Venganza
La pregunta estaba en el aire, suspendida, esperando una respuesta, los ojos de Hermione le miraban tratando de descifrar sus pensamientos. Quería evadir esa mirada, hacia mucho que no pensaba en ellos con el mismo odio, pero era otra historia muy distinta perdonarles.
-No sé. No sé si pueda perdonarlos. -Fue sincero.
Hermione no deseaba presionarlo, sabía lo difícil que era, él tenía un carácter orgullos que le impedía perdonar del todo. -Te entiendo. -Dijo comprensiva ocultando la decepción que sentía. -Yo si voy a ayudarles. -Fue lo último que dijo antes de comenzar a cambiarse con prisa.
La miraba caminar de un lado a otro, mientras en no lograba aclarar sus pensamientos, no quería dejarla ir, quería estar a su lado, apoyarla a ella, pero pedir que ayudara a aquellos que tanto habían lastimado a ambos era demasiado.
Pero algo le hizo replantearse las cosas, le basto ver la cicatriz en el cuello de su mujer mientras se abotonaba la blusa para recordar que quizás era el menos indicado para juzgar a nadie. -Voy contigo. -Le aviso poniéndose de pie y vistiéndose rápidamente, ella sonrió llena de felicidad.
Draco aun se debatía internamente entre ayudarlos o no, pero sin duda sería capaz de hacer cualquier cosa que Hermione le pidiera. Él no podía juzgar a nadie, quien era él para hacer de juez cuando cometió tantos errores en su pasado y a pesar de todo ahora su leona estaba a su lado dándole un perdón que quizás no merecía, que no había pedido y sin embargo, le había concedido.
Cuando estuvieron listos se aparecieron a una distancia prudente de la madriguera, tocaron a la puerta y Molly les abrió, tenía los ojos rojos de tanto llorar y en cuanto reconoció a Hermione la abrazo buscando un poco de consuelo, en su apuro ni siquiera había notado que iba acompañada.
-Molly lo siento mucho. -Fue lo único que se le ocurrió decir en ese momento a la castaña sin dejar de abrazarla para reconfortarla.
La pelirroja sollozaba y cuando por fin la soltó noto a su acompañante. -Por favor pasen. -Dijo un poco cohibida, los condujo a la pequeña sala donde estaba reunidos la mayoría de los Weasley, Arthur, George, Bill y su esposa Freu, Percy y Penelope, Harry y Ginny todos lucían abatidos y preocupados por los recientes acontecimientos.
Todos saludaron afectuosamente a Hermione, mientras que a Draco lo saludaron con reservas a penas con un movimiento de cabeza, solo la pelirroja menor estrecho su mano al igual que su marido.
-¿Cómo ocurrió? -Trato Hermione de lo sucedido.
-Ayer Astoria fue al callejón Diagon, se reuniría con Ron para hacer algunas compras, pero nunca llego a Sortilegios Weasley, la encontraron desmayada y sin rastros del pequeño, aun no despierta esta en San Mungo. -Fue Harry quien les informo.
-¿Han pedido rescate o se han comunicado con ustedes? -Pregunto Malfoy
-No nada, eso es lo extraño, nadie se ha comunicado, y no parecen haber motivos que justifiquen el secuestro, no se encontró rastros de magia oscura en el lugar.
-Acostumbraba Astoria salir con su bebe al callejón sola. -Pregunto de nuevo Hermione.
-Todos los viernes se encontraba con Ron afuera de su trabajo para hacer las compras de la semana. -Le contesto entre lágrimas la Señora Weasley.
En ese momento llegaba por la chimenea Ron, lucia palido y ojeroso, tenia los ojos rojos y el rostro lleno de tristeza, angustia y desesperación.
-¿Cómo está Asty? -Se adelanto su madre a abrasarlo mientras le preguntaba por su nuera.
-Ya despertó, pero tuvieron que sedarla de nuevo tuvo un crisis nerviosa al no encontrar a Fred. Dice que no recuerda nada de lo ocurrido solo una luz brillante antes de perder el sentido.
Draco se mantenía imperturbable, serio y frio, pero no soltaba la mano de Hermione, se sujetaba para darle su apoyo, la conocía demasiado bien, ella no era capaz de guardar rencor y a pesar de todo lo que le hicieron Ron y Astoria, saber que estaban pasando por una pena tan grande la conmovía y hacia que olvidara todo y que estuviera dispuesta a ayudarles en lo que fuera.
Esa era la verdadera lealtad que distinguía a los Gryffindor, la lealtad que no supo valorar Ronald Weasley, la lealtad que llevaba a Hermione a olvidar las viejas afrentas y estar dispuesta a tenderles la mano.
Ron a penas fue consciente en ese momento que ahí se encontraba Hermione, y que no estaba sola, fue fácil notar al único rubio platinado de la sala, el mismo que tomaba de la mano a la que había sido su esposa. Sin embargo, era demasiado el dolor y la angustia que sentía en esos momentos para albergar otro tipo de sentimiento en su interior.
Su hijo, su pequeño había sido secuestrado y no sabían en manos de quien estaba o en qué condiciones se encontraba, solo agradeció en silencio su presencia, agradeció que a pesar de lo estúpido que había sido estuviera ahí, mirándole con esos ojos limpios de reproches, comprensivos y consoladores.
Solo miro a Malfoy por unos segundos, esperaba que estuviera riendo, burlándose de sus desgracias, regocijándose del dolor que sentía, quizás pensaba que se merecían lo que les estaba pasando, por ser unos despreciables infieles. Pero no fue así, estaba serio le miraba sin expresión alguna, pero no se burlaba, no parecía disfrutar de su dolor y su angustia, solo tomaba la mano de Hermione y la miraba de vez en vez tratando de adivinar sus pensamientos.
Desde hacía mucho Ron sabia que eran pareja, después de todo era un secreto a voces y fue el mismo Harry quien le comento la veracidad de esa información, al principio se resistía a creerlo por completo, tratando de justificar las acciones de Hermione como resultado de una anhelada venganza, pero conocía demasiado bien a su ex mujer, para saber que ella no sería capaz de cosas tan bajas.
Le dolió mucho confirmar lo que tenia tanto tiempo negándose, pero no era momento para seguir lamentando sus malas decisiones, le dolía si, pero se trago todos esos sentimientos para poder darle a Astoria una buena vida, una vida alejada de esos fantasmas que lo estaba atormentando.
Todavía recordaba el día que había nacido su pequeño Fred, fue el día mas feliz de su vida, tener en sus brazos ese pequeño pedacito de vida era algo mágico, milagroso y sublime. Antes de llevarlos de regreso a su casa, tomo una decisión.
Fue a la pequeña biblioteca, esa en la que Hermione se pasaba largas horas sumergida en sus libros y sus recuerdos, quito de la pared principal esa foto donde estaba bailando su primer vals como esposos y lo metió a un baúl que estaba empleado mágicamente, allí mismo puso todas esas fotos que hablaban de su vida, todas esas imágenes que habían inmortalizado los grandes momentos de su vida, sus luna de miel, las vacaciones con los Potter, su boda, todos esos preciosos instantes que ahora atesoraba en su corazón.
Guardo todo con cuidado, sin prisa recordando conforme guardaba las fotografías esos momentos, se permitió llorar, pero eran lagrimas distintas, lagrimas de despedida, esas que no había derramado ante sus lamentaciones y que tenia atoradas en sus pupilas desde hacia tanto tiempo. Solo conservo una foto que coloco sobre la chimenea de la sala, en ella estaba tres niños de once años en su primer año de colegio, Harry, Ron y Hermione en medio, uniéndolos, cuidando de ellos a su manera, manteniéndolos juntos siempre.
Limpio la casa de recuerdos, guardo la ropa de Hermione con cuidado en ese mismo baúl, todas esas cosas por las que nunca regreso y de las que no se había desecho para aferrarse a su recuerdo, pero había llegado la hora de desprenderse de ello. Pronto llegaría su mujer con su hijo, con su primogénito y les debía una vida limpia y libre de recuerdos.
Cerro ese baúl dejando dentro su arrepentimiento, la culpa, los malos momentos, solo en su corazón conservo ese amor que ya no le hacía daño, ya no después de ver el rostro regordete de su hijo, ese angelito de ojos azules y cabellos rojizos, de mejillas regordetas y blanca piel, que le robo la vida con una sonrisa.
Pero ahora el centro de su vida no estaba y su mujer estaba desecha, como podía hacer para recuperar a su hijo si no tenía ni idea de quien lo tenía. Estaba desesperado, afligido y perturbado se separo de su madre y comenzó a caminar de un lado a otro como un animal enjaulado, no sabía qué hacer para encontrar a Fred, no sabía si volvería a verlo.
-Intenta calmarte. -Le pidieron.
Nada entendía de razones, estaba desesperado golpeo con el puño cerrado la pared hasta sangrase los nudillos.
-Basta. -Le pidieron de nuevo y Harry lo sujeto por la espalda para que no siguiera. Pero estaba fuera de sí, se soltó con brusquedad y camino de nuevo hacia una de las ventanas, impotente apretó el marco haciendo crujir la madera.
-Todo estará bien. -Le dijo una dulce voz a sus espaldas, se giro y se encontró con Hermione mirándolo serena. -Te prometo que lo vamos a encontrar. -Le dijo con seguridad.
Intempestivamente Ron la abrazo y ella lo rodeo con sus brazos para corresponderle, el pelirrojo comenzó a llorar como un niño pequeño, tenía miedo, mucho miedo por su hijo. Pero ahí frente a él, en sus brazos, le estaba consolando la mujer que debía odiarlo y se sintió un poco mejor mas esperanzado sabiendo que contaba con su apoyo.
Draco los miraba, no cambio en ningún momento su semblante, pero estaba haciendo un gran esfuerzo para controlarse, no deseaba cometer una imprudencia, comprendía la manera de actuar de Hermione, aunque no lo aceptara, sabía que ella era así, pero no le agradaba en lo más mínimo verla en los brazos de otro, mucho menos en las de su ex marido.
-No debes preocuparte, ella te quiere a ti. -Le dijo Ginny en un susurro para que solo él la escuchara.
-Lo se. -Contesto seguro y más tranquilo.
Lejos de ahí en una lujosa casa estaba un bebe llorando.
-Cállalo.
-¿Cómo quieres que lo haga?
-Que se yo, solo has que se calle.
Un hombre cogió entre brazos al pequeño y se lo llevo la cocina, pensando en que posiblemente tenía hambre.
En esa habitación quedaron dos hombres más cada uno sumido en sus propios pensamientos, hasta que uno de ellos se atrevió a preguntar. -¿Qué piensas hacer con él?
-Vengarme. -Afirmo y sonrió con frialdad. Su acompañante no dijo nada, pero no le gusto nada la respuesta.
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