22.

Despegame las suelas de esta ciudad
porque Dios, me estoy volviendo loca
con tanto olor a llanto,
con tanto olor a abandono.
Arráncame el pulmón intoxicado
a ver si soplando le quitas lo negro,
lo podrido
de tanto respirar ausencias,
de tanto vagar por el humo
de esta ciudad, mi ciudad,
tan hermosa
y triste,
y desgarradoramente consumidora.

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