31 | Pinky promise

¿Existe una palabra peor que nervioso? ¿Alguna que explique la gravedad de lo que siento? Porque ahora que estoy caminando hacia la heladería para encontrarme con Bárbara y Takeshi, estoy por estallar.

Tengo tantas cosas qué decir. Tantas otras por disculparme. Por más que los extrañe, entiendo si ellos no quieren volver a relacionarse conmigo. Tienen todo el derecho a odiarme por el resto de su vida. Lo único que anhelo de esta conversación es tener la posibilidad de expresarme como se debe, sin insultos y ataques de por medio.

Camino la distancia que hay entre los dormitorios hasta el local a paso acelerado. Estoy ansioso, por más que Isaac trató de calmarme al despedirme. Imagino que después de lo que pasó ayer está preocupado de como pude haberme tomado la fea situación en la que terminamos cuando ese chico empezó a gritarnos. No lo culpo. Yo también pensé que me quebraría y que tardaría en recuperarme, pero la paloma apareció para convertir ese escenario oscuro en uno al que podemos atribuirle colores.

Gina tiene razón. Lo había estado pensando todo mal desde el principio. No puedo esperar dejar de tener miedo, eso nunca va a pasar. Hasta los más valientes tienen miedo. Si quiero aprender a gestionar mis emociones y avanzar hacia mi tan deseada libertad, tengo que aprender a convivir con ese miedo.

Y pensar que hace un mes en Nueva York fantaseaba con lo que pasaría si desaparecía. Hoy estoy avanzando a pasos agigantados. Más importante aún, estoy empezando a creer. Estoy saliendo de la espiral. La suerte parece haber cambiado para mí.

Ya tocaba. Sí, mierda. Ya tocaba.

—¿Chicos superhorrorosos? Llegué —digo cuando entro a la heladería y veo a mis amigos sentados de espalda en su mesa habitual.

Mis nervios y mi ansiedad disminuyen. Son ellos. No hay nada que temer.

Cuando escuchan el nombre de nuestro legendario grupo de WhatsApp, ambos se dan vuelta y emiten una sonrisa educada. Se levantan a darme un abrazo también muy cordial, pero no el abrazo que le das un amigo que no veías hace un tiempo y que extrañas un montón. Si hubiera dependido de mí, los habría capturado entre mis brazos por más tiempo.

Gracias a Isaac aprendí a valorar la importancia de un abrazo, la cálida sensación que se despierta en nuestros corazones cuando un ser querido te sostiene en todo su cariño.

—No tenemos mucho tiempo, Finn. Take se tiene que ir a clase y yo tengo que ir al médico —comenta Barb, quien parece hacer un esfuerzo enorme por mantener las distancias emocionales.

Asiento. Respiro profundo, muy profundo. Una, dos, tres, cuatro veces. Tanya me enseñó como hacerlo para calmar los nervios y la ansiedad restantes. Debo decir que funciona de maravilla.

—Supongo que la única forma de comenzar esto sería diciendo perdón. —Takeshi revolea los ojos, piensa que he venido a dar una disculpa a medias. Me apuro a recordarle que no es el caso—. Así comenzaron todas y cada una de las charlas que tuvimos después de que los tratara para la mierda. Un poco arrepentido, pero no tanto. Tratando de evitar mirarlos a los ojos porque me daba vergüenza.

Trago saliva. Me aseguro de estar observando bien a ambos antes de pronunciar mi siguiente frase:

—Pero hoy ya no, hoy ya no voy a bajar la mirada. Sé que si lo hago, los pierdo. Y no quiero perderlos.

Takeshi y Bárbara están atentos a los movimientos del otro con una mirada de reojo que confirma que están sorprendidos por lo que están escuchando. Yo también lo estoy. Hablar tan claro —y hablar por tanto tiempo, cosa a la que sigo sin estar acostumbrado— no formaba parte de mi kit de habilidades. Supongo que tengo que agradecerle a Isaac y a Tanya por eso, que en toda su paciencia, supieron dejar que mis emociones se explayaran y que mis sentimientos conocieran el mundo exterior.

—Nada justifica lo que hice. Sí, es cierto que en ese momento estaba lleno de odio y no estaba pensando con claridad, pero ¿a quién le importa? —La pareja se remueve en su asiento, se están dando cuenta de que estoy hablando en serio y que esta no es una disculpa vacía—. No debería haberles gritado. No debería haberte dicho que te odio, Barb. No debería haber tomado tu brazo de la forma en la que lo hice. No debería haberme enojado con ustedes por ser fieles a sí mismos y permitirse amarse.

Suspiro con pesadez. Es duro verbalizarlo, pero creo que lo estoy haciendo bien, así que no me acobardo.

—En resumen, no debería haberlos hecho sentir para la mierda solo porque yo me sentía así. No es justo. Podría implorar que me disculparan, pero no voy a hacer eso tampoco. Solo quiero que me escuchen decir que lo siento. Lo siento por todo el mal que les causé. Nada podrá remediar el daño, pero quería que supieran que estoy muy arrepentido por lo que le hice a nuestro grupo de amigos. Soy el único responsable.

Quiero seguir, pero Barb, quien ahora veo que está agarrada de las manos a Takeshi por debajo de la mesa, se apura a interrumpirme con su voz un poquito rasgada por la emoción:

—Sabes que apreciamos mucho que estés aquí, Finn. Pero no lo entiendo... —Barb se toma un segundo para elegir sus palabras—. ¿En serio no te molesta que él y yo estemos juntos? Por mucho tiempo temimos que lo que sentíamos podía afectarte, y mira al final... parece que tuvimos razón. Quisimos protegerte, pero llegó un punto en el que no pudimos más... ¿Qué es lo que cambió ahora?

Sus dudas son válidas. Tan válidas. Mierda, ¿por qué no pude tener esta claridad desde el principio? Me habría ahorrado tantas horas en pena, tanta soledad, tantos pensamientos autodestructivos...

—Ahora estoy recibiendo ayuda. Estoy yendo a terapia. Puedo ver las cosas como son, no como las quiere pintar mi mente en sus peores momentos. —Le sonrío a ambos—. Me llené de envidia. Creía que nunca podía tener lo que ustedes tenían porque nunca iba a aceptar que soy una persona trans, y que nadie iba a ser capaz de quererme en el camino. Me gustaba Isaac pero creía que lo nuestro era imposible, así que me cargué de amargura hasta que exploté. Pero esos sentimientos feos ya no me dominan.

Los ojos de ambos se abren de par en par.

—¿Ahora eres capaz de pronunciar la palabra trans? —Takeshi no puede contener su emoción.

—¿Cómo que "creía que lo nuestro era imposible"? —Barb tampoco se queda atrás—. ¿Acaso tú y Isaac ya no son un "imposible"?

Asiento ante ambas preguntas. Dios. Cuánto extrañaba ver sus rostros.

—Como dije, estoy yendo a terapia...

—No me lo puedo creer —me interrumpe Takeshi llevándose una de sus manos a la frente.

—Y sí, Isaac y yo ya no somos un imposible. Estamos... juntos.

Las manos de los dos se sueltan y me observan asombrados.

—¡¿Juntos?! —gritan al unísono, los clientes de la heladería se giran a observar nuestra locura.

Me río mientras les hago un movimiento de cabeza afirmativo, lo que los vuelve más emocionados todavía. Tratan de ocultarlo, pero no pueden. Pudimos habernos distanciado, pero nadie olvida a su amigo y confidente de siempre tan fácil. Al menos no los de verdad.

—Lo sabía, lo sabía —dice Takeshi, y luego se dirige a ella—: ¡Me debes uno de esos calzoncillos rosas que tanto me gustan!

—¿Cómo que juntos? Por Dios, nos perdimos muchos capítulos de este fanfic.

Bárbara y Takeshi cuchichean cosas ininteligibles mientras tratan de digerir la información que les estoy dando. Están hechos el uno para el otro. No puedo creer que por tanto tiempo fui el causante de que no pudieran amarse así.

Para cuando dejan de hablarse entre ellos, Barb vuelve a ponerse seria. Una forma de recordar que, por más que lo estemos intentando, nuestro grupo hace un tiempo que está quebrado, y que hay cosas que unas simples disculpas no pueden curar.

—Estamos felices de verte mejor. Sabes que sí. —Takeshi asiente, sabe que ella es mejor vocera de sus emociones que él—. Caminas con la cabeza en alto. Tu voz vibra distinto. Tienes... otro brillo. Desde que entraste pudimos ver que estás en camino a ser una persona distinta, la persona que nosotros siempre creímos que podías ser.

—Pero también nos lastimaste. La lastimaste. Lastimaste físicamente a mi melocotón. —Bárbara se sorprende al escuchar a su chico interceder—. Si hubiera sido cualquier otra persona, no te habría dejado salir del aeropuerto ileso. Lo dejé pasar porque eras tú, pero ahora...

—Ahora necesitan tiempo para asimilar todo esto. —Los interrumpo—. Lo entiendo.

Ambos asienten. Agradecen que sea comprensivo al respecto.

—Con Take tuvimos que protegernos y tomar la decisión de no volverte a ver, porque no podíamos seguir acompañándote sin destruirnos a nosotros en el camino. Así que sí, no será fácil que nuestra amistad vuelva a ser como antes, pero creo que... podemos intentarlo. —Le da un pequeño toque al hombro de Takeshi—. ¿Qué dices, mi despeinado? ¿Le das otra chance a este trío?

—Acepto. —Me señala con el dedo—. Pero nada de tríos sexuales.

Las palabras de Barb me sorprenden. No esperaba que quisieran darme otra oportunidad. Por supuesto que es de las cosas que más deseo en este mundo, pero no creí merecerlo. En serio que tienen un corazón más grande que el de la gran mayoría de los mortales.

Se me escapa una amplia y sincera sonrisa. Están locos, y eso me encanta.

—Solo prométenos una cosa.

Unos segundos de silencio me llenan de incertidumbre, hasta que Barb apoya su codo sobre la mesa y presenta su dedo meñique ante nosotros:

—Prométenos que nunca más volverás a dejarnos a oscuras. Si te pasa algo, lo hablamos. Así como también nosotros haremos contigo. Se acabó lo de andar escondiéndonos del otro. Transparentes siempre, ¿okey?

Imito a Barb y a Take, nuestros meñiques casi rozándose, esperando a que proclamemos la frase que concretará nuestra promesa:

Pinky promise —anuncio.

Pinky promise —repiten ellos dos, entrelazando sus meñiques con el mío.

Cuando nuestros dedos se separan, nuestros cuerpos se unen en un abrazo grupal. Un abrazo que no solo renueva mis esperanzas, si no que las multiplica. Mi grupo de apoyo sigue creciendo. Mi vida ya no se ve oscura como antes, tengo un montón de razones por las que levantarme por la mañana.

Le había dicho a Isaac que Gina fue la paloma que vino a terminar de darme alas, pero esa fue solo la última capa que me faltaba: estos dos chicos con los que estoy llorando sobre sus hombros ahora mismo, fueron quienes permitieron que la paloma no se rindiera, que la paloma pudiera sobrevivir a la jaula.

Creo que estoy listo para empezar a volar.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

BUENO, DESPUÉS DE ESTOS CAPÍTULOS HERMOSOS YA NO PUEDEN GRITARME CON ODIO, ¿NO? XDDDDDD. ¡QUÉ VIVAN LAS RECONCILIACIONES!

¿Qué sintieron al leer este capítulo? Me pareció muy bello narrar, más allá de que las cosas no serán como antes, que Barb y Takeshi están dispuestos a darle a Finn una nueva oportunidad. Demuestra que el cariño que se tienen es muy grande. ¿Están orgullosos de nuestros bellos personajes?

¿Qué creen que pasará de acá en adelante? La última frase de Finn es potente.

¿¿¿CÓMO LES FUE ESTOS DÍAS??? ¿ANDAN DE BUENOS HUMORES? Espero que sí. Porfi cuéntenme, saben que me encanta leerlos y acompañarlos cada semana. Yo ando full modo escritura, edición y contenido. Disfrutando ahora mis vacaciones con la familia y amigos, y aprovechando para hacer lo que me gusta. ¡También volví a entrenar!

Millones de gracias por seguir acompañándome con esta historia. Leer sus comentarios me hace sentir increíble, creo que construimos una comunidad hermosa alrededor de esta novela. Ojalá darle un abrazo a todos muy pronto.

Tomen awita. Sonrisas arriba. Den muchos abrazos. Nos leemos pronto.

Los quiere,

Su despeinado <3

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top