Capítulo 5
"Lo sentimos, alteza. El príncipe Legolas no nos dijo a dónde iba –respondió uno de los guardias que patrullaban el bosque-. La última vez que lo vimos avanzaba hacia las Montañas Nubladas."
Keldarion intercambió miradas con los gemelos. Legolas no solía ir tan lejos sin una escolta.
"¿Por qué no lo acompañasteis?" –preguntó, frunciendo el ceño de disgusto.
"No nos lo permitió. Dijo que quería estar solo" –contestó el guardia, sintiéndose culpable.
Keldarion negó con la cabeza.
"Tonto obstinado... -tras respirar hondo para calmarse, dijo-: Tenemos que encontrarlo. Rápido."
Los guardias se unieron a la búsqueda y Keldarion y los gemelos habían desmontado para moverse más fácilmente a pie. Era mucho mejor rastrear de esa manera. Estaba a punto de amanecer cuando algo llamó la atención de Keldarion.
"¿Qué es eso que brilla?"
Todos se apresuraron hacia allí con cuidado. Ninguno quería quedar atrapado en alguna trampa oculta.
"¡La piedra Manyan!" –exclamaron.
Keldarion la recogió con dedos temblorosos, a la vez que se fijaba en la cadena rota.
"No se ha caído sola –todos miraron a su alrededor-. Aquí ha ocurrido algo."
Se separaron en busca de pistas y tras un rato encontraron huellas de botas.
"¡Parecen huellas de enanos! –Elladan tocaba una de ellas, en cuclillas-. ¿Qué hacen tan lejos de sus tierras?"
"¡Su alteza! ¡Por aquí!" –llamó uno de los guardias, que estaba un poco más lejos.
Keldarion se acercó y vio una trampa mortal inutilizada. Un tronco del tamaño y forma de una lanza yacía en el suelo, con la punta ensangrentada. El príncipe tocó la sangre y su instinto le dijo que era de Legolas. Cada vez temía más por su hermano.
"Revisad el área. Los enanos deben habérselo llevado a alguna parte –dijo Keldarion-. Si es que sigue vivo" –añadió para sí mismo.
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Legolas estaba muy vivo y enfadado. No podía soltarse a pesar de todos sus esfuerzos y la mordaza solo estaba empeorando las cosas. La tela estaba sucia y grasienta, haciendo que se le revolviera el estómago. No quería ni imaginar la humillación de vomitarse encima, así que respiró hondo, intentando ignorar las náuseas.
Llevaba un tiempo perdiendo y recuperando la consciencia. A veces se despertaba sobresaltado y luego volvía a desvanecerse en la nada. También había empezado a temblar, y no lo entendía, pues dentro de la cueva no hacía tanto frío. ¿Y por qué hace calor al mismo tiempo?
La pierna le ardía. La herida no está sanando bien, se dio cuenta. ¿Podría estar envenenada? Su cuerpo palpitaba con dolores punzantes, advirtiéndole del veneno que se propagaba por sus venas.
Legolas gritó a través de la mordaza, pidiéndole a los enanos que volvieran, pero solo emitió sonidos incoherentes y demasiado débiles como para que lo escucharan. Aun así siguió intentándolo hasta que se le secó la garganta. Se movió lentamente hacia la salida de la cueva, pero estaba demasiado exhausto y dolorido como para llegar a su destino.
Apoyó la cabeza en el suelo duro, luchando por respirar. Los enanos no me dejarían morir aquí, ¿no? No es una buena forma de morir.
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Perdieron de vista las huellas de los enanos en la base de la montaña. No podían ver más pistas en el suelo rocoso, así que no tenían forma de saber hacia dónde habían ido. Habían avanzado ya una legua y acababa de amanecer, de forma que el bosque estaba bañado por el sol. Keldarion alzó la mirada, buscando desesperadamente alguna pista sobre Legolas y los enanos. ¿Cómo podemos seguir sin nada más que nos muestre el camino?
Keldarion golpeó un tronco, frustrado. ¡No pueden haber desaparecido!
"¿Kel?" –lo llamó uno de los gemelos.
"¿Qué?" –respondió el príncipe, sin darse la vuelta.
"A menos que esté viendo mal, la piedra Manyan está brillando más que antes" –dijo Elladan, señalando la piedra que Keldarion llevaba atada al cinto.
El príncipe miró hacia abajo. Elladan tenía razón, la piedra brillaba más que cuando la encontraron. La sujetó y avanzó un poco más hacia la montaña. El brillo se intensificó.
"La piedra detecta la presencia de Legolas, como un método de rastreo. Por eso cada vez brilla más, Legolas tiene que estar cerca... -Keldarion miró hacia todas partes, escaneando la zona con la mirada-. ¿...Pero dónde?"
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Legolas volvió a despertarse con un sobresalto. Alguien se acercaba. Levantó la cabeza y vio al joven enano que había estado mirándolo antes arrodillado a su lado. Intentó hablar otra vez, pidiéndole ayuda, y el enano le quitó la mordaza, dudoso. Legolas respiró profundamente antes de pedir:
"Agua. Por favor."
El joven enano dudó un poco, pero luego se apresuró y volvió con un poco de agua. Le levantó un poco la cabeza a Legolas y le dio de beber. El elfo estaba tan sediento que casi se ahogó.
"¡¡Gimli!!"
El enano dio un grito del susto, sorprendido por la voz del otro. Soltó sin querer la cabeza de Legolas y lanzó el recipiente de agua a la otra punta de la cueva. Legolas gimió cuando se golpeó contra el suelo y Tarang se acercó, furioso.
"¡¿Qué diablos crees que estás haciendo?!"
Gimli se puso de pie con las piernas temblorosas. Era obvio que tenía miedo del otro enano.
"Solo estaba... dándole de beber."
"¿Y quién te pidió que lo hicieras? –Tarang lo taladraba con la mirada-. ¡Eres un tonto! Tienes suerte de ser el hijo de Gloin, porque si no..."
"¿Si no qué, Tarang? –Gloin apareció de repente y se fijó en la expresión de furia de Tarang y la de miedo de su hijo-. ¿Qué está pasando aquí?"
Gimli bajó la cabeza, mirándose los pies.
"Le estaba dando de beber al elfo. ¿Es eso un crimen?"
Gloin miró bruscamente hacia Legolas, que yacía en el suelo retorciéndose de dolor. El jefe de los enanos se quedó sorprendido al ver cómo se había deteriorado el estado del elfo en solo un día. Su condición empeoraba rápidamente, e incluso su brillo era cada vez más tenue. Gloin se agachó para tocarle la frente y frunció el ceño al comprobar que el elfo tenía una fiebre muy alta.
"La lanza... estaba envenenada... ¿verdad?" –Legolas consiguió reunir la energía necesaria para hablar, a pesar de que le castañeteaban los dientes sin parar y le pesaba la cabeza como una roca.
Gloin observaba al príncipe y se dio cuenta de que no habían atendido la herida de Legolas.
"Es verdad que la lanza estaba envenenada, príncipe Legolas. Y siento mucho no haber cuidado de tu herida. Las trampas están preparadas para las arañas, no para los elfos, y menos para ti –entonces pidió agua caliente y vendas-. Cuidad de su herida. Limpiadla y vendadla bien. Espero que no sea demasiado tarde para evitar que se infecte."
Varios enanos cumplieron sus órdenes a regañadientes.
"¿Y el veneno? ¿Tienes el antídoto?" –preguntó Legolas, deseando que lo desataran.
Gloin permaneció en silencio durante un minuto, evitando mirarlo a los ojos.
"Me temo que no tenemos la cura, príncipe Legolas. Usamos veneno de los orcos y no sabemos cómo neutralizarlo."
Con eso, Gloin se alejó con pasos rápidos, como si intentara alejarse de la culpa que sentía. Legolas gimió sin poder evitarlo. ¡Genial! ¿En qué diablos me he metido? Caí en una trampa, fui secuestrado por enanos, atado, amordazado, envenenado y con una herida infectada. ¿Qué más? ¿Seré decapitado por ese enano que no para de mirarme?
Tarang frunció el ceño, disgustado, mientras los otros enanos atendían al príncipe. Legolas apretó los dientes para evitar expresar su dolor, pues sus manos sin delicadeza solo le hacían más daño. Sin embargo, cuando uno de ellos apretó la herida más de la cuenta no pudo evitar sacudirse, intentando alejarse de ellos. Los enanos lo sujetaron con fuerza. Uno se sentó sobre su pecho y otro le tiró del pelo para que no moviera la cabeza. Legolas gritó, indignado.
"¡Soltadme, enanos estúpidos! ¡Pagareis por esto! ¡Malditos!"
Gimli observó con los ojos como platos cómo Tarang volvía a coger el trapo sucio y lo ataba de nuevo sobre la boca de Legolas.
"¡Estate quieto! Tienes suerte de que no te matemos. ¡Y nos devuelves la cortesía maldiciéndonos!"
Legolas gimió de dolor, sin energía. Se le debilitaban las extremidades y a pesar de que intentaba evitarlo, empezaba a caer otra vez en el olvido. Lo último que vio fue la simpática mirada del joven enano, que le devolvía la mirada...
Y así se conocieron Legolas y Gimli :) ¿Se esperaban que fuera él?
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