xxvii. el amor reprimido
NOSTALGIA OSCURA,
capitulo veintisiete: el amor reprimido!
CHARLOTTE HARMON DEBIÓ HABERLO PREVISTO, de alguna manera no debió haber ignorado aquel sentimiento que sentía a modo de nudo en su garganta, y este se volvió a sentir como un sabor agrio en su boca en cuanto sus orbes azules hicieron contacto con la mujer de cabellos cortos y vestido rojo. Sin embargo, ella se sintió tonta al preguntarse qué diablos hacía Ada Wong en ese castillo: era algo demasiado obvio, si ella estuvo detrás de la muestra del Virus G que Annette Birkin les indicó que no se lo diesen, la única respuesta comprobable era que Wong estuviese buscando la muestra que estaba en posesión de Luis Sera. Entonces, Lottie confirmó la identidad del otro par de ratas que Salazar se encontraba en medio de su cacería. Faltaba una última rata a punto de tocar su trampa, pero...¿de quién se trataba? Harmon negó con la cabeza lentamente, siguiendo a Leon por un pasillo que los llevó a un comedor.
Si Ada Wong volvía a la imagen, las cosas se pondrían muy difíciles de ahora en más.
(Y Lottie no podía soportar los celos que tenía hacia la mercenaria.)
Cálmate, Harmon, todo irá bien, se dijo a sí misma.
El comedor por donde andaban parecía casi victoriano, dándole un aspecto muy clásico, muy a la época medieval y Charlotte se tuvo que recordar que había cultos que literalmente se habían quedado en el tiempo — ella no los culpó, tal vez era más sencillo así, pero no quitaba lo tétrico y horripilante que sonaba bajo mantras que decían los apóstoles. Ambos agentes, aún descolocados por la repentina aparición de Wong, registraron toda la habitación hasta toparse con una puerta completamente enrejada, impidiéndoles seguir su camino. Leon se fue hacia un lado, mientras que su mejor amiga inspeccionaba la habitación y al ver un cofre en el medio, ella alzó su mano para llamar la atención de Kennedy — quien no estaba allí. La pelirroja siseó en voz baja, caminando hacia una esquina, donde encontró a Leon mirando un espacio que parecía a un campo de tiro y este tocó una campana, dejando que un cuadro pintado apareciese.
Ramón Salazar demostró también ser un demente de los rompecabezas y trampas.
Charlotte se preguntó si habría alguien peor que él.
Un disparo la hizo salir de su trance y observó que Leon había disparado en dirección a una botella de vino que explotó, el ruido de maquinaria levantando algo surgió a su lado. Lottie parpadeó un par de veces, fijándose en la figura de su mejor amigo cargando su pistola completamente anonadada y Leon conectó su mirada, al mismo tiempo que ella la desviaba — sintiéndose nerviosa súbitamente, dirigiéndose hacia la puerta que ya estaba abierta.
—¿Qué pasa?—le preguntó él a sus espaldas.
—Nada, estoy bien—respondió ella antes de aclarar su garganta.
—No me creo ese cuento, Lottie—espetó el rubio poniéndose a su lado—. ¿Es por Ada?
Lottie le miró de mala gana—¿Por qué tendría que ser por Wong?
—Créeme, sé que las cosas están más que tensas con ella—replicó Leon ladeando su cabeza hacia ella—. Para mí también.
—Pero la pequeña historia que tienes con dicha mercenaria...
—Dudo que eso tenga relevancia.
—Claro que la tiene—le respondió ella mirándolo fijamente—. Tienes una conexión personal con ella, fuiste comprometido y eso no puede ser nada bueno para la misión.
Lottie lo dejó en la puerta, dirigiéndose hacia el gran cofre, mientras que Leon buscaba las palabras necesarias para poder responderle otra vez a su compañera. En cierto modo, Lottie tenía razón, pero ella era tan hipócrita como lo era él: ambos habían sido comprometidos emocionalmente por dos personas diferentes y él estaba dispuesto a hacerle entrar en razón — parándose con un pie hacia la tumba. Él cruzó el umbral, mirando como la pelirroja se detenía para poder abrir el cofre.
—Tú también estuviste comprometida con Dalton—añadió Leon—. Pasamos por las mismas cosas.
Lottie sabía que se lo merecía y su máscara estaba empezando a quebrarse.
¿Qué tal si dejaba caer unos pedazos ahora?
—¿Sabes? Ahora estoy comprometida con otra persona—sentenció la pelirroja poniendo ambas manos en el cofre—. Una persona que ha llegado a conocerme bien y que me entiende, algo que Dalton no llegó a hacer conmigo, ni como Ada Wong lo hizo contigo. Es fantástico, inigualable, bastante atractivo y leal, como un cachorro.
Además de ser absolutamente implacable, pensó ella.
—¿Lo conozco?
—No, no creo.
Charlotte procedió a abrir el cofre y súbitamente ella fue encerrada como si estuviese en un cuadrilátero con rejas metálicas impidiéndole la salida. Ella soltó un respingo, agarrando una pieza metálica pequeña que funcionaría como encastre y se la guardó en cuanto escuchó el ruido de disparos — indistintamente también el de unas cuchillas. Lottie se topó con un hombre que llevaba un bicho de la plaga pegado a su espalda, completamente ciego, cargando cuchillas muy afiladas. Leon exclamó algo sobre el monstruo, pero Lottie se había perdido entre esas cuatro paredes enrejadas, simplemente expuesta al peligro de las cuchillas. Estas se habían trabado entre las rejas y la pelirroja decidió tomar esa oportunidad para sacarle el gran bicho de la Plaga de su espalda, así que tomó el cuchillo antes de abalanzarse contra el infectado — cortando rápidamente al parásito.
Había violencia en ello.
Era casi tangible.
Así que, en cuestión de segundos, ella le quitó el bicho a pesar de todo el forcejeo que el monstruo efectuaba y ella cayó a un lado, buscando recobrar su aliento.
Leon soltó un gruñido antes de patear al apóstol a un lado, disparándole en la cabeza para dejarlo inmóvil en el suelo. Ella esperó un momento para recomponerse, luego se levantó y disparó con la escopeta al candado, abriendo la puerta con un estruendo, anunciando que aún seguía con vida, a pesar de las adversidades y Leon la miró en lo que parecía ser toda su gloria: ensangrentada, cansada y llena con compasión y violencia al mismo tiempo — recordó que ella solía decirle que él era implacable, pero Leon estaba más inclinado a decir lo contrario. La Lottie que él conoció en aquel lago había cambiado para bien y para mal, justo como él lo hizo.
—Eso sí que no me lo esperaba—dijo ella pasándose una mano por el rostro.
—¿Estás bien?
—Sí, esa cosa me empujó justo cuando corté la última parte del parásito—añadió la joven pelirroja acomodándose mejor su trenza—. ¿Y tú?
—Huh, tú eras la que tenía al asesino de Texas en la jaula.
—Menos mal que eres mi compañero, entonces—espetó Harmon antes de dirigirse hacia la siguiente puerta.
Ambos prosiguieron por las siguientes habitaciones, donde había más obstáculos que caminos limpios y ellos no se detuvieron en ningún momento. El semblante de Lottie se encontraba enfocado, absolutamente concentrada en completar la misión y hallar a la rubia de cabellos cortos para buscar una forma de salir de aquel infierno medieval. Ramón Salazar no se había vuelto a conectar con ellos, lo cual demostraba muchísimas cosas a la vez, pero una de ellas demostró ser demasiado evidente: él estaba buscando a los hermanos Sera y estos podrían llegar a ser difíciles de encontrar — así que ambos agentes agradecieron la posible distracción, a pesar de tener a otras dos personas en búsqueda de lo que tenían los hermanos. Leon, por su parte, permaneció pensativo en dos cosas: 1. Las verdaderas intenciones de Ada Wong con todo lo que estaba sucediendo y 2. El nuevo "compromiso" que mantenía a su mejor amiga fuera de línea y nerviosa.
A pesar de encontrarla muy enfocada en su meta, había algo mal.
Y a él le costaba descifrar eso.
En cierto modo, él intuía que parte de ese malestar era producido por la súbita presencia de Ada, a quien no le tuvo mucho "cariño" en un principio; más cuando la mercenaria los traicionó según sus verdaderas intenciones y hasta incluso llegó a percibir celos por su parte. Pero, diablos, ¿quién podría ser capaz de cambiar a Charlotte Harmon? Nadie, absolutamente nadie podría cambiar la relación que los dos tenían, forjada de años y años de experiencias vividas, de sonrisas, de lágrimas, de tanto vivido juntos. Nadie podría cambiar a Charlotte. Un disparo lo sacó de sus pensamientos y observó como Lottie agarraba un par de flechas para ponerlas en su cinto colgando.
—A Ashley le encantará esto—murmuró ella y levantó la mirada hacia Leon—. ¿Qué?
—Solo intento saber qué es lo que pasa por tu cabeza—añadió él ladeando su cabeza a un costado, mientras que la pelirroja se cruzaba de brazos—. Has estado muy callada.
—Es por que estamos en una misión—replicó Harmon haciéndolo obvio—. Me gustaría estar unos pasos más adelante que Salazar. Di le declaré la guerra a un culto por quemar su tapete, lo haré bien.
—Ese desconocido que te tiene "comprometida" emocionalmente es...¿bueno contigo?
Charlotte sonrió antes de bufar—Lo mejor de lo mejor, no podría haber pedido una mejor persona como él.
—¿Y te tiene tan distraída?
—Es un sentimiento que había percibido antes, pero tal vez estaba demasiado negada a darme cuenta—dijo la pelirroja y le alzó una ceja al rubio—. ¿A qué vienen esas preguntas?¿Ahora eres el detective Kennedy?
—Ajá y el detective Kennedy piensa que le estás ocultando algo más—asintió el rubio.
—Nope, tú sabes todo de mí. No estoy ocultándote nada.
Aún así, él no se daba cuenta, pero Lottie era un libro abierto solo para él.
Los dos agentes cruzaron una puerta de madera y entraron a un salón que tenía un piso descubierto, el cual mostraba un piso inferior y allí Lottie vislumbró a una muchacha rubia. Ella golpeó a Leon, quien soltó un gruñido ante el súbito golpe y la pelirroja señaló en silencio a Graham; aún atrapada en aquella trampa. Escucharon que una puerta se abría y los dos agentes se giraron, encontrándose con Luis Sera en el umbral de la puerta.
—¡Eh, chavales!—exclamó este animado—. ¡Ya lo tengo!
Luis Sera estaba dispuesto a darles la muestra a ellos.
Y todo pasó muy, pero muy rápido.
En un momento, Luis estaba bien, pero en otro fue empalado por una aguja muy gruesa de hueso sujeta a una extremidad que lo levantó en el aire; provocando una herida grave en su pecho, justo en el corazón y los dos agentes se quedaron paralizados ante el súbito suceso. El hombre de cabellos castaños soltó un grito de agonía, ahogándose en tanto dolor sufrimiento, que culminó con soltar un artefacto que tenía una muestra del parásito dentro, terminando en la mano de Osmund Saddler — el dueño de tal monstruosidad que terminó lastimando a Sera.
—¡Luis!—exclamaron los dos.
Era tarde.
Charlotte y Leon sabían que era tarde.
El cuerpo de Luis Sera cayó al suelo en seco, empezando a dejar un charco de sangre que empezó a crecer cuando los agentes se acercaron. Lottie y Leon lanzaron miradas de odio hacia el líder del culto, quien sonreía de manera tan satisfactoria ante su victoria.
—Ahora que tengo la muestra—declaró Osmund mirándola antes de dirigir la mirada a Sera—. Tú y tu hermana ya no me servís de nada.
—¡Considérate hombre muerto, Saddler!—exclamó Leon enojado.
Lottie empezó a ejercer presión en el pecho del mayor de los Sera, buscando frenar el sangrado, pero la misma teñía sus guantes y dedos de rojo, lo cual produjo nauseas a la pelirroja.
Saddler soltó una carcajada—Mi chico, Salazar, se encargará de que vosotros tengan el mismo destino.
Leon estuvo a punto de perseguirlo, siendo detenido por Lottie, quien le imploró con la mirada que se quedara. Enfadado, él obedeció, agachándose junto a Luis.
—Diablos, hay mucha sangre...—murmuró Lottie intentando de no sonar nerviosa—. ¿Luis? Luis, vamos, quédate con nosotros.
—Mi hermana y yo somos investigadores, contratados por Saddler—espetó débilmente el español con su último aliento—. Debí haberle hecho caso, vaya que soy menudo capullo...—empezó a reírse—. Saddler averiguó lo que tramábamos...
—No hables—ordenó Leon antes de mirar a Lottie—. Pon más presión.
—Es todo lo que puedo hacer—dijo ella.
Luis les apartó de un manotazo y le entregó a Leon una pequeña botellita de medicamentos—Aquí, esto...e-esto debería contener el c-crecimiento del parásito—mostró dificultad para enfocarse—. La muestra de Las Plagas...Saddler la tiene. P-Pero...hay alguien más que la está buscando, un hombre...—escupió sangre—. Su n-nombre es Taldon y es peligroso...no sabemos cuáles son sus intenciones. Debéis recuperar la muestra...—respiró de manera entrecortada—. Encontrad a Nora, sacadla de aquí y díganle...
Lottie vio las pupilas de Luis dilatándose, hasta el punto de no moverse y su cabeza cayó en el charco de sangre. La pelirroja dejó de ejercer presión en la herida para poner dos dedos en el cuello del castaño y, lamentablemente, no encontró pulso o respiración. Así fue como ellos lo vieron: así fue como Luis Sera murió en los brazos de ambos, con una advertencia y con otra misión.
—¡MALDITA SEA!—exclamó Leon enfadado.
La pelirroja cerró los ojos de Luis, levantándose para poder dejar el cadáver allí. Leon le lanzó la pequeña botella con fármacos, la cual ella miró las píldoras que había dentro, una promesa para su posible salvación, a pesar de tener un camino recorrido con sangre y tormentas.
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Ashley Graham demostró ser una mujer muy habilidosa, más a sus veintiún años de edad y más siendo utilizada en situaciones donde ella debía estar bajo presión. Charlotte le compadecía, en cierta forma, ya que Graham aún seguía siendo un objetivo y a pesar de que ella había probado varias veces que podía defenderse — aún no estaba preparada para defenderse por su cuenta. Leon se había encargado de sacarla de aquella prisión que la mantenía inmovilizada, a pesar del miedo que calaba los huesos de Ashley en aquel momento luego de ser victima como lo fue el hijo de Guillermo Tell cuando su padre debía disparar la flecha y acertar en la manzana. Kennedy poseía una excelente puntería, de eso no había duda, así que Ashley decidió confiar en su juicio. Al ser liberada, ella cayó de bruces al suelo, soltando un gruñido antes de regular su respiración agitada. Leon bajó el rifle, mirando hacia Charlotte quien estaba agachada a su lado, expectante.
—¿Estás bien, Ash?—le preguntó la pelirroja.
La rubia se levantó pesadamente, tomando el arco en sus manos.
—¿Quisieron hacer una demostración al modo de Guillermo Tell?—les espetó Graham poniendo ambas manos en sus caderas—. Hablando de experiencias cercanas a la muerte.
—Tranquila, Ash, este idiota lo tenía controlado—añadió Harmon.
—Mejor que tú, claro—masculló Kennedy y recibió un codazo en su pierna.
—Ahora, ¿cómo yo llego ahí?
Leon se agachó junto a Charlotte—Mira a tu alrededor, dinos lo que ves.
Ashley empezó a analizar la habitación, topándose con dos puertas de metal a sus costados y una de madera al final del pasillo. Ella fue rápida en distinguir las puertas que no podían abrirse, su mirada fijándose en la de madera. Los dos agentes ya eran más que conscientes que el culto no se los pondría nada fácil, más cuando varios apóstoles se aparecieron en un terreno donde no podían proteger a Ashley físicamente, si no que podrían cubrirla hasta que ella buscase una manera de salir. Luego de esperar al menos unos veinte minutos allí, la muchacha de cabellos rubios cortos se apareció cruzando un umbral, sonriendo abiertamente hacia ellos antes de correr a su dirección. No se esperaron el gran abrazo que la rubia les dio a ambos, pero fue bien recibido por los agentes.
—Lo hiciste bien, ¿eh?—le dijo Leon.
—Huh, lamento sí...—se disculpó la rubia apenada, separándose de ellos—. Estaba asustada y no sabía sí...
—Te entendemos, Ash—señaló la pelirroja mirándola con calidez—. El miedo a veces nos hace tomar decisiones desesperadas y es normal, pero debes aprender a controlarlo.
—Escuché un estruendo antes de que los viera, ¿qué fue eso?—añadió Ashley confundida y ladeó su mirada en el charco de sangre, donde se encontraba el cadáver de Luis Sera—. Oh, Dios mío. ¿Quién...?
—Saddler—dijeron los dos agentes al mismo tiempo.
—¿Dónde...?¿Dónde está su hermana?
Leon negó—No lo sabemos, pero nos dejó un fármaco para detener el crecimiento del parásito.
—Entonces, no nos queda más opción que salir de aquí, ¿verdad?—preguntó Graham.
—Exacto, debemos salir de aquí, más cuando hay otras personas peligrosas aquí—respondió Charlotte antes de mirar el cadáver de Sera—. Según Luis, hay alguien peligroso rondando en el castillo y no sabemos sus intenciones. Así que mi sugerencia es que busquemos una salida e intentemos entablar contacto con Hunnigan.
Al no tener otras opciones, el trío de americanos decidió avanzar en el castillo, demostrando que aquel lugar era un matadero viviente por la cantidad de trampas que había allí. Ashley se quejó por ello, ya que ninguna de ellas servía para poder matar a tan insignificante hombre como lo era Salazar y los agentes podían coincidir con ella en ciertos aspectos. Al avanzar, se toparon con una carta, la cual estaba escrita a mano por el propio Salazar — declarando que Luis Sera había sido eliminado, justo a mano de Saddler, dejando en claro que la muestra estaba en manos del propio líder; en un lugar seguro. Ramón mencionó que la muchacha Sera era el siguiente objetivo, al igual que el trío de americanos, dejando en claro que los otros dos intrusos más se les haría difícil encontrar la muestra.
El castillo había sido invadido y Los Iluminados estaban perdiendo el rumbo.
—Nuestro anfitrión nos detesta—mencionó la pelirroja.
—Pues le haremos el favor de matarlo—dijo Kennedy mirándole fijamente—. Y será un placer hacerlo.
—Tendríamos que buscar a Nora también—añadió Ashley alternando su mirada en los dos—. Si ella es el siguiente objetivo...
Lottie apretó sus labios—Nora puede estar en cualquier lugar de este maldito castillo. Ella debe conocerlo mejor que nosotros.
El trío entró en una habitación con suelo de mármol y dispuesto por colores negros con blanco, como si fuese un tablero de ajedrez. Había tres botones a presión en el suelo, mientras que el restante estaba siendo utilizado por una estatua de caballero de hojalata. Lottie se fue a parar en uno, hundiéndose un poco por el peso de su cuerpo y la muchacha de cabellos rubios la imitó, poniéndose de manera paralela a ella. Leon se les unió en el que faltaba y una puerta al final de la habitación se abrió, revelando un individuo muy pequeño mirando una pintura barroca.
Salazar estaba justo frente a ellos.
—Hola, enano idiota—espetó la pelirroja apuntándole con su pistola.
Ramón chocó ambas manos—Creo que ya habéis vivido más que suficiente.
—Y tu vida está a punto de expirar—señaló Leon.
—Por favor, no me hagáis reír—añadió el noble rodando los ojos y levantó su mano—. Veamos si conseguís sobrevivir esta vez.
La puerta por la que entraron se cerró abruptamente a sus espaldas, mientras que Salazar escapaba por otra puerta. Del techo salieron puntas afiladas y este comenzó a descender hacia ellos, sin dejarles otra salida.
—¡¿ES ENSERIO?!—exclamó Ashley.
Leon y Lottie se unieron, observando a todos lados de la habitación, mientras que Ashley los miraba a ellos intentando de detener la trampa en donde se metieron. La pelirroja halló dos botones rojos entre las espinas de metal, codeó a Leon y se las señaló con la mano para luego proceder a dispararlas. Ashley también sacó el arma, buscando esos mismos botones que resultaban estar justo encima de ella. Apuntó y apretó el gatillo, destruyendo otra que terminó por parar la trampa por completo — lo cual sacó un gran suspiro de alivio entre los presentes.
—Eso...estuvo cerca—espetó la rubia.
—Demasiado cerca—añadió Lottie antes de mirar en dirección a la puerta—. El enano escapó por allí.
—Y dudo que haya avanzado más de la cuenta—acotó el rubio con su arma en alto—. ¡Vamos!
Al proceder al siguiente pasillo, el trío corrió hacia una de las puertas que estaba abierta y Leon fue el primero en pasar, antes de que la puerta se cerrase frente a las narices de Graham, dejando que unos simples barrotes se interpusiesen como obstáculo para evitar que las dos chicas continuasen. Detrás de ellas salió una excavadora, rompiendo una de las paredes y las dos mujeres se retrajeron contra la puerta y Leon exclamó algo a sus espaldas, pero el ruido de la excavadora era más alto. Los apóstoles avanzaban cada vez más, mientras que Lottie buscaba alguna palanca para poder bajar o tener algún tiro limpio.
No había salida.
—¡Abajo, las dos!—exclamó Leon.
Las dos se agacharon, esperando a que el rubio abatiese a los dos conductores — hasta que vieron al primero caer. Leon disparó las siguientes veces, sin darle al objetivo y Charlotte sabía muy bien que no debía permitir que Ashley muriese. Si uno de los dos no podía conseguirlo, eso significaba seguir con el que quedaba y si Charlotte debía morir en ese momento para permitir que Ashley viviese, lo haría por el bien de la misión. La pelirroja abrazó a la rubia, interponiendo su cuerpo y cerrando los ojos con fuerza; hasta que alguien las empujó hacia atrás, alejándolas de la excavadora que terminó trabándose con la pared. Lottie abrió los ojos, encontrándose dentro de la habitación llena de piedra y Ashley buscó calmar su respiración.
—¿Por qué...?—preguntó ella mirándola—. ¿Por qué te interpusiste?
Lottie se separó de ella—Le prometí a tu padre que te devolveríamos a casa a salvo. Si llegase al caso que debamos interponernos para que no sufras daño, lo haremos y si uno de nosotros muere, el otro avanza con la misión.
—No puedes estar hablando en serio—contraatacó Ashley.
—En cierto modo, ella tiene razón—replicó el rubio colgándose su rifle al hombro—. Intentaremos que eso no suceda, pero no dudaremos en poner nuestras vidas ante el peligro de que mueras.
—Por que esto es lo que nos mantiene vivos—añadió la pelirroja antes de mirar a Leon—. El estar para el otro.
Leon sonrió de lado y caminó al frente, dirigiéndose a un cofre que estaba encima de un pedestal. Lottie lo siguió con la mirada, dejando que Ashley alzase una ceja ante la relación que tenían los dos agentes juntos: parecían ser muy amigos, juzgando de haberlos conocido hacía horas, pero la química que había entre ellos por como trabajaban y por como se comportaban era...diferente a lo que ella había visto antes en una relación, a pesar de estar en un entorno completamente hostil, Ashley demostró ser bastante intuitiva con ciertas situaciones. Había algo más que pasaba entre ellos y Lottie le había dado una buena pista, así que se acercó hacia ella.
Ashley sonrió—Se nota que son muy buenos amigos.
—Lo somos.
—¿Estás segura de eso?—inquirió la rubia alzando una ceja, en voz baja—. Parece que hay algo más en esas dos palabras.
—Es posible, sí—añadió la pelirroja mirándola de reojo—. ¿Por qué lo preguntas?
—Por que tienes muchas ganas de estar con él, pero no puedes.
Eso era demasiado acertado.
—¿Hay otra?—murmuró Ashley.
Lottie asintió.
—Nunca pierdes al amar, Lottie—le dijo Ashley dándole un apretón a su mano—. Solo pierdes al reprimirte y eso demostró ser horrible para una persona que no logró decir lo que tenía para decir.
—Pienso que él es mi alma gemela.
Ashley miró en su dirección—Entonces, no dejes que alguien más detenga lo que tú sientes.
—¡Chicas!—exclamó Kennedy a lo lejos—. ¡Encontré una salida!
Charlotte asintió en dirección a Ashley antes de salir trotando hacia donde Leon las estaba llamando. El rubio portaba dos copas, una de color rojo y de oro, junto con otra azul. Al posarlas, una gran reja se levantó, permitiéndoles la entrada hacia una puerta gigante. Los tres se quedaron en silencio, atravesando la puerta gigante que los llevó a un duomo de piedra. En el medio había un gran capullo, el cual ellos decidieron no atacar y prosiguieron hacia la siguiente puerta — al menos con una gran intención. Repentinamente, los dos fueron lanzados a un lado, mientras que un bicho gigante con alas, el cual vieron durante su visita a las alcantarillas del castillo, tomó a Ashley para llevársela volando.
—¡Maldita sea!—exclamó Lottie corriendo hacia ella.
—¡HEY, SUÉLTAME!—gritó Ashley alejándose de ellos—. ¡AYUDA!
—¡Ashley!—exclamó Leon mirando hacia arriba.
Como si fuese a tiempo, más de esos zumbidos se acercaban y los dos agentes se pusieron alerta, estando más al limite que antes. Si Ashley terminaba en manos de Salazar otra vez, acabarían perdiendo, pero a Lottie no le importó ser la primera en apretar el gatillo.
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