Dildo

Robby fue en busca de su tarjeta de débito que su padre le había dado tras haberse ido a vivir a Seattle junto a su novio. Miguel había tenido que ir por una situación al trabajo en sábado y Robby aprovechó para correr hacia la sex shop más cercana a su departamento.

El castaño llegó y fue en busca de dildos pues el plug que Miguel le había comprado ya no era suficiente para saciar su necesidad de placer cuando el rizado no estaba.

Caminó en todo el pasillo buscando un dildo que fuera igual de grande que el pene de su novio hasta encontrar uno de unos veinte centímetros, era un poco más chico que el miembro de su chico, pero serviría.

Pagó y corrió de vuelta a casa con un poco de calor pues quería probar el nuevo juguete ya. El menor entró y cerró la puerta del departamento mientras caminaba hacia el baño y abría la caja donde estaba el objeto.

Buscó en su habitación el nuevo lubricante que había comprado el rizado y lo llevó al baño. Observó el pene de hule color nude con falsas venas marcadas y notó que traía una de esas cosas que servían para pegar a superficies así que lo puso en el suelo y lo aseguró lo suficiente.

Robby se quitó el short y los bóxers que traía y comenzó a masturbarse provocando que soltara jadeos, luego movió su otra mano para comenzar a tocar su entrada enviando corrientes a su cuerpo y erizándolo.

Tomó el lubricante y se puso un poco en tres dedos para luego comenzar a introducir uno en su interior preparándose. Unos segundos después introdujo un segundo comenzando a mover sus dedos en tijeras en su interior.

– Dios...sí... – jadeó en cuanto metió su tercer dedo, se mordió el labio inferior y sacó sus dedos para acomodarse en el dildo y alinearlo con su entrada dejándose caer lentamente – ah...ah sí... – gimió nuevamente y comenzó a subir y bajar en un ritmo delicioso que provocaba un increíble placer al menor.

Robby continuó subiendo y bajando en el juguete mientras Miguel abría la puerta del departamento. El pelinegro escuchó los jadeos y soltó una pequeña risa notando que su novio estaba jugando solo en el baño.

Caminó silenciosamente y abrió lentamente la puerta para ver al pequeño chico que tenía por novio subiendo y bajando velozmente en un dildo mientras tenía los ojos cerrados y gemía fuertemente. Una imagen bastante excitante para el más alto.

Miguel cerró la puerta sin cuidado por lo que el pequeño abrió los ojos rápidamente y dejó de saltar sobre el dildo.

– M-Miguel... – jadeó observándolo con un poco de vergüenza

– no mi amor, te estabas portando mal y tu castigo será tragarte mi pene entero – Robby jadeó ante las palabras demandantes de su novio.

Levantó al castaño del suelo y despegó el dildo para ponerlo en la pared del baño a una altura considerable para el trasero de su chico.

Acercó a Robby en la pared y lo acorraló besándolo fuertemente mientras lo masturbaba. Se alejó y lo bajó para hacer que el dildo entrara nuevamente en él empujándolo hasta el fondo.

– AH MIGUEL – gimió gritando pues el empujón había hecho que la punta del juguete llegara a su próstata rozándola.

El pelinegro se abrió el pantalón y se lo bajó junto a los bóxers para que su miembro ya erecto saliera con fuerza. Miguel acercó su pene a la cara de su novio para untar el glande con sus labios, Robby al sentirlo abrió la boca y se metió de lleno el gran pedazo de carne.

Miguel comenzó a embestir lentamente la boca del castaño mientras empujaba su cuerpo contra el juguete en su interior. Miguel miraba fascinado como el dildo entraba en el hermoso trasero de su novio mientras veía comérselo su pene.

– dale amor, más rápido – el pelinegro animó a Robby a embestirse más rápido contra el juguete y chupar más rápido el miembro enorme que su novio poseía.

Robby estiró la mano para comenzar a jugar con los testículos del más alto y provocó que soltara un gemido gutural. Miguel comenzó a moverse muy rápido provocando en Robby arcadas que el menor disfrutaba. Amaba el sabor de su novio, amaba comerlo.

En unos movimientos más donde la próstata de Robby fue tocada más de tres veces, se corrió manchando el suelo con su semen. Soltó un gemido que mandó vibraciones al pene del pelinegro y esto hizo que Miguel se corriera en la boca del más chico. El castaño se tragó todo y con su lengua limpió los restos de semen que habían quedado fuera.

Se movió hacia adelante sacando el dildo de su entrada y besó suavemente a su novio para ambos después darse una ducha e irse a dormir un rato.

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