capitulo V

 Todos en la oficina quedaron en silencio al escucharlo y Jackson al ver como el inspector Doyle hacía el gesto de formar una leve sonrisa, presintió que no le iba a gustar nada de lo que él le iba a decir.

—Para guardar las apariencias, oficialmente nada cambiará respecto a tu suspensión. Creemos que eso te hará pasar desapercibido por un tiempo.

—Todos sabemos que no servirá de mucho. Cuando comience con las indagaciones ellos sabrán que estoy sobre su pista -dijo Jackson cruzando los brazos y fijando su vista sobre todos los presentes- ¿Y extraoficial?

—Bueno, ahí es donde entra el agente Hoffman —aclaró el inspector Robert—. Él te acompañará desde ahora y será él quien se comunique con nosotros para informarnos sobre tu avance.

—No, de eso ni hablar. No me pondrás un niñero Doyle —dijo Jackson señalando al agente Hoffman— no es que tenga algo contra ti pero es que no eres mi tipo.

—Ni tú el mio, pero ambos tendremos que hacer una excepción —dijo el agente al levantarse para dirigirse hacia la puerta— te espero abajo "compañero".

Cuando el federal salió la oficina el detective miró a los tres hombres restantes de tal forma que les dio una idea del desagrado que sentía Jackson al pensar que tenía que soportar al Agente.

—Ese sujeto no me agrada -se acercó al escritorio del inspector Doyle y le agarró uno de los cigarrillos que tenía en el cenicero sin importarle las quejas de parte de este—. Hay algo en él que no me cuadra.

—Tu tampoco eres una persona grata para mí, y vemos aquí hoy —confesó el inspector Doyle señalando hacia la puerta— imagino que ya sabes lo que tienes que hacer. Ahora largate de aquí tengo que hablar con Montgomery a solas.

Jackson alzó una ceja.

—Para eso están los hoteles ¿No? De Robert y Doyle me lo esperaba. Pero de ti capitán, me has decepcionado.

—Jack, juró a Dios que si no te largas ahora no me importaría darle mi placa a Doyle después de dispararte.

—Muy bien, muy bien, —el detective alzó las manos en forma de rendición— ya me voy.

—Y por lo que más quieras, -dijo el inspector Robert cuando Jackson estaba a punto de salir- asegúrate que no muera Hoffman a tu cuidado.

—¿Ahora quién es el niñero? —murmuró Jackson para sí luego de cerrar la puerta detrás de él.

***

—¡Maldita sea, vas a hacer que nos matemos! —gritó el agente Hoffman cuando Jackson tomó una curva a gran velocidad ignorando el semáforo que estaba en rojo— o peor aún, atropelladas a alguien.

—Relájate, que ya casi llegamos —aminoro la velocidad— si hubiera sabido que llorarías todo el camino me hubiera negado a traerte.

—No creo que te dejáramos muchas opciones tampoco —miró por la ventana agarrándose del pasamanos como si su vida dependiera de ello—. ¿Siempre conduces así?

—No, de vez en cuando lo hago con los ojos vendados pero hoy no quiero tentar a la suerte —dijo mirando al agente con una sonrisa y vio cómo éste se limpiaba el sudor de la frente.

—¿A dónde vamos?

—Quiero interrogar a la encargada del hotel donde hirieron a mi compañero.

—Eso ya está cubierto, enviamos a investigar a la mujer, ella está limpia.

—Ahí es donde te equivocas —apretó el volante como si quisiera estrangular a alguien—. No es casualidad que Martín y yo hubiéramos terminado en ese hotel de porquería, todo ya estaba planeado y mi intuición me dice que en el paquete está incluida esa vieja. Estoy seguro que ella sabe más de lo que les dijo y yo sé cómo hacer que nos diga todo lo que está ocultando.

—¿Y puedo saber cómo lo harás? —Hoffman lo miraba con un semblante serio— por tu tono no quiero imaginar lo que tienes en mente.

—De eso no te preocupes, lo descubrirás pronto —miró su reloj y pisó el acelerador a fondo— Ahora sujétate y por favor, no vomites en el coche que no es mío.

Cuando llegaron a su destino, ambos hombres se apearon del vehículo y Jackson quien se detuvo al observar la calle, notó algo diferente de cuando estuvo la última vez pero no le dio demasiada importancia. Volteó a ver al agente al no sentir su presencia y vio que estaba de cuclillas en la tanqueta vomitando lo que seguramente era su desayuno.

Decepcionado y con una mueca de asco, Jackson comenzó a caminar hacia el motel del frente pero antes de que pudiera pisar el primer escalón casi es tumbado por la figura de una chica asiática que acababa de salir del callejón de al lado y que caminaba con demasiada prisa como para verlo. Está al chocar con él, se cayó de nalgas soltando una palabrota.

—¡Fíjate por donde caminas idiota¡ —le gritó mientras se levantaba y se sacudía el polvo de su pantalón.

—¿Yo? Pero si tú eres la que deberías tener cuidado —respondió el detective con un tono molesto— ¿Cuál es la prisa?

—Ese no es tu problema —contestó airada y comenzó a caminar hacia una motocicleta que quedaba del otro lado de la calle.

Jackson la observó alejarse y vio que por un breve instante ella se detuvo al ver al agente Hoffman aproximarse y antes de que éste pudiera abrir la boca, ella lo empujó para quitarlo de su camino.

—¿Quién era esa? -Preguntó el federal cuando llegó a lado del detective.

—Alguien que se levantó con el pie izquierdo —dijo encogiéndose de hombros y se dirigió a la entrada.

Cuando cruzaron el umbral, la sensación de dejavu le provocó a Jackson un cosquilleo en la nuca. Al llegar al lobby, el agente Hoffman se separó de él y caminó por el lugar observando la mala y descuidada decoración de las paredes hasta que escuchó a Jackson exclamar una maldición. Giró rápidamente sobre sus talones y vio como Jackson estaba agachado del otro lado del mostrador revisando algo. Cuando se acercó, y visualizó la razón de tanto alboroto por parte del detective, solo pudo pasarse una mano por los cabellos y coger su celular para hacer una llamada.

«Creo que no le podré sacar información después de todo —pensó el detective con pesar en voz alta— tiene una herida de bala en la cabeza pero hay poca sangre en el suelo, estoy seguro que el cuerpo lo movieron... ¿Pero de dónde? Y lo más importante ¿Por qué no se molestaron en ocultarla? Tendré que esperar a que la revisen para sacar conjeturas».

—Hable con el inspector Doyle —dijo el agente tirando la vista al cadáver y por último a Jackson quien parecía estar ignorándolo mientras miraba el suelo con aire pensativo—, ya alguien está de camino para acá.

—Eso significa que tenemos unos quince minutos antes de que lleguen ellos, bien, pongámonos a trabajar.

Al decir esto el detective comenzó a caminar de un lado a otro, observando y murmurando tan bajo que solo él podía oírse y cuando el agente, cansado de ese vaivén sin sentido, estaba a punto de interrumpirle, Jackson se detuvo de golpe y lo tomó por el brazo para llevarlo a dos metros delante del recibidor

—¿Qué es lo primero usted ve? —le preguntó al federal.

—Exceptuando la terrible decoración y el hecho de que hay un cadáver detrás del recibidor... nada.

—Maravilloso, usted acaba de ver lo mismo que yo cuando vine por primera vez aquí, pero si me es tan amable y mira hacia el fondo más allá del recibidor ¿Que ve? Vamos, esfuércese.

El agente miró con más detenimiento y observó que por una hendidura casi imperceptible de la pared se veía claramente una luz que no provenía de la lámpara del techo. Jackson sin esperar a que el agente dijera algo, empezó avanzar y con cuidado rodeó el cadáver para inspeccionar la pared. La tocó ligeramente con los nudillos y mirándola de arriba abajo vio que había unas marcas en el suelo. Al ver esto, el detective le dijo al federal que se acercara y que lo ayudará a mover el estante donde colocaban las llaves de las habitaciones hacia donde terminaban las marcas.

Con poco esfuerzo, lograron hacerla a un lado y Jackson buscó con la mirada algún picaporte y vio que un pedazo de madera parecido a una palanca sobresalía de la columna. Luego metió la mano en su chaqueta y sacó un pañuelo, con el cual se cubrió la palma de la mano antes de bajar la palanca. Acto seguido, tanto el agente como el detective escucharon el chirriante sonido de lo que parecía ser unos engranajes y pocos segundos después una parte de la pared se recorrió mostrándoles un corredor.

Desenfundando sus pistolas, ambos hombres se adentraron en aquel pasillo iluminado con una tenue luz amarilla y cuando iban por la mitad el agente interpuso su brazo para que el detective se detuviera y con un gesto con la cabeza le señaló una puerta gris entreabierta al final del estrecho corredor. Volvieron a retomar la marcha y cuando llegaron hasta aquella puerta, contaron hasta tres y entraron.

La habitación en la que se encontraban era espaciosa pero lo que más les llamó la atención a ambos hombres además del charco de sangre que fluía libremente por el suelo fue la pizarra en la que se encontraban una serie de fotografías en la que aparecía Jackson junto con Martín meses antes.

—¿Pero qué diablos es esto? —le preguntó al agente cuando camino hacia la pizarra y arrancó una fotografía- esta foto fue de hace tres semanas cuando perseguimos al traficante del barrio chino.

—Y no solo eso —dijo el agente al acercarse a una mesa del fondo- por lo que veo aquí están las rutinas, horarios y conocidos de toda tu Unidad. Quien quiera que los estuviera siguiendo ha sabido hacer lo que hace.

—Esto no es lo único que me preocupa. Si no solo me han seguido a mí y a Martín significa que él va detrás de toda mi unidad, tengo que prevenirlos —el detective hizo ademán de sacar su celular pero el agente lo tomó por el brazo— ¿Cuál es tu problema?

—No puedes ponerlos sobre alerta, cualquier cambio en sus rutinas solo alertará a sus perseguidores y les perderíamos la pista. O peor, atacarán antes de lo planeado, lee esto:

Jueves 27-7-07

El detective se inclinó sobre la mesa y observó que en una libreta, a la que se le veía claramente que le arrancaron las hojas, la fecha que le señaló el agente.

—¿Y qué quieres que haga? ¿Qué me siente a esperar a que ataquen a mi unidad solo porque piensas que lo harán en esta fecha? Esto podría significar cualquier cosa, lo siento amigo.

—¿Y cómo les explicarías esto sin involucrarnos en nuestro caso?, te recuerdo que nadie fuera de ti y tu capitán puede saber lo que se les fue contado.

—No soy idiota, solo los pondré sobre aviso, no me harán preguntas y si lo hicieran no les diría la verdad —el detective volvió a echarle una última mirada a la habitación y saco su celular para hacer una llamada.

***

Transcurrieron dos días en los cuales, el detective Jackson junto con el agente Hoffman, estuvieron buscando sin descansar alguna pista que los ayudará a entender mejor los hechos acontecidos aquella semana. Según el federal, todo los sucesos estaban demasiados ligados como para ser una simple casualidad. Jackson por su parte, aunque compartía el mismo pensar del agente, sabía que su presencia solo le traería estorbos en la investigación y que retrasaría el avance de la misma. Así que en esa mañana del sábado mientras ambos se dirigían a donde un viejo conocido de Jackson, éste frenó el auto a una o cuatro calles de su destino y le dijo unas palabras al agente.

—No quiero que entres conmigo a ver a mi contacto —dijo al quitarse el cinturón de seguridad— solo vas a estorbar.

—Pensé que ya habíamos hablado de ello —salió del auto y encaró al detective—. Solo porque no te agrade no significa que tienes derecho a hacerme a un lado.

—Tengo mis motivos.

—Pues yo no veo el motivo por el que me tendría que quedar afuera mientras tú hablas con él —dijo el agente al llegar a una tienda de antigüedades.

—Solo haz lo que te digo, ese señor tiene un olfato infalible para los federales, sabrá que eres uno con sólo verte, si entras, de seguro que no nos dirá nada. Además, él confía en mí, nos conocemos desde hace años, algo podré sacarle.

—Te recuerdo que no eres nadie para darme órdenes, por la única razón por la que estás en el caso es porque te necesito por tus contactos en las calles, por nada más.

—Y yo que pensaba que era por mi encantadora sonrisa.

Sin darle tiempo al agente replicar, le dio la espalda y entró en la tienda. Un hombre mayor que estaba detrás del mostrador desempolvando una lámpara del siglo XVII, al oír la campanilla se volteó para ver quien había entrado y vio como Jackson se acercaba con una sonrisa ladeada.

—¿Cómo te ha ido viejo Tobías? —dijo Jackson al momento que agarró un libro de la repisa— por lo que veo, te ha ido bien.

—Era feliz hasta que te vi cruzar mi puerta —le arrebata el libro de las manos— ¿Qué haces en mi tienda? Sabes que ya no estoy en el negocio.

—¿Quién dijo que quería algo? —preguntó indignado mientras caminaba por la tienda observando los relojes antiguos— ¿Que acaso un viejo amigo no puede visitar a otro?, Me ofendes.

—No te hagas el ofendido, han pasado cuatro años desde que nos vimos por última vez, si hubieras querido, me habrías visitado hace tiempo —coloco el trapo con el que estaba limpiando sobre su hombro— ya mi deuda contigo está saldada. No te debo nada -miro hacia el ventanal y se percató que el agente Hoffman estaba parado afuera de la tienda—. ¿Quién es él?

«Hay que ver que eres una cosa sería -pensó Jackson-, vamos piensa rápido».

—-Es mi nuevo compañero.

—¿Qué le pasó al otro? —Sonrió levemente— ¿Ya hiciste que estirara la pata?

—Ya quisieras, viejo mañoso. Martín está indispuesto por el momento, hasta que se recupere, tendré que soportarlo.

—¿Y por qué no entró contigo? ¿Es que acaso también le tiene miedo a los objetos antiguos?

—No es nada de eso. Él dijo que estaba esperando una llamada importante, que afuera tendría mejor recepción.

—Me decepcionas muchacho —tamborilear sus dedos sobre el libro que le quitó a Jackson— sabes que reconocería a un federal con sólo verlo —Salió de atrás del mostrador e hizo al detective a un lado para caminar hacia la entrada—. Qué mal educado es Jackson, venga, no se quede afuera. Aún no puedo creer que lo hiciera esperar aquí, debe ser un dolor de cabeza tener a ese imbécil como su compañero".

El agente Hoffman sabiendo por la forma en que habló el anciano que el cuento que le había echado Jackson no logró engañarlo, aceptó entrar ignorando el escrutinio que este le impartió con la mirada y cuando estuvo junto a Jackson, el viejo Tobías cerro con seguro la puerta y cambió su semblante a uno serio.

—¿Qué mierda quieres muchacho? —se dirigió al detective— Y habla con la verdad. Ve que traer a éste aquí.

—Cálmate, él es de confianza.

—¿Qué has escuchado sobre los acontecimientos de estos últimos días? —preguntó el agente y vio como Jackson negaba con la cabeza.

—Nada interesante.

—Tobías... —comenzó a decir Jackson pero el anciano lo interrumpió con un gesto.

—Esperas que te ayude cuando trajiste a un federal, un federal a mi tienda. ¿Es que acaso ya no sientes respeto por mí? Y pensar que te ayude en aquel tiempo.

—Mire señor —habló el agente antes de que Jackson respondiera—, para dejar las cosas claras, no sé qué usted tenga contra mí pero me vale, yo no lo conozco y usted no me conoce. No sé cual es la información que el detective O'Neill piensa que usted nos puede proporcionar pero le garantizó algo, si usted se niega a ayudarnos, lo que sea que le hayan hecho los federales con los que trato en el pasado no se compara a lo que yo le haré.

Al culminar, escucho los aplausos de Jackson quien comenzó a soltar carcajadas. El agente sin saber por qué lo hacía, dirigió la mirada hacia el anciano quien lo veía con una sonrisa burlona en los labios.

—A éste hay que tenerle cuidado —le dijo Tobías a Jackson— ¿De dónde lo sacaste?

—De una perrera —se recostó de una repisa— ¿Que tienes para mí?

—Esperen aquí —dijo Tobías.

Cuando Tobías se perdió de la vista de ambos hombres, el agente Hottfman miró de manera desaprobatoria al detective y este solo se encogió de hombros.

—¿De qué va todo esto O'Neill? ¿Quién mierdas es ese viejo?

—Uno de los amigos de Jackson —dijo Tobías cuando regresó y le entregó un sobre al detective— y respecto a quien soy, bueno, creo que para contar esa historia nos convendría tener a la mano una jarra de cerveza.

—Será en otra ocasión, anciano —dirigió su vista al agente y le hizo el ademán de que lo siguiera— ya es momento de irnos.

Al salir de la tienda, ambos hombres se dirigieron al auto en silencio y mientras Jackson leía con extrema atención el contenido de aquel sobre, el agente Hoffman que estaba a su espalda se preguntaba de qué iba todo este teatro. Al llegar al auto, sus dudas fueron aclaradas cuando Jackson, luego de mirarlo de una manera que él no supo describir, le lanzó el sobre. Al culminar de leer, el agente terminó con el ceño fruncido y con una especie de amargura en su voz le preguntó al detective:

—¿Por qué lo hiciste? —Colocó el sobre en la guantera y se acomodó un mechón de cabello que le estaba incomodando la vista— ¿acaso te di razones para hacerlo?

—No te hagas el santo que tú y yo sabemos que también hiciste lo mismo, la diferencia es que yo te lo digo en la cara —Encendió un cigarrillo y bajó la ventanilla— ¿Creíste que te iba a dejar acompañarme sin antes investigar quién demonios eras? No, eso pensé. Aunque déjame admitirlo, tienes un historial que le hace competencia al mío.

—¿Le dirás al inspector?

—¿El que eres igual o peor que yo? ¿Qué mentiste casi con respecto a todo? ¿Qué tus jefecitos te retiraron del caso hace tres meses porque una informante, la cual se dice que te acostabas con ella, desapareció cuando la enviaste de infiltrada? No, no le diré nada al respecto.

—¿Por qué lo haces? Ni siquiera te agrado

—No es por las razones que piensas. Créeme cuando te digo no nos conviene por ahora tener el ojo de las serpientes sobre nosotros, además, no me caes tan mal ahora que se un poco más sobre ti, sin embargo te sugiero que hagas algo con tu estómago porque vamos de camino a la morgue y no quiero que vomites encima del Doc.

Media hora más tarde, en una sala de espera, el agente y el detective se encontraban esperando a que el Doc terminara de echarle una última inspección a un cadáver para atenderlos. El agente quien había estado en cientos de salas de autopsias en sus ocho años de servicio se quedó entre fascinado y perplejo al ver que en una de las paredes que daban a la puerta del área de la morgue estaba colgado un cuadro que solo había podido apreciar en fotografías. Se trataba de Iván el Terrible y su hijo, Iliá Repin.

—¿Te gusta? -preguntó el detective a la espalda del agente y vio como este hacía un asentimiento con la cabeza- siempre me ha parecido algo escalofriante la mirada de Iván.

—¿Qué me gusta? —se acercó a la pintura y rozó con los dedos la parte del marco— me encanta, esta es una copia idéntica del que está en La Galería Tretiakov en Moscú. Quien quiera con el que ese tal Doc haya mandado a pintarla merece un reconocimiento por lo idéntica que le quedó a la original —se calló por un momento y volteo a ver al detective con los brazos cruzados— y respecto a su mirada, yo no diría que es escalofriante, imagínate que vivirás atormentado por la culpa de matar a tu hijo por el resto de tus días.

—Ya era hora de que anduvieras con alguien de buenos gusto Jackie -dijo un señor que estaba recostado del marco de la puerta que daba a la morgue- Tenía bastante tiempo sin ver a alguien que sabe apreciar una buena obra de arte. Adelante, pasen, que a los muertos no se les debe hacer esperar.

Ya adentro, mientras iban caminando Jackson le pregunta al Doc sobre sus hallazgo.

—Para tu suerte me he encontrado con varias cosas, lo primero que tienes que saber es que tu víctima pasó un calvario antes de morir, tiene cortes y quemaduras en toda su zona pélvica...

—Me pude dar cuenta de ello en el hotel Doc, aparte de la aparente tortura ¿sabe si hubo violación?

—A eso iba antes de que tuvieras la mala educación de interrumpirme, encontré rastros de semen alrededor de sus muslos, ya envié muestras al laboratorio.

Los tres hombres se pararon al frente de una camilla y el Doc levantó la manta que cubría el cadáver. Al hacerlo el Agente se quedó petrificado al ver el rostro de la joven y Jackson le hizo una seña al doc de que cubriera el rostro de la chica.

—Hoffman, ¿Qué le pasa? Parece como si hubiera visto un fantasma.

—Es la informante desaparecida.

Y dejando al detective con las palabras en la boca, el agente Hoffman salió de la morgue con una mirada igual o peor que la del cuadro de Ivan.

Minutos después, afuera de la morgue, se encontraba el agente Hoffman sentado en un banco mirando hacia la nada, su mente distante y turbada estaba disipada en los recuerdos de una acalorada noche de abril. A simple vista, cualquiera que hubiera pasado a su alrededor hubiera sentido pena por aquel hombre, ya que sus ojos, aquellos que alguna vez tuvieron un brillo jovial y echón , parecían al de alguien al que la vida le había arrebatado lo que más a querido.

Entre sus cavilaciones, el agente se percató que alguien se sentó a su lado, pero esta persona no hizo ademán de querer hablarle, sino que solamente espero en silencio como si comprendiera su aparente dolor. Esto lo agradeció para sus adentros y en su vista se posó una mano con un cigarrillo encendido

.

—Hay cosas que pasan mejor con un cigarro —dijo Jackson— aunque no sea muy beneficioso para la salud.

—¿Sabías que era ella? —preguntó el agente al agarrar el cigarrillo y su voz sonó con un tono más de afirmación que de duda—.

—Tenía mis sospechas al leer tu expediente, pero tenía que estar seguro de que era ella.

—¿pero no lo entiendo ¿qué fue lo que la hizo venir a new york? Lo último que supe de ella antes que desapareciera fue que logró colarse en la operación de rizzuti pero nada más.

—¿que te dijo su contacto?

—Nada útil, ese cabeza dura la ha buscado hasta por debajo de las rocas y no se con que cara le dire que fui yo quien la encontró.

—parece que le tienes aprecio a ese contacto ¿quien es?

—Alguien importante para mí, es mi hermano.

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