Diciembre, 2014
Resumen del capítulo
Después de una noche secreta con Taehyung en Singapur, su manager visita a Seokjin.
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"We dreamt like martyrs
I never thought I was bold enough
You pushed me further
And I take the blame for the both of us."
Weight in Gold, Gallant
Diciembre, 2014
La luz se derrama a través de las cortinas, con el color de los tiernos tallos de lirio. Seokjin se estira, rueda hacia atrás, y chupa aire entre sus dientes ante el casi lujoso dolor en sus huesos. Tiene que pensar más de una vez, ¿Están en China? ¿O es Singapur? Busca su teléfono y pasa el dedo por encima de la notificación de alarma perdida a la aplicación de calendario.
Singapur hoy. China mañana.
El peligro de las giras: parece que pasan más tiempo en aeropuertos y hoteles que en ensayos y conciertos. Los detalles se desdibujan como trazos de acuarela, de bordes suaves y fluidos, contrastando vívidamente los momentos vibrantes y crepitantes en los que se encuentran realmente en el escenario.
Luego están las zonas escondidas, esos lugares intermedios, tejidos a partir de los momentos que les quitan de su rutina, y ahí es donde él y Taehyung viven.
Seokjin balancea sus piernas sobre el borde de la cama. Recuerda la alarma perdida, las palabras silenciosas:
Taehyung-ah, es la hora.
Su movimiento de cabeza, como el de un niño. No, hyung. Tan fuerte, que probablemente aún esté dormido. El rozar de un beso que lo enciende como un reguero de pólvora.
No podemos. Ya estamos atrasados.
Pero lo hacen. Porque Seokjin no puede resistirse cuando Taehyung anuda sus puños en la camisa de Seokjin, cuando le da esa mirada de ensueño, pero también de determinación. Y así es, precipitado, pero eléctrico, una historia de caderas magulladas y labios mordidos, y después, Seokjin guía a Taehyung aún desconcertado hacia la puerta.
¿Tienes tu llave?
¿Puedes encontrar tu habitación?
Sí, Ama-Jin.
Bésame, entonces.
No. Pero lo hace de todos modos.
Dime que me amas.
Que me amas, dice Taehyung. Incluso medio dormido, sonríe cuando le toca el turno a la frase. Seokjin lo empuja al pasillo. Ahora vete.
Se frota los ojos ante el recuerdo del cabello erizado de Taehyung y su sonrisa borrosa.
Está contemplando pasar por la sala de fitness del hotel, seguido de un desayuno con los demás, cuando llaman a la puerta. Seokjin escanea su agenda. Tienen una reunión a las 9:00 a.m. hoy, y son sólo las 5:30.
Creyó que los otros se comunicarían primero antes de llegar tan temprano a su puerta, especialmente porque sólo él y Hoseok estarían despiertos a esta hora.
Seokjin se pone la sudadera rosa mientras se dirige a la puerta. Su mano se congela en el pestillo cuando ve la cara a través de la mirilla. Más tarde, maldice al condicionamiento adquirido en su época escolar por haber abierto la puerta tan rápido.
"Minyeong-min", dice Seokjin. "Buenos días, señor."
Minyeong entra en la habitación oliendo a desinfectante de manos y nicotina, llevando dos tazas de café en una bandeja. Le pone una taza a Seokjin y le sonríe antes de decir: "Aquí tienes, feliz cumpleaños".
Seokjin se inclina. "Gracias, señor, pero fue la semana pasada—"
"—Cierto, lo sé", dice Minyeong. Pone a un lado la segunda taza y comienza una lenta inspección de la habitación. "Antes no tuve la oportunidad de felicitarte."
"Gracias, manager-nim", dice Seokjin. Coloca la taza de café hirviente sobre la mesa. Le tiemblan las manos al soltar la tapa, pero el manager no da señales de darse cuenta. En cambio, Minyeong saca un puñado de sobres de azúcar y crema en polvo del bolsillo de su cardigan.
"No sabía cómo tomas tu café", dice Minyeong. "Pero me imaginé que eras un hombre al que le gusta algo de azúcar."
"Oh, sí, señor", dice Seokjin. Se siente confundido cuando pone los paquetes de azúcar contra la palma de su mano, y cuando los abre, lanza un torpe chorro de granos sobre la mesa.
"¿Cómo estás, Seokjin-ssi?" pregunta Minyeong. Bordea la estrecha cama, hacia el lado donde dormía Taehyung. Revisa la lámpara en la mesa auxiliar. Empuja el despertador para alinearlo perpendicularmente. Seokjin es consciente de que sus propios boxers se extienden desde el rincón de la cama, dejados ahí después de esa segunda y apresurada vez, en donde estaban demasiado exaustos como para molestarse con ponerse algo más que sus pantalones de gimnasia. Y la botella de lubricante, casi vacía, yace bajo su almohada, a unos centímetros de donde está Minyeong...
Seokjin se da cuenta de que se está quedando boquiabierto al mismo tiempo que entiende que Minyeong-nim le ha hecho una pregunta. "Um...." Busca a su alrededor una cuchara o una pajita para remover el café, y se detiene mientras lucha por recordar las palabras de Minyeong.
"Aquí." Minyeong toca una cuchara de la bandeja de servicio de la habitación. Se la entrega a Seokjin, y luego mira por encima de su hombro. "Es un bonito reloj", dice. "No me di cuenta de que usabas uno."
Si Seokjin hubiera sido rápido como Yoongi, le habría echado encima una frase puntiaguda como una púa, acerca de que la gente debería ocuparse de sus propios asuntos. Si hubiera sido tan listo como Namjoon, habría respondido con una historia ingeniosa acerca de tomarlo prestado porque hace juego con sus zapatos.
Pero no es Yoongi ni Namjoon, así que se queda ahí, mudo, mientras Minyeong dice "este es el reloj de Taehyung".
"Sí, debe haberlo dejado", responde Seokjin. Se sorprende de la facilidad con la que se filtra en su voz. Remueve el café y se da la vuelta, levantando la taza en señal de saludo. "Es muy olvidadizo."
"Pasas mucho tiempo con él", dice Minyeong.
"No más que los otros", responde Seokjin. El tono casual de su propia voz lo enfría. Está temblando tanto que tiene miedo de que se desmorone. Se apoya en la mesa, cruza las piernas por los tobillos, sopla un aliento como para refrescar su café.
Esto es lo que tiene Minyeong: no siempre es cruel. Le pondrá un brazo alrededor de su hombro, aplaudiendo su reciente progreso. Él prodigará con elogios públicos, pero una vez que nadie mire, pellizcará tan fuerte que romperá la piel. Es el primero en reírse de los chistes; y el último en castigar. Es responsable de su presupuesto, y de su asignación semanal de calorías, y usa ambos como un incentivo para que alcancen su máximo rendimiento. Por el bien de ellos, por supuesto. Les asegura que siempre tiene sus mejores intereses en mente.
Además, Minyeong insinúa que sabe cosas. Con un lado de la boca, promete mantenerte a salvo, mientras que con el otro, maneja la información como un bisturí, uno que corta antes de que puedas sentir su daño.
Es más listo que Seokjin. Más ingenioso. Más hábil. Seokjin se mantiene rígido, un conejo escondido a la sombra de un halcón, mientras Minyeong continúa su recorrido por la sala. Saca el reloj de la mesa auxiliar. Acunándolo sus manos, se vuelve hacia Seokjin.
"Taehyung-ssi debería tener más cuidado, ¿no?" Minyeong-nim dice. "Su padre estaría tan decepcionado de saber que perdió un recuerdo tan valioso."
El corazón de Seokjin palpita en su garganta. Aprieta la mandíbula para evitar que sus dientes castañeen.
La sonrisa de Minyeong no toca sus ojos. Cambia su postura, colocando su mano izquierda sobre su antebrazo para ofrecer el reloj a Seokjin. Se acerca, demasiado cerca, y Seokjin es consciente del salvaje y amado olor de Taehyung que aún está atrapado en su ropa.
"Se lo entregarás, ¿verdad?" pregunta Minyeong. "Te asegurarás de que sea más cuidadoso en el futuro".
"Por supuesto", dice Seokjin, con suavidad. "Puntual como un reloj".
Minyeong ladra una risa aguda. "Siempre tan gracioso", dice. "Por eso te quieren tanto."
Seokjin agarra el café con una mano y el reloj con la otra. Cuando Minyeong le da una palmada en el hombro a Seokjin, se odia a sí mismo por acobardar.
Cuando Minyeong se va, Seokjin se posa en el borde de la cama, mirando fijamente a los visillos que parecen respirar con la luz líquida del amanecer. Se imagina que se encienden, sus bordes se enroscan y crujen tornándose negros, las llamas hambrientas mientras trepan, consumiendo todo para dejarlos abiertas y expuestos de manera insoportable.
Seokjin echa el café por el fregadero. Abre su chat de Kakao y escribe un mensaje a Taehyung. Pero luego se sienta allí, mirando el cursor parpadeante, paralizado por su propio descuido, demasiado aterrorizado para presionar enviar.
Sólo quedan tres capítulos :o!
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