Capítulo Tres
03.
Decidir avanzar o dejarte guiar por la inercia. Decidir es estar un segundo más cerca de lo inevitable.
Cinco días atrás.
Estaba sangrando, el Kim mayor se movía con dificultad por la bala que había impactado justo en su hombro, y ahora estaban completamente rodeados.
Nunca creyó que el responsable de derramar la sangre de los suyos tendría un rostro tan joven. El líder de los Park se acercó sosteniendo un revólver frente a él.
—Gracias por recibirme en su morada —dijo cínicamente, dando un paso más adelante—. Por si se lo pregunta, no, no voy a matarlo. No sin antes llamar a K2 y K3. ¿Ellos controlan el resto del territorio Kim, no es así? Quiero su ubicación.
—Púdrete.
—Oh, no. No hay motivo para ponernos agresivos. Veamos, ¿Qué podemos utilizar para doblegar al viejo Kim? —Llevó una mano a su barbilla pensando—¿Qué tal su pequeño hijo? El dulce y adorable...Taehyung, ¿Cierto?
—Escucha, imbécil. Si te atreves a…—Se movió agresivamente siendo apuntado con el arma.
Interrumpiéndole. —No, tú escúchame a mí, anciano. —Otra persona llegó a su lado hablando por lo bajo y el rubio volvió a hablar—. ¿¡Qué!? ¿Cómo que perdieron al chico?
—No estaba solo. Alguien más lo ayudó escapar.
Rió con fuerza. —Mátame ahora si quieres, estoy seguro que el resto de los Kim te harán pagar por lo que has hecho. Y mientras mi hijo siga allá afuera, no hay nada más con lo que puedas chantajearme.
Frunció el ceño. —Eso lo veremos. —Se dio la vuelta antes de comenzar a caminar y dijo—: Encierren al viejo y llévense al otro. —Señalando al chico pálido que estaba viéndole con rabia.
Dos de los intrusos tomaron a Yoongi que yacía a su lado en el piso levemente lastimado, levantándole para llevárselo con ellos.
Kim solo esperaba que no fueran a hacerle daño a Yoongi, y que no encontraran a Taehyung, porque si lo hacían, todos estarían muertos.
Hoy
Taehyung jugaba con la radio del auto. Él y Jungkook estaban estacionados afuera de la alcaldía de Busan esperando a que su objetivo entrara.
Jungkook tomó su mano para alejarla de aquel aparato.
—Deja de jugar con eso.
—¿Por qué?
—¿Acaso no ves que estamos a medio de algo importante?
—Sí, lo sé —dijo inocentemente el castaño—. Pero sería mejor si tuviéramos música de fondo. ¡Como si fuéramos espías!
Jeon no pudo evitar reír ante aquel comentario. El chico no podía ser más ocurrente.
Fugitivos, niño. Fugitivos es lo que somos, además de criminales, pensó.
—Está bien, busca algo en la radio.
Taehyung dejó una emisora antigua donde pasaban Jazz en las mañanas, cerró los ojos mientras movía la cabeza al compás de la canción.
El pelinegro volvió a hablar.
—¿Quieres que me duerma? —Jungkook agitó la cabeza. Él mismo cambió de emisora.
—¡Oye, yo estaba escuchando eso!
—Ya no más. ¿A quién jodidos le gusta el Jazz?
—A mí me gusta. —Se cruzó de brazos molesto—. Me ayuda a practicar con mi saxofón.
—¿Tú tocas?
Asintió. —Soy una estrella del Saxofón—dijo orgulloso.
—Lo dudo. —Se burló de él. Cuando por fin encontró una canción de su gusto, comenzó a tararearla por lo bajo, con una de sus manos sobre el volante del auto.
—¿De cuándo es esa canción? — Taehyung observaba detenidamente como el otro parecía disfrutar la música.
Le sonrió, parecía relajado. —No sé, ya era vieja cuando yo la descubrí hace un par de años. De hecho me sorprende que siga en la radio.
—Es genial. —El castaño comenzó a mover la cabeza.
—Voy a enseñarte buena música, ya verás —dijo JK.
Por un pequeño instante que pareció eterno la voz del pelinegro resonó leve en el ambiente mientras acompañaba a la melodía.
Jungkook tenía veinte años, y nunca había actuado conforme a su edad tanto como en ese momento, cuando una vieja canción punk de los dos mil invadía su memoria. Taehyung sonrió al verle así de animado, y no pudo evitar pensar en lo bien que se veía actuando tan espontáneamente.
Esto era lo más cerca a una conversación de adolescentes real que había tenido en su vida y sí, Taehyung no pudo evitar ser feliz por un par de segundos.
Lamentablemente, ese instante terminó cuando la canción llegó a su fin y Jungkook tomó su arma colocándosela de nuevo en la cintura para abrir la puerta del auto y bajar de este.
Hizo una seña a Kim para que le imitara y le siguiera. Él le obedeció; caminando a su paso atravesaron la calle hasta llegar a la gran entrada del ayuntamiento.
Entraron.
Taehyung no tenía ni la menor idea de a quién o a qué estaban buscando, por eso cuando el pelinegro entró al baño de hombres se quedó extrañado. Aún así, le siguió.
JK entró en silencio, con cautela, escuchando la voz de aquel tipo que había estado esperando mientras este hablaba por teléfono.
—Sí, ambas están cubiertas. Tengo policías en cada entrada y salida de Busan, retenes por todos los distritos. Si el chico está por aquí, lo encontraremos, no hay duda de eso.
Torció el gesto cuando el hombre se quedó callado, ¿Lo estaban buscando a él?
Volvió a hablar. —¿Es toda la descripción física que puede darme? Necesito más, quizás un nombre o una fotografía. Es decir, hay demasiados adolescentes castaños en el país. —¿Estaban buscando al niño?—Ah, sí. Sobre eso, dicen que lo vieron por última vez en la estación de autobuses. Jk es un rata, donde quiera que esté, no tardará en salir.
Mierda, los estaban buscando a ambos. Aunque aparentemente, no sabían que estaban juntos, ahora solo no debían llamar la atención y usar eso como una ventaja.
Justo en el momento en el que se disponía a salir, Taehyung entró al baño a sus anchas y hablando con voz fuerte.
—Oye, JK. No sabía si debía esperarte afuera o algo; pero no me gusta estar solo así que te acompañaré aquí adentro mientras haces lo tuyo.
El hombre cortó la llamada de inmediato, Jeon pudo escuchar aquel sonido que tanto conocía de otra arma siendo cargada.
Le tapó la boca al menor con una mano, y usando toda la fuerza de su cuerpo los empujó a ambos dentro de otro cubículo, cerrando la puerta en el acto. La espalda de Taehyung quedó pegada a la pared mientras que su pecho era presionado contra el de Jungkook.
Kim observaba detenidamente las facciones marcadas de su rostro. La forma en la que estaba comenzando a sudar, y la sensación del cuerpo rígido de Jungkook sobre su abdomen.
—¿Houdini, eres tú?—Se burló el hombre afuera del cubículo—. ¿En serio eres tan tonto como para regresar por acá?
El castaño se tensó cuando le escuchó susurrarle al oído —Pase lo que pase, quédate detrás de mí, y no dejes que te vean el rostro.
Una patada a la frágil puerta fue suficiente para derribarla, Taehyung se agachó tapándose la cabeza mientras Jungkook tomó gran avance para empujar al hombre contra uno de los lavabos que estaba afuera.
Sabía que no podía dispararle, estaban en un lugar público y eso llamaría la atención de todos.
Tomó su cabeza con ambas manos y comenzó a golpearla con el metal del lavado, mientras trataba de inmovilizarlo para quitarle el arma. Abatido, el gran hombre comenzó a debilitarse y cayó tendido en el piso del baño. Entonces pudo desarmarlo.
—Dile a Park que debería tener cuidado con las personas a las que traiciona —declaró antes de darle un golpe en el estómago y otro más en la nariz haciéndole sangrar.
Comenzó a buscar en los bolsillos del hombre encontrando una pequeña navaja Suiza.
Sonrió malignamente, separando una de las afiladas cuchillas y luego se la clavó en la pierna, deslizándola hacia abajo mientras le veía a los ojos. Quería que lo recordara, y vaya que lo haría.
Taehyung observaba lo que pasaba a través de un pequeño espacio entre sus dedos, quedándose paralizado ante la escena, él realmente odiaba ver sangre.
Tomó el resto de sus pertenencias, un celular, unas llaves y la misma navaja guardando todo en su chaqueta.
Se acercó al chico que aún estaba escondido y tiró de su brazo.
Todo pasó demasiado rápido después de que tomó la mano de Taehyung. Desde salir corriendo del lugar hasta estar de regreso en el auto conduciendo a toda velocidad por las calles de la ciudad.
El chico estaba callado, lo cual no pasaba usualmente y mantenía la vista en la mancha de sangre que pintaba la mano del pelinegro.
Jungkook debía estar muy acostumbrado a esas situaciones, tanto como para olvidar limpiarse la sangre, pensó.
Abandonaron el auto unas calles antes. Estaban muy cerca de la costa y la leve brisa comenzaba a hacerse presente, a medida que avanzaban, el sonido del mar se hacía más y más fuerte.
Llegaron cerca del muelle en donde el azul lograba pintar completamente el cielo para después mezclarse con el azul del mar y crear una vista espectacular cromática al combinar aquella gama de colores.
Jungkook se acercó a un viejo barco, en donde el capitán le saludó amistosamente al verlo.
—¡Muchacho, tanto tiempo sin verte!—Le abrazó ameno—. Vi en las noticias lo que pasó, creí que estabas….ya sabes.
—Aquí me tiene. —Le sonrió—. Usted sabe que ellos no pueden conmigo.
—Siempre has sido el mejor. Dime ¿Qué te trae por aquí?¿Negocios quizás?
—De hecho…. Necesito un favor. ¿Tiene dos vacantes dentro de su barco? Mi compañero y yo necesitamos llegar a Japón cuanto antes.
—¡Por supuesto! Ya sabes cómo es esto, si pueden mantenerse igual de quietos abajo como nuestros otros cargamentos no veo el problema.
Ambos rieron. Jungkook tenía una larga relación con aquel viejo capitán, en ese pequeño barco de pesca, habían logrado meter al país cientos, miles de municiones y armas de bajo calibre.
El hombre conocía el mar a la perfección, y su lealtad era tal que el único que sabía que ellos dos eran socios era el mismo Jungkook.
—Gracias, sabía que podía contar con usted. —El pelinegro hablaba rápido, con miedo a ser visto.
—El barco sale en la mañana. —Le indicó—. Ahora, puedo preguntar, ¿Quién va a acompañarte?
Jungkook se dio la vuelta, notando por primera vez que Taehyung ya no estaba a su lado.
—Oh, mierda...—dijo antes de comenzar a caminar velozmente. Joder. ¿Los habían encontrado?
Su respiración se volvió pesada, el sol intenso hacía que le fuese difícil visibilizar con claridad el plano completo.
Necesitaba encontrar a ese niño justo ahora.
Corrió por todo el muelle, atravesando las ventas del lugar, bajando hasta la playa, y se quedó parado en la arena, pasando las manos por su cabello frustrado. Estaba muerto, sin Taehyung iban a matarlo.
¿Y si fingía su muerte? Sacudió la cabeza, no era momento de pensar en estupideces.
A lo lejos escuchó música, y las risas varios jóvenes que jugaban corriendo en la playa. Levantó la vista encontrándose con un idiota castaño al que ya conocía.
Molesto, corrió hacia él, en medio de su enojo y frustración tackleó al chico haciéndole caer en la arena, dejando su cuerpo debajo de él.
—¿¡Dónde estabas!? ¿Por qué mierda te separas de mí de esa forma?
—Ellos me invitaron a jugar.
—¿Y solo decidiste irte con unos extraños?
—Sí. Quítate de encima, tú no eres mi jefe.
El resto de los chicos, vieron con miedo al hombre totalmente vestido de negro, de expresión poco amigable que parecía estar ejerciendo potestad sobre aquel muchacho y salieron huyendo.
Claro que ellos no sabían nada.
—¿Qué parte de nos están siguiendo no entiendes? No hables con nadie, ni te acerque a nadie. No te alejes de mí, ¿Entendiste? ¿¡Entendiste!? Vas a hacer que nos vuelen la cabeza.
Su expresión se tornó triste de un momento a otro. —Yo solo...solo quería jugar en la arena. Nunca había estado en una playa real.
¿Qué?
No. No era posible.
No era posible que la mirada apagada del chico bajo él se impregnara tan bien en su subconsciente. Que su rostro se volviera así de estoico y que por un momento lograra pensar que quizás el chico no era tan fastidioso como él creía.
Dejó caer su cuerpo al lado de Taehyung.
—Nuestro barco sale en la mañana, tienes tiempo de sobra para jugar aquí. Solo mantente cerca de mí, ¿Está bien?
El castaño parpadeó un par de veces asombrado por su repentino cambio.
Agitó la cabeza y descaradamente se acercó a Jungkook para tomar su mano. —Ven conmigo —pidió.
—No.
—Deja de ser un matón por un par de horas, y vamos cerca del mar.
—No puedo.
—Solo inténtalo. —Sonrió contagiosamente.
Nunca había tenido tiempo para cosas como esta, tiempo para amigos, juegos, paz. Y en ese momento era preciso decir que podía restarle importancia a todo lo que pasaba a su alrededor.
Se quitó las botas que llevaba, y con la sensación de la arena bajo sus pies corrieron juntos hasta la orilla de océano donde dejó que el agua tocara con levedad su cuerpo. Mientras contemplaba con admiración la forma en la que Taehyung sonreía, sin ser consciente de lo mucho que lo estaba observando.
La vida es impredecible, la situaciones que se presentan cambian y crean un nuevo rumbo para la existencia misma.
A cada instante se tiene una oportunidad nueva de colisionar con una nueva sensación, un nuevo pensamiento. La oportunidad de experimentar una primera vez.
Era la primera vez que Jungkook notaba lo hermoso que lucía el océano.
Esa primera vez en la que no le importaba tener un arma en sus manos, en donde podía respirar con fuerza y olvidarse de lo que estaba pasando, esa en donde él se estaba permitiendo a sí mismo sentirse tranquilo.
Era la primera vez de muchas cosas para él.
Nadie creería que un criminal como él pudiese estar actuando como un chico cualquiera. Empujando al otro en la arena y jugando con la espuma del mar.
La tarde comenzó a caer en sus hombros, ambos regresaron al muelle y se quedaron sentados allí mientras el castaño hablaba.
Estaba relajado; pero las palabras de Taehyung le hicieron regresar a la realidad.
—Cuando estemos en Japón, ¿Qué haremos?
—No tengo idea.
—Se supone que eres el guía, piensa en algo —demandó el chico.
Enarcó una ceja hacia él, a veces realmente realmente quería golpearlo. —Cuando estemos allá, buscaremos a un amigo mío en Fukuoka. Y trataremos de comunicarnos con tu padre.
Los ojos del chico brillaron. —¿Podré hablar con él?
—Tal vez.
—¡Genial! Ya quiero volver a casa.
Jungkook no sabía cómo decirle que era probable que todos en su casa estuvieran muertos. Y que además, él definitivamente no podía volver.
—Sobre eso...yo no creo que puedas volver.
—¿Cómo? Pero papá y YoonGi, ellos…
Volteó la cabeza, no sabía qué decir. Se fijó en lo colores y el sonido de las personas a la distancia, y en las luces de la pequeña feria que estaban montando cerca del muelle.
Taehyung estaba a punto de decir algo más cuando Jungkook le interrumpió.
—Oye, niño. ¿Quieres ir a la feria?
Le vio sonriendo, probablemente esta sería su última vez en Corea y Jungkook quería despedirse de Busan.
Quizás no era buena idea exponerse de esa forma; pero tenían hasta que el barco zarpara para ser dos personas normales.
Y Taehyung, solo podía pensar que eso sonaba como una cita. Una de esas que aparecían en las películas que le gustaba ver.
Así que asintió, sin saber por qué actuaba tan tranquilamente con él, un hombre que tenía dos armas y una mancha de sangre aún en la camisa.
Solo quizás, era eso a lo que estaba destinado.
Manténgase con vida. J. S.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top