16. Nuevas sensaciones
Narra Guillermo:
Abrí los ojos, sintiéndolos pesados, me fijé en que estaba en la cama, pero no en la que estaba acostumbrado a dormir... Estaba en su habitación.
Me incorporé de la cama de inmediato, notando los brazos de Vegetta alrededor de mi cuerpo. Volví a acostarme y me quedé un rato observándolo.
¿Por qué me gustaba tanto mirarlo mientras dormía?
Sin darme cuenta me estaba acercando a su rostro, sentía su respiración en mi cara. Me encontraba contemplando sus rosados labios, que a cada segundo se me hacían más y más apetecibles, los cuales parecían estar cada vez más cerca de los míos, hasta que... los junté.
No es que fuera un beso, sólo eran sus labios rozando con los míos, disfrutando de ese dulce contacto...
Pero, ¡¿qué estaba pasando en mi cabeza?!
¡¿Por qué acababa de hacer eso?!
Me aparté de golpe, consiguiendo que se despertara.
-¿Qué te pasa? -preguntó frotando sus ojos.
-¡N-na-nada! -Sentía que estaba ardiendo, seguro que ya me había puesto como un tomate. -S-sien-to haberte despertado.
Me acosté dándole la espalda, volviendo a sentir sus brazos atrayéndome hacia él.
-¿Crees que no me he dado cuenta? -me susurró al oído.
-¿Q-qué? ¿D-de qué hablas?
-No te hagas el tonto, he sentido el contacto de tus labios.
-Y-y-yo... P-pero ¿qu-qué dices?
Me giró para que lo mirase y añadió: -¿Por qué lo niegas? -calló unos segundos sin dejar de mirar mis labios. -Suplícame que te bese.
-¡¿Q-qué?! ¡No!
Él me miraba en silencio, observando en todo momento mi actitud.
No sabía si sentir miedo o no, pero lo que sí sentía era intriga. ¿Por qué me miraba tanto? ¿Acaso estaría esperando a que le suplicara lo que me había pedido? Pues ya podría esperar sentado...
-Como quieras. -dijo volviendo a cerrar los ojos.
Aquella respuesta me dejó anonadado.
Sinceramente me esperaba cualquier respuesta por parte de él, pero esta no era una de ellas.
Teniendo en cuenta lo dominante que es, imaginaba que diría algo que terminaría por obligarme a hacer cualquier cosa que él me exigiera, pero esta vez estaba equivocado, lo que no entendía es porque esa reacción suya me había frustrado y desilusionado...
Al cabo de unos minutos eternos mirando a la nada, hice el intento para levantarme de la cama pero Vegetta me detuvo.
-Creo que ya has olvidado lo que anteriormente habíamos hablado. -me dijo mirándome a los ojos. -Tú no puedes hacer nada sin mi permiso.
Esas palabras me hicieron volver a sentir miedo. Me quedé sentado en la cama, sin moverme, esperando que terminara de decir lo que sea.
-Vuelve a tumbarte. -me ordenó con frialdad.
Lo hice y acto seguido él se levantó y salió de la habitación.
Si iba a irse, no entendía porqué me obligaba a quedarme en cama... Y otra vez esa desagradable sensación invadía en mi pecho... Ni que quisiera que se quedara... Porque no quería, ¿no? ¡PUES CLARO QUE NO! ¿Qué tonterías estaba preguntándome?
La puerta se abrió de golpe, provocando que mi corazón se acelerase pareciendo que se fuera a salir por la boca.
Había preparado de comer y traía una bandeja para que lo comiéramos en la cama.
Tenía muy buena pinta y debía reconocer que el chico cocinaba bastante bien.
-G-gracias... -Mi voz sonó en apenas un susurro.
-Hmm... Nada. -Se nota que le incomodaba el hecho de actuar como una persona agradecida, pero yo no era quién para juzgarlo, más que nada porque discutir con él sólo resultaría un problema para mí.
Después de un largo silencio mientras comíamos, dejó la bandeja a un lado y habló: -Vamos a ducharnos.
-¿Ahora?
-¿Algún problema? -Otra vez esa mirada en su rostro que tanto me aterrorizaba.
-N-n-no. E-en absoluto.
Me agarró con fuerza del brazo; arrastrándome hasta el baño, en el cual empezó a quitarme la ropa salvajemente, como si quisiera devorarme.
Una vez estaba desnudo, reaccioné como estaba acostumbrado a hacerlo, llevándome ambas manos hasta mi entrepierna. Me resultaba muy incómodo y vergonzoso él estar desnudo frente a un hombre, frente a él.
-¿Qué te dije sobre taparte?
-Q-que no lo hiciera...
-¿Entonces? ¿Por qué estás haciéndolo?
-E-es la co-costumbre. -dije sin apartar las manos.
-Quítalas. -Él miraba atentamente mi entrepierna, esperando a que mis manos desaparecieran de la zona.
Sentía que el corazón se me iba a salir, estaba muy nervioso.
No quería acatar sus órdenes, pero el saber cómo podría reaccionar si no lo hacía... Así que no tuve más remedio, aparté las manos y él sonrió cínicamente sin desviar la mirada de mis partes bajas.
Sentía que mis mejillas ardían de nuevo. Él se acercaba cada vez más a mí, sus labios se encontraban a centímetros de los míos pero en ningún momento llegaron a rozarse. Empezó a bajar lentamente hasta hincar las rodillas en el suelo.
Yo no lo perdía de vista en ningún momento, analizaba cada movimiento que daba, sin saber cómo sentirme o actuar, hasta que mi miembro fue atrapado por una de sus manos y lo introdujo en su boca.
-¡Arrgh! -gemí ante el inesperado contacto. -¿Q-qué ha-haces? ¡Estáte quieto! -Hice el intento de golpearlo pero él atrapó ambos brazos para a continuación sostenerlos con una sola mano.
Sentía como mi pene iba creciendo, sin que yo pudiese evitarlo, en el interior de su boca. Eso sólo me hacía sentirme más y más avergonzado, porque aunque quería volver a negármelo, lo estaba disfrutando.
-Hm. -Intenté reprimir el gemido, en vano. -V-Ve-Vegetta... -Hice una pequeña pausa, a causa de la situación que me hacía perder el control sobre mí mismo, y añadí: -P-para...
Él, para no variar, ignoraba cualquier palabra articulada por mí y siguió con el vaivén de su boca sobre mi hombría, haciéndome perder la poca cordura que me quedaba.
Mis gemidos se hacían presente, retumbando en las paredes del baño.
Vegetta liberó una de mis manos, la cual en un movimiento inconsciente la llevé hasta su cabeza, aumentando aún más sus movimientos.
-Me... corro...
Él liberó mi miembro y subió lentamente hasta estar a mi altura, siendo su camiseta manchada por mi semen.
-Parece ser que alguien lo ha disfrutado, y mucho. -Él observaba mi rostro con interés sin borrar de sus labios esa sonrisa burlona, que tanto perjudicaba a mi orgullo.
-E-esto... No...
-No... ¿Qué?
Vegetta sabía perfectamente que había gozado con lo ocurrido anteriormente, pero me irritaba tener que admitirlo.
Agaché la cabeza, encontrándome con su camiseta manchada. Volví a notar mis mejillas arder, no sabía porqué pero una parte de mí estaba... ¿feliz? No, no, no... No es eso... Se podría decir que me alegraba de haberlo manchado de mi esencia... Obviamente sólo porque lo odio.
Tras intentar creerme mis pensamientos, nos introducimos en la ducha y ambos nos mirábamos bajo el agua del grifo, yo intentando desviarle la mirada y él impidiéndomelo. Ahora sólo podía verlo arrodillado frente a mí devorando mi hombría, cosa que me hacía estremecer sobremanera.
(Autora: Mrsdesrosiers17)
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