Capítulo Doce


12.

Las luces de los edificios que se lograban apreciar desde la ventana de la habitación del hotel resplandecían ante el cielo nocturno, había oscurecido y Taehyung se dedicaba a ver la ciudad mientras esperaba.

Había pasado demasiado tiempo ya, ¿Dónde estaba el pelinegro? ¿Jungkook le había dejado? ¿Se había marchado sin él? ¿Se había cansado?

No, no, no.— Él no haría algo como eso. —Se dijo así mismo en voz alta tratando de tranquilizarse. —Él no me dejaría así como así.

La puerta sonó y él dio un salto hasta ella para abrirla esperando ver al mayor; pero encontrándose en su lugar con la empleada de servicio.

Ella entró; Taehyung se sentía incómodo por la forma curiosa en la que le veía, aún más cuando levantó del suelo la computadora de Jungkook para colocarla sobre la mesa de noche en donde el arma de Jeon estaba.

Mierda….—Yo tomaré eso—dijo el castaño tomando el aparato para evitar que ella viese el arma. La maleta de Jungkook estaba en el piso, la agarró y guardó en ella todo aquello que pertenecía al otro, inclusive su ropa sucia y la Beretta que podía causarle muchos problemas.

Le dedicó una sonrisa forzada a la empleada, y con esa valija al hombro salió de allí, regresando a su recamara.

Estúpido Jungkook, pagar dos habitaciones no te salvará de dormir conmigo, pensó.

Se dejó caer sobre la cama, aburrido, mientras veía al techo intentando que sus pensamientos eclipsaran su estómago que rugía. Podría pedir comida para su habitación, pero sabía que el otro se molestaría si hablaba con extraños, en este punto estaba comportándose mejor que en toda su vida.

Era Jungkook y su forma sutil de cuidarlo, la hostilidad que fingía para cubrir que se preocupaba con él. Era el alma turbia de ese hombre lo que le hacía pensar tanto, la cercanía que al estar lejos le hacía extrañarlo.

Taehyung simplemente no quería decepcionarlo, y no entendía por qué.

Un ruido seco resonó en su cabeza.

Se quedó quieto; él conocía ese sonido. Lo había escuchado cientos de veces en su casa y aunque no era muy fuerte era inconfundible.  Era el disparo de un arma con silenciador.

Obligó a su cuerpo a moverse para colocarle seguro a la puerta y empujar un pequeño mueble para atrancarla. Con miedo se acercó a la mirilla, sus labios comenzaron a temblar ante lo que vio que le hizo llevar ambas manos hasta su boca para cubrirla ahogando un gemido.

La mujer yacía ensangrentada en el piso mientras varios hombres revisaban la habitación, revolviendo las sábanas al buscar diligentemente. Su campo de visión era muy limitado, y sabía que pronto irían por él.

Se pegó a la puerta asustado, y trató de contener sus lágrimas preguntándose, ¿Jungkook, dónde estás?  

Podía escuchar a los hombres hablar e intentar tumbar la puerta de su habitación. Estaba solo, ellos probablemente tenían a Jungkook y él no estaba seguro de qué debía hacer, era solo un chico asustado esperando a ser salvado.

No eres la maldita Rapunzel, Taehyung”.

Fue entonces cuando las palabras y la imagen de JK volvieron a su mente, como si lo intentasen abofetear para hacerle reaccionar.  Y vaya que había funcionado.

La puerta estaba a punto de ceder; se lanzó para buscar entre la vieja maleta de Jungkook algo con qué defenderse, bueno, algo que no implicase disparar. Encontrando así  un inmovilizador eléctrico, se aferró a la cinta de cuero de la valija, se guardó el arma de JK en la cintura y respiró profundamente cuando la puerta fue abatida.

“...Enséñales cuan fuerte puedes ser. Y si ellos te dan un golpe, sé un maldito y regresarles dos…”

Al entrar el primer hombre, se abalanzó sobre él dándole una descarga. No tenía idea de cómo usar eso, ni tampoco de si funcionaria; pero lo había hecho, y ahora había un tipo en el piso y uno más viéndole con furia. Tenía que pelear, todo aquello que había aprendido de Jungkook no sería en vano.

Usó toda la fuerza de su cuerpo para empujarlo, lanzando un golpe derecho al mentón. El tipo lo superaba en tamaño y fuerza, así que al aturdirlo lo único que había conseguido era tiempo para correr. Y lo hizo; corrió tan rápido como la pesada maleta le permitió moverse, entró al elevador y presionó todos los botones para bajar hasta terminar jadeando en el vestíbulo.

Había gente afuera, maldita sea. Cuando atravesó la puerta más hombres comenzaron a seguirlo, ¿Es que acaso el hotel no tenía una mierda de seguridad?  

El asfalto mojado le hacía resbalar, sus pasos eran largos y estaba seguro de que la camioneta negra que estaba afuera del hotel ahora también le perseguía. Estaban por acorralarlo, en momentos como estos realmente deseaba haber sido más atlético.

Estaba perdido, no podía correr más y no tenía ni idea de dónde estaba; entonces, antes de que le alcanzaran, un auto se atravesó en la vía, cerrando el paso para él.

Una de las puertas se abrió, y alguien le gritó a Taehyung desde su interior.—¡Entra al auto, ahora! —Ese acento era igual que el de los hombres que le seguían. Chinos, todos ellos eran chinos. — Demonios, házlo ya. Estoy arriesgando mi vida por ti así que coopera.

Tragó fuerte, después de todo, si se quedaba allí estaría muerto.  Entró al auto, e inmediatamente el misterioso conductor aceleró alejándose de la escena con el rechinar de las ruedas  en un intento por perder a los hombres que les perseguían.

Taehyung estaba consternado por la velocidad con la que las delgadas manos de la persona cambiaban de velocidad y derrapaba en cada curva, lucía demasiado joven para conducir como un corredor profesional al maniobrar con el volante del auto.

—¡¿Quién eres tú?!—dijo alterado. Volteaba constantemente a ver a los autos que les seguían—. ¿Por qué me estás ayudando?

—Oficial Lu Han, división internacional de narcóticos. —Ni siquiera se había percatado de la placa que colgaba de su cuello—. Estaba siguiendo a los hombres de Wang y vi cuando te atacaron.

Ay no, un policía. Sí, definitivamente, estaba jodido.

—¿Y tú?—Volvió a hablar el hombre —. ¿Dónde está tu compañero?

Nervioso. —¿Cuál compañero?

—Chico, por favor no juegues conmigo. Llevo siguiéndoles demasiado, había un hombre contigo. ¿Qué hacen dos coreanos para que un renegado como Wang los persiga? ¿Quién eres?

Las curvas violentas que tomaba hacían que Taehyung se moviera de un lado a otro dentro del asiento del copiloto.

No, no podía decir nada. ¡Era un jodido policía! —Me temo que no puedo decir nada sobre eso, oficial.

Soltó una carcajada.—No estoy del lado que crees.

La situación era extraña, eran un coreano, y un chino hablando en inglés, difícilmente lograrían entenderse de otra forma, era bizarro.

—¿Entonces eres un policía traidor?

Hizo sus dientes rechinar, como si hubiese dado en el blanco con sus palabras.—¿Y tú un mafioso de mierda, cierto?

Asintió convencido. —Kim TaeHyung, de los Kim de Daegu. —Hablaba serio, tenía que inspirar respeto.

—¿Estás seguro? No luces tan letal como un Kim.

No podía intimidarse. Sujetando el arma de Jungkook en su cintura dijo —: No me obligues a demostrártelo.

Un Kim dentro de Japón violaba los acuerdos de los Yakuza. ¿Qué haría con este niño? Definitivamente debía llevarlo con su jefe, el cártel Chino tenía total independencia allí.

Además, un Kim era demasiado importante, una pelea internacional era algo que no necesitaban.

Cuando lograron perder a los sujetos, Luhan entró en un taller mecánico e inmediatamente otras personas cerraron la persiana dejándoles completamente ocultos.

—¿Dónde estamos?— preguntó el castaño cuando el hombre abrió la puerta para salir del auto. Taehyung le imitó.

Había autos, y decenas de personas viéndolo desconcertados que le apuntaron cuando dio un paso adelante.

—Caballeros, Corea con visita esta noche— dijo; Ellos bajaron las armas, los hombres y mujeres comenzaron a murmurar entre ellos, curiosos ante la presencia de Taehyung allí.

El bullicio cesó cuando otra persona apareció. Un hombre alto y fuerte de semblante duro. —¿Qué buscas aquí?

—Necesito encontrar a alguien. — Se precipitó a decir. El prominente hombre elevó una ceja ante el descaro del muchacho.

Luhan se interpuso entre el chico y el otro. —Señor Zhang, Wang tiene a su compañero.

—Wang no respeta ninguna regla, su compañero deber estar muerto.—Taehyung gruñó por sus palabras—. Vete de aquí.

—Señor... él es un Kim.

Se quitó los anteojos incrédulo. — Con mayor razón, si es eso cierto será mejor que se vaya. La gente de ese territorio no tiene ninguna relación con nosotros, ya no tienen a su líder, esa organización se está destruyendo. Además, fueron ellos los que nos impidieron entrar a su país. —Se dio la vuelta.

Luhan bajó la cabeza aceptando las órdenes y tiró del menor. Pero este se resistió.

—Yo soy el nuevo líder —gritó haciendo que el otro volviera a verle.

La expresión cómica de Yixing por poco logró doblegarlo. —¿Tú, el líder? Hazme un favor y márchate, niño.

— Mi padre no está. —Tragó saliva ante lo inevitable—. Así que si logro salir de aquí con vida, yo tomaré su lugar. El líder soy yo, y  les daré la libertad que quieran dentro de mi territorio, pero necesito recuperar a mi amigo.

Taehyung no tenía idea de lo que decía, ni de que él era realmente quien tomaría ese puesto. Estaba hablando al azar. Estaba desesperado, necesitaba a JK, necesitaba al terror de Busan a su lado para pensar en una salida.

—Dices tener poder pero vienes a rogarme.

—Yo respeto a los líderes de la región. —Había dado en el ego del líder chino, elevándolo—. Es ganar-ganar, ustedes ganan territorio en Corea, la policía atrapa a Wang y Jungkook regresa conmigo.

Un gran silencio invadió la habitación. —¿Jeon Jungkook? ¿Te refieres al hijo de Elliot?

—Sí.

No, Taehyung no entendía lo que decía. Tampoco tenía idea de que por culpa de su amado Jungkook,  Zhang Yixing estuvo apunto de morir.

Elliot Hall, era más que un padre para Jungkook. Era quien había puesto en jaque a la mafia china después de que Wang jugara con los negocios de un  pobre novato como Jeon. Era el hombre que casi les vuela la cabeza a él y a Jackson.

Todo lo que tenía que ver con JK era demasiado peligroso. Si el chico era igual que Elliot, y si él era el futuro líder Kim como decía serlo, sería mejor tenerlo como aliado.

—¿Qué necesitas?

—La ubicación de Wang, y sus dos mejores hombres.

—No tiene una ubicación fija, hemos intentado cazarlo por semanas. Aunque...—se quedó pensando en aquel lugar—quizás puedas encontrarlo en sus bodegas de carga.

—Iré allá.

—Es un suicidio lo que piensas hacer. Meterse con una rata como él es arriesgar demasiado.

—Sin Jungkook estoy muerto de todas formas.

Algo se quemaba en su interior, la evolución de sus sentimientos se expandía de tal forma que colmaba todo su ser de poder. Probablemente mañana en la mañana volvería a ser el mismo niño asustado escondiéndose en el pecho de Jeon; pero esta noche sería un mal nacido.

Esta noche, sería un pequeño niño valiente.

—Esto es lo que haremos—dijo serio—. Sehun y Baek, vienen de tu país, hablan bien tu lengua, ellos irán contigo. Te guiarán a donde quieres ir, serán tus escoltas por esta noche.

Luhan, quién había permanecido callado habló. —Yo también iré.— Viendo a los otros dos que siguiendo las órdenes se acercaron a él.

—No.

—Señor, ellos son muy jóvenes. Yo podría...

—Luhan, no hagas de esto algo personal. Ve a la estación y espera. Ese es tu trabajo, eres un infiltrado y como tal tienes que desviar la atención policíaca, nada más.

Bajó la cabeza.—Lo haré.

—Y tú— le lanzó unas llaves de otro auto al más alto de sus acompañantes —, llévate el Lexus.

—Bien, es hora. Vámonos. —Ordenó Taehyung rompiendo la tensión al hacer que los muchachos le siguieran.

Terminó en el auto con otros dos hombres armados que no conocía. Dirigiéndose a un lugar que tampoco había visto antes y tratando de encontrar una salida de esto, solo necesitaba una descarga de adrenalina.

Este era el momento en el que su sangre gritaba tratando de enseñarle lo que realmente era. Estaba en sus venas, en su esencia, era lo que Taehyung estaba destinado a ser, un líder. El líder que su padre le había negado ser todo este tiempo y que pronto sería.

Lo único que le preocupaba, era que no tenía idea de cómo usar un arma; pero como un idiota pelinegro le dijo una vez, hoy aprendería.

El olor a café y la negra noche le recordaban a Jungkook.  Y lo necesitaba, tanto y tan desesperadamente que ya no le asustaba lo que vendría.

Las gotas de sangre se deslizaban sobre su rostro. Estaba colgando de manos en medio de una bodega vieja  mientras era usado como saco de boxeo.

—¿Dónde está el chico?

—¿No se supone que nos tenían controlados? ¿Eres tan débil que tienes que usar diez hombres para sujetarme a mí y otros diez para alcanzar a un niño?—Jungkook se reía aún escupiendo la sangre que provenía de su nariz y su labio roto.

Otro de sus hombres le dio un golpe en la cara. —No te hagas el gracioso, ¿Quién más está con ustedes?

—Somos él, yo y mi gemelo malvado. —El peso de Jungkook combinado con sus bruscos movimientos causaron que la cuerda que le sujetaba comenzara a ceder.  Solo necesitaba una distracción para poder escapar de allí.

Se quedó sin aire por el golpe en el estómago que recibió.  

—Te quedarás aquí hasta que te dignes a hablar. —Los dos guardias salieron primero y después su líder les imitó, cometiendo  el error de darle la espalda.

Jungkook tomó impulso con los brazos para conseguir balancearse, y reventar la soga que le mantenía cautivo, logrando también golpear a Jackson en la espalda.

Ambos cayeron al suelo; el pelinegro sembró una de sus botas en el mentón del Chino, y los  encerró a ambos dentro de ese espacio vacío mientras que los escoltas de Wang intentaban entrar. Y siguió golpeando su rostro con rudeza sin dejarlo ponerse de pie.

Taehyung estaba solo y quién sabe dónde por culpa de este imbécil. Así que pagaría, oh, demonios que lo haría.

—Debí dejar que Elliot te matara cuando tuvo oportunidad. —Tenía ambas manos alrededor de su cuello, intentaba estrangularlo.

—Decepcionaste a la única persona  a la que le importabas. —De una patada logró que Jeon le soltara.

Se lanzó de nuevo sobre él. —Sí, lo hice.  Así que él será muy feliz cuando sepa que te mate con mis propias manos. —Sus puños aplastaban su rostro una y otra vez.

La puerta finalmente fue destruida y todos los hombres de Wang le rodearon. Estaba contra la esquina a punto de ser fusilado.

Jungkook sabía que moriría, y por un momento creyó que ese día sería hoy; Hasta que el metal que cubría la entrada se partió.

Su mente colapsó; casi pudo ver en cámara lenta cuando un auto destrozó la persiana de la bodega  y entró abruptamente a la escena. La imagen del Lexus plateado arrollando a todo lo que tuviera vida fue impresionante, aún más cuando  sus impecables espejos se marcharon de sangre y sus neumáticos rechinaron.

Sehun, el piloto, reclinó el asiento del auto para escudarse de los disparos que recibían mientras terminaba de cargar la ametralladora que le entregó a su compañero. Este abrió el techo del auto  y sacó por allí el arma, descargando completamente un ráfaga de balas en todas direcciones.

Jungkook estaba detrás del auto sin entender quién demonios eran estos sujetos hasta que la puerta lateral del auto se abrió y le mostró una sonrisa que adoraba.

—¿¡Taehyung!?—dijo confundido.

—¡Jungkook, vámonos! Sube, idiota. —Ni siquiera lo dudó, se levantó y se dejó caer en los asientos traseros. El menor cerró la puerta. Baekhyun volvió a entrar por completo en la cabina soltando la metralleta, el auto blindado continuaba recibiendo disparos.

Jeon estaba demasiado lastimado, probablemente tendría una costilla rota, además de su rostro sangrante; pero no le importó. Abrazó al castaño con fuerza, a su niño hablador que temblaba de la felicidad al sentir su cuerpo contra el suyo.  

Pero tenían problemas más importantes justo ahora, como los hombres que les seguían para matarlos.

Sehun aceleró para  salir de allí, tres motocicletas comenzaron a seguirlos por la carretera. Tomó su teléfono, y los tres restantes se conmocionaron al escucharle hablar. —Soy yo. Los guiaré a la estación, lleva refuerzos y déjanos pasar. —Cortó y dejó caer el aparato.

—¿¡Qué te pasa!?— Los dos que Jungkook no conocía discutían entre ellos. —Deja a Luhan fuera de esto.

— Tengo un plan.—Tenía la vista fija al frente y sus nudillos se tornaron blancos por la fuerza que ejercía en el volante.

—Vamos hacia el centro, no habrá salida —dijo Jungkook que trataba de disimular su dolor, sin éxito. Su torso dolía y su rostro lo expresaba demasiado.

—Tú cállate, Jeon. Esto es tu culpa, tuya y del estúpido café que fuiste a comprar por dejarme solo. —Le reprochó el castaño.

Sonrió de lado. —Yo también te extrañé, pequeño. —Tocó su mejilla  con complicidad.

—¿Podrían dejar eso para después?  Les recuerdo que hay unos imbéciles síguiendonos y que este tonto está conduciendo hacia la estación de policía. —Baekhyun habló.

Se movían con velocidad, pronto amanecería y este chico estaba llevándolos directo la ciudad.  Los cuatro estaban perdidos si no se detenía, o al menos eso pensaban ellos.

Estaban en el centro de Tokio y eran seguidos por la mitad de la organización Wang, el auto en donde iban atravesó un retén policíaco sin problemas.  

Y justo después de que ellos pasaran, los oficiales desplegaron púas en el asfalto y cerraron las calles, dejando a Jackson y a los sicarios que los seguían atrapados entre la policía japonesa y un callejón.  

Estaban a salvo, lo había logrado.

Finalmente pudieron respirar con tranquilidad mientras gritaban alegres, eufóricos por todo lo que acababa de pasar.

El teléfono del piloto volvió a sonar. —Te dije que volverías a tu país con una medalla. Me debes una, anciano—dijo, sonrió y cortó.

Jungkook no entendía quiénes eran esos sujetos, ni  por qué les habían ayudado. O al menos no lo entendió hasta que regresaron al taller mecánico que él ya conocía.

Chinos.

Se tensó al verlos. ¿Lo habían rescatado para matarlo ellos mismos?

Los chicos bajaron del auto, excepto él. Se sorprendió al ver a Taehyung darle la mano a Zhang Yixing y más aún cuando los demás les aplaudieron, y hablaron de algo que no pudo escuchar.

Kim regresó al auto. —Te darán una habitación, un médico va a revisarte, estarás bien.

—Taehyung, ellos no son…

—¿Buenos? Ninguno de nosotros es. —Se acercó a él para ayudarle a moverse.

—Tú no lo entiendes, por mi culpa ellos...

Interrumpió. —No te preocupes por eso, ya hemos llegado a un acuerdo.

—¿Tae, en realidad eres tú? — Taehyung usaba una camiseta infantil, estaba tan despeinado como siempre. Era él, no había nada extraño,  pero se sentía diferente.

—Eso creo, soy yo pero...valiente. ¿Y tú? ¿Vas a seguir siendo el mismo Jungkook cerrado  o comenzarás a confiar en mí?

—No me importa que madures, sigues siendo un niño problemático —dijo con gracia al sonreír, mientras unos hombres se acercaban a ellos a llevarse a Jungkook para ser curado.

Volteó a ver a Taehyung que hablaba enérgicamente con los otros dos que le habían salvado. Y se percató de que en la cintura del chico estaba su arma, la Beretta que tanto amaba.  

—Sigues siendo un niño problemático, mi niño problemático —dijo para sí mismo.

Siempre fue tan ajeno al resto, le costaba asimilar que había dejado de estar solo en el universo. Siendo tan auténtico como era, y brindándole el apoyo que nunca tuvo, Taehyung parecía ser perfecto para él.

Le llevaron hasta otra habitación en donde dejó que el doctor le revisara. Afortunadamente solo necesitaba un vendaje, su cuerpo parecía tener bastante resistencia, así que se quedó tendido en la cama mientras trataba de recomponerse y se quedó completamente dormido.

Kim TaeHyung, de los Kim de Daegu, era quien había logrado conquistar por completo su pesada y sucia alma.









Ya vamos a llegar a la bueno. Uwu.

¡Conozcamonos! ¿Cuál es su canción favorita del momento? La mía es One more Light de Linkin Park. ¿Y la suya?

Manténgase con vida. J.S.

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