Capítulo Trece

13.

Habían pasado ya tres días desde que habían sido acogidos por la mafia china.

El ruido del exterior era demasiado; Las paredes resonaban y el fuerte bullicio era tanto como para hacer despertar a Jungkook.

Se quedó viendo el ventilador del techo mientras buscaba entender la situación.  Apestaba a alcohol etílico, tenía una venda que envolvía su torso y su hombro, además de unas pequeñas marcas violáceas bajo sus ojos que ya eran poco visibles.

El menor entró a la habitación en silencio  sosteniendo una taza de plástico. —¿Cómo te sientes?—dijo al sentarse en la orilla de la cama.

Alegrándose de verlo. —Como una momia. —Se refirió a sus vendajes.

—Veo que estás de humor para alguien que recibió una paliza de veinte tipos.

—He estado peor, así que un par de golpes no me asustan.  — Jungkook se recompuso en la cama.

—Se nota.  Si no viera la venda diría que no te ha pasado nada.—Trataba de sonar normal; pero su mente divagaba demasiado.

—Soy invencible. —Los grandes dientes del pelinegro decoraron su rostro haciéndole lucir menos apaleado. Su sonrisa siempre había sido tan genuina.

Taehyung le extendió la taza. —Ten, bébelo antes de que se enfríe.

Elevó una ceja. —¿Qué es?

—Café, recién preparado solo para ti.

—Estás haciendo que me sonroje — dijo con gracia, tomó la bebida, y la comenzó a ingerir de a pequeños sorbos—. Prométeme que yo volveré a ser el tipo duro de este equipo.

Ambiguo. —Te lo prometo.

—Espera—alarmado—, ¿Quién preparó esto?  —Se quemó la lengua al intentar escupir. Estaba paranoico, sí. Aún tenía el presentimiento de que Zhang tramaba algo en su contra.

—Yo lo hice.— Ofendido.

Las alarmas de peligro en la cabeza de Jeon se encendían con facilidad, creía que todos querían hacerle daño, aunque probablemente tenía razón.

Culpable. —Lo siento, no confío en ellos. Sé que llegaste a un acuerdo y van a ayudarnos pero yo no les "agrado" mucho que digamos.

Taehyung lucía pensativo, como si algo le estuviera molestando. Los últimos días había estado hablando con las personas del taller, gente que le había dicho una o dos cosas sobre el pasado del pelinegro y su socio.  

Le intrigaba demasiado, así que se animó lo suficiente. —Jungkook...hay algo que quiero preguntarte. —Y soltó con total seriedad.

—¿Qué cosa? —Desconcertado, teniendo un arranque de pánico instantáneo.

—Quiero saber...¿Qué tan malo fue lo que hiciste aquí en Japón como para que tantas personas te busquen?

—Niño, soy un fugitivo. Es algo de rutina, las cosas que hago o hice son malas, todas ellas. Cualquier traficante con un cúmulo de cerebro me buscaría para eliminar competencia.

—Mientes. —¿Por qué evadía la pregunta? —Dicen que lastimaste a alguien importante, que incluso mi familia tuvo que responder por Corea.

—No es tu problema.

—¿En serio vas a jugar así después de todo lo que hemos pasado?

—¿Por qué escuchas a esos tipos?  Sí, lastimé a alguien importante. Importante para mí, no para ellos. Y sí, tu padre me sacó de un lío hace mucho. ¿Está bien? No hay nada más.

—Necesito saber por qu-

Le interrumpió. —¿En serio quieres saberlo?—dijo molesto—. ¿Quieres saber cómo le jodí la vida a la única persona que se interesaba por mí? ¿Quieres saber por qué Elliot tuvo que regresar a América? Realmente, ¿Quieres que te diga lo inocente que fui?

Llevaban tanto tiempo intentando llegar a Estados Unidos, que el mayor ni siquiera había reflexionado en lo difícil que sería para él estar allí.

Él amaba Busan, su Corea natal; Pero los pocos momentos en los que había sido feliz estaban en Seattle, con la nieve y Elliot jugando por la calle.  

Esas tardes en las que era un adolescente normal, donde realmente no importaban los negocios.

Taehyung se acercó a él lento, viéndolo con cariño. —No me importa lo que haya sido, solo quiero saber más de ti. Quiero ser parte de tu vida.

—¿Por qué? Mi única tarea era cuidarte y ni siquiera pude hacerlo como se debe.

—¿Cómo puedes decir eso? He aprendido más de ti en este tiempo que de mi familia en toda mi vida.  Es por ti que no tengo miedo, estando lejos de ti siento que puedo ser valiente como tú.

—Yo soy un pésimo ejemplo a seguir.

—Eres lo mejor de lo peor, afortunadamente.

Jungkook no tenía idea de lo mucho que sus ojos brillaban al ver a Taehyung. No era consciente de que el dolor en su pecho iba más allá de sus golpes. Cuando el castaño frente a él le decía que le importaba sentía que podía olvidarse de sus miedos y le daba una razón, un propósito para seguir viviendo.

Se dejó caer de nuevo en la cama.

—Tenía diecisiete, Elliot y yo expandimos nuestro negocio hacia otros países —dijo resignándose—. Él siempre me dijo que pensara las cosas con calma, que los negocios debían hacerse con precisión. Empezamos a diferir de ideas, yo quería más y más dinero, quería ser conocido en toda Asia, en América ¡Por todos lados!  Era demasiado ambicioso, así que hice negocios con aquellos con los que él jamás quiso relacionarse

—Te volviste su rival.

Asintió con desdén. —Yo... comencé a ganar más, a tener más clientes y creí que él estaba celoso de lo mucho que yo había progresado. Estaba convencido de que estaría mejor sin alguien diciéndome qué hacer.

—No lo entiendo, ¿Eso es tan malo?

Suspiró pesadamente. —Mis nuevos clientes se aprovecharon de que yo era inexperto, perdí demasiado dinero, cargamentos enteros de armas. Regresé acabado y herido a la entrada del casino. Elliot... trató de vengarse, iba a matarlos a todos y yo fui tan estúpido como para advertirles, los salvé. Él convenció a uno de los líderes Kim para expulsaran a los Chinos de Corea, entonces ellos invadieron Japón.  Casi se inicia una guerra entre países por dos carroñeros como nosotros. Así que para protegerse él volvió a su país donde sabía que no podían tocarlo y yo...

—Tú no has vuelto a verlo, ¿Cierto?

—Hay cosas que desearía no haber vivido, cosas que fueron culpa suya, sangre que no debí haber tomado; Pero él...es lo más cercano a una familia para mí, aunque también sea lo más parecido al diablo en la tierra.

—Eso explicaría porqué eres un demonio. —Sonrió, buscando de transmitirle tranquilidad.

Taehyung colocó una de sus manos en el pecho del otro descaradamente. Aquello que trataba transmitirle era fuerte, era un mensaje que decía "Nada de eso importa ya", buscaba darle aliento, comprensión.

El pasado pesa sobre los seres humanos como un imán. Atrae a la culpa, a la resignación, a la tristeza y hace de ellos la esencia de aquél que ha tenido consciencia de su existencia.

Pero justo en ese momento, sentía que era de pronto más liviano, más transparente. —Un demonio no encaja bien en tu historia, Rapunzel.

—Encajar no debería ser necesario.  

No era correcto, la poca distancia que había entre ellos se sentía frenética. Ninguno de los dos sabía si era pertinente avanzar, no era normal que la forma en al que se veían por tanto tiempo. No, era incomprensiblemente sublime.

Taehyung cerró los ojos, solo necesitaba acercarse un poco más, quería hacerlo aunque le asustaba demasiado.

Cuando por fin tuvo el valor, la puerta se abrió de golpe haciendo que se asustara saltando hacia atrás de inmediato. —Oye, Kim. ¿Por qué no estás en la fiesta? Te estás perdiendo lo mejor.

—¿Fiesta? —Emocionado, desviando su atención.

—Sí, el jefe organiza las mejores fiestas del sector.  Música, tragos, drogas, acompañantes, apuestas, lo que se te ocurra. Además, tú como nuevo socio deberías estar allí.

Jungkook vio con desaprobación al chico que había entrado. No había tenido tiempo para conocer a las personas dentro del taller, pero parecía que Taehyung había estado haciendo amigos.

—Tú no tienes edad para esas cosas —le dijo molesto, como irritado de pronto cuando mostró interés.

— ¡Oh, la leyenda resucitó! — intervino el otro chico—. Es bueno encontrarte despierto, JK. Pero no te preocupes, creo que Taehyung sabe cuidarse solo.

¿Y este qué se cree?, pensó ofendido.

—Gracias, Baek. —El castaño se tensó cuando notó la evidente inconformidad de Jeon en su rostro—. Iré después.

El chico se dio la vuelta para salir.— Apresúrense, los veré en la barra. Voy a hacerles unos tragos.— Terminó y volvió a cerrar la puerta.

Indignado. —Ni creas que irás, no sabes qué clase de gente habrá allí.   

—Claro que sí sé. Un montón de sicarios chinos, mafiosos japoneses, también políticos, pilotos y bailarines.

—No te imaginas lo peligrosas que son las fiestas aquí, además tú nunca has bebido, le darás un trago al vaso y terminarás en el piso, serás un blanco fácil.

—Por favor no entres en modo niñera justo ahora.

—Ve a ponerte la pijama y duérmete.

Negó con la cabeza. —Te tomas muy en serio tu papel—. Se levantó de la cama para salir. Seguía siendo demasiado curioso, afuera había una fiesta espectacular y él no se quedaría durmiendo en la habitación, quería conocer todo el universo.

—Espera—dijo Jeon. Taehyung volteó, el otro se estaba vistiendo velozmente, ocultando el dolor de su torso vendado—, iré contigo. No pienso dejarte solo otra vez.

—¿¡Lo harás!?—Estaba demasiado emocionado. Era la primera fiesta a la que le invitaban, en donde no solo era popular, sino incluso tenía a su propia cita. Bueno, si es que Jungkook el chaperon contaba como cita.

—Solo para cuidar que no te pase nada. —Corrección, era Jungkook el guardaespaldas.

—Como tú digas, anciano.

Salieron de la habitación siguiendo la música a través del pasillo hasta llegar al taller que se había convertido en discoteca.

Botas altas, trajes de cuero, cadenas que adoraban el pecho de lo bailarines con lencería de látex.

Las luces intermitentes que cambiaban de color con la intensidad de la música eran lo único que iluminaba el lugar.  Había mujeres hermosas por doquier y todos sudaban frenéticos entre la multitud frotándose unos contra otros con las pupilas dilatadas, como si todos tuvieran encima una o dos pastillas de colores.

Baekhyun, con quien había estado conversando los últimos días levantó una mano al notar su presencia, llamándole. Kim veía completamente extasiado el ambiente. Ansioso, se movió rápido entre las personas para llegar hasta donde el otro estaba.

Jungkook trataba de respirar por la boca, el olor realmente le molestaba, veía con desdén a las personas que inhalaban cocaína en la esquina de la habitación sin percatarse de que Taehyung se había alejado.

—No entiendo cómo es que disfrutan estar así de drogados —reaccionó cuando no obtuvo respuesta volteando a ver a todos lados alcanzado a notar la cabellera café a la distancia—. Maldita sea, Kim —dijo abriéndose pasado en medio de la multitud.

Había cientos de botellas al fondo, detrás de la barra había un coreano mezclando sustancias y sirviendo tragos de colores. Logró alcanzar al menor llegando juntos hasta allá.

—¡Hasta que pareces! ¿Qué se te antoja? Pequeño Kim, dime, ¿Qué vas a tomar?—Eléctrico, posiblemente drogado.

—Sorpréndeme —dijo  Taehyung mientras sonreía.

—¿Qué hay de tu escolta, va a tomar algo? —Le vio con los ojos entrecerrados, hipócrita.

Jungkook recordaba haber visto disparar al chico con una habilidad impresionante. Se sentía presionado por su forma despectiva de referirse a él.  —¿Ahora eres cantinero? Nada mal para un simple gatillero —le dijo devolviéndole la ofensa.

—Oh, legendario JK. A diferencia de ti yo puedo hacer más que solo matar y vender. —Volteó a ver al castaño mientras sonreía sugerentemente—. Hay cosas en las que soy... excelente, cosas que podría enseñarte —le guiñó un ojo para finalizar.

Jungkook le veía fijo, como si tratara de hacer que su cabeza explotara con la vista.   Acaba de insultarlo a él y coquetear con Taehyung al mismo tiempo, y el chico era demasiado inocente como para darse cuenta.

—Tienes razón, podría matarte si sigues con tus comentarios inapropiados.

—Inténtalo.

Taehyung negó Interrumpiendo. —La tensión es tan fuerte que podría aplastarme. Ambos son igual de pesados, si quieren matarse entre ustedes háganlo después. Ahora, dame algo de beber antes que sea yo quien te mate. Y tú, Jungkook, cállate.

Jeon bufó, el niño caprichoso seguía siendo su jefe.

Ambos se quedaron callados.
Baekhyun tomó dos vasos, comenzó a preparar en ellos mientras le lanzaba una y mil miradas tentadoras al menor.

Cuando terminó colocó los dos tragos frente a ellos. —Entonces... aquí tienen mis especialidades. Una cubalibre y un Black Russian.—Taehyung se apresuró a tomar la el vaso más alto; pero el otro le detuvo—. La tuya es esa otra, bonito.

Jungkook trató de impedir que tomara la cuba, creyó que podía tener algo dañino. Sin éxito, no pudo evitarlo, Taehyung se tomó de un trago medio vaso.  

—Esto es memorable. Es tu primer día de intoxicación, qué emoción. —Jungkook hablaba sarcásticamente, pese a eso al tomar su propia bebida apretó los ojos por lo bien que sabía, y por lo mucho que le quemó la garganta.

El Black Russian es un trago que contiene licor de café y vodka, eso explicaría muy bien porque Jeon terminó demasiado rápido con el contenido del vaso. Y pidió más.

—No me siento diferente —dijo Taehyung, parecía decepcionado mientras seguía bebiendo más y más.

—Te haría mejor efecto si bailaras conmigo. —El otro estaba coqueteando descaradamente con él, sin ningún interés de esconderlo.

El pelinegro que iba por su quinto vaso se ahogó. —Tú no irás a ningún lado con él.

Conflictivo como un niño. —¿Por qué no? ¿Por qué eres tan aguafiestas?

El teñido de gris le secundó. —Sí, JK. ¿Por qué eres tan aguafiestas?—Se estaba divirtiendo mucho con la situación—. Ven. Vamos a bailar, Kim.

El castaño asintió y comenzó a caminar hacia la multitud.

Se puso de pie con fuerza golpeando la madera de la barra.  —Yo iré con él, tú quédate aquí y dame otro de éstos.—dijo casi lanzándole su vaso.

Taehyung rió cuando notó que era Jungkook quien le seguía. —Estás completamente vendado, no debes bailar así. Te harás daño.

—¿Quién dijo que bailaría? Los hombres malos y despiadados no bailan.

Estaban en medio de todas las personas que saltaban con ritmo gozando la temperatura que el calor humano y el alcohol provocan.

—¿Entonces que se supone que harás? ¿Quedarte parado en medio de la pista?

— Yo no bailo. Solamente me muevo con estilo.

Era masivo; el humo, el sudor y los cientos de latidos que resonaban en su cabeza casi eclipsando a la estridente música.  

Taehyung parecía ser ajeno a cualquier clase de vergüenza. No le importaba reírse frenéticamente mientras movía la cadera de un lado a otro y cerraba los ojos para sentirse en ambiente. Tenía las manos arriba y arqueaba la espalda cada que la intensidad de las luces variaba. Lo estaba disfrutando, disfrutaba ver un poco de libertinaje en el mayor.

Su cuerpo se sentía caliente, frente a él un Jungkook casi cohibido que
trataba de seguirle hasta el centro de la pista. La armonía con la que la línea de sus hombros se movían era gloriosa cuando los suaves movimiento del pelinegro le daban un aire cautivador siendo tan lento, demasiado limitado para mover con síncopa su espalda rompiendo la regularidad del vulgar baile.

Jungkook podía ser demasiado encantador, incluso si no se lo proponía.

Las mujeres, que en su mayoría eran japonesas, y demás chicos interesados veían con deseo al hombre de expresión dura y misteriosa que sonreía a medias mientras su resistencia al vodka se debilitaba. Ni siquiera notó en qué momento terminó rodeado de chicas que intentaban acercarse a él, tocando su barbilla y jugando con el pendiente de su oreja.

Taehyung se quedó quieto; Por un segundo había logrado hacer que Jungkook se soltase y otras personas lo acaparaban, no era justo.

Empujando a un varías personas que les dividían encontró la forma de llegar de nuevo a él aferrándose al borde de su camisa y deslizando su brazo por el cuello de Jeon.

La resistencia que el cuerpo de Jungkook tenía al alcohol era considerablemente grande. Había tomado lo suficiente como para desmayar a un veinteañero normal, pero estaba lo suficientemente consciente como para encontrarle una explicación lógica a Taehyung intentando estar pegado a él.

Supuso que el castaño debía estar completamente ebrio para ese momento. Y aunque a su yo consciente le molestaba, su otro yo le incitaba a seguirle el juego.

—Deberías dejar de provocarme tanto.

—Como si eso te molestara.

Era el momento preciso para que Taehyung experimentara una de tantas cosas que había esperado por años. No, Jungkook nunca creyó que el chico intentara besarlo, pero así fue.

Los labios de Taehyung cayeron lentamente sobre la comisura de su boca cuando quitó el rostro entrando en pánico.

El menor se alejó de él, bajó la cabeza apenado ocultando su rostro de la mirada confundida de Jungkook. —Yo l-lo siento. No quería...—[ Querías hacerlo, por supuesto que querías.] Se dijo a sí mismo.

Llevó su mano hasta su mentón para hacerle verlo. —Parece que esa cosa que te tomaste se te ha subido a la cabeza —le dijo contemplando sus labios entreabiertos con su pecho aún pegando al suyo.

—Perdón...

Sus ojos oscuros le delataban mientras su mente se debatía en qué hacer. Lastimosamente su parte racional siempre había sido más fuerte. —Aprender a controlarte es parte de crecer, sabes.

—Pero yo...

Le sonrió dulcemente. —Nunca hagas cosas de las que puedas arrepentirte después. No querrás vivir con eso en la mañana.—Pasó la otra mano por su cabello permitiéndose sentirlo. Sus palabras parecían ser más para él mismo que para Taehyung.

—¿Podemos irnos? —preguntó, eran demasiadas emociones que digerir.

Jungkook asintió separándose de él. Tomó su mano para caminar de regreso.

Besar extraños era algo que todos los adolescentes idiotas hacen en momentos como ese; pero estaba preocupado de que Taehyung lo idealizara cuando él no era más que un matón de mierda.

Baekhyun veía a la distancia cómo su plan funcionaba, o algo así. Aún logró verles a ambos atravesar el gran lugar y desaparecer por la puerta que llevaba de regreso a las habitaciones.

Estaban lejos de todos, lo único que les acompañaba era el eco de la música que hacía resonar las paredes. El corredor donde caminaban estaba completamente oscuro y en algún punto el pelinegro se detuvo.

—¿...Estás bien?—preguntó Taehyung casi con miedo.

Jungkook respiró con fuerza, creyendo ciegamente en que nada pasaría si se dejaba sentir tan solo un poco, si se daba el lujo de acelerar. Con su corazón inundando en el frenesí del calor que se extendía desde su pecho hasta su cabeza, su conciencia daba vueltas al buscar dentro de sí las agallas para hacerlo.

Después de todo, él estaba acostumbrado a ser un pecador.

Rápidamente, se volteó hacia él para besar sus labios por tan solo unos segundos. Era casto, y de no ser por el sabor del vodka en su boca habría sido puro.

Fue algo tan insignificante, aunque abrumador para dos consternados que buscaban a tientas desesperadamente sentir algo, a alguien, y como dos jóvenes ser consumidos por la total euforia del momento.

A veces, pareciera que corremos hacia la desgracia, y aún así aceleramos.

Regresaron a la habitación donde Taehyung intentó hablar con él; pero no. Jungkook le ignoró y entró directamente al baño, se dejó caer en el piso donde quedó contra la pared mientras sus sentidos volvían a cobrar sentido.

No le gustaba beber porque el alcohol aceleraba su sistema de formas que no podía controlar del todo, y volvía a su mente a una de sus formas más primitivas. Él odiaba eso, odiaba el calor en sus venas.

Se encerró en el baño para no hacer algo que no pudiera arreglar en la mañana. Incluso aún con la cabeza dañada había algo dentro de él que gritaba que debía ser profesional.

Una de las reglas más importantes en el negocio era:

1. No tocar la mercancía.

Y él estaba cruzando los límites. Siendo demasiado obstinado para entender que el menor movía algo en su interior que no era físico, que no era necesariamente corpóreo.

Estaba muerto si le hacía algo indebido a Taehyung, estaba muerto si admitía querer recorrerlo todo con sus propias manos. Sí, estaba muerto por él.

Se desmayó allí en el piso del baño, dejando al otro incrédulo con una piedra en el pecho.  

Taehyung se recostó en la cama pensando en que quizás la había jodido. Solo esperaba que todo volviera a la normalidad en la mañana, aunque no estaba seguro de si lo quería a su totalidad, se quedó dormido pensando en eso.

Después de haber pasado los últimos días hablando con los muchachos del taller en Japón,  Taehyung había llegado a la conclusión de que se sentía increíblemente atraído hacia Jungkook; pero que era incapaz de acercarse como quería. Además de que un tipo como él podría ofenderse si se le insinuaba de esa manera.

Por eso le pidió a Baekhyun que les diera algo para animarlos a ambos. La cubalibre es una bebida compuesta por ron blanco, refresco de cola y jugo de lima; pero no, él no tenía idea de que todas las cubas que se tomó no contenían ni una sola gota de ron, así que él estaba completamente limpio.

Entonces mientras que Jungkook podría haber entrando en coma etílico, Taehyung había estado consciente toda la noche.

No digería por completo los breves momentos en los que sintió que Jungkook lo manoseó e incluso el pequeño beso.  No sabía si habían sido reales o no porque seguía creyendo que todo era producto de lo que había ingerido sin saber que no había nada además de hormonas en su sistema.

Maldición, beber esa cosa de adultos era algo serio.

Dedicado a DARK-L1GHT

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Adoro sus comentarios, me motivan mucho.

Manténganse con vida. J. S.

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