Capítulo Quince

15.

[Gwacheon, Corea del Sur]

Saber cómo controlar a las masas es algo clave para el negocio. Delinquir sin causar revuelo y conocer la cantidad exacta de miedo a infundir en las personas para ser vistos como deidades era fundamental.

Uno de los principios de la mafia siempre sería presentar el negocio como algo positivo para el pueblo. Ofrecer medidas de superación a los pobladores de sus territorios, trabajo y seguridad para todos aquellos que no se involucraran en su trabajo.

En Gwacheon, todo aquel que no estuviera manchado de sangre era protegido por Seokjin, el líder Kim en la ciudad. Todo niño, mujer o anciano ajeno a sus negocios sería respetado si se mantenía al margen de todas las actividades que se realizaban.

No era secreto que en la casa más grande en una de las colinas vivía quien era el tercero en la línea de mando de la mafia en Corea. El hombre que reformó la ciudad y que era alabado por todos los pobladores.

-Caballo B1 a C3. -Las ventanas de la habitación estaban abiertas, Seokjin jugaba ajedrez con su compañero mientras meditaba.

-Alfil B4 a A5. Estás en Jaque. - NamJoon sonreía victorioso mientras el otro perdía la paciencia. Era la tercera vez que jugaban y Jin no era capaz de ganar una sola partida.

-¡Me rindo! -Movió un peón al frente para desperdiciar su turno-. Listo, te toca, haz jaque mate de una vez.

Comenzó a reír, movió su alfil para derribar al rey blanco de Jin. -Estás cediendo demasiado fácil. Tú no eres así.

-Se me está secando el cerebro. Ni siquiera puedo desestresarme con un juego porque tú sigues ganándome.

-Solo tienes que concentrarte. Después de todo, tienes la mentalidad de un buen rey, solo tienes que mover mejor tus piezas.

-No trates de hacerme sentir mejor.

Sin el viejo Kim y sin Taehyung, ambos debían tomar la responsabilidad por el territorio. Se suponía que NamJoon era quien dirigiría a todos sus hombres, y aunque era un excelente líder; todos sabían que él haría cualquier cosa que Seokjin dijera. Era por eso que ambos funcionaban mejor juntos.

Llevaban semanas buscando a Yoongi, además de que era completamente seguro de que pronto la gente de Park los atacaría luego de que ellos hicieran volar en pedazos su edificio.

Estaban dentro de una de sus oficinas, mientras cenaban y jugaban como cuando eran un par de años más jóvenes.

-No trato de hacerte sentir mejor. Digo la verdad, aunque claro, siempre he sido más inteligente que tú.

-Tú inteligencia se ve opacada por tu torpeza, así que no trates de vanagloriarte, Señor egocéntrico.

Le veía demasiado, se sentía realmente tranquilo cuando estaba con él. -¿Yo egocéntrico? ¿No eres tú quien se llama a sí mismo "mundialmente guapo"?

-Lo soy, no hay dudas sobre eso. Además, sé que tú también piensas que soy guapo.

El arma del moreno reposaba sobre la mesa. Los vidrios de la casa eran oscuros y estaban rodeados por decenas de personas listas para disparar a matar.

Aún con eso, ambos sentían que algo malo pasaría pronto; la tranquilidad era demasiado abrumadora.

-Lo hago.

Nunca había pasado nada entre ellos, o al menos eso intentaban, trataban de mantenerse como una unidad filial. No tenían a nadie más en el mundo, nadie más en quien confiar tan ciegamente como en el otro.

-NamJoon, ¿Qué pasaría si me asesinaran? -Soltó de repente.

-No digas estupideces. Por supuesto que no pasará algo como eso.

-Pero...¿y qué tal si pasa? -Ambiguo.

Lo meditó un par de segundos antes de decir. -Si alguno de esos imbécil se atreve siquiera a tocarte, voy a matarlos a todos. Uno por uno, haré que se arrepientan de haber nacido.

-¿Y si algo te pasa a ti también?

-Los veré en el infierno entonces.

El aire era frío; parecía que los minutos comenzaban a pasar más rápido. Estaban juntos mientras planeaban cual sería su siguiente paso, Taehyung llegaría en un par de días a Estados Unidos y uno de ellos dos debía ir por él.

Uno de ellos debía darle lo necesario para poder tomar su lugar; pero ninguno de los dos quería hacerlo, no concebían la idea de separarse, de dejar al otro expuesto de esa forma. La devoción que existía entre ellos era algo tan indescriptible, algo indescifrable.

De repente, la luz se apagó. Confundidos, se levantaron para ver qué pasaba. Jin se acercó a la ventana mientras NamJoon fue hacia la puerta.

Otra persona entró abruptamente a la habitación sofocada. Y dijo con gran desesperación. -La planta de energía explotó. Hay un gran incendio en el centro y todo este sector se ha quedado sin electricidad.

-Maldita sea, es Park -dijo Seokjin al ver los autos que se acercaban a gran velocidad a través de la carretera hasta la colina-. Nos encontraron.

NamJoon abrió uno de los armarios que estaba en la habitación y sacó una M16 (apenas podía ver a causa de la oscuridad) y la cargó mientras comenzaba a moverse por el pasillo, seguido por Jin y su escolta.

Bajaron hasta la entrada de la casa donde la guerra a carne viva estaba a punto de comenzar.

-Pon sobre aviso a todos, diles que se preparen. Si morimos esta noche, tenemos que asegurarnos de llevarnos a ese malnacido con nosotros.

Los Kim eran un ejército completamente listo para resistir un ataque. Había hombres en el techo y los balcones, disparando a ráfagas a los intrusos que habían osado meterse a su territorio.

Los autos blindados en movimiento continuaban acelerando, parecía que no tenían intenciones de detenerse e incluso cuando llegaron hasta la entrada de la casa no lo hicieron; el primer auto atravesó la puerta destrozando toda la entrada.

Oh, sí. Park Jimin había regresado. Y no estaba solo.

Después de romper la primera barrera de seguridad, Jimin bajó del auto utilizando una máscara que le cubría totalmente. Varias mujeres bajaron con él también con sus rostros cubiertos.

Fue entonces cuando de ese auto y de los que estaban en el exterior fueron lanzados lacrimógenos, bombas de humo modificadas lo suficiente como para sofocar a todos los que no contaban con la suficiente protección.

Los Park nunca creyeron en los disparos. Siempre se interesaron por otro tipo de armas, químicas por ejemplo.

Aún siendo apuntado, Jimin no temía, sabía que el gas pronto les cerraría los pulmones.

-Ya saben cómo funciona esto, muchachos-dijo cínico -. Es la ley de Talión: Ojo por ojo y diente por diente.

NamJoon estaba en el piso, los escombros de la pared habían caído sobre él.

La oscuridad les cubría; había demasiado humo en el ambiente, y afuera un mar de balas entre las sicarias de Park y los de Kim.

Seokjin comenzó a toser cuando su garganta ardió por el gas en su sistema. Los mujeres con máscaras lo inmovilizaron, se resistió tanto como pudo mientras intentaba disparar inútilmente. Una de ellas golpeó su cabeza con su propia arma haciendo que se desmayara.

Jimin volvió a subir a su auto, ahora con Jin en el.

No habían llegado allí a exterminarlos, la estrategia era simple: Dispara a la cabeza, y el cuerpo no sobrevivirá.

Tenía al viejo Kim y ahora con Seokjin en su poder, solo le quedaba espera que NamJoon colapsara junto con el territorio, entonces habrían logrado su cometido; pero había un pequeñísimo problema, que no tenían ni puta idea de dónde estaba Taehyung.

Seokjin recuperó la conciencia cuando ya estaban demasiado lejos. Aún aturdido, reconoció a la persona que viajaba a su lado.

-¿¡Yoongi!? -dijo confundido.

Mierda, eso explicaba muchas cosas. Tragó seco, tenía que advertirle a los demás, pero ¿Cómo?

...
[Espacio aéreo sobre el océano Pacífico]

Nueve horas de vuelo; Jungkook no entendía porqué a sus veinte años su espalda crujía como la de un anciano.

Bueno, quizás las múltiples peleas en las que se metía debieron darle una idea. Eso y el estrés que bajaba desde su nuca hasta sus omóplatos.

Estaban a exactamente sesenta minutos de llegar a Nevada y no sabía qué harían al llegar allá. Intentó contactarse con Seokjin en la madrugada; pero había sido inútil. Intentó volver llamarle por vídeo llamada a través de su computadora y aún así no logró nada.

No podía dejar a Taehyung en la dirección que le habían dado así como así, como si fuese una mascota que debía entregar. Tenía un mal presentimiento sobre esto, así que lo mejor sería que buscaran otro lugar para quedarse.

Afortunadamente, aún tenían suficiente dinero como para vivir como reyes allá, así que trataba de mentalizarse que todo estaría bien.

-Jungkook, Jungkook, Jungkook. Estoy aburrido, cuéntame un chiste.

-¿Qué crees que soy? ¿Un payaso?

-Uno muy malo, sí.

Taehyung había estado hablando sin control todo el vuelo. Dios, ¿Quién callaba a ese chico? Estar tan lejos del suelo lo ponía nervioso, y lo demostraba hablando más de lo normal.

Buscó dentro de su cabeza. Cuando al fin encontró algo que podría ser gracioso dijo:

-Bien, te contaré un chiste -se aclaró la garganta -¿Tú sabes por qué un adivino no tiene hijos?

-No, ¿Por qué?

- Porque tiene las bolas de cristal.

Jungkook comenzó a reír con fuerza mientras Taehyung se quedó callado por primera vez en horas.

El pelinegro volvió a hablar.-Oh, vamos. ¿Por qué no te ríes? Fue buenísimo.

- Me das vergüenza -dijo y comenzó a reír. Le parecía más cómica la expresión de Jungkook que el propio chiste.

- Tú ni siquiera puedes controlar tus erecciones y dices que yo doy vergüenza por un chiste.

- Oh, no. Disculpe usted, señor adulto. Ya que tocamos el tema deberíamos de hacer algo más interesante.

Enarcó una ceja para él, sabía exactamente hacia donde iba esto.- ¿Qué propones?

-Lo vi una vez en internet. Yo te hago preguntas incómodas y si no eres capaz de responder deberás quitarte una prenda de ropa.

Soltó una carcajada; Recién le habían quitado la venda. -¿Esto es una excusa para verme sin camisa otra vez?

-No...

El leve sonrojo de su rostro le divertía mucho. -Bien, bien, bien. Empieza.

Según él, Taehyung era demasiado inocente, así que las preguntas serían bastantes infantiles, bueno eso creyó.

- ¿Con cuántas personas te has acostado?

Se ahogó con su saliva.-¿¡Qué!? No puedes preguntar eso.

- Ya lo hice así que ahora contesta o quítate la camisa. Quizás el pantalón, si prefieres.

No, él no iba a exhibirse frente al menor. Así que terminó contando.-No llevo una conteo exacto, eso sería extraño; pero serían un par de personas o más, durante el año desde que tengo dieciséis. Haz tus cuentas.

Fingiendo estar dolido. -Quise creer en tu virginidad por un momento, me siento estafado.

-¿Qué esperabas?

-No lo sé, creí que dirías que esperabas a alguien especial o yo qué sé, la televisión me mintió. No creí que hubieras salido con todas esas personas.

- Yo no "salía" con ellos.

-¿Entonces por qué... ya sabes, con ellos?

-No lo sé, Elliot me llevó a un club cuando recién cumplí dieciséis. Era una tradición, o algo así. Él siempre dijo que el sexo era más fácil de obtener en esos lugares y que tener una "relación" era exponerse y volverse blando.

- Él suena como alguien muy duro.

- Lo era. Aún puedo escuchar su voz diciéndome: "Kook, pase lo que pase, nunca beses a la stripper. Podría darte herpes labial". - Lo dijo con gracia imitando la voz del viejo, sin saber que había revelado uno de sus mayores secretos.

-Espera, ¿No habías besado a nadie antes de mí?

Abrió los ojos. Evasivo trató de cambiar el tema. -Oye, ¿Por qué eres tú el único que pregunta? No es justo.

-¿Fui tu primer beso? - Sonrió ligeramente orgulloso. Porque al parecer, él sí era especial en el historial del terrible Jeon Jungkook.

-Eso no te incumbe.

-¡Lo fui!

-¡Suficiente! Me toca preguntar. - Malvado, necesitaba devolverle el bochorno.- ¿Cuándo fue la última vez que te masturbaste?

Palideció. -No voy a contestar eso.

-Entonces... vamos. Fuera camisa. - Se estaba divirtiendo mucho mientras lo veía debatirse entre desvestirse o no -. Tú pusiste las reglas.

No quería tener que responder que se había masturbado hace dos semanas en el baño del hotel en Tokio mientras pensaba en Jungkook y su escultural cuerpo.

Finalmente, Taehyung se despojó de la camiseta que traía dejando su pecho expuesto, cohibido ante la mirada de Jeon que le examinaba desvergonzadamente.

Jungkook memorizaba con esmero cada centímetro de la piel del chico y la forma en la que su pequeña cintura se ensanchaba hasta dar paso a su cadera.

-Estás viéndome como si fuera un platón de cerdo al vapor, basta.

[Estoy viéndote como a un capuchino, bebé], pensó.- Lo siento, es que...

-No todos podemos tener cuerpo de fisicoculturista como tú, no me molestes.- Inconforme consigo mismo.

-No se trata de eso.

-Deja de burlarte de mí, ¿Sí? Aún me falta mucho por crecer, ejercicio por hacer y...

Tenían toda la cabina de avión para ellos solos, y aun así estaban sentados tan cerca el uno del otro. Jungkook tomó una de sus manos para llamar su atención.

- Taehyung, eres realmente bonito. Todo tú. Desde tu rostro, tu sonrisa y tu cabello despeinado, tu cuerpo entero, completamente.

-Jungkook...

-No tienes que acomplejarte por alguien como yo. -No podía evitar ver los labios húmedos del chico, la forma en la que los mordía constantemente.

-Sé que quieres besarme ahora -declaró al notarlo.

-No estamos hablando de eso, Kim. No cambies de tema.

-Sé cuando dices la verdad, también cuando ocultas cosas. Yo te gusto y tú me gustas, ¿Por qué te empeñas en negar que hay una increíble tensión aquí por eso?

-Es solamente una etapa tuya, eres un adolescente y sé que estás empezando a experimentar cosas qu-

- Eres dos estúpidos años mayor que yo. No me trates como a un niño. Cumpliré dieciocho pronto.

-Taehyung, eres un niño aún.

Estaba frustrado con la situación. Todas las malditas personas le veían como un ser ingenuo y angelical que no era capaz de matar ni a una mosca. Desde su padre, hasta Yoongi y ahora el hombre que le gustaba.

Sí, era bastante inocente para su edad. ¿Y qué? Eso no significaba que no pudiera ir más allá. Él ya no era más un pequeño asustado.

Se levantó de su asiento para llegar hasta el pelinegro. Y se sentó sobre él, dejándole en medio mientras colocaba una pierna de cada lado.

No tenía demasiada experiencia en esto, era completamente placentero sentirlo rígido contra su cuerpo, era calor que se extendía por toda su espina dorsal.

Lo encaró precipitado a besarlo cuando Jungkook se quedó estático, abrumado por el roce de los muslos de Taehyung contra su entrepierna y al tener así de cerca sus clavículas pronunciadas.

Jungkook tenía que separarse de él; era una tragedia que no quisiera hacerlo.

Respiró con apnea cuando el otro intentó desabotonar su camisa negra, retirando los primeros botones para luego detenerse a mirarlo con supremacía.

-Ya no soy un niño, ¿Cierto? -Le dijo.

El pelinegro que siempre alardeaba sobre su auto control no había tenido sexo en meses. Como un hombre primitivo, era demasiado fácil excitarle en ese punto, más aún cuando tocó la tersa piel bronceada del castaño.

La tensión que se había manifestado en ellos de desde el momento en el que se conocieron creció exponencialmente.

El mayor desvío su vista hacia la ventana cuando sintió el descenso del gran metálico; a través del cristal pudo ver la llegada del Jet en la pista de aterrizaje hasta quedar en medio de la extensión de concreto.

-¿Qué pasa?-preguntó Taehyung al notar que se había quedado quieto. Separándose de él de inmediato.

-Hemos llegado, estamos en suelo norteamericano.- Supremo, con su ego hinchándose en su interior.

Habían aterrizando en una pista privada, utilizada por los empresarios de altos rangos mundiales para moverse sin problemas dentro del país. La diferencia estaba en que ellos no era precisamente legales.

Las puertas del avión se abrieron una vez que se detuvo por completo; el aire frío congeló sus cuerpos haciendo que recuperaran la compostura y acomodasen su ropa de forma decente.

Bajaron del avión, seguidos por los asistentes de vuelo que transportaban su equipaje. Eran clientes VIP. No filas, no requisas, nada. Todo completamente agilizado cortesía de sus amigos chinos. Llegaron a un hangar en donde un auto los conduciría hasta su destino fijado.

Dentro de los fondos falsos de sus muchas maletas, Jungkook tenía millones de dólares, y una que otra arma especial. Trump y su seguridad estarían retorciéndose en su bilis en ese momento si lo supieran.

Taehyung veía hacia abajo, creyendo que estaba a pocas horas de separarse de él para siempre.

-Disculpe, quiero cambiar nuestro destino -dijo Jungkook al chófer del auto, y este simplemente acató sus órdenes cambiando de ruta.

Se detuvo diez minutos después sin razón aparente.

-¿En dónde estamos ahora, no dijiste que ya habías arreglado todo con Seokjin?

-Hay algo que no me cuadra, algo está mal en todo esto.

-Muchas cosas están mal por si no lo has notado.

-¿Y qué? Yo cumplí con mi parte del trato, y ellos no respondieron a mis llamadas. Entonces pierden potestad sobre su mercancía, así funciona esto.

-Sé claro, por favor. No entiendo nada si me hablas de negocios.

-Estamos en Estados unidos; completamente a salvo, sin tener que rendirle cuentas a nadie porque te dejaron de lado. Somos ricos y podríamos hacer lo que quisiéramos, ir a donde sea.

-¿Hablas en serio?- Sus ojos brillaron.

-Intento decirte que ellos no podrían encontrarnos aquí. Ni tu familia, ni Park, ni nadie. Es demasiado peligroso para ellos poner un pie no solo en este país, sino en toda América. Taehyung, somos libres.

-¿Y qué pasó con cumplir con tu deber y respetar tus ideales, hacer lo correcto?

-Soy un traficante de mierda. Yo nunca he sido correcto, Taehyung.

Una ventana de esperanza se había abierto frente a él. - Si estamos solos ahora, ¿Significa que podríamos tener una cita real? - Hablaba por impulso, como desnudando su alma inocente.

-Sí, maldita sea, sí. A cualquier lugar que quieras.

Ya había cedido totalmente a sus impulsos, a la fuerza que le quemaba el pecho por quedarse con Taehyung

-Alto, se supone que nuestras identificaciones son falsas. ¿Eso no es importante aquí? ¿En dónde estamos?

Negó y sonrió mostrando todos su dientes, tal y como era su sonrisa genuina. La ciudad del pecado representaba para ellos el paraíso.

-No te preocupes por eso. Welcome to Fabulous Las Vegas, niño.












Espero que les guste.

Compartan con sus amigos, me gustaría llegar a más personas.

Manténgase con Vida. J.S.


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