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— Suelta eso, por favor — Susurré al mismo tiempo que no me movía para nada de mi lugar por el temor que recorría mi anatomía, se burló y comenzó a negar con la cabeza. Mi corazón comenzaba a latir con más frecuencia, mis manos sudaban demasiado y temía ante cualquier movimiento que realizara.
Él estaba en la esquina de mi habitación, en aquella silla blanquecina, bonita y que era mi favorita. Sus piernas se encontraban abiertas, su cabello despeinado y aquella camisa floreada totalmente abierta. En su mano derecha llevaba un arma, pequeña, pero que podía ocasionar una desgracia en tan solo segundos.
— Cariño, te dije perfectamente que no te dejaría escapar de mí. Pero no me obedeces, ¿no te das cuentas que somos la pareja perfecta que todos aman? Porque yo si, y disfruto tanto restregárselos en la cara —Soltó una pequeña risa y se levantó con ese porte que solía tener todo el tiempo, tan egocéntrico y dominante. Poco a poco comencé a retroceder hasta que caí en la cama y él se subió lentamente arriba de mí.
Para este punto, las lágrimas caían como cascada en mis mejillas pero a él no le interesaba. Comenzó a moverse como si estuviéramos haciéndolo pero se reía de la situación, cerré mis ojos con mucha fuerza cuando sentí el metal frío del arma en mi sien y paró por completo cualquier movimiento.
— Las cosas entre tú y yo se hacen a mi manera, Hana. Espero lo tengas muy presente porque me cabrea demasiado que trates de alejarme — Dicho aquello, me besó con mucha fuerza pero aún teniendo el arma en mi sien, parecía estar sudando frío porque tenía mucho temor que Taehyung la disparara en cualquier momento.
Y así eran nuestros días, nuestros momentos juntos, a este punto de mi vida, era algo muy normal. Sin embargo, cuando llegaba al instituto, las cosas cambiaban demasiado y me encanta ser el centro de atención de todo el plantel.
Siempre trataban de ser a mi manera, querían coquetear con Taehyung pero no están enteradas de su obsesión hacía mi persona. Tanto así que no tenía idea de donde había sacado un arma para amenazarme de esa manera y luego acudir al instituto tomados de la mano como si nada de eso hubiera sucedido en mi habitación.
— ¿Porque esa cara de susto? ¿Quien murió o que? — La voz de Jungkook me hizo dar un saltito en mi lugar, solo escuché como reía hasta que lo miré por completo después de acomodar mis cosas en el casillero.
— Tu mejor amigo necesita terapia — Rodé los ojos cuando vi a Kim subir las escaleras rápidamente con un cigarrillo entre sus labios. Jeon frunció el ceño preguntándose el porque de mis palabras — Se que tú conseguiste esa arma, sabes perfectamente que el tipo está loco y se la entregas.
— No me interesa mucho saber el porque la necesitaba, Hana.
— Pues espero que cuando me veas muerta no sigas pensando lo mismo, cariño — Susurré, para después seguir mi camino rápidamente hasta el baño. Importándome poco si las clases ya habían comenzado, agradecí por que me encontraba sola y las cosas serían mucho más fácil de realizar.
Entre a un cubículo y fui lo más rápida para colocarme de rodillas ante el escusado para proceder a devolver toda la comida que había ingerido hace una hora. No entiendo en que momento comprendí que era buena idea comer un poco de pastel, me sentía mal por haberlo hecho, así que opté por hacer todo el esfuerzo y vomitar. Cuando había acabado, me levanté con cuidado y procedí a lavarme los dientes. Todos los días portaba con un cepillo, porque realmente, siempre me pasaba esto y lo hacía cuando tenía oportunidad sin importar el lugar en donde me encontrara.
Me mire al espejo, específicamente, a mi estómago. Observando que todo se encontrará bien, que me gustara ante mis ojos, pero creo que me hacía falta bajar un poco de peso porque no me encontraba conforme. No me agradaba para nada en cómo se veía mi cintura, debía ser más pequeña. Solté un suspiro y unos segundos después me sobresalte al escuchar que alguien había entrado.
Una persona común, corriente y sin importancia.
¿No?
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