PRÓLOGO
-- ¡Papás, hemos vuelto!
El grito de la joven se escuchó por toda la casa sacándole una sonrisa a la pareja.
-- Sigue tan escandalosa como siempre. -- Law soltó una carcajada.
Escucharon las risas de niños pequeños, lo cual les indicó que también había traído a sus hijos.
-- ¡Abuelos!
Los dos pequeños mellizos aparecieron por la puerta del salón tirándose a los brazos de Luffy.
Mientras éste comenzaba a hacer carantoñas con ellos, el más mayor del lugar llevó la vista a la joven mujer que los veía sonriente.
-- Me alegra verte después de tanto tiempo hija. ¿Sabes algo de tu hermano?
-- No la verdad. Lo he llamado unas cuantas veces, pero no responde. Seguro que querrá gastarnos alguna de sus bromas llegando cuando menos espere...
-- ¡Familia! ¡El Rey de la casa a vuelto!
-- O no. -- La mujer soltó una carcajada.
-- Ahí viene el otro toro.
El hombre se asomó a la puerta soltando un grito que provocó una carcajada a los presentes.
-- ¿Cómo que el rey? ¡Aquí el único rey soy yo! -- Exclamó Luffy mirándolo desafiante.
-- ¿Jah? ¿Pero a dónde vas tú vejestorio?
-- ¿Como me has llamado? ¡Tengo 53 años! ¡No soy ningún vejestorio!
-- Eres un viejo. -- Bajo su párpado sacándole la lengua.
El aludido se levantó de la silla dispuesto a propinarle lo suyo a su hijo. Al final acabó corriendo detrás suya mientras el otro escapaba por su vida.
La mujer estalló en carcajadas junto con sus niños.
-- Hay cosas que nunca cambian.
-- Y esos dos son adultos. ¿Sabes? -- El ojeroso se unió a su diversión. -- Aun así hay que ver como habéis crecido.
-- Sí, aun parece que fue ayer cuando me escabullía a vuestra cama en las noches de tormenta.
Law soltó una carcajada al recordarlo.
-- Cuantos problemas nos distéis. -- Sonrió. -- Y sin embargo habéis madurado. Bueno, al menos tú.
Comentó lo último mirando a los otros dos que seguían corriendo por todo el pasillo.
Cogió a los dos niños y los puso a uno en cada pierna. Mientras empezaba a recordar como había empezado todo. Todo lo que había vivido con esos niños, ya no tan niños, desde que eran unos bebés.
Sonrió. Realmente ser padre había sido una de las experiencias más extrañas y bonitas que había tenido.
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