tendré que esconderme más en uno, tengo fe en que no volveré a sentir la angustia que siempre sentí cuando me sincere.
Pensé y evalué mucho en cómo tengo que contárselos. ¿Debería escribir una carta? Muy frío. ¿Grabarles un video? Para eso les hubiera contado desde el campus. ¿Leerles un texto? Demasiado impersonal.
Si les voy a contar concretamente en un momento específico, ¿dónde lo hago? ¿En la sala de estar? Quiero que estén cómodos cuando me escuchen. ¿O debería ser en el comedor? Quizás eso da la impresión de que es una conversación más seria.
Luego estaba el tema del momento del día. ¿Me conviene hacerlo a la mañana? No, si no les gusta lo que escuchan los haré tener un mal día. ¿A la noche? No sé, también parece una mala idea, no podrán dormir atormentándose con lo que les dije.
También pensé en lo que se supone que tengo que explicarles. No puedo llegar y de la nada soltarles un "Hola, ¿qué tal? Sí, bueno, soy una persona transgénero". Tampoco puedo hacerles la historia de mi vida, sé que no serían capaces de escucharme tanto tiempo hablar sobre algo que desprecian.
Tanya me ayudó a entender que ninguna de estas preguntas tiene respuesta. No hay una opción correcta ni tampoco una incorrecta, porque esto no es un examen de la universidad o un teorema del que debo explicar su fórmula, esto son sentimientos y emociones, trascienden cualquier tipo de lógica y preparación que pueda darles.
Así que me presentaré sin un texto armado, sin pensar en qué lugar de la casa o en qué momento del día decido contarles. Lo único en lo que trataré de concentrarme es en cómo me siento, en demostrarles que estas no son solo ideas que tengo en la cabeza, si no que aquellos sentimientos y emociones representan quien soy.
Voy hasta el baño y me miro. Después de bañarme me depilé todo el cuerpo, por primera vez en mucho tiempo pude verme al espejo por más de diez o quince segundos sin sentir un profundo rechazo. Me aliso el pelo, por un rato quiero dejar de tener rizos. Me gusta cómo se ve. Empiezo a maquillarme. Recuerdo cuando Isaac terminó de ponerme el labial y me río en soledad mientras sigo dejando que mi rostro se llene de trazos que me hagan ver estupendo.
¿O debería decir estupenda? Pronto. Todavía no. Pero pronto.
Salgo del baño, mi familia está en el piso de abajo. Me llamaron a cenar varias veces, pero les dije que esperaran un poco, que iría para allá en unos minutos. Desde que estoy aquí me recibieron como si nada, parece que todos en la casa tratan de ignorar que nuestro último encuentro terminó con gritos, lágrimas y amenazas. Papá suele hacer eso, finge que las peleas nunca sucedieron y que la tensión no existe, solo hasta que llega la próxima discusión. Mamá parece que lo apoya, nunca terminó de entender por lo que estaba pasando. El que más pena me da es Tyler, quien nunca entiende por qué ambos siempre me trataron mal. La confusión en su mirada es obvia tras cada episodio, sé que él, por su corta edad, no me juzga como lo hacen ellos.
Voy hasta mi cuarto para terminar de alistarme. Al llegar a mi pueblo me fui a comprar un nuevo vestido, el que usé con Isaac se volvió muy rutinario en las últimas semanas. Cuando lo hice tuve que ignorar el rostro desconcertado de la vendedora, quien creía que le estaba regalando algo bonito a un familiar o a alguna amiga. Por un momento su mirada me incomodó, pero no lo suficiente como para echarme para atrás. Así que lo compré. Gasté todos mis ahorros, pero lo compré.
Es un vestido mucho más formal que el anterior, tranquilamente podría ponérmelo para salir de fiesta una noche. No deja de ser muy sutil y sobrio, eso es lo que me gusta. Es de un color beige muy clarito, y el talle me queda perfecto. Resalta lo bonito de mi cuerpo, ahora que puedo apreciarlo.
—Voy a hablar con mis padres. Voy a contarles que soy una persona transgénero —me digo cuando termino de vestirme y me miro a un nuevo espejo, esta vez el de mi habitación. Oigo lo fuerte que azota el viento contra mi ventana, parece que pronto va a comenzar a llover.
Quiero seguir los consejos de Tanya al pie de la letra y terminar de convencerme de lo que pase esta noche no es de vida o muerte. Trato de grabarme a fuego las frases de la mamá de Isaac, quien me repitió en reiteradas oportunidades que ellos ya no tienen el control, que soy yo el que dictaminará lo que sigue en mi vida. Busco quitarle peso a este momento, pero me cuesta mucho, así que tengo que seguir aplicando las técnicas de respiración para tranquilizarme y que los nervios no me jueguen una mala pasada.
Respiro. Respiro. Respiro. Puedo hacer esto. Soy fuerte. Me veo genial. Tanya está orgullosa de mí. Isaac también. Barb y Takeshi me apoyan.
Exhalo y salgo por la puerta, me llevo mi teléfono conmigo. Bajo por las escaleras con paso seguro, hasta llegar a la planta baja y meterme en el comedor. Mamá, papá y Tyler están comiendo pollo con vegetales en la mesa. Se ríen y hablan de nimiedades. Yo me detengo a unos pasos de ellos, lo suficientemente cerca como para que puedan verme.
Espero un par de segundos. No notan mi presencia, pero cuando lo hacen al cabo de unos instantes, el rostro de mis padres se transforma. Trago saliva y me preparo para ser el primero en hablar, pero mi hermanito pequeño se me adelanta:
—Te ves muy linda —me dice y me sonríe mientras se lleva un vegetal a la boca y sigue comiendo.
Mis padres se miran, el desconcierto es claro en sus rostros.
—Llévatelo —ordena mi padre sin un ápice de alegría en su voz.
—Vamos, Tyler. —Lo levanta de su asiento, mi hermano no entiende por qué se lo están llevando—. Los adultos necesitan hablar a solas.
Tyler desaparece por las escaleras con mi madre y lo escucho quejarse a medida que se retira, dice que quiere estar conmigo y compartir la cena juntos. En los segundos en los que yo me quedo parado, estático, tratando de recobrar la fuerza, papá y yo no decimos nada. Solo nos miramos en silencio, analizando la posición del otro desde nuestros lugares.
Por primera vez en mucho, muchísimo tiempo, no dejo de mirarlo a los ojos. No logrará avergonzarme esta vez.
Mamá vuelve al minuto, se sienta al lado de su marido en la mesa otra vez, y se suma a la competencia de miradas silenciosas. Se ve que ninguno quiere romper el hielo. Me pregunto si mi padre está cargando toda su rabia para poder largarla en un cruel e hiriente grito o si está esperando que diga algo que lo haga enojar todavía más para poder mandarme a la reverenda mierda.
Me mantengo firme en mi posición. Mi vestido en completo esplendor. Mi maquillaje perfectamente hecho. Mi alisado pelo brillando. Y mi sonrisa que finalmente aparece justo antes de hablarles:
—Este soy yo. ¿Lo ven? Este. Por mucho tiempo lo fui, pero ustedes siempre se negaron a verlo, se negaron a aceptarlo. —No quiero emocionarme, pero me resulta imposible—. Viví toda mi vida con miedo de lo que ustedes pensaran, de que no les gustara la persona que era, de que no estuvieran orgullosos de mí... pero ya no voy a esconderme más, porque esas no son formas de vivir. No es la vida que quiero para mí.
Papá entrecierra los ojos, todavía tiene el tenedor y el cuchillo en sus manos. Los está tomando con más fuerza que nunca, veo como su palma se hunde en los dos cubiertos. Mi madre está inmóvil, no logro descifrar qué es lo que puede estar pasando por su mente.
—Hoy puedo decirles que... yo... —Me fuerzo a que mi voz no se quiebre, Dios, qué ganas de recibir un abrazo de Isaac en estos momentos—. Que yo... yo soy una persona transgénero.
Las palabras que salen después son un torbellino de lágrimas, de sollozos y tristeza. Son emociones puras y sinceras, todo lo que puedo darles en este momento.
—Y todavía tengo miedo, ay, por favor... si supieran el miedo que tengo. Temo salir a la calle así y que las personas se burlen de mí, ir al médico y explicarle que no me gusta el pelo que me crece en el rostro, en mis axilas, en mis piernas, mis brazos y mi entrepierna. Temo pedirle y rogarle a ese médico que quiero que me dé un cuerpo nuevo, que me haga nacer otra vez. ¡Ahorrarme estas sensaciones tan horribles que tengo conmigo desde que tengo memoria! —Me limpio algunas de las lágrimas que caen, mi maquillaje se pierde con ellas—. Temo cambiar mis pronombres, temo que no quieran darme trabajo por quien soy. Temo tantas cosas... que ni siquiera tendríamos tiempo para enumerarlas todas. Lo que importa es que ahora... ahora estoy aprendiendo a convivir con ese miedo, porque quiero empezar a vivir mi vida.
Papá dejó los cubiertos a un lado, pero tiene las manos al costado de su cuerpo envueltas en un puño. Temo que quiera levantarse y venir a golpearme, pero entonces... veo el brillo en los ojos de mi mamá, en como sostiene a mi padre para que se quede donde está. Con esa pequeña acción, tomo fuerzas para seguir hablándoles:
—Pero si quiero lograr ser transparente con el resto del mundo, primero lo tengo que ser con ustedes, y ya no voy a seguir negando quien soy. —Sonrío con un poco de pena, me encantaría que las cosas no hubieran tenido que llegar hasta aquí—. Yo seguiré siendo su hijo, y si tenemos un poco de suerte y el destino me acompaña, tal vez algún día me convierta en su hija. Una hija que podrán amar como es o una hija que perderán si vuelven a tratar de cambiarla. Así que pueden elegir: amarme, o perderme. Ya no tienen una tercera opción.
Trago saliva. Lo logré. Se los pude decir. Entre lágrimas, pero lo hice.
—Gracias por escucharme.
La alegría y la satisfacción de sentir que fui capaz de contárselos dura poco. No vivo en un mundo perfecto, no vivo en una utopía o en una película de Disney. Vivo en un mundo cruel, por más que a veces Isaac, Tanya, Barb y Takeshi me ayuden a olvidarlo. Así que como cruel que es este mundo, todo lo que te da, te lo quita.
Papá se suelta del agarre de mi madre, que nada puede hacer para detenerlo, y se aproxima hacia mí con un rostro completamente desencajado. No doy un paso hacia atrás, tampoco hacia delante. Me quedo parado, esperándolo, tratando de ser fuerte.
—Lárgate.
Papá me pasa por al lado. No está enojado, está furioso. Abre la puerta de entrada, veo que afuera se desata una tormenta terrible. Las gotas de lluvia inundan todo a su paso.
—Te advertí que si volvía a verte así esta casa ya no sería tuya. Lárgate. Tú no eres mi hijo. Lárgate de aquí —ordena, sus palabras crudas dictadas en un tono de irreparable odio.
Mamá salta de su lugar en la mesa, corre hacia donde está su marido. Por primera vez en mucho tiempo, veo que ahora es mi mamá la que está llorando.
—No le hagas esto, Markus. No nos hagas esto —implora—. ¿No ves todo lo que sufrió? Por favor, Markus, detente...
Mamá no está llorando de la decepción de verme así. Está llorando por lo que les conté, por la forma en la que lo hice, por como me quebré cuando pronunciaba cada uno de mis temores. Creo que ella... lo entendió. Por fin lo entendió.
Pero papá no.
—¡Este no fue, no es y nunca será mi hijo! ¡Quiero que se vaya, ahora! ¡No quiero volver a verlo nunca más! —Sus gritos son como puñaladas, lo escuché muchas veces decir cosas hirientes, pero creo que aquí tenía una mínima esperanza de que algo pudiera cambiar.
—Yo siempre... —atino a decir.
Un puñetazo en el medio de mi labio interrumpe mi respuesta. Caigo de rodillas ante el impacto, y cuando creo que vuelvo a recuperar la compostura, siento otro golpe en el medio de mi cachete, que termina tirándome al suelo. Los gritos de mi madre son alaridos horribles que en los primeros segundos son lejanos, de otro plano, de otro universo.
—...los querré —susurro desde el suelo, mi labio titilando del dolor mientras sangra.
La voz de mi madre vuelve a sonar cercana cuando me recupero del efecto del golpe. Está desencajada, usando toda la fuerza que tiene para alejar a mi padre de mí. Lo consigue, a duras penas, mientras vuelvo a ponerme de pie.
—¡Sal, hijo, sal, por favor! ¡No quiero que te haga daño! —exclama mi madre, y veo el terror en su mirada, está verdaderamente asustada por los impulsos de su esposo.
Empiezo a caminar hacia la puerta de entrada a un ritmo muy despacio. Todavía estoy mareado del golpe, siento que puedo volver a caerme en cualquier momento. Me giro una última vez, solo para encontrarme a Tyler en el tope de las escaleras, con las manos cubriendo su rostro, asustado. Mamá, sosteniendo a papá como una leona tratando de cuidar a sus bebés. Él me observa con odio, y me señala justo antes de que dé un paso fuera de la casa:
—Imbécil. ¿Pensaste que podías venir a mi casa a enseñarme como tengo que vivir mi vida? Me das puto asco —decreta, y escupe en mi dirección—. Destruiste esta familia. Felicidades.
Ignoro las palabras de mi padre, el dolor físico que siento ahora supera al emocional. Le doy una última mirada a Tyler y le tiro un beso, sin saber si podré volverlo a ver. Observo a mi madre, que a pesar de años de dejarme en soledad hoy comprendió mi dolor, y ella me implora con sus gestos que me vaya. Después de tanto tiempo, hoy por fin me está protegiendo.
Salgo hacia la tormenta sin volver a mirar atrás. Dejo que la lluvia corra lo que quedaba de mi maquillaje y que arruine el vestido que con tanto ímpetu me había puesto unos minutos atrás. Empiezo a caminar en una dirección incierta, pero lejos de mi casa, lejos de este vacío que ahora siento en el pecho. Mientras lloro, saco mi teléfono y empiezo a marcar el número de la única persona que puede ayudarme en este momento.
La única persona en este mundo que puede abrazarme y hacerme recordar, mientras estoy en sus brazos, que tener un mañana vale la pena.
—¿Isaac? —Atiende al primer tono, la urgencia en su voz me hace pensar que sabía que esto pasaría—. Ven por mí, por favor. Te necesito.
Me dice que me ama y que está en camino.
Corto la llamada y empiezo a gritarle a la noche de tormenta entre rayos y relámpagos, deseando que la vida fuera un poquitito más fácil, deseando que no todo lo que tenga que ver con ser transparente sea tan difícil.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
ay, ay :( son capítulos duros, lo sé. no me odien mucho, porfi
¿Qué sintieron al leer este capítulo? Mi querida beta reader me dijo que es el capítulo más "transparente" de la novela, porque a pesar de su duro final, es lo que todos hemos estado esperando, ¿no? Que Finn pudiera sincerarse y aceptar frente a otros su identidad de género. ¿Ustedes están de acuerdo o lo ven de otra manera?
¿Qué creen que pueda llegar a pasar de acá en adelante?
Espero que hayan tenido una maravillosa semana. Yo estoy terminando mi gira por Córdoba y Rosario, firmando libritos y dando charlas con Tu amigo invisible. ¿Se imaginan si un día pasa lo mismo con (Trans)parente? Soñar no cuesta nada. ¡Cuéntenme como les fue a ustedes estos días!
Espero que tomen mucha awita y se cuiden un montonazo. Gracias por estar aquí leyéndome siempre.
Los quiere,
Su despeinado <3
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top