•×• Headcanon: Hanagaki Takemichi •×•

• Y nunca se sabe, lo bonito que es pasar el rato a solas con Takemicchi•

(TakeHina + Mini análisis)

Es asustadizo, al muchacho siempre le sudan las manos. La piel tersa y demasiados raspones para alguien de su estatura. Lunares aventureros escondidos bajo capas de tela fina, sudaderas viejas, un estilo muy del dos mil.

Cuando Hina se enteró del apellido de Takemichi, lo relacionó al instante con cosas lindas. Pétalos azules como sus ojos y brillantes como sus lágrimas. Sonrisa blanca. Nariz pequeña, labios rasposos. Está loco.

Eso bien podría asustarle.

Bueno, si es que lograra obtener algo de intimidante. Su estancia en público es sospechosamente burlesca, extraña, excéntrica. Tiene ironía y una madurez poco normal en su aura matutina, enlazadas con el alma de un novato llorón que ha llevado más de cinco vidas sobre su espalda. Eso era de admirar, eso era de amar.

Today is gonna be the day that they're gonna throw it back to you...

Tiene un póster de (What's the Story) Morning Glory? En la pared por sobre su cama, añadiendo otros en miniatura como Heathen Chemistry, Be Here Now y el que compró hace dos días: Don't Believe the Truth.

Hina era más de música clásica, o algo que la ponga a soñar por las noches. Es demasiado relajante. Ella rebosa delicadeza hasta por sus poros. Su abuela —la mujer que le enseñó a tocar el piano— perdería la cordura si supiera que está con su novio escuchando canciones de bandas occidentales en la tarde de un jueves, a solas, en el cuarto del culpable.

...I don't believe that anybody feels the way I do about you now...

El rubio tenía las manos tras la cabeza, acostado mirando el techo desde su cama. El cabello revuelto, el suéter arrugado y las mejillas rosadas, susurrando tímido la primera estrofa de la canción.

Hinata lo observa, dulce como durazno, ella expulsa nectar por sus latidos. Le gusta.

Su cabello más largo que años anteriores, el flequillo esponjoso y pestañas rizadas. Se siente culpable, observando hipnotizado cada que podía, el lunar cercano a sus labios. Es como si Hina hubiera sido hecha para ser el imán de todas las miradas. O así lo cree él. Bueno, tiene la firme base de que es así ¿No? Con su piel ruborizada gracias al sol diario. Sus ojos. Son necesarios para el ciclo de la vida.

—¿En qué piensas Takemichi-kun?

Todavía viéndola de cabeza, se detiene en su canto errático y pausa su cerebro, la masa gris parecía entumecida y comenzó a darle mil por segundo al mecanismo del habla.

—Yo, yo, yo...

“En que eres demasiado tierna”.

No tiene un puto remedio. Hanagaki Takemichi ni siquiera sabe si es buen novio. Si él vale los escalones suficientes para postrarse junto a los que ama. Junto a una chica maravillosa con cabello de algodón.

Es muy plebeyo, es parte de la chusma. ¿Tal vez no tiene cerebro? No, sí lo tiene.

Pero sus decisiones a veces dejaban mucho qué desear. Siempre tiene recuerdos vergonzosos y jocosos llegando sin querer a su mente. Las palizas, el estado en que se encuentra, sus amigos, su ex amigo, su cuñado, sus antiguos enemigos. Todo yendo para ser picado y dejarle el cerebro frito. No le gusta dormir. Pero no puede evitar caer dormido porque siempre está cansado.

Él quiere hacer. Él quiere arreglarlo todo.

No tenía tanto de haber salido del hospital, de haberse reencontrado con Chifuyu para hacerle esa petición. El corazón se le arrugó como una uva pasa y se aguantó el nudo en la garganta, apretando el tórax, con las manos entumecidas y las lágrimas salientes volviendo a restregarle por sus pestañas de surcos que ésta vez, definitivamente, está seguro.

Tiene que estarlo ¿Verdad? No hay otro camino. Es lo que ha acontecido, es lo correcto.

—Pensaba que a Draken le gustaba esta canción.

Es una frase engorrosa como hermosa. Takemichi es muy nostálgico, emotivo, pero sensible y lindo.

Era imposible. Le estaba volviendo a ocurrir. No le gustaba eso.

No le gusta pensar demasiadas cosas al mismo tiempo, importunar su razón. Sentir las hormigas fantasma caminar por todo su condenado cuerpo magullado. Detesta amar tanto y no poder hacer nada. Lo odia, esa ansiedad horrible emerger desde la boca de su estómago hasta los sonidos débiles que prosperan en su garganta.

De inmediato, sin que lo note, Hina se acerca al borde de la cama por el suelo, de rodillas.

Es una manía más que adorable, tomarle con fuerza de las mejillas para mirarle a los ojos.

—Está bien –dijo suave, mimosa–. Llora, llora todo lo que quieras.

Respiró profundo, con esfuerzo de más. Intenta recordar qué hace ahí, de dónde viene y por qué.

Draken falleció, Mikey lo molió a golpes y gozó de los fuegos artificiales con Hina. Todo en un proceso de situaciones que añadían más almas a la ecuación. Chifuyu, Senju, Inui.

Él sabe que quiere salvar a Mikey, él sabe que debe salvarlo. Es el mantra desde que tocó tierra. Es el salvaje tiroteo de sus entrañas.

No tiene remedio. Takemichi siempre sentirá tanto por los que ama, que no podrá abandonar a nadie. Es la necedad que le sofoca, que lo nubla, que lo motiva. Que lo ha llevado a cada bendito viaje en el tiempo. Es la verdadera historia de sus acciones.

Vuelve a respirar, ya lleva siete respiraciones difusas que duran muchos segundos. Mirando todavía de cabeza las constelaciones en los ojos de la fémina.

Cierra los ojos, junta sus manos con las de Hina aún en su rostro y respira más. Mucho más. Hasta que del diafragma no se sienta tan culpable o se le hinche el estómago de gases. Ya no quiere llorar. Solo quiere dormir. Ya está cansado, otra vez.

—Gracias Hina.

El rostro de Tachibana se tibia y comienza a sonreír extrañada.

A Takemichi le gusta eso. Le gusta todo lo que tenga que ver al respecto.

Quiere encapsular cada tarde con Ella en un librito de bolsillo. Le gusta los mensajes de buenas noches y buenos días. Las citas después de clases. Acompañarla de compras. Hacer tarea con ella.

Es irrisorio y frustrante analizar que si no hubiera dado el primer salto, quizás, jamás se hubiera sentido de esta forma. Su Yo de antes, no valoraba un comino lo que tenía. Pobre cobarde. Su Yo de ahora a atravesado un río de adversidad muy gigantesco. No desea sentirlo de nuevo, percatarse de esa soledad que anteriormente en la línea oficial, lo acompañaba todos los días. Y su deber es que ninguno de sus amigos lo sienta.

—¡Ah!

Se queja repentinamente, asustando a Hinata.

Takemichi olvidaba que no podía estar mucho tiempo en ese tipo de posición. Su cuello aún le dolía un montón y cae de cabeza al suelo, pegando un grito de dolor.

La joven lo llama preocupada.

—No es nada –repetía entre risillas despreocupadas–. Mira, se acabó la cinta de varios. Pondré el que compré.

Nervioso, se estira torpe recuperando un objeto del suelo. Saca el anterior y deposita el nuevo por el lado A. La banda empieza con voces intermitentes llenando de una pizca de curiosidad a Hina.

Ella pensaba de a ratos que los gustos de él eran buenos, lejanos. Recuerda que en cierta medida es así, y le revienta de emoción la atmósfera de sus poros. Se preguntaba cómo sería ella de adulta y si su novio, después de tantas experiencias de cuatro vidas, seguirá teniendo los mismos gustos musicales para repasar los jueves por la tarde. Si le gustará poseer aún libros de acertijos y rompecabezas de colección.

Siente la calidez de su cuerpo al costado del suyo. Hombro y hombro. Codo y codo. Poco a poco, deja caer la cabeza con lentitud.

Sintiendo la señal a medias, el rubio hace lo mismo. Pegan suave un trazo de sus frentes juntas para rozar una nariz con la otra.

Y entonces, las pestañas rosas palpan parte de su piel por lo pobladas que son. El aliento se mezcla con el suyo. Mueve un tanto los labios para besarse y el mundo se detiene. 

Le pertenecen, su vida le pertenece.

Uno de mis headcanons más fuertes de Take es que le gusta todavía usar casettes ¡Y! Debido a una teoría que leí con respecto al diseño de su cuarto y pósters, le gusta Oasis. Son solo headcanons aaaaa
¡Gracias a las personitas que siguen aquí la lectura! Significa mucho

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top