25. Faltan palabras
Narra Guillermo:
Desperté en la cama de Vegetta, él no estaba a mi lado, seguramente estaría preparando de comer.
Unas imágenes del día anterior vinieron a mi mente, haciéndome recordar lo raro que me comporté con Vegetta.
Él era quién siempre empezaba a besarme, abrazarme y acariciarme. ¿Por qué ahora parecía estar tan distante conmigo? ¿Y por qué iba yo detrás de él para recibir su cariño?
Aquellas preguntas consiguieron que me sonrojara sobremanera.
Quizás sólo eran tonterías a las que le estaba dando demasiada importancia, ni que a mí me gustase ese secuestrador...
Me levanté de la cama, para dirigirme al salón, desde el cual podía verse la cocina.
Sentí desilusión al no encontrarlo allí. ¿Dónde estaría?
Me senté en el sofá, para ver la televisión, pero antes de encenderla volví a perderme en mis pensamientos.
Fui de vuelta a su habitación, admirando cada cosa que se encontraba allí.
Sin darme cuenta, estaba abriendo su armario, donde se encontraban principalmente sus camisas. Cogí una morada muy elegante, como casi toda su ropa, e inconscientemente la estaba oliendo y abrazando.
-¿Qué estás haciendo? -su voz a mis espaldas, provocó que diera un salto, dejando caer la prenda al suelo.
-L-lo siento, ahora mismo la recojo. -dije sin girarme a mirarlo, mientras me agachaba para recoger su camisa y dejarla donde estaba.
-¿Por qué tenías mi camisa? -preguntó.
Cerré la puerta del armario y me di media vuelta para mirarlo, cosa que no debí hacer porque empezaba a sentirme nervioso.
Se encontraba recargado sobre el marco de la puerta, con dos toallas; una colocada por la cintura y la otra por sus hombros, con la cual empezó a secarse el pelo.
Sus marcados pectorales se dejaban ver, podían apreciarse las pequeñas gotas de agua resbalando por su torso. Era simplemente magnífico.
Fue verlo en esa situación y quedarme en blanco, con la boca abierta.
-¿Me estás prestando atención? -preguntó intentando parecer enfadado, cuando en realidad se notaba que estaba a punto de reírse por mi reacción.
-Demasiada... -¡Mierda! ¿Por qué dije eso? -Y-y-yo, y-yo n-no quise d-decir eso... Yo sólo...
Sus pasos avanzaron quedando frente a mí, sin rozarnos, pero lo suficientemente cerca para sentir su respiración en mi piel.
-¿Por qué tan nervioso? -preguntó burlón, alzando una ceja.
-N-no es nada.
-Está bien.
Me dio la espalda, caminando de nuevo hacia la puerta, donde se quitó la toalla que tenía alrededor de la cintura, dejando ver su perfecto trasero tan bien trabajado. Y volví a actuar sin consciencia alguna. Lo seguí a pasos más rápidos cada vez, y lo abracé por la espalda.
Sentí las gotas de agua que quedaban en su cuerpo pegarse a mi ropa.
Llevé mis manos a sus pectorales, recorriendo cada zona de ellos, notando como mis manos se humedecían.
Él, como el día anterior, no reaccionaba. En un impulso, por lograr sus caricias, llevé mi mano derecha hasta su miembro, al cual aprisioné con fuerza.
Un ronco gemido salió de sus labios, al parecer intentó reprimirlo, pero no lo consiguió.
Cuando estaba empezando a masajearlo, él se zafó de mi agarre y siguió andando hasta la cocina.
Yo, que no podía resistirme a su desnudez, lo seguí.
-¡¿Qué crees que estás haciendo?! -le grité, deseando obtener respuesta.
Él me miró con el ceño levemente fruncido y respondió: -¿Qué manera de hablarme es esa?
-Esa no es la pregunta, respóndeme a lo que te he dicho.
Aquel comentario de mi parte, no pareció agradarle demasiado, porque ahora parecía realmente enfadado.
-Y-yo... No hace falta que respondas. -dije, para dame la vuelta y volver a la habitación.
Una fuerte presión sobre mi brazo, me hizo detenerme.
-¡¿A dónde crees que vas?!
-¡A la habitación! -grité sin darme la vuelta para mirarlo.
-No vas a ningún sitio. -dijo, haciéndome voltear para estar frente a él. -Si tienes algo que decirme, dímelo pero cuidado con el tono que le pones.
-Y-yo... -Me acerqué aún más, para abrazarlo. -Sólo quiero... -El olor proveniente de su cuerpo y cabello, inundaban mis fosas nasales. -Esto... -dije en voz baja, seguido de un beso en sus labios.
Y volvió a apartarme, el muy...
-Pero siempre haces eso. -Ahora era yo quién mantenía el ceño fruncido. -¿Por qué te apartas, si siempre eras tú él que me buscaba antes? ¿Ya no te gusto?
Me sentía realmente triste.
Una sonrisa socarrona apareció en su rostro, haciéndome sentir peor.
-Exacto, pequeño. Antes iba detrás de ti, pero como muchas veces intentabas separarte de mí pues pensé que sería mejor darte tu espacio.
-Entonces, ¿querías darme mi espacio?
-Algo así, sí. O tal vez ver si venías detrás mío, cuando te dieras cuenta que te estaba haciendo vacío. -dijo sacando la lengua, burlonamente. -Aunque igualmente, en unos días iba a volver a acosarte si no lo hacías.
Al oír aquello, noté presión en mis pantalones y un leve sonrojo en mis mejillas.
No supe qué responderle, así que volví a llevar mis manos hasta su cuerpo, en silencio.
Él agarró mis brazos y yo lo miré, suplicándole para que me dejara.
-Sabes que no voy a dejarte hasta que me digas lo que quieres. -hizo una pausa y añadió: -Palabras, quiero palabras.
-Y-ya te lo he dicho... Q-quiero... -Y volví a tocarle, siendo rechazado.
-¿Qué entiendes por palabras?
-Y-yo...
-Tú...
-Quiero hacerlo... -dije en apenas un susurro
-¿Hacer qué?
Odiaba que me forzara a decir algo que sabía a qué me refería.
-Ya sabes...
-Yo no sé nada, pequeño.
Quería ser capaz de decirlo, pero no me sentía con el valor necesario para hacerlo.
Después de unos segundos en silencio, se acercó a mi oído y susurró sus últimas palabras, antes de desaparecer de mi vista.
-Cuando seas capaz de decirme que me quieres dentro de ti, te haré gozar encantado.
Sus palabras resonaban una y otra vez en mi cabeza, mientras volví a sentir presión bajo mis pantalones, al igual que los latidos de mi corazón a mil por hora.
(Autora: MrsDesrosiers17)
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top