20. Hora de la justicia
Narra Samuel:
Desperté con la imagen más perfecta que existía; Guillermo recostado en mi pecho, con la respiración tranquila, los mofletes sonrojados y el cabello despeinado.
Pequeñas marcas en su piel, demostraban que este chaval es mío, sólo mío.
Desde que lo vi supe que el sería mío, su torpeza lo llevó a caer en mis manos, se podría decir que fue cosa del destino.
-Buenos días, Guillermo. -Lo saludé y él abrió los ojos.
-Ho-hola. -susurró avergonzado. Creo que recordó lo de anoche.
-Venga, arriba. Tenemos que ducharnos. -dije en tono cariñoso. Los dos estábamos hechos un asco.
-E-está bien.
Me levanté de un salto de la cama, y luego fui a ayudar a Guille, quién parecía no poder levantarse sólo.
Lo tomé en brazos como si de una princesa se tratara.
-¿Q-qué haces? -Al parecer mi acción lo tomó por sorpresa.
-Como estuvieron las cosas anoche, dudo que puedas andar en condiciones. -Sonreí burlón.
-¡Calla! ¡Q-qué me da más vergüenza aún! -chilló para luego esconder su cabeza en mi pecho.
Fuimos en silencio hasta la ducha, dejé a Guille de pie, ya que el dolor según él no resultaba un problema.
Cada quién se duchó por su lado, ya que la idea no era terminar como ayer, no quería dejar inválido al pobre.
Pasó una mañana bastante tranquila, pero alrededor de las doce del mediodía recibí una llamada de Patrix.
-Hey Vegetta. Tengo excelentes noticias. Tenemos a Alejandro.
-Oh Patrix, no sabes lo feliz que me haces. -dije con una gran sonrisa.
-Lo tenemos aquí en Madrid. Si quieres ven a... decirle unas últimas palabras. -Esta tía es la mejor.
-Está bien, tú dame la dirección que voy enseguida.
Patrix me indicó dónde se encontraban.
Al fin iba a hacer pagar a ese desgraciado. Lo que hizo con Frank no tiene perdón.
-¿Cómo atraparon a Alejandro? -La verdad es que traté por mucho tiempo encontrar a ese maldito, pero nunca lo logré. Claro que me refería a tenerlo frente a mí solo, sin sus perros falderos.
Era un genio imposible de atrapar, pero al parecer mi amiga logró hacerlo.
-Pues verás, tengo un aliado en tu grupo. -¿Patrix? ¿Un aliado? -Tengo claro que nunca tendría aliados fuera de mi círculo, pero... este es especial. -Su voz se tornó dulce, parecía estar enamorada.
-No me digas, ¿te has liado con uno de esos tíos?
-Pues... con Cristian... Tenemos una... muy cercana amistad.
-Sabes que ese tío no me da buena espina... ya sabes como son esta clase de gente... siempre causan problemas... -Me preocupaba bastante esta chiquilla, era como una hermana para mí.
-Vegetta, ¿recuerdas quién soy yo, y quién eres tú, verdad? Yo puedo ser igual o peor que Cristian.
-Allá tú, cuando estés en problemas con él no me vengas a pedir ayuda. - Le advertí.
-Ah, Samuel... Ya déjalo en paz y vente antes de que decida acabar con Alejandro. Este tío no se queda quieto ni un segundo. -Oí como mi amiga pateó a alguien, por el quejido supe supe con seguridad que era Alex.
-Dale saludos de mi parte a ese cabronazo, y dile que lo veo en un rato. -dije en tono de burla y corté la llamada.
Guille me estaba mirando con cara de no entender nada.
-Guillermo, prepárate. Tenemos que ir a ver a un viejo amigo. -Él me hizo caso enseguida. Cogí mi chaqueta, mi revólver y mis llaves. Hoy, después de tantos años, acabaré con Alejandro, mi peor enemigo.
(Autora: palomakiessling)
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