3IP: Padres

Al instante en el que cruce la puerta me di cuenta de lo ocurrido.

—Mamá, Papá ya llegué —gritó Cam aunque sus padres estaban frente a él.

—Están frente a ti —le dije confundido.

—Siempre lo hace —comentó su padre mientras le abrazaba fugazmente.

—Que puedo decir me gusta gritar —sonrió torpe.

—Hola Tess —sonrió su madre— me alegro verte.

—Igualmente señora Blue —saludé amable.

—Tania, llámame Tania —pidió amable.

—Claro que si —acepté feliz.

—¿Quieren cenar ya? —preguntó su padre amable.

—Si antes de que muera primero de hambre —exclamó.

Sus padres lo miraron algo incómodos.

—Ya perdón —se disculpó poniendo los ojos en blanco.

Pasamos a su gran comedor para que su ayudante empezara acomodar la mesa.

Di una vuelta por el comedor, habían tantas fotos.

Camren en verdad era un niño muy lindo, cuando era pequeño sus ojos eran un poco  grandes para el tamaños de su cabeza, lo que lo hacían ver bastante tierno.

Había varias fotos de sus hijos, en especial de Brayden.

—Son guapos y no lo digo por que son mis hijos —comentó Tania con una sonrisa.

—Verdaderamente lo son —sonreí— no hay ninguna chica que no suspire por Alen.

Su madre sonrió y me dio una pequeña risa.

—Siempre a sido así, desde pequeños los tres siempre sacaban suspiros solo que a su manera —contó su madre— Alen más que mis otros hijos, solo que no lo notaba.

—¿Qué hay de Camren? —pregunté entretenida.

—Bueno Cam siempre a sido algo... complicado, fue siempre un chico solitario incluso antes de los hospitales —explicó— de no ser por Brayden probablemente él nunca hubiera aprendido hacer amigos.

—Me hubiera encantado conocerlo —expresé sin pensarlo.

—Él te hubiera amado —sonrió— siempre veía lo mejor de las personas —dijo viendo la foto de su hijo.

Una lágrima salió de sus ojos.

—Lo siento no trataba de hacerla sentir mal —me disculpe de inmediato.

—No te preocupes —me calmó— estás ya no son por dolor —confesó— yo quería agradecerte por quedarte.

—No fue nada —expresé sonriente— Cam habla bien del cocinero así que tenía que probar su comida.

—No me refería a la cena —aclaró— me refiero a quedarte con mi hijo sabiendo por lo que está pasando... no cualquiera lo hace...

—Bueno es por que lo amo —confesé— aunque a veces quisiera matarlo, sin ofender.

Ella soltó una vez más una risita.

—No eres la única —bromeó— es mi hijo y lo amo pero tú y yo sabemos que no nos hace las cosas fáciles.

Me reí pues era verdad.

—Dejen de hablar mal de mi si —exclamó entrando a la sala con su padre detrás.

Su madre lo abrazó y besó su mejilla, él solo se quedó quieto sin mostrar emoción alguna.

Durante la cena John, su padre, comentaba sobre algunas alternativas que había encontrado al igual que su madre.

Básicamente la cena se trató sobre la enfermedad de su hijo.

Me quedé observándoles, se veían cansados y tristes pero manteniendo una sonrisa fingida.

El mayor problema de mis padres era que su hijo era gay, para los Blue era como mantener a su hijo con vida, aferrarse a él para no perder otro hijo.

Al final de la cena ya era tarde como para volver a mi casa así que me quedé.

Y aunque pude haber dormido en alguna de las ocho habitaciones disponibles me quedé con Cam.

Me acosté a su lado y miré la repisa donde se encontraba su oso Boggi junto al oso que le había dado.

—¿Por qué el oso? —pregunté confundida.

Él solo suspiró.

—Ese oso me lo regalo Brayden cuando yo era pequeño y cuando enfermé me acompañaba en el hospital, tenía doce y me veía ridículo claro pero me sentía seguro con él—contó.

—Lo extrañas —comenté agotada.

Él me miró arqueando la ceja.

—Ya es la hora en la que empiezas a decir estupideces —atacó.

Tomé una de las almohadas y la estrellé contra su pecho el solo sonrió.

—Te puedo preguntar algo —pedí nerviosa.

—No —exclamó.

—Anda nunca me dejas preguntarte nada —trate de convencerle.

—No y no sigas —gruño molesto.

—Hagamos algo déjame preguntarte lo que quiera por esta noche y juro que no te pregunto nunca más nada —ofrecí tentadora.

Él lo pensó por un momento.

—Bien —aceptó.

—¿Qué fue lo primero que pensaste de mí? —pregunté.

Él solo sonrió.

—La verdad o te miento para no lastimarte —contestó burlón.

—La verdad Blue —exigí.

—Que eras una idiota, la verdad solo te vi y supe que serias como las demás chicas lindas —confesó— pero aún tengo mis dudas si me equivoco o no.

—Bien es un avance —exclamé no tan feliz— ¿Por qué actúas como chico malo?

—Es más fácil así, menos amigos significa que menos personas llorarán por mi muerte —explicó.

Yo solo suspiré, tenía razón en eso.

—¿Tienes miedo a morir? —pregunté lo que en verdad quería preguntar.

Él se quedó pensando por un momento.

—No... yo creo que no —suspiró— desde los doce años me he preparado para esto y antes tenía miedo de estar solo... pero con Bray esperándome no tengo miedo.

Una lágrima rodó por mi mejilla.

—No llores si —pidió limpiando mi mejilla.

—No es justo —exclamé— tienes diecisiete Cam.

—La vida no es justa... solo es la vida —expresó seguro— sabes poco antes de mi cirugía de corazón yo estaba muy nervioso... mi hermano  me calmó  diciéndome que los niños no mueren... mi hermano me mintió claro está pero eso me hizo sentir seguro antes de entrar...

—Cam... —lo llamé sin entender.

—Tengo su edad ahora —comentó— tengo tres meses más de los que él tenía cuando murió... y en ese momento yo no entendía porque había muerto... aún sigo sin entenderlo... pero al menos la mía puedes entenderla y créeme que eso es algo valioso.

—Cami no puedo... no puedo... —expresé dolida.

—Te diré algo que si hubiera sabido antes de la muerte de mi hermano me hubiera ahorrado tanto dolor.

—¿Qué? —pregunté intrigada.

—La vida sigue —dijo tan seguro— créeme que a veces sentirás que no es así pero eso te lo juro, la vida sigue.

Esas palabras verdaderamente me hicieron sentir algo, sentir que estaría bien.

Él me abrazó para calmarme.

Nos quedamos así por un buen rato.

—¿Con quien te acostarías del trío de idiotas? —pregunté evitando reír.

Él lo pensó, de verdad lo pensó.

—Evan ni de broma, Liam podría ser pero es de Sam y aunque Aiden sea un idiota admitámoslo el cabron es bastante lindo —tomó su decisión.

—Es... verdad y para ser honestos es muy bueno en la cama —exclamé.

Él me miró extrañado pero terminó por reírse.

Esa noche me quedé dormida a su lado, pensando en todo lo que me había dicho.

Procesando que tal vez él moriría.

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