•×• Headcanon: Kawata Souta •×•

• Al estar a solas, suele practicar una sonrisa para verse más accesible •

(Análisis)

Algo conmovedor era su esfuerzo, crudo y maravilloso esfuerzo. De pie frente al espejo que está sobre el lavamanos, miró fijamente su reflejo con una intensidad bastante innecesaria. Coge el suéter al estilo americana de fraternidad y se lo coloca. Tiene mangas blancas con terminaciones azules de bordados a cada lado, es suave y abrigadora. Un distintivo estampado en sublimado por la espalda, «Watashi wa okotte imasen yo»¹ muy verídico a su parecer que va a juego con su hermano.

Hace un último intento, tirando el disimulo a una esquinita olvidada, para rectificar que nada estuviera fuera de lugar durante su audición al solitario frente al espejo del baño de su cuarto. Un candor poco acogedor lo atrapa del pecho y sí, definitivamente ya se sentía avergonzado. Es como si su contraparte de personalidad lo hubiera descubierto en el acto incrédulo.

—¡Souta! ¿Ya estás listo?

Escucha al otro lado de la puerta. A ese tipo de cosas Kawata Souta, ya estaba más que acostumbrado. Creció en el útero y los últimos diecisiete años junto a una bola explosiva de prepotencia violenta, su hermano. Una persona radiante a su manera, impasible y alma divertida de la maldad, desfigurando pero puliendo a la vez la imagen del angel lindo, sonriente, que tienen los religiosos.

—¡Sí, ya salgo!

Poco o nada le envidia a su contraparte pelirroja. Son la marca de agua de los rizos perfectos de su padre, más esponjados.

Pero ¿cómo decirlo? Souta tiene un complejo consigo mismo los últimos meses. Bueno no, toda su vida. Es indefenso, apasible y serio. Amable pero rígido. Souta tiene un margen de conducta ya establecido desde que tiene memoria. Más un rostro tenso como paredes de concreto, reacio al mundillo que fácilmente podría comérselo vivo si supieran la realidad. Esa realidad es que es un niño todavía dentro del caparazón más blando que existe.

Mientras camina por la calle, lo ha estado meditando. ¿La culpa quizás es de su hermano? Está enfatizado todo el tiempo a extender una ala por sobre su cabeza para evitar hasta que reciba el agua de lluvia, como si Souta fuera comparado a un algodón de azúcar que se puede desbaratar.

Quizá sí es un mimado sobreprotegido para que su rabia interior no fuera abierta por el toque imprevisible de alguna aguja de coser. Aunque Souta no era tan fácil de encender en ese sentido —muy diferente a su hermano— sí puede distinguir de esos ratos donde todo es borroso porque la ira lo consume. Una situación vista una vez cada ciertos años.

El factor que le expone con facilidad a esos cambios de humor es cuando su ansiedad se desborda del mismo caparazón que posee. Ya no es tan serio como antes, así de malhumorado. Por lo menos su boca descansa de ese inquietante seño fruncido que tuvo durante años. Hasta que explotó aquella noche en el accidente del muelle.

Santo cielo, se sentía avergonzado de tantas cosas. Puede contar del uno al diez para que se le pasara el malestar desquiciado (típico de un adolescente en conflicto). Pero no niega que su hermano se puede llevar el mejor pedazo de tarta si quisiera. Nahoya tiene una linda sonrisa, al menos mejor que la inexistente que tiene él. Perdida en un sin sentido de emociones que lo bañan de incertidumbre.

«—¿Acabas de sonreír?

Tensó los hombros, precipitado, pretender que había escuchado eso sin desfallecer de los nervios.

La miró serio como de costumbre. Ya sin un rasgo de lo que había sucedido en su rostro. Borrando la escena tímida.

—Tal vez.

—No me engañes –le tocó el hombro con diversión, buscando calmarlo–. No te ves nada mal. Hasta me tomaste por sorpresa»

«—Para la próxima vez que nos veamos, sonríe de nuevo ¿sí?»

El recuerdo le producía vapor que salía por sus orejas. Parecido a una locomotora.

¿Cómo iba a repetir una acción que salió por inercia? ¿Se podía practicar con antelación? Era una hipótesis nada acertada. No tenía lógica. Y se sacudía los nervios con rabia junto a su timidez de imaginar que lo había visto producir un despliegue diminuto en sus labios. ¿De tantas personas tenía que ser exactamente esa alma? Ya no podía siquiera esperar.

Porque le salía sin querer.

—¡Souta! –le roba un abrazo que le quitó el aliento–. Perdón por llegar tarde.

Su hermano seguía al lado suyo, tan incómodo por la tensión que incrementó su faceta más nociva para la salud y casi los manda a freír espárragos o a buscarse un cuarto.

—En serio, ya salgan juntos de una vez, que se tomen sus manos o algo. Me desesperan.

Decía enojado, sin desmantelar la sonrisa del angel endemoniado que lo caracteriza sin pasar inadvertido. Pero siendo ignorado olímpicamente por los otros dos que se estaban yendo por su cuenta. Con un Angry avergonzado hasta el cuello.

—Está pasando de nuevo ¡Estás sonriendo!

Mierda, mierda, mierda. ¿Y cómo diablos no iba a hacerlo? Si estaba en todo frente suyo el motivo de su sonrisa. Demonios, qué terrible y cliché. El motivo ya era demasiado para poder manejarlo. ¿De qué servía practicar una sonrisa en el baño si ella lograba sacarle una sin esfuerzo? Está jodido, y muy muy enamorado.

(1) Watashi wa okotte imasen yo:
Traducido vulgarmente del inglés “i'm not angry” (No estoy enojado).

Un Drabble cortito para megustacomerydormir2
porque siempre me está apoyando y vayan a checar sus libros porque hace puro arte (=`ェ´=)

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