Extra II

A veces era divertido ir de compras con Lin, ver a su novio probarse diferentes prendas y modelarlas solo para escuchar la opinión de Banba que siempre sería la misma: "te ves hermoso, Lin" o como sus ojos brillaban cuando encontraba algo que le gustara y de su talla en una de sus tiendas favoritas en oferta era algo que amaba.

Otras veces era incómodo, especialmente por todas aquellas personas que miraban fijamente a Lin por mucho tiempo comiendo a su novio con la mirada o que llegaban a hacer un comentario ofensivo en las tiendas cuando se daban cuenta que Lin era hombre.

Hoy esa uno de esos días en los que ir de compras era incómodo, pero no porque otros hombres observaran a Lin por mucho tiempo ni por algún comentario ofensivo. Esta vez era diferente. De hecho, era Lin quien se sentía incómodo.

- ¿No crees que es muy bonito? - preguntó Banba aún mirando la vitrina.

- Tendrías que asesinar al primer ministro para comprar esa cosa - Se quejó Lin exagerando un poco - olvídalo.

- Pero... te gusta ¿cierto?

Estaban frente a una joyería. Lo que observaban era un par de anillos de compromiso, de oro blanco con pequeños diamantes incrustados al centro de una rara forma curva que, al juntarlos,se formaba un corazón.

Lin había sido el primero en detenerse a observarlo, había recordado cómo durante el trabajo que los unió había llevado todo el fin de semana un anillo de compromiso y recordó las palabras de Banba cuando Ericka le dijo que se quedaran con los anillo.

- Además... ¿No te sería incómodo jugar con el anillo? - preguntó evitando la pregunta.

¿Si le gustaban? Claro, se había enamorado de esos anillos con solo verlos en la vitrina. Pero la mudanza se había llevado gran parte de los ahorros de ambos, por ahora no podía darse el lujo de pensar en un anillo cuya etiqueta de precio indicaba un número de más de tres cifras en dólares.

- Puedo acostumbrarme a llevarlo - insistió Banba tomando la mano de Lin - igual en el trabajo... incluso podríamos llevarlos en una cadena como si fuera un collar.

- He dicho que no.

- Por favor, Lin-Chan... al menos entremos para verlos mejor.

- Esta bien - suspiró rindiéndose ante la insistencia de Banba.

Entraron. Una dependiente de acercó a ellos de forma inmediata para preguntar que necesitaban, cuando Banba dijo que quería ver los anillos de compromiso que estaban en la vitrina los ojos de la mujer brillaron con emoción.

- Son de una nueva colección que acaba de llegar - informo mostrando los anillos y dando otras especificaciones a las que Lin no presto atención - Puede tallarselo si gusta - dijo llamando la atención de Lin por fin.

- N-no yo...

- Lin-chan, por favor.

Soltó un suspiro. Esa era una jugada muy sucia por parte de la dependiente y Banba. Cuando iba a tomar el anillo Banba se adelanto y tomo su mano, le coloco el anillo en el dedo anular como lo había hecho en la primera noche en el hotel. Lin aparto la mirada sonrojado.

Miro el anillo en su dedo. A pesar que en Japón no estaba legalizado el matrimonio homosexual no pudo evitar pensar en como seria su boda con Banba, seguramente llegaría un asesino buscando a su novio en plena ceremonia y todos tratarían de encargarse del idiota que había entrado por esa puerta, imagino su vestido, siempre había querido verse con un vestido de novia, imagino la reunión con sus amigos después de la ceremonia, al pensar en la noche de bodas de sonrojo aun más, por fin... Imagino una vida entera junto a Banba. Eso seria perfecto.

- ¿Te gusta? - pregunto Banba sin soltar la mano de Lin que había estado observando el anillo con una sonrisa por varios minutos.

- S-si...

- Sé ve hermoso en tí, Lin...

- No voy a acceder de todas formas, Banbaka - dijo quitándose el anillo y dejándolo donde se encontraba - Solo olvídalo.

Lin fue el primero en salir de la joyería. Banba suspiro mirando los anillos de nuevo.

No lo olvidaría.
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Había sido una noche dura. Ambos regresaban de trabajos diferentes en diferentes partes de la ciudad, estaban agotados.

Al entrar a casa lo primero que hizo Lin fue tomar un baño de agua caliente  para relajarse y luego robar una de las camisas de Banba que le quedara  largas para luego ir con su novio y recostarse a su lado en el sillón. Banba había regresado un poco más temprano que Lin, cuando el joven entro este se encontraba dormido con la TV encendida.

- Bienvenido de vuelta - saludo Banba abrazando a su novio.

- Estoy en casa - susurro cerrando los ojos.

- ¿Te fue bien?

- Si... Nada que no pudiera manejar solo - bostezo - ¿Qué hay de tí?

- Pan comido - sonrió.

Se quedaron en silencio solo escuchando los anuncios que pasaban por la TV sin prestar atención a ellos realmente. Ambos estaban demasiado cansados como para levantarse y era cómodo estar juntos en esa posición.

- Lin - llamo Banba, Lin solo murmuró una respuesta y espero a que continuará, Banba sujetaba su mano acariciándola - ¿Quieres pasar el resto de nuestras vidas juntos?

La pregunta lo sorprendió. Sintió como el cansancio desaparecía de su cuerpo de inmediato, se levantó para ver a Banba y que aquella pregunta no fuera una broma. Con una sonrisa cansada en el rostro sostenía un anillo de oro blanco y pequeños diamantes incrustados dentro de una forma curva.

¿Hablaba en serio? ¿No pudo encontrar un mejor momento para preguntarle algo tan importante? Suspiro, Banba era Banba y nunca dejaría de ser tan Banba...

- Te dije que no era necesario que lo compraras - susurro apartando la mirada sonrojado.

- No has respondido a mi pregunta.

- Idiota - susurro abrazando a Banba, brindis labios - No tengo porque responder algo obvio.

- Pero quiero escucharte - insistió mientras colocaba en anillo en la mano de Lin.

- Idiota - susurro ocultando su rostro - a-acepto...

Banba sonrió besando el cabello de Lin.

- ¿Ves que no era tan difícil?

No respondió. Miro el anillo en su mano, tal vez no podrian casarse legalmente, pero eso no evitaba que volviera a soñar con todas las posibilidades de una vida juntos.
Fin.

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