Capítulo 7

—Creo que esto ya se me está haciendo una rutina de ver —le comento a Liam.

—Claro que es una rutina. Ver cuerpos chorreando de sudor, sus miembros viriles totalmente duros, rectos y con ganas de perforar agujeros de hombres sexys es toda una rutina en esta empresa.

—Eh... Vale. Supongo que tú has sido más explícito que yo. Como sea, me voy a casa. Necesito comer algo.

—¡Espera! —uno de los actores, uno de los pasivos, se acerca a mí con prisas por si me iba de inmediato—. Tú eres nuestro canguro, ¿no?

—Así es —lo cual no sé si estoy haciendo bien o no—. Aunque más bien es vigilancia en vez de ordenar cosas.

—Da igual. Soy Mickey Nelson, uno de los actores con agujero más tragón de esta empresa.

—Uno de los que hay —comenta el director.

—¡Mejor te callas! Porque sabes que soy el mejor con el que has trabajado —no sé si son por sus ojos violeta o por su cabello moreno, pero tiene algo que encandila y atrae—. No he venido a discutir sobre que soy el mejor actor de aquí. He venido a pedirte que vengas con nosotros.

—¿Nosotros?

—Todos los actores porno. Hemos quedado en un bar para comer algo y charlar. Estás invitado, aprobación por la mayoría del grupo.

—Es tentador, pero prefiero comer en casa. Me sentiré más seguro —me doy la vuelta y me encamino a la puerta para volver por donde he venido y llegar a mi nueva casa, o eso debo pensar.

—Si vienes con nosotros, le diré al jefe que te pague más por quedar con nosotros, que eso creo que son horas extra.

Me detengo en seco y vuelvo a girar para mirarle a los ojos y sonreír.

—No consigues convencerme.

—¿Acaso quieres que te haga un trabajo de los buenos? Ya sabes que acepto, eres muy guapo.

—Amigo, no me van los pasivos.

—Eres más de morder la almohada. Buena elección.

—¡Yo no lo escogí! —¿por qué tengo la sensación de que me acabo de comportar como en una comedia?—. Da igual, no es como si dijeras que eres activo y que luego la tengas diminuta.

—Me he encontrado un par así. Es en plan: ¿cómo quieres que lo hagamos si ni yo voy a disfrutar con este pequeño boniato? No me llames, pene pequeño.

—Es una historia que no quería llegar a conocer en mi vida.

—Pues ya la conoces, así ya me conoces un poco más.

—Tampoco es que haya pedido conocerte ahora —ahí he sido demasiado borde.

—¿Por qué el que nos debe vigilar es tan malo? —finge llorar, como puede por ser tan solo un actor porno, apoyándose en el hombro del director—. ¡¿Por qué me odia?!

—Tampoco te pases.

—¡Dejaré de llorar cuando vengas a comer con nosotros! —grita aún en el hombro del pobre Liam.

Es cierto que no vale la pena ir a comer con un puñado de hombres que chorrean testosterona por cada poro de su piel. Poco a poco me podría ir memorizando sus rostros y sus nombres, pero no puedo si son todos de golpe.

Rechazaría su oferta, pero es capaz de cualquier cosa. Se ve en sus ojos que podría hasta matarme si no le hago caso, lo cual no han transmitido los demás. Siento que tiene alma asesina y que lo usará contra mí.

—Yo... Está bien. Iré.

De repente, su rostro se levanta con una sonrisa.

—Genial, ¡pues en marcha! Está por aquí cerca el bar. ¡Regresamos pronto, jefe!

—Tenéis dos horas de descanso, así que haced lo que os salga de los huevos.

—Tal vez ocurra —un tono burlón ya me está echando hacia atrás.

Creo que me voy a arrepentir de todo esto.

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