30. El mayor lujo es tu compañía

¡Hola a todos mis lectores!

Estoy de vuelta con un nuevo capítulo, que espero que os guste, pero antes quería informaros de algo. :3

No sé si ya sabréis que a este fanfic "¿Tragedia o fortuna?" le quedan pocos capítulos para su final, así que @palomakiessling, @aitak672 y yo hemos pensado en escribir un nuevo fanfic, el cual ya he puesto la descripción de lo que va a tratar, que se llama: "Wigetta y Lutaxx: Duros caminos del destino" 

Os lo dejo por si os interesa y queréis leerlo, muchísmas gracias —una vez más— por todo el apoyo que me brindais día a día.

En nada empezaremos a subir los capítulos.

Un abrazo muy fuerte y os dejo leer tranquilos. <3

Narra Guillermo:

Ir a ese lugar de comida rápida me hizo recordar mi antigua vida, mis compañeros de universidad, mis padres e incluso mi hermana pequeña, los echo mucho de menos.

Pero de alguna forma, Samuel llenó parte de ese vacío que dejaron mi familia y amigos.

-Willy, ¿te gustaría ir a un hotel? -dijo tras haber acabado la tercera y última película desde que regresamos a casa.

-V-vegetta, no quiero... -No sabía cómo decirle que aún me dolía todo el cuerpo por lo que hicimos anoche.

-No Guille, no para eso. No quiero destrozarte. -articularon sus labios riendo, lo cual no me hizo mucha gracia. -Simplemente para relajarnos un poco, una cena bonita y nada más.

-M-me parece bien.

-Ve, duchate y arréglate. Yo voy a hacer la reserva, salimos en una hora.

Ya estando en el baño me quité la ropa y entré en la ducha. Mientras el agua tibia caía por mis hombros, recorriendo mi torso hasta llegar a mis pies, imaginaba como sería la cena.
Supongo que en un hotel un poco caro, paredes cálidas y una cama matrimonial.
Una mesa con comida para dos, algo para beber y alguna decoración romántica.

Me da un poco igual el lugar, pero me gustaría entrar tomados de la mano y que venga un camarero con acento francés a traernos la cena.

Ok, estoy flipando con lo que acabo de pensar. ¿Desde cuándo soy tan cursi?

Salí de la ducha con una toalla atada a mi cintura.

-Willy, hay un traje en tu habitación, es para ti. -Enseguida pensé en mi madre, siempre me decía que le gustaría verme con un traje puesto.

Fui y me encontré con un traje negro con una corbata verde y una camisa blanca, me acerqué y pude notar que era de Versace. Se ha gastado un dineral en mi traje.

Me lo puse con unos mocasines negros, que vi a un lado. Miré mi reflejo en el espejo, sonreí y me fui con Vegetta.

-Vegetta, ¿podrías ayudarme con mi cabe...? -No pude terminar de hablar, casi se me cae la mandíbula al suelo.

Vegetta estaba terminando de abotonar su camisa, podía notar sus pectorales, y no es que nunca lo hubiese visto sin camiseta, pero hoy estaba más guapo que nunca, tenía el cabello meticulosamente arreglado y con algo de gomina en él.

-Guille, ¿te encuentras bien? -preguntó mientras terminaba de acomodar su camisa.

-S-sí, lo siento.

-¿Qué necesitas?

-Que me ayudes con mi cabello. -Se acercó, puso un poco de gomina en sus manos y acomodó mi cabello hacia un lado.

-Listo. -Me miró de pies a cabeza. -Estás muy guapo, Guille. -Pude notar un pequeño rubor en sus mejillas.

-Tú... tú igual. -dije mirando al suelo.

Samuel terminó de ponerse su traje y subimos al coche.

-Aquí es. -habló después de unos minutos de viaje.

Una vez entramos, me fijé en cada detalle del lugar. El recibidor era muy lujoso, tenía lámparas de vidrio gigantes.
Una alfombra roja señalaba el camino hasta los ascensores, sillones rojos, que se veían a kilómetros lo cómodo que eran, decoraban el salón.

-¿Piensas entrar? -me preguntó al verme mirando el salón muy detenidamente.

-S-sí. -Entramos en el acensor y al llegar al piso 7, habitación 77, Vegetta sacó una tarjeta con la cual abrió la puerta.

El lugar era mil veces mejor en comparación a lo que había imaginado.

En la pared contraria a la puerta había una cama gigante, creo que la más enorme que vi en mi vida, con sábanas moradas, al igual que la corbata de Samuel, y almohadas verdes, al igual que la mía.

A la derecha habían unos pequeños escalones y una mesa para dos con una rosa ubicada en el centro de esta.

Al lado de la mesa había otra más pequeña con dos copas y una botella de champagne.

Unas finas cortinas blancas ocultaban un gran ventanal con vistas a toda la ciudad, era realmente hermoso.

-¿Te gusta?

-M-me encanta. -respondí abrazándolo.

-Ven. -dijo yendo hacia las sillas, nos sentamos y hablamos hasta que golpearon la puerta.

-Pase. -dio permiso.

-Buenas noches caballeros. -saludó un hombre de unos treinta y cinco años, mientras servía un plato gigante de espaguetis, dos ensaladas y una botella de vino.

-Buenas noches. -contestamos Samuel y yo al unísono.

El hombre descorchó el vino y nos sirvió una copa a cada uno.

-En cuarenta minutos vengo con el postre, si les parece bien.

-Está bien para mí. -dijo Vegetta, y yo asentí.

El señor se fue y quedamos solos Vegetta y yo.

Cenamos y hablamos de cosas varias hasta que regresó el hombre con un postre.

-¿Q-qué es esto Vegetta? -pregunté cuando el hombre se había ido.

-No tengo idea, pero sabe bien. -dijo probándolo. Yo sonreí e hice lo mismo.

Terminamos de comernos el postre y Samuel me dijo que aún había más.

Me llevó hasta el baño, donde había un jacuzzi, lo suficientemente grande como para que entren cuatro personas. El baño estaba iluminado por la tenue luz de las velas, las cuales desprendían un ligero olor a vainilla.

-Entra, enseguida vuelvo. -Me quité el traje, me adentré en el agua tibia y me relajé aún mas, si eso era posible.

Vegetta regresó con dos copas de champagne, se quitó su traje y se sentó a mi lado pasando su brazo por mi cintura.

-V-vegetta n-no... -dije al notar que su brazo dejó de hacer contacto con mi piel.

-¿No qué? -Intenté averiguar donde estaba su mano, pero era imposible por la espuma. Solté un grito agudo cuando su mano aprisionó mi miembro.

-P-pero yo no quiero...

-No te olvides que yo sigo haciendo lo que quiero contigo. -dijo sonriéndome y depositándome un suave beso en los labios. -Si me das una buena razón para que deje de hacerlo, lo haré.

-M-me duele todo el cuerpo. -me moría de vergüenza decir aquello.

-¿Te duelen los brazos?

-N-no.

-Pues entonces no es todo el cuerpo, dime que te duele. -Odio cuando se burla así de mí.

-M-mi espalda.

-Puedes quedarte sentado.

-Samu, p-por favor, d-de verdad... -dije sonrojándome y mirándolo con ojos suplicantes.

-Ainss, es que a veces eres mas cuqui. -dijo apretándome los cachetes. No conocía ese lado de Samuel, sonreí y lo besé dejando mi copa a un lado.

Me recosté en su pecho y al parecer me quedé dormido.

Cuando desperté aún era de noche, Samuel estaba a mi lado durmiendo y ambos estábamos desnudos, cubiertos apenas por una sábana. Me acomodé en su pecho y observé la habitación, la cual en ningún momento dejó de impresionarme, hasta quedarme dormido de nuevo.

(Autora: Aitak672)

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