17 | Una frase, una sonrisa :)

Hay capas de ropa entre nosotros, pero de alguna forma que todavía no me sé explicar, los brazos de Isaac lo único que emanan es calidez.

Siento que pasaron días del abrazo, pero sigo aquí. Parado en el árbol de pétalos rosas, con su cartel desperdigado en un costado y Bárbara y Takeshi siendo testigos desde la lejana retaguardia.

Mi primer instinto fue negarme a su abrazo. Cuando mi mejor amiga trata de establecer cualquier tipo de contacto físico, me siento incómodo y termino lastimándola. ¿Por qué habría de ser diferente con mi vecino? No quería echarlo a perder en los primeros cinco minutos en los que se nos dio la oportunidad de conocernos. No después de haber roto con cualquier lógica de mi personalidad para tocar su cuello...

Sentí que, entre decirle que sí y no disfrutarlo o decirle que no y mostrarme como una persona insensata, se tomaría mejor la primera opción.

Me equivoqué, porque cuando sus brazos me envolvieron, el Finn Bennett que creía conocer se había esfumado. El contacto con él fue... distinto. La forma en la que me apretó contra su pecho, sin soltarme ni perder intensidad por un instante, me hizo sentir... querido. Me habló sin tener que hacerlo y me dijo me importas con su abrazo. Dicen que una acción vale más que mil palabras, pero el refrán se queda corto. Ni millones de palabras habrían alcanzado para explicar lo que su tacto y su cariño impregnado en detalles me hizo sentir.

El mismo chico al que llamé odioso vecino y al que insulté por noches seguidas, hoy derribó mis capas de armadura emocional en un chasquido.

Me permito dejar caer mi rostro húmedo sobre su hombro y empezar a llorar sin reparo.

No puedo evitar pensar que esta vez se siente diferente a todas las otras veces que me quebré en este campus (y, vamos, en toda mi vida, si tengo que ser honesto). No me gusta ser vulnerable frente a los demás. El hecho de que llorara con Isaac del otro lado de la pared no fue una actitud propia de mis características, pero ¿qué parte de mí se vuelve rutinaria cuando mi vecino entra en escena?

Ninguna. Y por esa carencia de sentido o coherencia en la que nos encontramos, sigo llorando sin culpa.

—Esperé este momento por mucho tiempo, Finn —me susurra a mi oído, con la voz en un fino hilo, mientras empieza a tocar mis rizos y juega con ellos.

La declaración me toma por sorpresa, no porque me parezca descabellado que haya estado impaciente por conocerme (él cree que es bueno ocultando sus indirectas, pero no lo es), sino porque me obliga a pensar, ahora que estoy vulnerable entre sus brazos, si sus intenciones son las mismas que las mías.

¿Se puede sentir tan fuerte con un amigo?

La forma en la que se esfuerza por tratarme con respeto, incluso cuando yo lo herí, las creativas versiones que tiene de siempre sacar un tema de conversación y decirme algo optimista, los momentos en los que podría haberse ido y se quedó ahí, al pendiente, cuando cualquier otro había escapado... ¿son producto solamente de su amistad? ¿O...?

No.

No voy a pensar en eso ahora.

Lo escuché teniendo sexo con Violet. Sus intereses están claros.

Además, a nadie podría gustarle alguien que ni siquiera sabe el lugar que ocupa en este mundo.

—Yo también —le respondo ignorando mis propios pensamientos cuando me doy un respiro entre el llanto.

Para cuando dejo de confundirme con mis estúpidas esperanzas y vuelvo a estar física y mentalmente en el abrazo en el que nos estamos dando, escucho que él empieza a llorar a la par mío.

No hay más nada para decir, y ambos lo entendemos. Ambos respetamos el descargo del otro como dos personas que se conocen personalmente por un tiempo mucho más longevo que cinco minutos.

Es el acuerdo tácito más único y honesto que alguna vez tuve con nadie, porque por primera vez en mi vida, no he tenido que explicarle a nadie por qué siento lo que estoy sintiendo, y puedo soltar lo que llevo dentro sin miedo a ser juzgado.

Y todo lo logró mi odioso vecino.

—Me dijeron que me tenías una sorpresa —le susurro al oído después de que nos soltamos tras una cantidad de tiempo que desconozco.

Los dos tenemos los ojos rojos de tanto llorar, pero creo que, en el fondo, ambos sabemos que son lágrimas que valían la pena derramar.

—¿Mi presencia no es suficiente sorpresa para ti? —pregunta, haciendo que sus labios se tuerzan en una leve sonrisa.

Estúpido que eres, Isaac.

—No se considera "sorpresa" cuando Barb y Takeshi literalmente me dijeron que estabas aquí esperándome.

Volvemos a jugar como en nuestros chats iniciales en Dormies. Se siente irónico. Este momento es, de alguna forma, un nuevo comienzo también.

—Sí, bueno, ese es solo un tecnicismo...

—Isaac —lo interrumpo.

Me llevo mis dedos a mis labios y le indico silencio con ellos.

—Cállate y muéstrame la sorpresa, ¿quieres? —respondo limpiándome la humedad de mis mejillas, tratando de volver a sonar con mi tono ácido y sarcástico de siempre.

Isaac me echa una mirada desafiante mientras empieza a buscar en su mochila. Mientras lo hace, se aleja unos pasos hacia atrás, saca una manta y la estira cerca de las raíces del árbol.

—No eres una persona muy paciente, ¿verdad? —redobla la apuesta—. Ven, siéntate.

Me hace un gesto con sus manos y se corre hacia un costado, dejando más de la mitad de la manta para mí. Mientras nos medimos con la mirada por unos segundos y me acomodo a su lado, veo que Isaac ha estado rebuscando en su mochila. ¿Qué es lo que busca con tanto anhelo? Sus ojos, que empezaban a calmarse luego del vendaval de agua, vuelven a brillar con intensidad.

—Aquí está.

Ya no son solo sus ojos los que brillan. Ahora su sonrisa es tan amplia que no puedo dejar de mirarla. La combinación de expresiones en su rostro tienen el poder de mostrarse tiernas e inofensivas, como las de un pequeño niño ingenuo que acaba de recibir su regalo de Navidad y lo único que siente es pura felicidad.

Sus altas expectativas por lo que está a punto de mostrarme me hacen pensar que quizás su vibra positiva y esperanzadora pueda llegar a ser contagiosa.

Cuando dejo de mirar su rostro, me encuentro con un frasco lleno de papelitos que no alcanzo a leer. En medio se lee una etiqueta escrita a mano, posiblemente por el mismo Isaac, que dice:

Una frase, una sonrisa :)

Se gira a mostrarme su regalo, y cuando lo hace, nuestras rodillas se rozan. Ambos notamos el pequeño contacto y bajamos nuestra mirada hacia la parte inferior de nuestro cuerpo, pero rompemos con la intimidad del detalle cuando volvemos a observarnos a los ojos en silencio.

—¿Qué es esto? —pregunto mientras tomo la botella y la inspecciono de cerca.

Isaac no deja de sonreír.

—Ábrelo y saca uno de los papeles, por favor —responde, dejando en evidencia su ingenua ansiedad.

Dudo y bajo la mirada hacia el frasco, que a cada segundo que la analizo, me convence un poco más de que es una producción casera. Me pregunto cuánto tiempo invirtió Isaac en cortar los papeles, pensar y escribir lo que sea que haya escrito en esas notas, meterlos en el frasco y empaquetarlos de forma que no pareciera el trabajo de un niño de seis años.

Sin importar si se tomó cinco minutos o cinco horas, es tiempo que sacó de sus responsabilidades para dedicárselo a este regalo, un regalo que me tiene a mí como protagonista.

Siento que no lo merezco, pero como no quiero decepcionarlo, giro la tapa, meto la mano y tomo el primer papel que entra en contacto con mi piel.

—Isaac...

La nota primero me deja mudo. No... puedo... creer... que esto sea real. ¿Qué es lo que mi vecino ve en mí que yo no puedo ver? No lo entiendo, no puedo entender en qué momento empecé a importarle tanto, pero ahora que lo tengo a menos de un metro esperando mi reacción, siento que quiero importarle para siempre.

Vuelvo a leer su nota. Cuando lo hago, mis ojos se deshacen una vez más en lágrimas que piden deseosas poder salir.

"Hay mucha gente en este mundo que te quiere y se preocupa por ti. Nunca lo olvides: no estás solo".

Levanto la cabeza y miro hacia atrás para darle sentido a esta frase de Isaac. Efectivamente, Bárbara y Takeshi no se han movido de su lugar, y me saludan con energía y alegría mientras se abrazan al verme feliz. Luego me giro de nuevo hacia mi vecino, y su sonrisa... su maldita sonrisa y sus brazos abiertos me esperan para sumirme en otro eterno abrazo.

No dudo y me abalanzo sobre él. La brutalidad con la que lo hago hace que él caiga de espaldas y que mis lágrimas comiencen a caer sobre su pecho. Él no dice nada, y solo empieza a acariciar mis rizos, mientras deja que, por segunda vez en la última hora, pueda descargarme en paz.

Me siento un perrito callejero al que le han dado amor por primera vez en la vida, pero no me importa perder mi dignidad en este momento. No cuando los sentimientos son tan fuertes y el dolor del pasado se hace tan palpable.

—Es la mejor sorpresa que alguien me haya hecho nunca —le susurro entre medio de mis lágrimas.

—Espero que te convenzas de la verdad de mis palabras, Finn. No voy a abandonarte. No voy a dejarte caer, ¿y sabes por qué? —Levanta mi rostro con sutileza para poder mirarme a los ojos—. Porque no estás solo.

No estoy solo.

Hay gente que me quiere.

Y quizás hoy es uno de los mejores días de mi vida.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

PERO POR FAVOR, ME VA A DAR DIABETES DE TANTA TERNURA PERO QUE HERMOSOOOOOOS ESCRITOR FANGIRL ACTIVADO

Okey, vamos a calmarnos. NO, MENTIRA, FINN Y ISAAC SE CONOCIERON Y SON BELLÍSIMOS!!!!!!!! ¿Les gustó el regalo de Isaac a Finn?

Por cierto, miren el hermoso fanart que xwyver hizo de Finn. ¡¡¡LO AMO!!!

¡Espero hayan tenido una hermosa semana! La mía fue genial, mis papás vinieron a visitarme así que estoy muy feliz de verlos. Se vinieron desde Argentina, los más cutes del universo. ¡Por favor, cuéntenme de su semana! Lo que sea, saben que los leo y que me encanta <333

Gente, gracias, gracias, gracias por acompañarme otra semana con etsa historia. Les tomé mucho cariño a estos personajes, pero también a ustedes y a los comentarios hermosos que dejan. Son los mejores lectores <3

Cuídense y tomen mucha awita. Nos leemos pronto.

Los quiere,

Su despeinado <3

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top