CAPÍTULO 4
La pareja entró en el hogar riendo por lo bajo para no despertar al pequeño que el menor de ambos llevaba en brazos.
Un precioso bebé de cabellos cobrizos y ojos castaños.
Luffy se dirigió a su habitación donde ya estaba la cuna y el cambiador montados. Dejó al pequeño en su alcoba y acto seguido se desplomó en su propia cama.
-- Que día más agotador. -- Suspiró.
-- Pero mereció la pena.
Su novio se tiró a su lado y lo vio con ternura.
-- Corre a ducharte y luego veremos una película si quieres.
Comentó lo último dándole un corto beso en los labios que sacó una sonrisa al menor. El chico asintió alegre y se levantó como un resorte para ir directo al baño.
****
Los llantos de niño fueron los que interrumpieron su preciado sueño. Llevó la vista cansada a su novio el cual roncaba profundamente con un charco de baba bajo se barbilla.
Suspiró frustrado mientras se incorporaba de la cama para ir a ver al bebé. A su hijo.
Lo cogió con cuidado pensando que podía pasarle. Ya había comido, le habían dado el biberón antes de traerlo a casa, por lo que el motivo de su llanto debía ser otro.
Llevó la nariz al pañal y apartó la cara de inmediato haciendo una mueca de repugnancia.
-- ¡PUAJ! ¡Te has cagado!
Lo llevó hasta el cambiador y lo apoyó con cuidado en la alfombrilla blanca. Acto seguido abrió uno de los cajones buscando los pañales, las toallitas y los polvos de talco.
Mientras hacía su trabajo agradecía al cielo por haber tenido una hermana y una prima pequeñas a las que tener que atender desde infantes. De lo contrario estaría jodido.
Al cambiar al bebé le hizo algunas carantoñas y cosquillas en la barriguita para que dejara de llorar y se divirtiera un poco.
En teoría no le gustaban los niños, en teoría, pero debía reconocer que tampoco se le daba nada mal tratar con ellos.
-- Ya estás pequeñajo.
Lo alzó de nuevo en brazos sonriendo por la carita de felicidad que tenía el pequeño.
-- Te habrás acordado de echarle los polvos de talco. ¿Verdad? Sino se le irritará el culito.
-- Sí me he acordado. No soy tan despistado como tú. ¿Y desde cuando estás despierto?
Law lo vio desconcertado mientras el otro lo miraba sonriente con los ojos entrecerrados por el sueño.
-- Desde que Lukie empezó a llorar, pero no quería levantarme de la cama así que preferí fingir.
-- Eres un cabrón.
-- Yo también te quiero. -- Argumentó el otro socarrón.
Acto seguido se dio la vuelta para seguir durmiendo dejando al otro meciendo a su niño para dormirlo.
****
Tras escuchar al timbre Luffy se apresuró a abrir la puerta encontrándose ni más ni menos que con sus queridos hermanos los cuales se le echaron encima.
Soltó un grito de alegría y correspondió al abrazo con gusto.
-- ¿Pero qué estáis haciendo vosotros aquí?
-- ¡Hemos venido a ver a nuestro sobrino! Además te avisamos de que vendríamos. ¿Ya no te acuerdas?
El pecoso le revolvió el pelo a su hermano.
-- Sí, pero pensé que vendríais a la tarde, ¡No a las 9:00 de la mañana!
-- ¿Ah, que más da?
Los gritos infantiles provenientes de afuera llamaron la atención del menor. Al cabo de poco ya tenía a una niña de cabellos rubios pegada a la pierna.
-- ¡Tío, tío, tío!
Soltó una carcajada mientras se agachaba para cogerla en brazos y darle un beso en la mejilla.
-- ¿Qué tal enana? ¿Sigues siendo tan traviesa como siempre?
Le hizo cosquillas en la barriga que provocó la risa de la más pequeña.
-- Yûki no atosigues tanto a tu tío. -- Koala hizo presencia en el lugar.
-- ¡Koala!
Dejó a la niña en el suelo para estrechar a la mujer en un fuerte abrazo.
-- ¿Cómo estás?
-- ¡Muy bie...!
-- ¡Vamos a ver ya al renacuajo! ¡Quiero ver a mi nuevo sobrino!
La exclamación del pecoso sacó una carcajada a todos los presentes.
-- No grites tanto que está durmiendo.
Mientras hablaba comenzó a caminar guiándolos hasta su habitación. Una vez llegaron Sabo observó todo con desaprobación.
-- Emerestes que hagas la cama y recojas tu ropa. -- Comentó Sabo cogiendo un calzoncillo sucio del suelo.
-- Eso es de Torao. Mi ropa está en la otra esquina. Y me da mucha pereza recoger ahora.
El mayor hizo una mueca de repugnancia y soltó el objeto en el acto asqueado.
-- ¡Oiiiins, que cosita!
-- Es pelirrojo y está regordete.
Ace y Koala habían pasado del desorden y habían ido directos a ver la cuna donde descansaba tranquilo el bebé.
-
- ¿Cómo se llama?
-- Lukas, pero lo llamamos Lukie.
De pronto el pequeño abrió sus ojitos castaños y comenzó a llorar moviendo las manitas y los pies desesperado.
Luffy se apresuró a cogerlo en brazos y lo arrulló tratando de calmarlo.
-- Hay que ver, nunca te imaginé criando a un bebé. -- Ace soltó una carcajada.
-- Ayuda, no se que le pasa. -- El menor comenzó a desesperarse.
-- Tiene hambre. Tienes que darle el biberón.
El chico miró a la muchacha sorprendido.
-- ¿Cómo lo sabes?
-- Porque soy madre Luffy. -- Señaló a la pequeña inquieta que correteaba por el pasillo. -- Pero no te preocupes, con el tiempo tú también aprenderás a distinguir el llanto de hambre, con el de pañal sucio, y el de sueño, etc, etc.
Su hermano puso una mano sobre su hombro mirándolo con comprensión.
-- Es una pesadilla, pero acabarás acostumbrándote.
-- ¡No hables así de tu hija! -- La mujer le dio una fuerte colleja en la nuca a su marido. -- Ven Luffy, vamos a preparar el biberón de ese pequeñajo. ¡Vosotros dos, quedáis al cargo de los niños! ¡Más os vale no armarla!
Tras la advertencia a los dos hermanos, cogió al menor, de la estancia, del brazo y se dirigió con él a la cocina.
-- Sabes preparar un biberón. ¿verdad? -- Comentó mientras cogía el cereal en polvo, el biberón y el agua.
-- Noo, llevo un año entero preparando una adopción para criar a un bebé, pero en ningún momento se me a pasado por la cabeza tratar de aprender para la causa. -- Comentó sarcástico y soltó una carcajada. -- Koala por favor, que seré idiota, pero tengo un fin.
-- Tienes 26 años y aun no sabes cocinar. -- Lo señaló con el biberón. -- Así que no tienes derecho a objetar. Sigues siendo un desastre.
-- Touche.
Mientras la pelirroja acababa de preparar el biberón, el chico se sentó en la encimera dejando los pies colgando.
-- ¿Qué tal os va a Sabo y a ti? .
-- Bueno, vamos tirando.
Pudo deducir, por su tono de voz, que era mentira.
-- Koala. -- La miró inquisitivamente. -- No mientas, te conozco. Aparte Sabo me llamó hace poco comentándome que ibais de mal en peor.
-- Bueno, ¿Qué quieres qué te diga? Esto se a vuelto una tortura. Nos pasamos todo el día discutiendo, no estamos de acuerdo en nada... -- Suspiró. -- Hemos pensado en el divorcio miles de veces, pero no podemos. No teniendo a una niña de 5 años como Yûki de por medio.
-- Eso es verdad. -- Luffy decidió desviar un poco el tema. -- ¿Qué tal está? ¿Cómo lo lleváis con ella?
-- Bueno, bastante bien. Ya ves, ya habla y se defiende mejor.
Como si la hubieran invocado la pequeña entró corriendo a la cocina dando una vuelta completa a la mesa.
Luffy volvió al suelo de un salto y la cogió en brazos atrapándola por sorpresa en su carrera.
-- ¡Hei renacuaja! ¿A dónde vas?
-- ¡Jugar, jugar, jugar! -- Mientras gritaba entusiasta clavaba su dedito en el pecho del mayor, indicándole así que quería jugar con él.
-- Ahora no puedo, tengo que darle el biberón a tu primito. Luego te prometo que jugaremos un rato. ¿Vale?
-- ¿Q... queie e pirimito?
-- Primito. -- La corrigió. -- Ven, vamos con él que tú aun no lo has vista. Mira que malos somos que nos hemos olvidado de enseñártelo.
Le hizo cosquillas en la barriga sacándole una carcajada. Acto seguido se dispuso a salir de la estancia para ver a su pequeño aun con su sobrina en brazos.
-- Realmente tienes maña con los niños. -- Comentó Koala sonriente, pero acto seguido lo miró con burla. -- Pero sigues siendo un desastre que no sabe hacer nada a derechas.
Sin que la niña lo viera, le hizo el de corte de manga a la muchacha antes de irse de vuelta al salón.
La otra en respuesta soltó una carcajada y cogió el biberón ya listo para caminar detrás suya.
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