IV

Disclaimer: Ni Hetalia ni el Universo Alterno me pertenece. Sólo soy poseedora de la obra que van a leer.

Avisos: (En prólogo)

Parejas: (En prólogo)

N/A: Dije que habría Itapan no (〜^∇^)〜

-No dirás falso testimonio ni mentiras.-

Ese día la sonrisa de Feliciano no desapareció.

Ludwig.

Luuuudwig.

Un nombre muy lindo, eso pensaba él.

A pesar de la cara en blanco del Demonio cuando le dijo su apellido (Lo cuál Feliciano no entendía) no hubo más incidentes.

El único que sabía sobre estos... "Paseos" en el mundo humano era su mejor amigo, Kiku, un ángel de la Protección que era calmado y paciente.

¿Por qué Lovino no sabía?

Oh dios, si se enterase... ¡Sería el fin del mundo!

Lovino siempre había sido sobreprotector y tachaba toda conducta de su hermano como peligrosa y sin sentido, sí, aunque sólo acariciase a un pequeño conejo.

Ya sé lo que pensaréis: "¡Eso es demasiado!" Pero después de perder a toda su familia, con Romeo prácticamente sin pasar por casa, Feliciano era lo único que le quedaba (A pesar de comportarse como un bastardo con él.... Era su personalidad, lo juro)

Y sería aún más fin del mundo si se enterase de que lo que comía su mente era exactamente eso, un demonio.

Años atrás había tenido varios romances con ángeles, y aún siendo esto mismo, su hermano le prohibió verlos, diciendo que eran una mala presencia. Tenía suerte de que al menos toleraba a Kiku.

¿Qué se le iba a hacer?

Hablando de otro tema, las quedadas entre el demonio y el ángel aumentó de cantidad y duración, llegando a pasar días juntos, empezaron a conocerse, Feliciano aprendió sobre la raza contigua y Ludwig sobre confiar en otra persona (Siendo enemiga o no).

Y bastantes semanas habían pasado, su relación de había vuelto más fuerte... Ese día, fue El día.

Tras pasar una tarde paseando por el bosque (Que se les estaba quedando pequeño) volvieron al claro, y mientras se despedían, ocurrió.

-Ha sido un agradable paseo Lud.

-Supongo que sí.- Sonrió levemente el rubio.- Lo fue.

-Espero que sean así todos los demás.

Ludwig suspiró y asintió sintiéndose derrotado.

-Bueno... Adiós, Lud.

El ángel, recopilando toda su valentía, se puso de puntillas y dejó un casto beso sobre los labios del Ser Oscuro.

Ludwig tardó varios minutos en analizar lo que había ocurrido, para después colorear todo su rostro en un color rojo brillante.

Cuando su cerebro volvió a trabajar, vio como Feliciano se alejaba rápidamente, también sonrojado.

-¡Feliciano!

El ángel se detuvo, paralizado.

-¿V-Ve...?

-Mañana. A las cuatro. En la colina.

No pudo formar una frase completa, pero el pequeño la entendió perfectamente.

El italiano se dio la vuelta lentamente, con la gran sonrisa adornando su coloreado rostro.

-¡S-Sí!

Después salió corriendo hacia el portal, pasando a través de él ya por inercia, tapándolo y tumbándose en la cama.

¡Lo había hecho!

¡Había besado a Ludwig y no había sido rechazado!

No fue algo muy romántico, tan solo un roce de labios, pero todavía podía sentir la electricidad en su boca y ese temblor en sus dedos.

Por otro lado, Ludwig pasó sus manos en el lugar donde Feliciano le había besado, sorprendiéndose ante la suavidad del Ángel y su locura.

-Esto lo hace aún mas difícil... Maldición Feliciano...

~Le time skip ლ(́◉◞౪◟◉‵ლ)~

Feliciano estaba en La Gran Casa, esperando por soldados heridos para curarles con la compañía de Kiku.

-Me alegra que se haya atrevido, Feliciano.- El ángel pelinegro movía varias cosas de los estantes, con aspecto triste e incluso molesto, aunque no parecía rechazar la conversación con su amigo.

-¡Lo sé...! Pero...

-No se desanime, se supone que el pesimista aquí soy yo.

-Kiku, por favor....- Se rió Feliciano.

-Feliciano.- Lo llamó Elizabetha.- Tienes pacientes.

-¡Voy, adiós Kiku!

-Adiós...- Se despidió cuando el otro ángel ya había salido de la sala.- Feli...

Cuando entró al salón vio a cuatro soldados en camillas y dos de pie; uno de ellos siendo Lovino.

-¿Lovi?¡¿Te ocurrió algo?!

-¡No grites, maldición!

-Lo siento...

Se dirigió a los heridos en las camillas, curándoles rápidamente.

-Ahora...- Ayudó al compañero de Lovino, el cual se había mareado y sentado.

Después de unos minutos, el mismo ya estaba mejor, y, agradeciendo al Ángel curandero, salió despidiéndose de Lovino.

-¿Qué ocurrió?- Preguntó preocupado al tiempo que estaba a su hermano.

-Lo mismo de siempre...- Contestó con desgana mientras el otro le quitaba la camisa y las vendas.

-¿Un ataque sorpresa?

-Sí... Esos bastardos nos pillaron sin nada... ¡Auch!¡Ten más cuidado idiota!

-¡Lo tendría si no dejases de moverte!

Lovino refunfuñó mientras dejaba que su hermano le curase.

-Por cierto...- Comenzó el mayor.

-¿Ve?

-¿Donde estabas ayer?

Feliciano se detuvo.

-¿Ve?

-Ayer volví a casa a las siete y no estabas. No es normal que te vayas sin dejar una nota o algo así.

Lovino miró al pequeño acusador.

-Yo...- Sabía que estaba mal, pero...- Estaba en casa de Kiku.

-¿Mmh?

-Nosotros teníamos que hacer... Un regalo a Eliza por su cumpleaños y....

-Ya veo...- Perdió el interés.

Feli suspiró aliviado, mientras un peso de culpa se estancaba en su corazón.

"Le he mentido..." Pensó.

Entonces...

"¿Por qué no me siento del todo mal...?"

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