Capítulo Diecisiete
16.
[ Jeon Jungkook, 15 años. ]
Dos hombres contra él; Ambos le superaban en edad y altura, por no decir que su cuerpo lucía completamente escuálido comparado con los suyos.
Los golpes que lanzaba—inútiles—buscaban intentar defenderse de los ataques de los neandertales que tenían como único propósito lastimarlo. Elliot veía a la distancia a Jungkook quien era incapaz de contrarrestar los golpes que recibía.
Lo estaban acabando, le dolía el mentón y estaba consciente de que el sabor a óxido que sentía se debía a la sangre que había comenzado a salir de su nariz.
—¡Oh, vamos! ¿De qué te sirve tener buena puntería si no sabes pelear? No puedes depender de un arma toda tu vida. ¡Pelea duro! Sé más inteligente que ellos.
—Dos contra uno no es un combate justo. —Escupió junto con su saliva un poco de sangre, frustrado.
—La vida no es justa, Jungkook.
Si la vida alguna vez se volviese justa; probablemente no lo sería en la adolescencia.
Sus debilidades eran demasiado fuertes, eran más fuertes que él.
—¿Vas a llorar acaso?— Volvió a hablar—¿Quieres un abrazo entonces?
Elliot veía la frustración latente en su rostro y aún así se quedó estático; Necesitaba hacer que canalizara todo eso, necesitaba enseñarle a usar su ira y su fuerza—como un arma— su cuerpo debía ser preciso.
Tenía que encontrar un ancla, algo que le diera suficiente motivación.
Jungkook anhelaba encontrar la forma de ganar, los músculos de su espalda se contraían cada vez que se negaba a ser golpeado. Alejándose de cada ataque e intentando redimir el hecho de que estaba siendo usado como saco de boxeo.
Respiró con profundidad; El sudor helado que caía en su rostro le ayudaba a mantenerse atento.
—Suficiente —dijo a sí mismo mientras se tragaba el dolor que sentía. Lo estaban empujando a exceder sus propios límites.
Llenándose de agallas; levantó una pierna a la defensiva impactando justo en el rostro de uno de sus contrincantes causando que cayera al piso, aturdido. El otro intentó tomar al pelinegro por la espalda; pero este le dio un puñetazo en la sien, arrinconando así contra la pared para golpearlo una vez y otra vez hasta que consiguió noquearlo.
En el piso, el primero que aún estaba consciente intentó levantarse.
Estaba demasiado frustrado. Al notar que el hombre aún seguía despierto se agachó hasta él y presionó su garganta con ambas manos, tanto que sus nudillos se tornaron blancos por la presión en ellos.
—¡Jungkook, basta! Vas a matarlo — gritó Hall para hacer que se alejara.
Lo soltó. Y caminó hacia el rubio, aún le faltaba mucho por crecer, levantó la cabeza para desafiarlo.
—¿No era eso lo que buscabas? ¿Quieres que le dé un abrazo entonces?—dijo repitiendo las palabras que le había dicho antes.
Pasó a su lado, dejándole solo en medio del gimnasio. La culpabilidad se apoderó de Elliot, le hizo seguirle a su habitación donde encontró a Jungkook en el piso ejercitándose como un maniático.
Sus brazos que comenzaban a marcarse y la expresión agresiva en su semblante eran muestra de lo mucho que el dolor lo motivaba. Esa era su ancla, la frustración.
Se quedó afuera, ni siquiera se atrevió a entrar. Jungkook era lo único que tenía, nunca tuvo a nadie más que a sí mismo y ahora había conseguido corromperlo tanto como él. Joder, él era su hijo. Un niño perdido, que tenía algo retorcido en su interior.
Esa noche Elliot Hall estuvo seguro de dos cosas:
1 . Jungkook tenía demasiado talento para causar dolor. Era dañino, algo así como un don.
2. Probablemente sí quería un abrazo. Y quizás, debió dárselo.
...
Las Vegas, Nevada.
Era demasiado irreal, sólo habían pasado un par de años y su rostro parecía más viejo. Su cabello rubio había comenzado a volverse platinado.
—Pude haberte lastimado, ¿Qué demonios te pasa? Aparecerte así como así es buscar que te vuelve la cabeza.
Jungkook parecía molesto, mientras Elliot le veía incrédulo. El chico era todo un hombre ahora, más alto, más fuerte y aparentemente más ágil. Había evolucionado desde la última vez.
—No deberías estar aquí, Jungkook.
—Créeme que la idea de estar aquí no me enloquece.
—Maldición, niño. Si la policía te encuentra en este país terminarás en una cárcel federal de por vida.
—No necesitas recordármelo.— Intentó alejarse de él. Tenía intención de buscarlo; pero no estaba listo para hacerlo aún.
Maldito seas, Hall. Tú y tu forma de ser increíblemente oportuno, pensó.
Taehyung estaba detrás de Jungkook, se aferraba a su saco intentando intervenir sin saber cómo hacerlo.
— ¿Por qué hay un niño escondido detrás de ti?
—Es una larga historia.
No había forma de no sentirse expuesto. Era de noche y la voz que se mantenía dentro de su cabeza se había materializado como un cuarentón americano y con camisa de seda extravagante que le analizaba detenidamente.
Los había estado observando por un largo rato. Nunca había visto a Jungkook así de feliz, sonriendo como estúpido y coqueteando con el otro chico.
Y era malo; porque ni siquiera había notado que él estaba allí. El nuevo Jungkook era vulnerable.
—¿Ahora eres un niñero o se supone que este es tu novio?— Enarcó una ceja hacia él.
— Un poco de ambos.
—Eso explica porqué estás tan distraído.
—¿Vas a comenzar con eso justo ahora? —Lo último que quería en ese momento era a Elliot hablándole como si fuera un adolescente de mierda de nuevo que necesitaba permiso de sus padres para salir con alguien.
—Aún no controlas bien tu agresividad. Relájate, tú sabes lo que pienso de eso.
—Joder, solo aléjate de mí. ¡No te he visto en años! ¿Y lo primero que me dices es que aún no sé controlarme?
—¡Solo estoy diciendo lo evidente! Aún eres volátil.
—Me importa una mierda. Vamos de aquí —dijo intentando tomar al castaño de la mano; pero este se negó.
Taehyung conocía esa expresión a la perfección. Era la misma que Yoongi tenía cada noche, aquella de su padre viendo el gran cuadro de su madre en el comedor. Esa que él vio durante años en el espejo.
La nostalgia se manifiesta de distintas formas; el anhelo de algo pasado, y el deseo de rectificar nuestros errores en el presente.
Eran tan idénticos que en lugar de decir lo que sentían habían comenzado a pelear. O quizás era el hecho de que Jeon siempre había sido un espejo, aparentemente de él.
—Lo que Jungkook intenta decir es...que te ha extrañado mucho.
Ambos voltearon a ver a Taehyung, quien sonreía tranquilamente. La calidez que emanaba de él era tan incomprensiblemente dominante para Jungkook, como si su sola presencia le motivara, le daba aliento.
—Creí que me odiabas después de que me fui.
El castaño asintió, como dándole aliento para hablar. Tal vez, Jungkook había encontrado un nuevo ancla.
Taehyung era su nuevo ancla.
—Yo... lamento haberte decepcionado. Es mi culpa que hayas tenido que regresar aquí donde ya no tenías nada. Por ser un imbécil temperamental que causó tantos problemas.
—Tú nunca podrías decepcionarme, Kook.
Había pasado tanto tiempo molesto consigo mismo, que no creyó sentirse tan aliviado en ese momento.
—Aún así, soy culpable de muchas cosas.
—En realidad, no importa. Escuché lo que pasó en Corea, creí que estabas muerto. Yo... —La tristeza en su voz era perenne.
—¿En serio creíste que yo me dejaría asesinar?
—Aún eres el mejor. ¿Cierto, hijo?
Era imposible de negar; Jeon era blando, demasiado. —Si ves que tengo los ojos llorosos es porque el cambio de clima me está haciendo daño—. Se excusó cuando sintió que comenzaría a llorar.
—Ven, merezco un penoso abrazo al menos.
Taehyung les veía conmovido; se jactó un poco atribuyéndose su nueva unión a él. Era una escena bastante emocional. Tenía razón, había demasiado en el interior de Jungkook, le emocionaba saber que él era aparte de eso.
—Pasada la emoción inicial —volteó a ver al castaño—, ¿Vas a decirme que haces en Las Vegas cenando con un “Backstreet boy”?
Cuando se separaron, el menor se acercó a Elliot para presentarse, porque debía hacerlo, ¿Cierto?
Le extendió la mano. —Señor Hall, es un placer. Kim Taehyung, he escuchado mucho sobre usted.
—Un placer... ojalá pudiera decir lo mismo.
A la defensiva. —¿Realmente seguirás con eso? —Jungkook sabía hacia dónde iba.
—¿Seguir con qué? Sabes lo que pienso de estas cosas. ¿Tengo que recordarte lo que pasó con...
Lo interrumpió. —Me alegra mucho que estemos bien; pero no necesito que me digas qué hacer.
Taehyung no lo entendía. ¿Cómo habían pasado de extrañarse a pelear de nuevo? ¿Cuál era el jodido problema?
—Oh, vamos. Es un niño, y por el apellido que tiene me imagino que su familia es conflictiva. No te conviene.
Mierda, ahora sí lo entendía.
—No hablaré de esto contigo.
—Comenzó a caminar tirando del brazo del chico, dejando al otro parado en medio de la calle.
Gritando detrás de él. —Sabes que tengo razón. —Le vio con desdén—. Te veré mañana, Jungkook. Tenemos mucho de qué hablar.
—No te molestes.
—Iré a buscarte por a las 10:00 entonces.
—¿Siquiera estás escuchándome?
—No.
Lo conocía demasiado, cada vez que tenía un ligero rayo de libertinaje Jungkook cometía las peores estupideces posibles.
¿Primero se metía con Wang, y ahora con este chico Kim? ¿Por qué le atraía siempre esa clase de gente? ¿Qué tenía en la cabeza para buscar problemas de este tipo?
Quería verlo vivo; y en ese negocio, amar era un talón de Aquiles.
No estaba seguro de lo que pasaba entre ellos. Simplemente sabía que Jungkook era lo suficientemente estúpido como para sacrificarse por alguien más. Y él no soportaría verlo muerto.
Los dos menores se alejaron, les vio a la distancia siendo incapaz de seguirlos, y negó con la cabeza.
En toda historia siempre habría dos versiones; como la historia que todos conocían de la mafia china aprovechándose del traficante novato.
Y la versión de Elliot, donde Jungkook regresó llorando al casino después de que Jackson lo utilizara, literalmente. La historia de cómo se había ilusionado por primera vez.
…
—Sé que estás molesto; pero si sigues haciéndolo con tanta fuerza perderás un diente.
Jungkook y Taehyung habían regresado a su a vivienda temporal. El primero se cepillaba los dientes una y otra vez mientras el otro le veía desde el marco de la puerta.
Escupió. —Él me saca de quicio.
—¿En serio? —dijo divertido—. ¿Acaso no notas lo parecidos que son? Hasta en su forma de hablar, es como si tú fueras un pequeño él.
—Por favor, nosotros no nos parecemos en nada.
—Es idéntico a ti, bueno, en carácter. Físicamente no podrían ser más opuestos. Ya sabes, tú eres asiático y él parece salido de CSI Miami. —La voz de Taehyung sonaba burlona.
—No puedes burlarte de mí, ¡Tú también eres asiático, genio!
—Me estoy burlando de él; no de nosotros.
—¿Ahora eres racista?
— Lo soy con el hombre más blanco de la tierra. Muchas personas estadounidenses son racistas con el resto de Latinoamérica y Asia. ¿Y yo no puedo serlo? Cállate, Jeon.
Jungkook se ahogó aún con el poco dentífrico que tenía en la boca y rió.
— ¡Basta! Llevas dos semanas en Estados unidos y comienzas a hacer chistes malos.
—No sé por qué me lo imagino gritando “Make America Great Again”, mientras come un Hot dog en un partido de los Yankees, y posa debajo de la estatua de la libertad.
—Para ser alguien que nunca había salido de su casa; eres de lo peor.
—Como sea, me iré a dormir ya que desprecias mi humor.
— ¡Estás siendo muy racista! Y es gracioso porque es cierto pero vamos, es demasiado.
—¡Él ni siquiera quiso darme la mano! Me siento ofendido.
Caminó de regreso a la habitación, seguido por Jungkook. Este le abrazó por la espalda, y sonrió contra su cuello.
—Él es así. ¿Y qué? No le prestes atención. El que está molesto con Elliot aquí soy yo, no tú.
— ¿“Y qué”? Se supone que voy a quedarme contigo para siempre, ¿Tendré que vivir con el hecho de que mi suegro me odia sin conocerme?
Soltó una leve risa. —Tú realmente estás empeñado en estar conmigo, ¿No es así?
—Creí que ya lo habías notado.
—No te preocupes, no lo invitaremos a la boda.
—¡Deja de jugar conmigo! No puedes tomar cosas como esa tan a la ligera
—Puedo y lo haré. —Su nariz subió hasta chocar con su cabello, ambas manos estaban en su vientre—. Hueles bien.
—¿Este es el preámbulo antes de besarme, cierto?
—¿¡Tan predecible soy!?
—Lo eres para mí. — Se volteó para quedar cara a cara con él.
Caminaron despacio hasta llegar al borde de la cama mientras reían intentando lanzar al otro sobre la misma. Jungkook se inclinó sobre él, dominando su cuerpo totalmente y tirándolo por completo. Intentaron que sus labios se juntaran; pero en medio de su torpeza su dientes terminaron chocando dejándolos avergonzados.
Fueron los segundos que se vieron a los ojos que ambos cayeron en cuenta de lo mucho que se deseaban. Desprendían feromonas desmesuradamente, que les envolvían de tal forma que la temperatura de sus cuerpos se elevaba cada que el ligero toque se daba entre ellos.
La poca ropa que Taehyung llevaba al momento de dormir le daba al pelinegro la pauta a deslizar sus manos por sus muslos libremente al sentirlo devolverle el beso con ansias.
Era incontrolable; quizás Elliot tenía razón. Las debilidades de Jungkook eran mucho más fuertes que él.
Entonces, ¿Taehyung era una debilidad para él ahora? No quería pensar demasiado en eso porque no quería contestarse a sí mismo que efectivamente, lo era.
—Si seguimos con esto tu padre va a matarme —dijo Jeon, recordando vagamente que él no debería estar disfrutando tanto de su trabajo.
—Es culpa suya; dijo que debías llevarme a un lugar seguro.
—Deberías estar allá, con el resto de tu organización. Donde la mafia pudiera protegerte, no conmigo.
Negó debajo de él. —Tú eres mi lugar seguro, Jeon Jungkook.
Solo las estrellas serían testigo de lo que pasaría después de esas palabras, cuando la noche y sus labios húmedos recorrieron su cuerpo con descaro.
…
Corea del Sur.
NamJoon estaba desesperado; tenía fracturado un brazo, varios de sus hombres estaban hospitalizados y él no tenía ni puta idea de dónde estaba Seokjin.
—Señor Kim, llegó esta carta para usted.
Lo que faltaba, estaba seguro de que era otra maldita amenaza, y peor que eso, era el ultimátum.
“¿Il ragazzo o la volpe?”
¿Qué se creía? Todas sus malditas cartas estaban escritas en italiano y no podía ser más cínico al escribirlas. “¿El chico o la zorra?”
Park asesinaría a Jin si no le entregaba a Taehyung. ¿Qué debía hacer? Sabía casi exactamente dónde estaba el chico; pero si lo delataba todos estarían muertos.
Incluyendo a su amado Seokjin.
Tenía las manos atadas a su espalda y su estómago a rebosar de bilis.
El liderazgo siempre había sido un arma de doble filo.
Espero que les guste. Perdón por cortarles el lemon. :u
Estén atentos al próximo cap. 7u7
Les invito a pasarse por mi otro Fanfic “Easier” también VKook, acá disponible en mi perfil. Estoy muy emocionado por comenzar a escribirlo y espero contar con su apoyo. SÉ QUE LES VA A ENCANTAR. c:
Recuerden que amo los comentarios. c:
Manténgase con vida. J.S.
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