Capítulo Dieciséis
16.
[Busan, Corea del Sur]
La puerta de la habitación donde Kim Hyun Joong llevaba meses encerrado finalmente se abrió. Sus ojos se quemaron incluso a través de la franela negra que los cubría por toda la luz que se manifestó.
Estaba herido; su hombro, que nunca fue atendido debidamente, había comenzado a sanar pese a la infección que tenía, su piel estaba amarillenta y la deshidratación lo estaba matando.
Escuchó un golpe seco, seguido de un quejido de dolor. Habían empujado a alguien más dentro del confinado espacio en donde le mantenían cautivo. La otra persona respiraba con dificultad, como si estuviera en medio de un ataque asmático.
Alguien más le descubrió los ojos, apenas lograba distinguir el rostro del hombre frente a él.
-Hasta dónde hemos llegado -dijo Park recostado en la pared mientras les veía-, en vista de que no van a cooperar tendré que cazarlos a todos.
-¿Tan necesitado de poder estás que tienes que tomarlo de alguien más?- Intentaba ver al otro hombre en el suelo, consiguiendo solamente verle por la espalda.
- Yo no; pero él, sí. - Comenzó a reírse con fuerza. El viejo Kim ni siquiera entendía las palabras de ese lunático.
-¿Quién?
- Si buscas lo suficiente en tu memoria lo sabrás. - Se dio la vuelta para salir de allí-. Ah, por cierto, te he traído a la puta que eligió tu hermano como sucesor.
Volteó hacia el otro encadenado. Él conocía esa espalda.
-No tienes ni idea de lo que estás diciendo.- Se supone que eran pocos los que sabían del pasado de los jóvenes líderes.
- Por favor, todos sabemos que Seokjin era el mejor chupándola en el área de Gwacheon. Y aún así, terminó dirigiendo el territorio. Es patético.
-Tú eres patético.- Escupió con asco.
-Tan patético como para destruir una organización completa- irreverente-. Jaque mate, Kim.
Al dejar la habitación; la puerta se cerró, todo volvió a oscurecerse y la agonía se mezcló con el ambiente.
El chico continuaba tosiendo mientras ahogaba sus ganas de gritar.
-Jin, ¿Qué pasó? ¿Dónde está NamJoon?
El momento exacto donde la pared de la entrada caía sobre el cuerpo del moreno continuaba repitiéndose en su mente, la única persona que realmente quería quizás estaba muerta. -Él probablemente esté en cama justo ahora. Nos atacaron, eran demasiados, no pudimos defendernos.
-Nosotros tampoco. -mencionó recordando el incidente en Daegu.
-Solo recuerdo que había humo por todas partes y que luego desperté en un auto con Yoongi.
Esperanzado, amaba al chico como a otro hijo. -¿¡Él está vivo!?
-Está con ellos, Señor. Min Yoongi nos ha traicionado.
Era demasiado para asimilar, quería saber todo lo que había pasado en su ausencia; Pero había algo que le inquietaba aún más.
-Seokjin-duro-, ¿Dónde está Taehyung? -. Tragó con fuerza, temía la respuesta. Tenía miedo de escuchar que...
-Está a salvo. Llegó a América hace unos días, el traficante que lo ayudó me escribió hace poco; dijo que debíamos recoger a Taehyung, que si no respondíamos en 24 horas, el chico se quedaría con él.
-Eso significa que...- Maldita sea, Jeon. ¿Ahora él también quería chantajearlos?
-No. Creo que... él tiene otro tipo de intenciones. Él no lastimará a Taehyung.
Todos los errores que había cometido como líder, y como padre le torturaban. Quizás fue la culpabilidad en su pecho o la sangre que había perdido lo que le llevó a decir:
-Solo espero que él esté bien. Necesito que él viva, y que sea tan feliz como no pudo serlo por mi culpa.
Un par de días antes, cuando Seokjin recibió un correo electrónico de un viejo proveedor no creyó en sus palabras. Desconfiado, le pidió una fotografía para corroborar que no estuviera mintiendo, asegurarse de que el chico Kim estuviera bien; pero cuando recibió su respuesta, pensó que a lo mejor, no era tan malo que Taehyung se quedase allí.
...
[Las Vegas, Nevada]
Las casas de huéspedes abundaban por toda la ciudad, no les fue difícil conseguir una para alojarse. Era un lugar acogedor lejos del centro, con grandes ventanas adornadas con cortinas blancas y un pequeño jardín trasero.
-Creo que deberíamos llamar a los bomberos. -Taehyung le juzgaba sentando en uno de los banquillos de la cocina.
Habían llegado hacia una semana a Estados Unidos y Jungkook seguía fingiendo que sabía cocinar.
La radio estaba encendida; el locutor se empeñaba en hacer sonar canciones de bandas de chicos que Jungkook nunca admitiría que le gustaban.
-¡Ya te dije que yo sé cómo hacerlo!-Tenía puesto un mandil rojo mientras intentaba rescatar lo poco que quedaba de su cena.
-¡El pan está negro, y humeante! Solo acepta que no sabes usar el horno.
-Voy a matarte si sigues hablando.- Le vio severo, como tratando de intimidarlo.
-No si no encuentras tu arma.- Se burló de él. El pelinegro buscó en su cintura solo para darse cuenta de que Taehyung tenía su Beretta en la mano.
-Dámela -demandó-. Tienes tres segundos, uno...
-No quiero. -Se divertía jugando con él, se sentía tan auténtico.
-Dos...
-Tres -dijo Taehyung para luego salir corriendo por el pasillo mientras reía.
Jungkook corrió detrás de él, y le siguió hasta la pequeña sala, empujándolo sobre el sillón para dominarlo. Intentó tomarlo de ambas muñecas; pero Taehyung arrojó el arma lejos y le mostró la lengua en símbolo de burla.
-Disfrutas demasiado molestarme, ¿No es así, Kim hablador? -Tenía a Taehyung inmovilizado debajo de él, se sentía supremo jugando con sus acciones-. ¿Qué harás para salvarte de esta?
Aún no había comprendido que el castaño sabía exactamente qué hacer para controlarlo.
Levantó ligeramente la cabeza para dejar un pequeño beso en la nariz de Jungkook, quién le soltó sorprendido.
-No eres tan duro ahora, ¿Cierto, JK?
-No del todo. - La situación era tan surrealista, como un película en donde ambos volvían a tener dieciséis. Dos tontos que se besaban sobre el sofá de una casa que no les pertenecía. Sonriendo contra sus labios de forma inefable.
Desafiar los ideales de toda una vida, y las rutas que habían sido trazadas era como desafiar su existencia misma. Jungkook no sabía por cuánto más podrían mantener la bizarra relación que tenían; pero eso no le impedía ser feliz aunque sea por unos minutos, aunque sea por unos días más.
Taehyung se separó de él de pronto.- Oye, ¿No sientes que huele a quemado?-dijo arrugando la nariz.
-Oh, mierda, la comida.
Se levantaron rápidamente, y regresaron a la cocina donde el detector de humo había comenzado a sonar. Los aspersores se encendieron, dejándolos a ambos mojados y sin comida en la cocina.
El pollo que Jungkook había dejado en el horno se había arruinado, al igual que su pan. Era una pena que su mandil no lo ayudara a cocinar mejor.
-¿Y ahora qué?-dijo Taehyung, con el cabello aplastado. Decepcionado pero no sorprendido.
-Ve a cambiarte, saldremos a cenar.
- Oh, ¿Me está invitando a una cita?
- Es un privilegio para ti. Sí, te invito a que pases una hermosa velada conmigo.
-Estaría encantado de ir con usted, distinguido Jeon Jungkook.
Sonrió de lado.- Más te vale usar algo bonito, cariño-. Soltó con gracia.
-Yo siempre me veo bonito.
Habían desperdiciado su primera noche en Las Vegas comprando ropa cara, al menos ahora les serviría de algo.
Taehyung se movió hasta la habitación principal para cambiarse. Se secó; tomó de entre toda la ropa nueva una camisa blanca, y unos pantalones de lino que creyó que eran demasiado formales para la ocasión.
Supo que estaba equivocado cuando alguien tocó la puerta. Supuso que Jungkook solo quería fastidiarlo; pero no. Al abrir no esperaba encontrarse con el pelinegro usando un traje.
Estaba vestido completamente de negro como de costumbre, solo que ahora tenía un saco en lugar de su chaqueta, una camisa de tela fina y zapatos de piel. Era un deleite verlo mientras le sonreía provocativo, con su cabello peinado hacia atrás y sus cálidos ojos.
-Buenas noches, Joven Kim. ¿Está listo para irse? -Extendió su mano a él, la tomó dando un paso al frente.
-Esperé toda mi vida.
Su actitud era clara; se trataba de algo que Jeon nunca le había mostrado a nadie, una parte de él que era altruista, romántica y apasionada. Esa capacidad de mostrar sentimientos, de sentir a través de todo aquello que le provocaba.
Había sangre en sus manos, su alma pesaba y la culpabilidad de su mente era tan profunda que durante mucho, tiempo sintió que nunca saldría de allí; pero con Taehyung, sentía que podía ser un mejor hombre.
Aquél que ni siquiera respetaba los semáforos, estaba perdido completamente en él.
Era estúpido tener tanto dinero y ni siquiera tener un auto; no querían llamar la atención. Caminaron del brazo hasta el restaurante disfrutando de la brisa y los colores de la música en el aire.
Terminaron en un restaurante costoso, estético que combinaba con lo especial de la noche. Taehyung volteaba a ver constantemente hacia atrás mientras el anfitrión les guiaba hasta su mesa.
Jungkook corrió la silla para que se sentara; una vez que lo hizo, él se sentó frente a Taehyung.
-Caballeros, ¿Les parecería bien degustar de la sugerencia del chef?
Jungkook hablaba por ambos. - Sí, por su puesto.
-Claro, ¿Vino blanco para empezar?-Ofreció. Ambos asintieron cuando él comenzó a verter el líquido en las copas. Y después se retiró.
Taehyung parecía intranquilo, no era precisamente lo que Jungkook esperaba del momento.
El mesero regresó con la comida tiempo después.
Jeon volvió a hablar. -¿Por qué estás tan raro?
-¿Yo? Por favor, estoy totalmente bien.
-Te creeré solo porque realmente quiero disfrutar de mi cita.
- A veces eres demasiado tierno, ¿Sabes, Jungkook?
Avergonzado. -No es intencional. Se me da espontáneo.
-Eres encantadoramente mentiroso, además.
-Lo sé. Soy irresistible.
La cena transcurría con naturalidad entre las bromas malas de Jungkook y los halagos descarados de Taehyung, su compañía azotaba la realidad.
Ninguno de ellos tenía que sentirse solo otra vez.
- Si fueras tan irresistible como dices ya tendría un anillo en el dedo.
Se ahogó.- ¿Quién te crees? Eres un niño demasiado apresurado, es muy pronto para que me ates a ti. Dale tiempo a las cosas, déjame ser soltero por un par de años más.
Fingió seriedad. -Te doy dos meses.
-No, no, no. Es muy poco tiempo, que sea un año.
-Lo pensaré.
Siguiéndole el juego. -Un año, y te prometo que yo mismo te llevaré a la capilla para casarnos.
Ambos reían de las tornerías que decían, cuando Taehyung notó algo que volvió a inquietarlo.
-¿Cuánto tiempo más crees que podamos quedarnos aquí?- Taehyung rompió la atmósfera abruptamente, comenzando a comer apresurado.
-¿En Las Vegas? No lo sé, quizás unos seis de meses.
Estaba paranoico. -No, me refiero al restaurante. ¿Cuánto más vamos a quedarnos?
De pronto asustado. -¿Qué pasó? ¿Te sientes bien?
Se sentía estúpido, debió decirlo cuando lo notó. -Escucha, creí ver a alguien síguiendonos; pero supuse que quizás solo estaba exagerando. El problema es que el tipo al que vi está en la mesa de atrás, y nos ve demasiado.
-Maldita sea, ¿Y no ibas a decirme? -Acelerado a pedir la cuenta, volteó a ver pero el hombre tenía el rostro agachado-. Vámonos -dijo molesto -. Avísame si se levanta.
Y efectivamente, poco después de que se levantaron el hombre los había imitado.
Comenzaron a caminar rápido afuera del restaurante. -Jungkook...viene tras nosotros.
El pelinegro tomó su mano cuando comenzaron a correr, necesitaban perderlo. Necesitaban alejarse de inmediato.
Los pasos a zancadas del desconocido resonaban secos sobre la acera mientras les perseguía. Se acercaba a gran velocidad, como si fuera todo un profesional.
JK se adentró en un callejón, escudó a Taehyung con su cuerpo cuando se volteó y desenfundó su arma para apuntar al tipo que les perseguía.
-¡Espera!-gritó el rubio. No, no era posible. Jeon bajó los brazos incrédulo, y parpadeó un par de veces para asegurarse de que su vista no lo engañase-. Jungkook, ¿Realmente eres tú?
Su estómago se revolvió al reconocer su rostro ahora más viejo.
-¿Elliot?
Taehyung se quedó de pie viendo la escena; Quizás, encontrarse con mafiosos que quisieran matarlo no era tan malo. Quizás, encontrarse con quien era el equivalente al padre de Jungkook era mucho peor.
Mierda, ¿Eso significaba que ahora tenía un suegro?
Perdón si hay errores. :(
Recuerden que actualizo más rápido entre más comentarios hayan, amo los comentarios. c:
Manténgase con vida. J.S.
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