Capítulo 7


Estuve intentando dormir durante dos horas, pero me fue imposible. Los ruidos del exterior que se escuchaban eran tan perturbadores que mi cuerpo se erizaba a cada segundo. Lo peor del caso es que no podía abrir los ojos, porque si enfocaba mi vista podía ver claramente las cosas que poseían toxinas de forma concentrada, como partículas en el ambiente.

¿Cómo era eso posible? Pero lo deduje rápidamente. El líquido azul, ese extraño liquido azulado que entró en mis pulmones al incrustarse aquel tubo en el accidente. Esa debía ser la razón de los cambios en mi cuerpo.

Incapaz de seguir aguantando tantas interrogantes me levanté de la caja, quitándome uno de los guantes que tenía puestos. Y agachándome acerqué mi mano con lentitud hacia la caja.

Si podía respirar en la superficie sin una máscara y había sobrevivido a lo que sea que ocurrió en mi cuerpo, significaba que era diferente. Tenía que haber alguna reacción si tenía contacto con algún objeto y me enfocaba en este, aunque de no ser así no perdería nada más que un intento.

Al tocar con mi dedo la caja de metal y esperar durante algunos segundos esta empezó a corroerse, gran porción de la caja bajo mis pies estaba oxidándose a una velocidad moderada. Asustada ante el descubrimiento quité mi dedo, lo cual hizo que se detuviera la corrosión cuando estaba a punto de deteriorar la mitad del objeto.

—Esto es malo, no debería de pasar eso, ¿qué se supone que soy ahora? —Me dije a mi misma en voz alta.

Cuando una voz se escuchó dentro del lugar, haciendo que resonara por el eco que creaba el vacío almacén.

—Tienes suerte, ya que estoy aquí. —quedé helada al escuchar eso.

Mi cuerpo empezó a temblar en descontrol, sentí como si en mi columna fuera incrustada una lanza de hielo, la cual me paralizó con su gelidez. Intenté girarme para buscar el origen de aquella voz que era indescriptible para mis oídos, pero mi cuerpo no me respondía, estaba en un estado completo de pánico donde mis músculos estaban tan rígidos como estarían los de un cadáver debido al rigor mortis.

Poco a poco mientras mi organismo me volvió a responder, me giré viendo algo que no olvidaré jamás. Una figura en la oscuridad parada frente a mí, sosteniendo dos cuerpos, cargándolos como si fueran hojas de papel. Estaban de una tonalidad verdosa y pareciera que fueron reventados por dentro, porque sus pieles estaban abiertas como si fuesen estirados desde adentro antes de explotar, una escena completamente horrible, y yo no sabía qué decir o qué hacer.

Por sus ropas pude deducir que no eran integrantes de mi ciudad, pero ¿De dónde provenían entonces?

—Vaya, por tu reacción me puedo dar cuenta de que estas en shock, puedo entenderlo. Esta situación es algo que dejaría helado a cualquiera que no fuera de la superficie. —explicaba la siniestra figura bañada por la oscuridad.

Un segundo después soltó los cuerpos en el suelo, haciendo que estos esparcieran sus órganos hacia los lados al caer, y este empezara a acercarse con calma hacia mí.

—Espera, no te me... —No me dio tiempo de terminar la oración.

Solo sentí un leve soplo de la brisa y el sonido de una voz que me susurraba con suavidad en mi oído, mientras yo experimentaba como mi corazón se aceleraba durante unos segundos debido al miedo en mi cuerpo.

—¿Acerques? ¿Era eso lo que ibas a decir?

La distancia que nos separaba era de quince metros, sin mencionar que estaba colgando de una caja a diez del suelo. ¿Quién era ese sujeto?

Con miedo giré mi cabeza hacía un lado y vi un rostro oscurecido por una capucha, junto a unos ojos ámbar que parecían mirar directo a mi alma.

—No sé en lo que estarás pensando. Pero el hecho de que haya podido acercarme tanto a ti, sin que hayas sido capaz de reaccionar de alguna forma, me da a entender que si yo fuera un monstruo ya estarías prácticamente muerta —Esa oración ocasionó que dejara de respirar por un momento—. Tienes suerte de que no lo sea.

Sabía que debía alejarme de él y más cuando vi su mano cubierta de sangre levantarse frente a mí, fue allí cuando solté un grito desde lo más profundo de mi ser.

—¡Aléjate!

Grité a todo pulmón apretando mis puños y haciendo mi voz resonar por completo en el almacén.

Mi cuerpo se movió por instinto y golpe su estómago con mi rodilla haciéndolo encorvarse y caer, dándome la ventaja de saltar los diez metros desde la caja al suelo. Estaba consciente de que probablemente me quebraría algo al impactar contra el suelo, pero el miedo me controló por completo en ese momento. Afortunadamente logré agarrarme de la cadena que sostenía la caja a tiempo, para luego soltarme dando una voltereta al momento de caer. Para minimizar el impacto.

Comencé a correr lo más rápido que podía hacia la puerta, cuando aquel hombre apareció allí de nuevo, por ilógico que suene. En ese momento a pesar del miedo pude detallarlo bien: de estatura promedio, unos 1,78 metros más o menos, vestido con una sudadera de tonalidad oscura que llegaba casi hasta el suelo, guantes de cuero, pantalones negros y una camisa de tonalidad terrosa debajo.

—Oye, cálmate. Hablemos. ¿Quién eres?

A pesar del tono de calma en su voz, la forma en la que extendía sus brazos hacía mí solo me daba a entender que su intención era intimidarme.

Era obvio que no me dejaría ir, la agilidad y rapidez que poseía era algo que jamás había visto. Tenía que enfrentarlo si quería escapar de ese lugar, matarlo si no me dejaba alternativa.

Afortunadamente no hubo necesidad de enfrentamiento alguno, porque un rugido estremecedor se escuchó a las afueras del almacén. Seguido de un fuerte estruendo que destrozó parte del lugar. Me lancé al suelo para evitar ser golpeada por los escombros, pero pude ver de reojo pedazos de lo que fue el almacén volando en todas direcciones, dejando el lugar reducido a polvo. Cuando alcé mi vista no daba cabida a lo que veía, un imponente monstruo estaba encima de mí, un enorme Destripador, dos veces más grande que aquel que arremetió contra el convoy.

El terror me hizo soltar un grito ahogado. Aquella bestia imponente estaba encima de mí, rugiéndole aquel chico sin motivo alguno.

El joven se notaba nervioso cuando la bestia me rodeaba con sus patas traseras y le plantaba frente.

—Hey, tranquila. Solo quiero hablar por el momento, así que dile a tu mascota que se tranquilice.

Con estas palabras intentó acercarse a mí. Pero antes de que pudiera acercarse más el Destripador lo atacó con una de sus patas delanteras, el extraño logró esquivar el ataque a duras penas, pero las garras de la bestia rozaron su cuerpo obligándolo a retroceder. Era como si la bestia no quisiera matarlo, más bien se percibía como estaba estableciendo su dominio ante él.

No entendía lo que estaba ocurriendo, de alguna forma esa bestia me estaba protegiendo, pero, ¿por qué? Un monstruo que está diseñado para matar no se preocupa por nadie más que él mismo, ¿cuál era causa detrás de todo eso?

Una cosa no cuadraba. ¿Por qué si mi vista era tan aguda no pude notar su presencia, ni la del canino? Aún tenía interrogantes, pero primero debería hacer frente a la situación a la que me enfrentaba.

—Bueno, ya que veo que no estás dispuesta a cooperar conmigo tendré que llevar esta conversación a otro lugar.

Apenas terminó de decir esas palabras metió la mano dentro de su abrigo, luego una ligera brisa sopló desvaneciendo al sujeto y posicionándolo detrás de mí, antes de agarrarme por el cuello.

Era como si se hubiese teletransportado. Una sensación de ahogamiento inundó mi cuerpo, mi vista se volvió un remolino de imágenes las cuales no diferenciaba muy bien, para seguido aparecer en un lugar completamente distinto al que estábamos antes. Mis piernas cedieron al instante y caí al suelo de cuclillas intentando respirar con rapidez. Una sensación de ahogo llenaba mi garganta por completo, como si todo el aire fuera expulsado de mi cuerpo, por más que trataba de respirar no lo lograba. Lo intentaba con desesperación rasguñando mi cuello en señal de angustia extrema.

—Tranquila, se te pasará en un minuto. Pero ¿cómo hiciste eso?

Cuando por fin conseguí normalizar mi respiración estaba confundida, ¿qué había pasado? No sabía ni dónde estaba, era una especie de ciudad no muy diferente en la que me encontraba anteriormente. A diferencia que esta estaba alejada, oculta en una zona boscosa, más bien pareciera como si la selva hubiera reclamado algo que era suyo, pues las enredaderas se alargaban hasta la cima de los rascacielos. La naturaleza parecía estar creciendo salvajemente sin ninguna interferencia humana, limpiando los signos de la humanidad con rapidez.

Y mirándolo a él más de cerca podía notar que su piel parecía estarse cayendo a pedazos, era muy desagradable. El olor que ese chico emitía era repugnante, como si estuviera frente a un cadáver en descomposición.

—No lo sé, no sé de qué me estás hablando.

—Vamos, ¿crees que nací ayer? ¿Qué eres? —Su tono de voz aumentaba cada vez más y continuaba preguntándome lo mismo.

—¿Qué soy? ¿A ti que mierda te importa? ¿Me amenazas y ahora quieres hablar conmigo como si nada? —respondí para ser callada de nuevo.

—No recuerdo haberte amenazado, pero, ¿cómo podría ayudarte sino me dices qué eres?

—¡No lo sé! —Estaba perdiendo los estribos— ¿Cuál es tu problema? Tuve un accidente, una extraña sustancia tóxica entró en mi cuerpo y este comenzó a cambiar después de eso. Así que no sé que soy ahora. ¡Llevo un buen tiempo intentando regresar a Paraíso Sombrío y no entiendo una mierda de lo que está pasando! —Finalmente exploté y me descargué.

Allí fue cuando fui interrumpida de nuevo por el mal oliente joven.

—Espera, ¿vienes de Paraíso Sombrío? ¿Eres una tóxica? —Me preguntó con una mirada llena de asombro.

—¿Tóxica? No, claro que no, los tóxicos escaparon de allí hace nueve años.

—Bien, detente allí. De modo que —Se detuvo a pensar durante unos segundos y luego prosiguió como hablando consigo mismo—, no puede ser, un nuevo tóxico. Bien, me vas a explicar detalladamente de dónde vienes, por qué estás aquí y cómo ocurrió el dichoso accidente.

—Ah, claro. Y una mierda. Hace un segundo intentaste matarme, ¿ahora quieres hablar conmigo como si nada ha pasado? ¡Mejor chúpame la vagina en cruz! —Sacando mi dedo medio le dejé las cosas claras.

—Y dale con eso, te estás formando una película tú sola en tu mente. Estoy ante una situación poco usual, pero si sigues con tu mala actitud me iré y dejaré que soluciones tus problemas sola.

Me amenazó y eso me enfurecía, pero no me queda más alternativa, a lo mejor él sabía cómo regresar a casa y por lo que veía tenía conocimiento de la ciudad. Así que debía poder ayudarme.

Le conté todo lo que sucedió desde el inicio, desde que partí de mi hogar hasta encontrarme con él. Aunque, claro que obviando algunas cosas. Después de terminar mi relato él se quedó en silencio durante unos segundos, como si estuviera pensando, así de hablé para bajarlo de su nube.

—No sé qué le pasa a mi cuerpo y no sé qué sucede aquí.

—¿Aún no lo entiendes? Es muy probable que ese líquido que se introdujo en tus pulmones fuera un agente tóxico, tu cuerpo empezó a mutar debido a eso y al parecer tu organismo aceptó el cuerpo extraño que estaba intentando incubarse dentro de ti. Te has convertido en un tóxico, tu respiración, tu piel y toda tu constitución es pura toxina, eres como ellos. —Esas palabras llegaron a mí como un balde de agua fría.

—¿Qué? ¿De qué hablas? —De algún modo lo sabía, pero era una información difícil de procesar— Osea que ahora no podré volver a mi hogar.

—No entiendo por qué la bestia te defendía, esos monstruos son máquinas de matar que no se detienen por nada, ni defienden a nadie más que a ellos mismos, ¿por qué serias tú la excepción? Incluso si eres una tóxica, ellos te atacarían. ¿Qué te hace tan especial? —Fue lo que él dio a entender, mostrando una expresión de confusión.

—Un momento, tú eres el que menos derecho tienes de decidir que es peligroso y que no. ¡Tú traías dos cadáveres en tus manos e intentaste convertirme en el tercero! —respondí con algo de seriedad a su acotación.

—Es una larga historia que no me apetece contar por el momento. —Por un segundo su actitud me hizo recordar mucho al autómata que tenía por compañera.

Pero eso no me importaba. La cuestión era, ¿cómo salir de ese lugar? Ya que para ser sincera no quería pasar más tiempo con una persona como él, así que pensé en preguntarle si sabía el camino a mi ciudad, quizás mentirle un poco seria lo mejor.

—Mira, aclaremos las cosas. Si vas a intentar matarme hazlo de una vez, sino es así entonces ayúdame a volver a mi ciudad. Y en caso de no querer ayudarme entonces lárgate y déjame sola.

Estaba harta de tanta confusión y la verdad ya no quería perder más tiempo con charlas innecesarias.

—¿Matarte? —me miró con incredulidad— No, no. Solo quería asustarte. Verás, soy un carroñero, busco objetos, ropa de utilidad o comida sin importar su procedencia. Y ya que ahora eres parte de la superficie —explicó—, no te dejaran entrar de nuevo a tu ciudad. Apenas sepan que eres de aquí arriba te dispararán sin pensarlo. Pero si tanto lo deseas, puedo guiarte.

No me fiaba de él, pero por el momento era mi única alternativa.

—Bien, aun así, quiero que camines 5 pasos por delante de mí. No quiero ver movimientos bruscos, ni que te lleves las manos a los bolsillos. Y sí intentas atacarme, lo lamentarás.

Quizás estén pensando que tonto confiar en alguien que acaban de conocer. Pero en aquel momento estaba tan desesperada y temerosa, que hubiese cogido la mano del mismísimo Chernobog si este me la hubiese extendido. Pero estaba preparada, si intentaba algo le dispararía con el arma atada a mi cintura.

—Bien, sígueme. Te llevaré a donde necesitas ir.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top