¡Moriran!
Hermione había decidido después de todo no quedarse en la madriguera motivada en mucho por la nueva actitud de Draco, deseaba agradecerle la ayuda que estaba prestando a Ron y Astoria. Lo que no se imaginaba era escuchar cuando se disponía a entrar a la oficina de Draco, como era amenazado por una voz desconocida.
No dudo en abrir la puerta con el corazón latiendo a mil por hora, ante la sola idea de que ese sujeto, fuera quien fuera, se atreviera a lastimar a Draco. Sus movimientos habían sido contundentes y decididos, no había titubeado en dejar fuera de combate al hombre que apuntaba con la varita a su amante.
Estaba furiosa por su atrevimiento, exaltada y alerta a cualquier movimiento, pero también había experimentado un profundo miedo, temor a que lastimaran a quien amaba. Cuando se sintió dueña de la situación se situó al lado de su compañero y le miro con intensidad, hasta entonces pudo respirar con tranquilidad.
-Soy su verdadero padre. -Contesto Magnus a sus cuestionamientos.
El silencio se extendió ante la inesperada respuesta, Hermione bajo la varita confundida, intentando procesar la información que acababa de recibir.
-Padre de Astoria. -Dijo la leona más para sí misma que para los presentes, el blondo se giro para mirarla al escuchar su afirmación. -Finite Incantatem. - conjuro la castaña haciendo que las sogas se desvaneciera, no por ello dejo de apuntarle con ciertas reservas.
-Ahora entiendo su inesperada visita. -Dijo el rubio levantando una ceja. -Pero temo decirle que se equivoca en sus conclusiones, yo no tengo a Fred, no acostumbro hacer ese tipo de cosas.
-Entiendo su preocupación, pero nosotros también estamos intentando localizar al pequeño. -Hermione más tranquila lo ponía al tanto.
Mientras la castaña le explicaba sobre sus investigaciones y conjeturas, Draco no dejaba de ver al hombre, ahora entendía por qué le resultaba familiar, prestando la atención suficiente se podía notar el parecido de Astoria con Magnus, tenía el mismo color de ojos, un azul profundo muy peculiar, quizás el cabello rubio de Astoria era más claro, pero encontraba algunos rasgos que compartían ambos. No había duda de que Adolph era el verdadero padre de Astoria.
-Alguien más sabe sobre el lazo que lo une con Astoria. -Pregunto con curiosidad el rubio, pues presentía que ahí estaba la clave de todo.
-Hasta hace poco ni yo mismo lo sabía, no puedo reprocharle nada a Aimé, las circunstancias nos orillaron a hacer muchas cosas que no teníamos planeadas, ambos estábamos casados, teníamos compromisos que cumplir, termine yéndome de Londres y cuando regrese me encontré con una foto de Astoria en el Profeta anunciando su escandalosa unión con Weasley y la pronta llegada de su primogénito, entonces lo supe, me basto verla para saber que era mi hija.
-Fue cuando busco a la señora Greengrass. -Acoto el blondo.
-Así fue, me conto que había quedado embarazada y temiendo que al nacimiento del bebe descubriera lo nuestro prefirió alejarse por su bien, por el mío y el de esa criatura.
Hermione hacia un rato había bajado su varita y escuchaba atenta la historia que les contaba con cierta tristeza el padre de Astoria. La leona también sospechaba que posiblemente alguien había descubierto la relación ilícita que había unido a Aime y Adolph y que posiblemente encontrarían la respuesta que buscaban en ese enigma.
Magnus supuso que Malfoy deseando vengarse de Astoria había secuestrado al niño, pero ahora se daba cuenta de su error, veía como Hermione y Draco mostraban una autentica preocupación cuando hablaban del pequeño Fred, parecía que habían perdonado a los infieles y estaban dispuestos a ayudarlos a pesar de todo.
Para Draco todo tomaba sentido, su cerebro comenzaba a compaginar toda la información recibida, tenía sus sospechas y conjeturas hechas a partir de esas revelaciones. La castaña a su vez tenía el mismo presentimiento.
Lejos de ahí Astoria estaba ajena a todo lo que ocurría, su madre nunca le había revelado el secreto que envolvía su concepción y nacimiento, aunque de alguna manera siempre había sentido que su hermana Daphne y ella eran demasiado diferentes, no solo en cuanto a personalidad o carácter se refería, físicamente eran muy distintas, su hermana tenía el cabello castaño oscuro y los ojos avellanados de su padre, mientras que ella era rubia de ojos azul cielo.
Siempre había creído que las diferencias se debían a que Daphne se parecía mucho a su padre, mientras que ella era más parecida a su madre, pero de alguna manera el azul de sus ojos no era siquiera parecido a azul acuoso en los ojos de Aimé.
La rubia estaba desconsolada ante la pérdida de su pequeño Fred, no dejaba de sentirse culpable por haber permitido que se lo robara, no importaba cuanto le dijeran que no era su culpa, ella se sentía responsable. Pensaba que si quizás hubiera estado mas alerta o si hubiera sido más cuidadosa algo habría hecho para evitar el secuestro, además creía que de alguna manera la vida le estaba cobrando los errores cometidos, esa era la cruel forma que tenía el destino de restregarle en la cara las consecuencias de sus actos.
Astoria pasaba las horas encerrada en su habitación, negados a probar alimentos, aferrada al pequeño oso de felpa que siempre colocaba en la cuna de Fred para dormir. Sus hermosos ojos azules estaban rojos e inflamados de tanto llorar, angustiada no podía dejar de pensar en lo que estaría padeciendo su pequeño en manos de sus secuestradores.
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Tenía horas que en su mente rondaba ciertos pensamientos que no lo dejaban en paz, tenía que tomar una decisión pronto y no estaba seguro si era lo más conveniente para él, sin embargo, no se sentía capaz de hacer otra cosas, si bien no era el mejor hombre del mundo, tampoco era un asesino.
Quizás el despecho lo había hecho obrar de esa manera, pero ahora que pensaba las cosas con más frialdad se daba cuenta de que estaba equivocado, se había dejado llevar por su soberbia, por su orgullo mal entendido, porque estaba herido por que a la que consideraba su gran amor lo había hecho a un lado, despreciarlo por estar con alguien que según veía no era mucho mejor hombre que él.
Aun la amaba, como lo había hecho desde hacía años atrás cuando la sabia inalcanzable, cuando se comprometió con uno de sus pocos amigos, desde entonces la habia dado por perdida, pero ese profundo amor que sentía por ella no habia cambiado con el transcurso de los años. Había alimentado sus esperanzas cuando supo de su divorcio, para después sentir que su corazón se partía en mil pedazos por el rechazo.
¿Pero qué culpa tenía esa criatura? Que dormía plácidamente ajeno al peligro que corría, no podía evitar encontrar los rasgos de ella en ese rostro redondo de mejillas regordetas, sí, quizás también era hijo de ese Weasley que tanto odiaba, pero en sus venas también llevaba la sangre de la mujer que amaba, no era capaz de causarle daño, porque sabía bien que no podía lastimar a Astoria de esa manera.
No lo pensó mas, tomo al niño en brazos y se apresuro a salir por la puerta trasera, con lo que no contaba era que en esos momentos Andrew Greengrass salía de su despacho.
-¿A dónde vas Zabini? -Le pregunto adivinando sus intenciones
El moreno retrocedió instintivamente, protegiendo mejor al bebe entre sus brazos.
-Debemos regresar al niño con sus padres.
-Tú no decides eso. -Amenazo levantando su varita.
-Es su nieto, que mas da que lleve el apellido Weasley, el bebe es de su sangre.
-Esa abominación no es nada mío. -Siseo enfurecido.
Blaise abrió los ojos sorprendido por la confesión, el padre se Astoria lo había engañado desde un principio, le había hecho creer que ese era el plan ideal para hacer que la rubia callera en sus brazos, abandonando al pelirrojo, no contaba que ese plan era una venganza que iba mas allá de escarmentar a su hija por estar con un traidor de la sangre podre.
-Esa cualquiera no es mi hija, es igual de ramera que su madre y pagaran por haberme engañado, el primero en morir será ese niño, después serán ellas las que lo seguirán al infierno.
-No lo permitiré. -Contesto dando un paso más a la salida
-Si sabes lo que te conviene no intervendrás, Astoria también te traiciono a ti, de otra manera se hubiera quedado contigo y no con la escoria de Weasley. -Una sonrisa maliciosa se reflejo en el rostro descompuesto del hombre.
Zabini tenía la varita en sus manos, pero no podía atacarlo teniendo a Fred en sus brazos, correría un gran riesgo de intentarlo, la única salida que le quedaba era intentar ser lo suficientemente rápido para dar esos pocos pasos que lo separaban de la salida, para desaparecer, pues la casa estaba protegida contra apariciones.
Andrew fue rápido y lanzo el primer hechizo que el moreno apenas consiguió evadir al moverse con rapidez, sin embargo un segundo hechizo lo golpe en la espalda haciéndolo tambalear, pero a pesar de ello no se detuvo y a penas bien estuvo fuera se desapareció.
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Hermione estaba sola en la mansión de Malfoy, había decidido bañarse y comer algo antes de regresar al trabajo. Draco hacía pocos minutos se había ido al ministerio en busca de Potter para contarle sobre los nuevos hallazgos que posiblemente les darían la clave para capturar a los secuestradores.
La castaña ya estaba lista cuando alguien se apareció en la estancia de la mansión. Instintivamente saco su varita, pues apenas se aparecía aquella persona se desplomo. Se acerco con cautela, hasta que reconoció de quien se trataba, el llanto de un pequeño se dejo escuchar.
Zabini mantenía firmemente sujeto al pequeño Fred en sus brazos, lo había protegido con su propio cuerpo y en las carreras de su huida no había pensado en otro lugar mejor que la casa de Malfoy.
-¿Zabini estas bien? -Pregunto con desconfianza aun con la varita levantada.
El muchacho a penas la vio abrió los brazos para entregarle al pequeño.
-¡Está bien! -Fue su respuesta antes de desmayarse.
Blaise tenía una profunda herida desde el hombro derecho que corría hasta media espalda, sangraba mucho, era una herida grave por lo que podía ver. Hermione no perdió el tiempo se concentro para desaparecerse junto con el bebe y el moreno rumbo a San Mungo.
-¡Ayúdenme! - Grito con fuerza la castaña en cuanto apareció, sostenía protectora al pequeño pelirrojo que ahora lloraba con más fuerza por el escándalo.
Un Medimago se le acerco rápidamente. -¿Qué ocurrió?
-Tiene una herida en la espalda a perdido mucha sangre.
No tardaron en desaparecer por una de las muchas puertas para atender al moreno con rapidez. Hermione intentaba consolar a Fred, tardo varios minutos en lograrlo, pero al final solo parecía mirarla con curiosidad.
-Estarás bien. -Le había repetido con dulzura una y otra vez mientras lo mecía entre sus brazos.
Draco no tardo en llegar en cuanto se había llevado a Zabini les había enviado un patronus para que se presentara en el hospital, sabía que a pesar de todo el muchacho había sido su amigo y le gustaría verlo antes de que los demás llegaran.
-¡Hermione! -Le llamo con angustia y la abrazo hasta que Fred protesto por ser aplastado.
-Este es el Fred. -Dijo sonriente la castaña en cuanto la libero del posesivo abrazo.
-Pelirrojo. -Fue lo único que dijo pero con una sonrisa bromista a manera de saludo.
El bebe estiro sus pequeños bracitos hacia el blando para que lo cargara, Draco se sorprendió mucho y miro a Hermione esperando que le dijera que hacer.
-Quiere que lo cargues.
-Yo no…
-Es fácil, no me dirás que algo tan sencillo no lo puede hacer un Malfoy. -Dijo burlona, ganándose una mirada resentida de su amante.
Con torpeza cargo al bebe que comenzó a reír divertido. A Draco le pareció fascinante, una cálida sensación se extendió por su interior, Hermione le miraba embelesada pensando en lo bien que se veía con Fred en brazos.
-Es mejor que vayas a ver a Zabini, no tardan en llegar Ron y Harry. -Le aviso. -Blaise se arriesgo según lo veo por salvar al bebe.
-No es un mal tipo.
-Lo sé. Anda ve. -Le urgió tomando al pequeño que protesto por ser alejado que rubio que al parecer le había simpatizado mucho.
Malfoy se perdió por uno de los pasillos. No tardo en aparecer Harry y Ron en San Mungo. El pelirrojo estaba que no cavia de alegría por recuperar a su pequeño.
-Gracias, muchas gracias. -Le dijo a Hermione entre lagrimas de felicidad. -Estoy en deuda contigo. -Le decía mientras abrazaba y besaba la carita de su hijo.
-No tienes nada que agradecer. -Le contesto una sonriente castaña. -Además aun no debemos confiarnos Zabini logro escapar con el niño, pero aun sigue suelto el verdadero culpable.
-Es cierto. -Le dio la razón Harry. -Lo mejor es realizar una búsqueda, Zabini confirmo que fue Andrew Greengrass quien lo secuestro.
-¿Pero porque? ¿Que no le importa su nieto? -Pregunto alterado el pelirrojo.
-Eso es algo largo de contar, pero lo importante es que Fred está bien y lo mejor será que lo lleves a la madriguera, Astoria debe saber que está bien, su lugar esta con su madre.
-Tienes razón, ¿Me acompañan?
-Yo necesito ir al ministerio para inicial la búsqueda del señor Greengrass.
-Prefiero esperar a Draco.
-Está bien, nos vemos mas tarde. Por favor agradécele a Malfoy de mi parte.
-Lo hare. -Dijo complacida la castaña.
Harry y Ron terminaron marchándose de San Mungo, Hermione esperaba en la sala de espera a que Draco saliera, no noto cuando alguien se acerco sigilosamente a su lado hasta que sintió la punta de una varita clavada en sus costillas.
-Granger - Dijo con desprecio -Una de las heroínas del mundo mágico, ahora salvadora de un mocoso bastardo.
-Como se atreve. -Contesto con la mandíbula apretada llena de indignación.
-Eso es lo que es, pero tranquila que no querrás que tu sangre inmunda quede esparcida en este lugar.
-No le tengo miedo.
-Pues deberías, si fueras la mitad de lo inteligente que dicen que eres.
-¿Qué pretende?
-Ya que frustraron mi venganza y me han arruinado, lo justo es que pague por ello. Morirán. -Susurro en su oído, antes de convocar un Desmaius y dejarla inconsciente.
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