Pagando Su Error
Es curiosa la manera en el que el destino nos hace darnos cuenta de que somos como hojas meciéndose en el viento de lo desconocido, incapaces de tener voluntad propia ante los embate que nos agitan y asaltan a cada momento. Curiosa esa forma de volvernos a la realidad de la vida, demostrarnos que puede ser cruel aun con las buenas persona, aun con aquellas que no debían sufrir y que sin embargo, sufrían.
Hermione no era perfecta, podía ser en muchos sentidos alguien extremadamente demandante, exigente y exasperante, pero tenía una alma buena y caritativa, era fiel en sus convicciones y luchaba por el bien común, por la igualdad y por la felicidad de los demás. Era valiente e inteligente, ya lo había probado en innumerables ocasiones a lo largo de su estancia en Hogward y en las penurias de la guerra. Y ahora a pesar de haber padecido más de lo que padecía la mayoría, de haber librado una gran lucha, sufría sin importar si lo mereciera o no.
Ella era buena y no merecía que sus sueños se rompieran de esa manera, no merecía que la traicionaran cuando ella siempre fue leal, no merecía que Ron se burlada de esa manera con sus engaños, y sin embargo, ahí estaba ahora divorciada y cargando a cuestas todos esos sueños rotos, esas esperanza y fe puestas en la persona equivocada.
Pero Granger no se dejaría vencer, no ahora, no después de lo vivido, no después de casi morir en busca de un mañana mejor. No era momento entonces de revolverse en sus pesares, no se derrumbaría ni se dejaría vencer, ni por Ron, ni por nadie.
Era algo terriblemente doloroso comenzar de nuevo y dejar atrás parte de si mismo, pero tenía que hacerlo y lo aria, y por primera vez en su vida seria egoísta y pensaría primero en ella y que se jodiera todo aquel al que no le pareciera.
Por eso sintió una gran satisfacción cuando se encontró a Draco y Astoria esperando afuera, para terminar también con su relación llena de falsedades, y sonrió de manera coqueta sintiéndose más viva y poderosa, más aun al ver los rostros sorprendidos y atónitos de su ex marido y de la rubia acompañante de Malfoy.
Sintiendo esa libertad corriendo por sus venas como un aviso de que ya nada le ataba, beso su mejilla como despedida y sin ningún tipo de recato Draco hizo lo mismo no sin antes sonreír de esa manera tan sensual y mirarla de manera significativa.
La castaña ya salía del lugar cuando un enojado pelirrojo le dio alcance.
-¿Qué significa eso? -Interrogo con el rostro enrojecido y los puños apretados.
Ella se giro lentamente y le miro retadora, sin más emociones en su rostro que una infinita indiferencia, y se quedo en silencio sin contestar a la pregunta como si esperara que le aclarara a que se refería.
Al ver que no contestaba intento calmarse un poco, pero volvió a formular una nueva pregunta -¿A que han venido esas confianzas con Malfoy?
-No sé a qué te refieres. -Dijo inocentemente pero por la sonrisa que se imprimió en sus labios esa declaración tenia de todo menos inocencia.
-Como demonios no sabes a que me refiero, lo acabas de saludar, incluso te despediste de el con un beso, como si fueran los más grandes amigos. -El tono de reproche era evidente, pero eso la hizo incluso sonreirá aun mas a la castaña.
-No tengo ninguna obligación de contestarte Ronald, pero lo hare por los viejos tiempos. -Dijo sarcástica. -Malfoy y yo somos amigos o mejor dicho compañeros de las mismas adversidades, y como tales puedo saludarlo como me plazca, mas tomando en cuenta que yo no tengo ningún compromiso y al parecer él en poco tiempo tampoco lo tendrá.
-Y tu hablas de lealtad. -Colérico el pelirrojo la tomo por el brazo con fuerza. -Y te atreves a meterte con nuestro peor enemigo.
Le miro con frialdad, con tanto resentimiento que Ron no pudo menos que soltarla al toparse con su mirada helada que no necesito de palabras para saber que estaba llena de una clara advertencia, cuando libero su brazo ella se acerco mas hasta estar frente a su rostro a escasos centímetros de distancia.
-Jamás volverás a tocarme si sabes lo que te conviene. -Esas palabras salieron de la boca de la ex Gryffindor en un tono tranquilo lo que lo hacían todavía más amenazante y escalofriante para el pelirrojo que palideció e incluso torpemente dio un paso hacia atrás para alejarse atemorizado por el tono empleado, jamás hubiera imaginado que esas simples palabras en boca de su ex mujer pudieran causarle tanto miedo.
Hermione no se movió, le seguía mirando de manera tan fría y con tal resentimiento que Ron se arrepintió de sus palabras, la castaña solo lo observo cómo estaba con los ojos abiertos desmesuradamente por la sorpresa y esa palidez que hacían resaltar mas sus pecas. Por un momento el pelirrojo pensó que simplemente ella se marcharía cuando la vio cuadrar los hombros y erguir de manera orgullosa el rostro, pero cuando paso a su lado volvió escuchar su voz, pero deseo en ese momento no haberlas escuchado nunca.
-Siempre fui leal, con los que fueron conmigo, y aun lo soy cuando no hice nada que no hubieras hecho tú primero. Esa es mi respuesta e interprétala como se te dé la gana.- Paso por su lado empujándolo al pasar y cuando ya se estaba había alejado un par de pasos hablo en voz alta de nuevo, sin siquiera voltearse. -No olvides que en este asunto Malfoy yo solo fuimos víctimas, no pretendas cambiar las cosas y lo que pase después de hoy no es tu problema, como tampoco es de tu incumbencia el tiempo de relación que mantenga con Draco.
Ese fue el tiro de gracia para Ron Weasley, parecía petrificado pues no conseguía moverse, tenía las facciones de su rostro alteradas por la sorpresa y la boca abierta como si intentara agregar algo a la breve conversación, mas no logro articular palabra alguna.
Granger era buena, nunca había lastimado a nadie de manera consciente y mucho menos si podía evitarlo, pero en esta ocasión dejo que sus palabras fluyeran como veneno y salieran por su boca a sabiendas del daño que causaban en los oídos del que había sido su ex marido, pero deseaba que al menos sintiera un poco de lo que había sentido ella, quizás esos deseos de venganza no eran buenos, pero si eran humanos y ella necesitaba sacar un poco de todo el veneno que le estaba consumiendo desde el momento que encontró a su marido en brazos de otra.
Que se jodiera Ronald y Astoria y todo el mundo con ellos si querían, pero ella ya no iba a ser la misma que había sido, no permitiría que la pisoteara más de lo que ya lo habían hecho.
Los infieles, los rastreros traidores eran ellos y no se iba sentir mal por haberle pagado con la misma moneda a ese par.
Hermione fue valiente cuando se puso su mejor traje ese día y se arreglo lo mejor posible, lo fue cuando se encaro con el que había sido el amor de su vida y con mano firme sostuvo su varita para romper los lazos mágicos que los habían unido, lo fue cuando salió de esa habitación devastada pero con la frente en alto orgullosa, pero lo fue más aun cuando salió y se encontró con el firme propósito de no dejarse vencer.
Ron no podía sentirse más miserable, había pasado semanas ahogándose de borracho, no se presentaba a trabajar y se pasaba dia y noche encerrado en la casa que habia sido su hogar y que ahora estaba vacío.
Cuando recibió el aviso de que debía presentarse en el ministerio para finiquitar su enlace matrimonial con Hermione, rompió la última botella en la chimenea y se dejo caer de rodillas en medio de la estancia y grito a todo pulmón con desesperación, con los puños cerrados comenzó a golpear el piso hasta que terminaron hinchados y sangrando, y aun entonces continuo hasta que las fuerzas lo abandonaron.
Permaneció tirado en el piso sin sentir siquiera el dolor de sus manos porque le dolía demasiado el corazón ante la realidad de haber perdido a su otra mitad, solo por su estupidez. Entonces cuando el ataque violento ceso comenzó a llorar, lloro como un chiquillo asustado y perdido, lloro hasta que cayó en la inconsciencia debido al alcohol, pero aun entonces en sueños se removía buscándola, suplicando por su perdón.
Se sintió el estúpido más grande del mundo, y lo era en verdad, pues amaba Hermione, y justo ahora que lo comprobaba ya era demasiado tarde. Se dio cuenta de muchas cosas, noto que todo había sido por su culpa, por la calentura, por la adrenalina que le proporcionaba una relación clandestina, había sido más fácil culparla a ella que aceptar su responsabilidad de las cosas. Ella no era frígida, ni sosa, el era el machista incapaz de valorar a la gran mujer que tenía en su cama.
Había mandado muchas cajas de bombones, cartas de disculpas en las que se quemo el cerebro por escribir, innumerables ramos de flores, pero nada había resultado. El día llego demasiado rápido, no podía replicar, sabía que no había marcha atrás y que ahora tenía que pagar las consecuencias de sus actos.
Se aseo y vistió como autómata, mas como un condenado que va a enfrentar el beso del dementor, se arreglo sin ganas con el traje muggle que le habia regalado Hermione las ultimas navidades cuando fueron a visitar a sus padres, y fue cuando buscaba que ponerse que se encontró contemplando por largos minutos toda la ropa minuciosamente acomodada y organizada de ella, toda sus cosas estaban como las había dejado, los vestidos como las demás prendas acomodados por colores, sus zapatos alineados y limpios.
No pudo evitar acariciar las telas y cerrar los ojos pensando en ella, en la suavidad en su piel y aspiro con fuerzas buscando encontrarse con su aroma, y nuevamente se sintió peor que basura, una mierda que había malogrado todo, pero se sintió aun peor al saber que ese era el día, el ultimo en que sería el esposo de Hermione.
Entre sus cosas encontró un suéter blanco de finos tejidos, era su favorito, siempre lo usaba en los días fríos, el se lo había regalado en su primer aniversario de novios y ella lo adoraba. Lo tomo y se sentó en la orilla de la cama y lo abrazo con fuerza intentando sentirla a ella, pero era imposible y los sabia, como sabia que lo peor de todo era que todo era su culpa y que la había lastimado, que le había fallado a aquella mujer que tantas y tantas veces le salvo la vida.
Salio de la alcoba conyugal con el suéter en la mano, firmemente sujeto y bajo la escaleras hasta llegar a una puerta de madera, la abrió lentamente de manera ceremonial, no habia entrado a esa habitación desde hacia tiempo, pero cuando abrió completamente la puerta ese lugar estaba inmaculado como siempre.
Una lagrima escurrió de su mejilla y estrecho el suéter contra su pecho añorando revivir esos recuerdos que ahora eran tan lejanos. Ese era su recinto, su lugar predilecto de la casa, su pequeña biblioteca era su santuario. Aun podía verla sentada en el pequeño sillón con algún libro descansando en su regazo mientras lo leía con aquel deleite que empleaba cuando se sumergía en su lectura. Recordaba a la perfección su rostro concentrado, su ojos moviéndose con rapidez devorando las palabras a su paso, en ese entonces fastidiado hubiera puesto los ojos en blanco al encontrarla de nuevo con libro en mano, pero ahora como deseaba haber abierto la puerta y que ella estuviera hay, con un pesado volumen de pastas viejas.
Con paso torpe se fue a sentar en esa silla y prendió la lámpara que estaba sobre la mesa donde también descansaba el libro que posiblemente había estado leyendo, y entonces noto unas fotos en vario portarretratos.
Nunca había estado lo suficiente para notar esos detalles, nunca de había dado cuenta de que en esa mesa estaban recuerdos de su vida, fotos de su primer año en Hogwards, los dos sonrientes en la boda de Ginny y Harry, imágenes de sus vacaciones, verla vestida de novia con esa radiante sonrisa le hizo sentir culpable.
Tarde se daba cuenta que ese era el lugar favorito de Hermione no solo por sus libros, si no por sus recuerdos, el no sabía que cuando llegaba tarde por alguna escapada furtiva con Astoria, la castaña pasaba horas sosteniendo esos marcos y estrechándolas contra su pecho, extrañando esos viejos tiempos y pidiéndole a Merlín que todo volviera a ser como antes. Ron lo supo en ese momento cuando desde ese mismo sillón contemplaba en las paredes de la biblioteca desenas de fotos que nunca había notado y en la pared principal frente al sillón una enorme foto de su boda, donde bailaban ese primer vals como marido y mujer, dando vueltas y sonriendo llenos de felicidad.
Se levanto a desgana cuando ya era tarde, dejo el suéter blanco sobre el sillón y dio una última mirada antes de cerrar la puerta, recargo su frente un momento antes de girar para salir de la casa rumbo a esa cita donde moriría la mitad de su ser.
Su corazón salto de alegría cuando la vio entrar por la puerta, estaba hermosa, tan hermosa como siempre o quizás más que nunca, pero se mantuvo firme a pesar de la insistencia del ministro para que pensara bien las cosas. No le quedo más remedio que aceptar su decisión, su mano temblaba, pero la de ella estaba tensa y segura mientras esos lazos que los habían unido ahora se rompían.
Lo que paso después no lo esperaba, sintió como los celos se agolpaban en su interior y no dudo en reclamar, pero deseo no haberlo hecho al escucharla responder a sus acusaciones, y llevaba toda la razón, el había fallado, pero aun así no entendía que hacia despidiéndose de Malfoy de esa manera y mucho menos creyó capaz de que Hermione, su Hermione terminara en brazos de su peor enemigo.
Sintió que moría cuando lo supo y más cuando tuvo que reconocer a el único culpable de lanzarla a otros brazos era suya. Caro, muy caro estaba pagando su error.
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