Capítulo Catorce
14.
Min Yoongi, y Park Jimin, 18 años.
[Prato, Italia.]
La comunidad estudiantil del internado se reunió esa noche en el gran comedor para despedir a los alumnos que estaban próximos a terminar la preparatoria.
Estaban a menos de un mes de finalizar el ciclo escolar. Todos escuchaban atentos el discurso del director mientras cenaban y sonreían orgullosos de su cercana graduación.
Jimin estaba solo en una mesa mientras buscaba con la vista a Yoongi. Sus amigos estaban a un par de metros de él pero no había rastro del chico por ningún lado.
Se levantó discreto, sin ser acompañado por sus escoltas abandonó el comedor.
Estaba consciente de que su relación con el pelinegro era algo secreto, algo que sólo podían mantener entre ellos; pero aún así, necesitaba verlo aunque sea de lejos, aunque sea un par de minutos.
Llegó hasta la habitación de Yoongi, sorpresivamente la puerta estaba abierta. Entró irreverente, y se quedó parado en medio de la misma cuando notó las muchas maletas y cajones que habían por todo el lugar.
—¿No deberías estar allá con tus amigos?—dijo y se sentó en la cama.
Nervioso, no estaba listo para confrontarlo. —Yo...tengo cosas que arreglar aquí.
Reaccionó. —¿Para qué tienes todas estas maletas?
—Jimin, sé que debí decírtelo antes pero no tuve oportunidad.
—¿Decirme qué?
—Yo tampoco sabía, me tomaron desprevenido. No fue mi decisión...
Lo interrumpió comenzando a alterarse, se levantó para encararlo y lo tomó de la solapa del saco de su uniforme para obligarle a verlo. —Sé concreto, maldita sea. ¿Decirme qué cosa?
Su rostro estaba caliente, la mirada de Jimin clavada en él le hizo respirar con dificultad.
—Voy a regresar a Daegu. —Soltó seco.
El chico se quedó quieto; esas palabras resonaron en su cabeza tanto que el eco descendió hasta su pecho y lo perforó.
—¿Ibas a irte sin decírmelo? —Dolido.
Bajó la mirada, había cumplido 18 años hacía un par de días y era momento de que regresara a la casa Kim.
—Nunca he sido bueno con las despedidas.
—Joder, Min. Soy tu maldito novio, tenías que decírmelo.
—Esto iba a pasar, ¿Está bien? El final del curso se acerca y esto era inevitable.
—Aún teníamos tiempo...—Sus mejillas se tornaron rojas, al igual que sus ojos mientras luchaba por no llorar.
—Yo me preparé para esto toda mi vida. —Yoongi se acercó a él, mientras sujetaba el mentón del chico—. Quiero hacerlo.
—Cuando regreses a Corea no podré acercarme a ti otra vez.
—Yo cambiaré eso, ya verás.—Le abrazó y le sujetó la cabeza contra su hombro mientras lo escuchaba murmurar cosas que no entendía bien.
—¿Cuándo te irás?
—Mañana.
—¿Y aún así ibas a irte sin despedirte?—Su mirada decepcionada parecía haber detenido su corazón.
—No me veas así, la parte más difícil de esto es dejarte.
Jimin estaba consciente de que sus organizaciones eran rivales y que además Yoongi era un simple escolta para los Kim. En ese momento, no podía hacer mucho para cambiar una realidad que había sido forjada desde hace mucho años, ni para desafiar a toda una jerarquía.
Él necesitaba que el pelinegro tomara el lugar del viejo Kim, necesitaba que Yoongi fuera su socio para cuando él asumiera el poder del territorio de Busan. Así que tenía dejarlo irse ahora.
—Prométeme que volveremos a vernos.
—No soy bueno haciendo promesas —dijo viéndole con pesar.
—Entonces cierra la puerta. —El rubio aflojó la corbata que formaba parte de su atuendo, y la lanzó al suelo.
—¿Qué estás haciendo?—Confundido mientras le veía desabotonando su camisa y dejar su pecho expuesto.
—Te conozco lo suficiente como para saber que no llamarás. Y que probablemente no te veré después de hoy —dijo acercándose a él para besarlo y sentirlo por última vez.
Sus besos electrificaban la habitación entera cuando las lágrimas amargas de ambos se mezclaban con la energía de sus labios y sus brazos se aferraban al otro, consumidos por la adrenalina total de su pecho. Esa noche, mientras respiraban agitados con sus pieles desnudas y el sudor de sus cuerpos chocando desearon que la mañana no llegara, desearon con tanta fuerza poder quedarse juntos.
Cuando la hora llegó, todo dentro de la habitación de Yoongi desapareció, él se marchó dejando el espacio que había sido su lugar especial por los últimos tres años completamente vacío.
Jimin asistió solo a su graduación y un par de meses después regresó a Busan donde su familia le esperaba con los brazos abiertos, entonces ahora siendo un hombre comenzó a introducirse de lleno en los negocios de su casa.
En un par de meses se había convertido en todo un narcotraficante. Tenía la imagen, el apellido, la mentalidad y la sangre fría de ser a quien todos respetaban.
Habían pasado ya un año desde la última vez que había visto a Yoongi, esa noche cuando regresó a su apartamento recibió una llamada a su teléfono personal de un número que nunca había visto antes.
Pensó en no contestar; pero la curiosidad pudo más con él y terminó respondiendo.
—¿Hola? —preguntó ansioso.
—Me debes una disculpa —Él conocía esa voz, la conocía a la perfección—, por decir que no te llamaría.
—Te tardaste un año completo para acordarte de mí.
—He estado ocupado. —Sonaba apagado, como si hubiese estado llorando o hubiera rabia atrapada en su garganta.
—Ahora eres todo un jefe, ¿Cierto? No tienes tiempo para mí. —No obtuvo respuesta—. ¿Yoongi?
—¿Recuerdas que te hablé del hijo de Kim?
—¿El niño? Sí, ¿Qué pasa con él?
—El viejo me dijo que sería él quien tomaría su lugar, no yo. Que era él a quien pertenecía ese título.
—¿Cómo? Pero ese chico no sabe una mierda sobre este mundo. ¿No dijiste que se la pasaban mimándole todo el tiempo? Tú entrenaste para eso desde pequeño, él se lo prometió a tu padre.
—Lo sé; pero después de todo, supongo que no soy más que un simple sirviente.
—Ven conmigo. —Soltó sin detenerse a pensarlo. —Todo lo que representa a los Park en Corea me pertenece. No tendrías que servirles nunca más.
—Irme contigo significaría cambiarme de bando, me esforcé demasiado como para dejar Daegu ahora.
—No tienes que hacerlo, yo puedo arreglar eso.
—Jimin ¿Qué tonterías dices?
No pudo hacer nada antes, pero podría hacerlo ahora. Hablaba serio cuando declaró. —Dame un año, y prometo que todo el territorio Kim nos pertenecerá.
—¿Nos?
— Tú y yo, Yoongi. Seremos dueños de todo lo que te negaron.
—No puedes enfrentarte a ellos, son demasiados.
—No tienes idea de lo que soy capaz de hacer; No me importa si tengo que matar a toda persona con el apellido Kim en el país, te juro que tendrás lo que mereces.
—El poder te está enloqueciendo.
—Yo ya estaba loco, por ti.
Existe una pequeña brecha entre venganza y justicia pero evidentemente Jimin la no conocía. Y ahora, había logrado contagiar a Yoongi con la misma locura.
El poder no es una metáfora.
...
[Japón]
Jungkook había vomitado lo poco que tenía dentro del estómago. Sentía que iba morir por el dolor de cabeza que la resaca le había provocado, además de que pese a que tomó una ducha sentía que apestaba a alcohol.
Aún así, estaba sentado dentro de la oficina de Zhang Yixing con Taehyung a su lado mientras lo escuchaba hablar con el hombre.
—Entonces, ahora que JK pertenece a los Kim supongo que no tendrá ningún problema en conseguirnos un par de cosas.
—Por supuesto que no, él está a su completa disposición —dijo Taehyung mientras le importaba una mierda la mirada malhumorada de Jungkook clavada en su perfil—, pero por el momento supongo que deberíamos esperar a que las cosas se tranquilicen en Corea y después hacer oficial nuestra sociedad.
El pelinegro no lo entendía, y la habilidad con la que el otro hablaba le tenía sorprendido. —Sí, sí, estoy de acuerdo. Solo no olvides lo que me has ofrecido.
—No lo haré. Le agradezco mucho que nos haya dejado estar aquí esta semana, realmente aprecio su apoyo.
—¿Cuándo se marcharán?
—Quizás mañana, necesitamos conseguir un vuelo a Estados Unidos.
El hombre les vio confundido. —No pueden irse en un vuelo comercial. No es tan sencillo, los detendrían en el aeropuerto. La revisión de inmigración es demasiado exhaustiva en ese país.
Jungkook intervino. —He hecho esto antes. Burlar al puesto de control es algo que se hace a diario en ese lugar. Es parte de mi rutina.
—¿Cómo planeas justificar todo el dinero que llevan con ustedes? ¿O a la persona con visa falsa, las armas y demás cosas, cómo?
Se quedó callado, el tipo tenía razón. —¿Y usted qué propone?
La relación de Jungkook con los chinos no era buena, y de no ser porque Taehyung estaba en medio de ellos lo más probable es que ya lo habrían matado.
—Les ofrezco llevarlos hasta el aeropuerto de Nevada. Mi avión es totalmente privado y si van en nombre de mío podrían justificar sus pertenencias.
—¿Su nombre? —dijo Taehyung.
Algo que el chico no había comprendido era que todos los mafiosos se pintaban como empresarios de alto rango para lavar y producir activos para luego invertir en distribuir y crear drogas.
En su país, los Park disfrazaban sus ganancias en redes inmobiliarias, los Kim eran una industria farmacéutica y los Jung políticos con cargos importantes. Así como ellos, todos en Asia encontraban una forma de escudarse.
— Hoteles. —Jungkook conocía muy bien a la gente como él y sabía que no podía estar ayudándoles sin un motivo—. Dígame, ¿Qué espera de nosotros? No creo que tanta ayuda venga gratis. ¿Qué es lo que quiere?
Sonrió de lado. —Además de la entrada libre a Corea, hay algo que realmente me gustaría...algo personal.
—Dígalo.
Se puso de pie para ver a Jungkook desde arriba. —Quiero que te disculpes conmigo por lo que Elliot Hall le hizo a la mafia china.
—Me pide que me arrepienta de algo que no hice, eso es imposible.
—Entonces no hay trato.
—¡Jungkook! —Taehyung le vio con molestia—. Solo házlo.
Él nunca habría considerado hacer algo como eso; pero no se trataba solo de él ahora. Realmente necesitaba que Taehyung estuviera a salvo, se lo debía y aunque lo intentó, su mente no lo dejó doblegarse.
Tragó con fuerza y apretando los dientes, vio directamente a los ojos al hombre que le pedía humillarse y dijo:
—Lamento el día en el que puse un pie en Japón, me arrepiento de haber recibido un solo billete de ustedes. Lo siento, siento tanto que no me hayan matado cuando pudieron; pero por sobretodo, les pido disculpas por todas las personas que fueron asesinadas en mi nombre y por todos aquellos que aún tienen pesadillas con mi rostro.
—Siempre has sido demasiado arrogante, JK.
—Pedirme una disculpa es como pedir que reviva a todas esas personas, es pedir que cambie el pasado, no puedo hacer eso. Le pido que acepte mi pesar y que crea en mí cuando le digo que maldigo el día en el que me crucé con ustedes.
Defender su honor hasta la muerte era algo que la mafia china veneraba. La determinación y decisión de Jungkook siempre les había fascinado tanto.
—Tu mente funciona de una forma excepcional, Jeon; me gusta.—Sonrió conforme—. Estoy encantado de volver a tener tratos con ustedes, muchachos. Daré la orden para que vuelen mañana, hasta entonces, ¿Hay algo más que necesiten?
Jungkook se apresuró a decir—: De hecho, hay un lugar al que quisiéramos ir antes de dejar Japón, pero no sé qué tan pertinente sea caminar por allí siendo así de conocidos.
—Dile a alguno de los muchachos que les preste un auto, enviaré escolta policíaca con ustedes. —Hizo un movimiento con la mano indicándoles que podían marcharse—. Regresen en la mañana, tendré todo listo entonces.
Ambos se pusieron de pie y estrecharon la mano del mayor de los tres para luego dirigirse afuera de la oficina.
Antes de salir por completo Jungkook se atrevió a decirle con sinceridad —Gracias por todo, Lay. —Yse marchó agradecido de haber evitado la muerte de su primer cliente chino, aquel que no tuvo la culpa de sus errores con Wang, ese que tenía una cicatriz en el pecho por su culpa.
Una vez afuera, Taehyung le preguntó —¿A dónde se supone que iremos?
Su cabeza le dolía, aún no conseguía quitarse el malestar. Las manchas en su mente de la noche anterior eran poco lúcidas, pero no podía negar que había pasado ligeramente del límite, aunque realmente no le importaba lo suficiente.
—Hay un lugar al que quería llevarte.
El castaño le veía apenado como tratando de averiguar qué pasaba en su mente.
—¿A dónde?
Incluso con su cerebro adolorido sonrió hacia él. —Lo verás cuando lleguemos allí.
Inspirada en la Torre Eiffel, la Torre de Tokio es por mucho el mirador más famoso de la ciudad. Una estructura conocida por ser un símbolo del país y desde la cual se puede ver con toda la extensión del plano japonés desde sus observatorios especiales. Se dice que es el ojo que todo lo ve en el cielo y que su gran altura representa el deseo de los hombres por tocar las estrellas y ser uno con ellas.
Había anochecido, Jungkook tenía con él una bolsa de papel mientras veía fascinando como el chico sonreía. Le gustaba verlo, tan simple como eso.
Taehyung era como una estrella, resplandecía de tal forma que causaba que todos los que estaban a su alrededor le admiraran. Y Jungkook, que siempre había sido un espejo de la suciedad del mundo sentía que podía reflejar la luz de Taehyung en él.
Sentía que brillaba a su lado.
—El cielo luce muy bien esta noche.
—Me siento como si estuviera en Francia. —Seguía siendo tan ocurrente.
—Y aún no has visto lo mejor—le tomó de la mano para hacerle caminar con él—, ven. Te enseñaré.
Llegaron hasta la entrada de la torre donde debían parar en la taquilla para poder subir al ascensor. Taehyung se quedó paralizado cuando entendió a donde se dirigían. Él detestaba con todo su ser las alturas.
Renuente. —No, yo no voy a subir allí. —Se echó para atrás cuando el otro le instó a entrar al ascensor, asustado.
—Oye, es nuestra última noche aquí y por un par de horas quiero fingir que no tengo una venda en el pecho y que unos imbéciles no trataron de matarme. Házlo por mí, por favor.
—Me asustan demasiado las alturas, no quiero.
Le abrazó despacio, haciéndole quedar cerca de él. Y los guío a ambos hacia el interior del ascensor.
—Tranquilo, tus ojos en mí.
—Mis ojos siempre están en ti.
Se aferró a él cuando comenzaron a subir, el elevador llegó hasta el observatorio principal, donde todas las personas dentro del mismo bajaron, excepto ellos. Jungkook disfrutaba sentir al otro esconderse en su adolorido pecho.
Cuando por fin llegaron hasta el último observatorio, el cual es especial, Taehyung tenía los ojos cerrados, se negaba abrirlos, incluso una vez afuera del ascensor mientras Jungkook le ayudaba a caminar.
—La vista es genial, abre los ojos.
—No puedo, moriré si veo el suelo desde aquí arriba.
Ladeó la cabeza. —No tienes que ver hacia abajo, mira hacia arriba. El cielo merece ser admirado por ti. Inténtalo, Tae.
Se separó de él, quitó su manos ya que ambas le cubrían los ojos. Y lento, observó la extensión del cielo oscuro que pintaba toda la ciudad de negro. Las distantes estrellas se combinaban con las luces de los demás edificios que podían verse a kilómetros en todo Tokio.
Era un cielo de millones de estrellas que parpadeaban y que parecían brillar solo para ellos en esa noche, en ese momento efímero en el que estaban bajo ellas.
-Hace un par de semanas me preguntaste cuándo podrías volver a tu hogar. —Jungkook hablaba sutil, como temeroso—. Y bueno, esto es lo más cercano a el que puedo llevarte.
—¿A qué te refieres? —Estaba perdido en las expresiones de su rostro, y en el aire frío que atravesaba sus fosas nasales.
—El cielo es tu hogar, Taehyung. Eres una estrella, o bueno así es como yo te veo.
—Estás siendo increíblemente cursi justo ahora, ¿Qué pasó contigo, Jeon?
Veía hacia el frente, tratando de mentalizarse en lo que trataba de decir.
—Anoche...intentaste besarme. —El viento hacía revolotear su cabello con delicadeza. El ambiente y sus palabras sonaban como si estuviera tratando de declararse, pero no era eso lo que buscaba—. Yo apenas recuerdo que también quise, y que de hecho lo hice.
—No tenemos que hablar de esto s-
Le interrumpió. —Sí, tenemos que. Estoy tratando de explicarte, tú eres una estrella, eres alguien importante desde que nació, alguien que está destinado a algo grande.
—Ser un niño de papá no es algo que pueda asemejarse a brillar.
—Mi punto es que tú estás mucho por encima de lo que yo soy. Entiendo que me hayas idealizado porque fui la primera persona del exterior con quién te relacionaste pero-
—¿Por qué dices cosas como esas?
—Taehyung, yo no soy bueno para ti.
—No empieces a sermonearme ahora.
—Eres más inteligente de lo que crees, y más fuerte de lo que imaginé. Yo...no soy más que una barrera para ti.
—¿De cuándo acá el gran JK se menosprecia a sí mismo?
Trataba de no verlo. —Cuando lleguemos a América, te quedarás en una de las casas de los Kim en Nevada, y yo... iré a buscar a Elliot a Seattle, aunque en realidad no sé si aún viva allí.
—¿Quieres dejarme?
-—No se trata de eso; hablé con Seokjin hoy por la mañana, ni tu padre ni Yoongi han aparecido, creen que están muertos. Ellos te necesitan, es tu deber reunirte con ellos. Y yo... tengo arreglar un par de cosas.
—Me trajiste aquí para despedirte, ¿Cierto?
—Cuando estemos allá, yo habré cumplido con mi trabajo. Ya no seré necesario.
No tenía caso protestar, la determinación en la mirada de Jungkook estaba fija en sus ideales, en las reglas que él mismo había creado para protegerse. —Entonces... más te vale hacer que esto valga la pena.
—¿A qué te refieres?
—Bésame.
—No tienes idea de lo que dices. No puedes pedir algo como eso. Es difícil, Taehyung, hacerlo y admitir que estoy...
—Me importan una mierda todo tu palabrerío y tus ideales. Quiero saber qué se siente en realidad, quiero que seas tú quien me enseñe eso. Quiero que me beses.
—Nunca dejarás de ser testarudo. ¿Cierto, Kim?
—Ni en un millón de años.
Se permitió mirarlo detenidamente por un par de segundos mientras trataba de memorizar su rostro, retiró el mechón castaño que cubría su frente para verle con más claridad y sujetando su cuello con ambas manos lo acercó a él.
Cerró los ojos; sus labios temblaban al besarle con dulzura cuando se deslizaban sobre él mezclando sus respiraciones. Lento, con miedo, a sabiendas de que deseaba tan intensamente estrecharlo entre sus brazos y quedarse con él para toda la eternidad.
Las estrellas parecían haberse apagado cuando algo tan fuerte como ellos resplandecía desde la tierra.
Jungkook estaba cansado de negar lo que sentía, de ocultar sus sentimientos como lo había hecho durante tanto tiempo. Estaba tan desesperado por evitar enamorarse que no entendía que ya lo estaba.
Sus fuerzas se multiplicaban cuando estaba con Taehyung. El despiadado monstruo que vivía dentro de él parecía expandirse y aún así era como si el corazón de ese criminal que le controlaba latiera con más intensidad.
—Lamento haber sido yo, tú merecías algo mejor.
Su cuerpo y su razón se habían confabulado para traicionarlo, mientras Taehyung sonreía solo para él. No lo entendía, él no merecía ser el causante de esa sonrisa. Él no merecía ser el dueño de las primeras ilusiones del muchacho.
Su pecho se llenó de aire cuando el castaño dijo—: Sabes, no hay otro lugar en el mundo en donde quisiera estar justo ahora.
Taehyung había estado rodeado de comodidades toda su vida. Pero nada de eso se compararía con la pasión, el cariño que Jungkook le había demostrado. Porque él era más, era la primera vez que le hacía sentirse amado.
Los seres humanos somos malvados por naturaleza; pero aún así, cuando amamos cuidamos con en alma.
En la madrugada regresaron a donde su vuelo los esperaba, y subieron a ese avión como aquellas personas que buscan llegar a una nueva tierra.
Pronto estarían en América, el lugar de la libertad y de los sueños que nunca se cumplieron.
Espero que les guste.
Manténgase con vida. J.S.
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