II

Disclaimer: Ni Hetalia ni el Universo Alterno me pertenece. Sólo soy poseedora de la obra que van a leer.

Avisos: (En prólogo)

Parejas: (En prólogo)


-Santificarás las fiestas.-

Sabía que estaba mal, oh Dios, sí lo sabía, pero...

Todos los ángeles, incluido su hermano y antiguo tutor, se encontraban en la Plaza de la Santidad, celebrando Santa María.

¿Qué por qué él no? Fácil, se había escapado.

Esto en realidad viene de antes.

Feliciano siempre quiso saber como era la Tierra.

¡Había oído tanto de ella!

Los Ángeles Guardianes compañeros de su hermano le habían contado de bosques infinitos, aguas transparentes y animales gigantes, mientras que Lovino siempre le repetía que ese mundo era cruel y oscuro.

El impulso de viajar allí era tanto que no se creía que lo estuviese haciendo realmente.

-Oh por el amor de Dios...

Se repetía a sí mismo mientras terminaba de dibujar en la pared de su cuarto el portal que lo llevase a la Tierra.

Desde la primaria ellos aprendían como dibujarlos, para ir a diferentes sitios del cielo, pero no el de la Tierra o del Infierno.

Con tan solo escuchar ese nombre escalofríos bajaban por la espalda del ángel.

Había tenido que hacer bastantes favores hasta que consiguió los planos del portal.

Realmente era más complicado que los normales, teniendo un intrincado antiguo y misterioso, delicado y esmerado.

¿Cómo se lo había ocultado a su hermano?

Fácil, había colgado una pintura gigante en la pared.

La pintura la había hecho con lágrimas de ángel, sangre de elfo y polvo de hadas, cortesía de Kiku. El pincel, sin embargo, lo había hecho con cabello de sirena (El cual había pedido amablemente, y agradecido de la misma forma)

Sólo le faltaban las palabras para abrir el portón al Otro Mundo, y estaría allí.

-Aperi te ipsum mihi de mundo peccatum et voluntas; et quia opus humanum debet. (((((

Una luz recorrió cada línea dibujada, iluminando toda la habitación y el rostro de Feliciano.

La pintura parecía vibrar y moverse sobre la piedra, llamándole.

Feliciano posó una mano sobre ésta y el mismo brillo la tragó, tirando del él hasta que todo su cuerpo quedó engullido por la luz.

Todo era blanco hasta que un tacto suave y mojado tocó sus pies descalzos, el joven (Ya no tan joven) cerró los ojos sintiendo un olor fresco, una brisa acarició su piel erizándola, moviendo la tela que le cubría levemente, estiró su alas ante este contacto y por fin abrió los ojos, viéndose ante un ejercito inmenso de árboles y flora.

La sonrisa de Feliciano creció y dio unos pasos, miró abajo y era todo verde, arriba y todo era azul, llevado por la emoción dio vueltas sobre la ahora descubierta hierba hasta que tocó con su mano la madera de los árboles.

Dos pequeñas ardillas salieron de su escondite y se posaron en el hombro del ángel, mostrando su confianza ante el extraño.

El ángel rió melodiosamente, acariciando la cabeza del pequeño animal.

-Tenían razón después de todo...

Caminó escuchando los pájaros cantar y disfrutando el aroma de las flores que asomaban entre las hierbas, recordando donde estaba el portal, después de todo no quería perderse.

Paró su paseo al escuchar unos quejidos poco animales y muy humanos, congelándose de miedo.

¡No podía dejar que un humano le viese!

Se escondió tras un árbol, teniendo vista panorámica de un gran claro que era iluminado por la luz suave del atardecer, no parecía haber nada.

Feliciano se tranquilizó pensando que todo era producto de su imaginación, y cuando estaba a punto de salir de su escondite, un grupo de conejos salió huyendo, asustando al ángel.

¿De qué o quién huían?

Se asomó y vió como una figura vestida de rojo y negro prácticamente se arrastraba por la hierba, un reguero de sangre caía a su paso y de él salían los quejidos.

Feliciano se tapó la boca para no gritar, como un acto reflejo.

La sombra parecía haberse detenido y caído sin fuerzas, y el italiano pudo ver que la sangre provenía de una herida bastante profunda en su estómago y otra en su hombro.

El extraño se quitó la capucha que lo cubría, mostrando un rostro masculino y esculpido, cabello rubio levemente despeinado por la batalla que parecía acababa de perder.

Unos ojos celestes como el cielo se abrían y cerraban con pesadez, la piel pálida manchada con sangre y tierra, definitivamente algo demasiado hermoso como para ser humano.

Feliciano, en un acto inconsciente por su tarea diaria, salió corriendo a ayudar al anónimo, dejando atrás todo el miedo que ese imponentehombre le provocaba.

-Oh por los cielos... ¿Se encuentra bien?¿Necesita ayuda? Son heridas profundas, podrían tardar en sanar...

Una sarta de frases empapadas en preocupación salieron de la boca del ser de Luz mientras de acercaba.

El extraño se sorprendió y trató de alejarse, abriendo más sus heridas.

-¡No hagas eso!¡Será peor!

Por fin el rubio se dignó a mirar al otro, con la certeza de asustarle o, si se ponía complicado, matarle incluso.  Aún herido era más fuerte que un ser humano.

Pero al hacer contacto ojo con ojo, se congeló.

Ante su mirada había un chico de cuerpo pequeño y femenino, de rostro redondo y limpio, ojos de oro y cabellos de ébano; la inocencia y hermosura personificada, le dejó sin habla, a él, a un sucio y rastrero Demonio, era el ser más bello que jamás hubiese visto.

-¡No tenga miedo!¡No le haré daño!

"Claro que no lo harás", pensó; "No pareces ser capaz de herir a un insecto siquiera", pero se quedó callado.

Aquello no era un humano, ¿verdad?

Un mortal jamás tendría esa aura de calidez y alegría.

-Por favor, déjeme ayudarle...

Con cuidado el pequeño ser descubrió su abdomen y hombro izquierdo, revisándolos.

El demonio dudaba... No parecía un íncubo², a pesar de su belleza, tampoco un elfo pues no parecía ser del bosque... ¿Una ninfa...? A pesar de su figura era claramente un hombre...

¿Entonces?

Solo quedaba una opción...

Cuando el Ser Oscuro dejó sus pensamientos ya no sentía dolor en su hombro ni en ninguna parte de su cuerpo.

Miró su vientre; ya no había herida.

-¿Te sientes mejor?

La mirada de duda del rubio pasó a una fría y de rabia.

-¿Q-Qué?

Tomó al ángel por los hombros y lo estampó contra él árbol en el que había estado apoyado.

-¿Por qué me has ayudado?¿Qué pretendes?¿Con quién estás y como me has encontrado?

-¡No me haga daño, e-estoy solo y le vi herido, así que...!

¿No tenía segundas intenciones? No parecía mentir, aunque si algo había aprendido de los ángeles es que eran manipuladores y mentirosos.

-Mientes.

-¡No lo hago...!

Los ojos del pequeño se llenaron de lágrimas de terror y angustia, no podía morir así.

-Lo repetiré una vez más... ¿Qué has hecho y por qué lo hiciste?

-Yo...- El ángel respondió entre sollozos.- Le vi herido y... Sólo le curé... Parecía realmente doloroso....

El demonio se quedó callado. Decía la verdad.

¿Había ayudado a un enemigo solo porque, "parecía doloroso"...?

El rubio se calmó y peinó su cabello para atrás, soltando al pequeño y dejándolo ir.

-¿Acaso sabes qué soy?

El de cabello anaranjado negó, todavía asustado.

-Soy un Demonio.

¹: Ábrete a mi, mundo del pecado y el placer; para mi destino humano y necesario. (Traducido al latín por medio del traductor de Google, estate orgulloso profesor de Latín)

²: Un súcubo de sexo masculino. (Íncubo es un  demonio masculino en la creencia y mitología popular europea de la que se supone se posa encima de la víctima femenina durmiente, para tener con quien duerme, de acuerdo con una amplia cantidad de tradiciones mitológicas y legendarias.)

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