10.
[Jimin]
Toqué el claxon del coche nada más le vi salir entre medias de todos sus compañeros. Él alzó la vista, buscándome ansioso, y echando a correr hacia mí nada más verme. Sonreí y desbloqueé las puertas para que pudiera entrar.
- ¿Puedes esperar un segundo? –preguntó sin llegar a sentarse, tan solo inclinándose dentro del coche mientras sujetaba la puerta con la mano. Asentí con desconcierto e inmediatamente vi como se alejaba corriendo de nuevo hacia su grupo de amigos. Le dio un par de billetes a uno de ellos y tras despedirse, volvió corriendo al coche, entrando tan rápido que ni podría haber asegurado que se hubiera ido en algún momento. – Ya está. Gracias.
- ¿Qué hacías? –pregunté con curiosidad. No conocía a sus amigos, y realmente, tampoco me interesaba mucho hacerlo. Jungkook era la excepción para su edad. La cuestión era, que acababa de darle dinero a uno de ellos, y no me encajaba en ningún sitio.
- ¿Qué? –estaba abrochándose el cinturón mientras yo me cuidaba de no atropellar a ningún alumno mientras intentaba salir de aquella zona. Parecía un campo de adolescentes que pedían ser pasados por encima por mi coche. – ¿Cuándo?
- Antes. Le has dado dinero a ese chico.
- ¿Yugyeom? –me encogí de hombros sin mirarle. No me sabía el nombre, y de nuevo, tampoco me importaba. – Son para esta noche. Le he pedido que si puede comprarme la entrada para el cine.
- ¿Vais a ir al cine? –pregunté atónito, esta vez mirándole. Él se apresuró a negar con la cabeza y las manos, pero yo necesitaba una explicación. Y él lo sabía.
- Nononono –formó una cruz con sus brazos, aún negando un par de veces antes de proseguir hablando. – E-es decir, sí vamos al cine... – Mi mirada no debió ser agradable en ese momento, porque Jungkook se encogió en su asiento y tragó saliva sin apartarla ni un segundo. Parecía un animalillo asustado. Era adorable. – va-vamos varios de clase... ya te lo comenté...
- ¿Me lo comentaste? –asintió, aún con las manos agarrando la cinta del cinturón con fuerza. – ¿Esta noche? –volvió a asentir. Por algún motivo no me gustaba la idea. Ya tenía en mente pasar la noche con él, y sobretodo me molestaba acordarme ahora de todo eso. Jungkook tenía razón, me lo había comentado, y yo lo había omitido por completo. – Como quieras.
Fue a preguntar algo, pero antes de hacerlo juntó de nuevo sus labios y se sentó correctamente, agachando la mirada y comenzando a jugar con sus dedos. Suspiré, sintiéndome ligeramente culpable, y aproveché el primer semáforo en rojo para plantar un beso en su mejilla.
A partir de ese momento el ambiente del trayecto cambió a mejor, muchísimo mejor.
Paramos a comprar tacos en una tienda de comida mexicana. Seguidamente paramos a comprar unos dulces a una pastelería. Y por último añadí a la cesta un conejo de chocolate del cual Jungkook se encaprichó nada más verlo. Antes entrar al garaje, ya tenía la mitad del animal entre sus dientes, y la otra mitad embadurnando sus mejillas.
- Te he dicho que te esperaras –aparqué el coche y tras sacar las llaves, pasé un dedo por el moflete del pelinegro, cubriéndolo de chocolate y llevándomelo instintivamente a la boca. Mientras saboreaba el dulce, intentaba seguir manteniendo mi autoridad. – Ahora no vas a tener hambre.
- Siempre tengo hambre –respondió con la restante cabeza del conejo entre sus manos mientras intentaba limpiarse a sí mismo con su propia lengua. Suspiré y me dediqué a hacerlo yo, con un pañuelo, mientras subíamos en el ascensor. – Hoy la profesora de lengua me ha dicho que he sacado un seis en el trabajo.
- ¿El que hiciste conmigo? –asintió emocionado. No tenía tanto mérito como que lo hubiera hecho sin ayuda, pero a mis ojos, se sentía incluso mejor. Con mi ayuda había mejorado su media en casi un cincuenta por ciento. – Muy bien, bebé – le besé con cariño y seguidamente le di un toque en la nariz. – ¿Me ayudas a servir la comida? –asintió de nuevo y se ganó otro beso, esta vez menos breve que el anterior.
Pero no menos breve que el tiempo que tardó en distraerse con la tele en vez de cumplir con su palabra. Cuando quise darme cuenta, estaba aún con su mochila en la mano mirando embobado una serie que salía en la pantalla. Suspiré y decidí no molestarle, por lo que me puse a preparar todo yo mismo.
No tardé ni diez segundos, entrando al salón con dos bandejas y sus respectivos pedidos servidos tan profesionalmente en estas, que cualquier diría que acababa de cocinar yo mismo los tacos en vez de haberlos comprado hacía veinte minutos.
- ¿Tu madre sabe que esta tarde vas al cine? –pregunté intentando sacar conversación. Concretamente, esa conversación. Por como Jungkook comía su taco con los ojos directos al televisor, supe que no estaba haciéndome mucho caso. Cogí el mando y quité el volumen, consiguiendo que se girara inmediatamente hacia mí indignado.
- ¡Eh!
- Responde.
- ¡No lo sé! –estaba enfadado y no quitaba la vista del mando de mi mano. Cuando la alzó a la mía, su rostro se relajó al instante. – Quiero decir – carraspeó antes de seguir hablando, controlando su tono. Interiormente sonreí por su comportamiento. – no lo sé. Mientras vuelva pronto a casa o duerma contigo, no le importa.
- ¿Piensas volver pronto a casa? –asintió de una forma tan sumisa, que hasta el inerte mando notó que lo hacía solo para volverle a tener de vuelta. Suspiré y le tendí el objeto mientras intentaba mentalizarme de que tan solo era un niño y no debía enfadarme con él.
Me tragué dos capítulos enteros de una serie que tenía como protagonista a un pulpo. ¡A un maldito pulpo con sombrero verde! Casi parecía una técnica para echarme del salón, y al final lo consiguió. Me marché con ambas bandejas y los desperdicios a la cocina, poniéndome a fregar como si este acto fuera mi salvación.
Al rato volví al salón con la bolsa de dulces entre mis manos, pensando en sobornarle para que se deshiciera de ese horrible programa que no paraba de martillearme la cabeza. Y cual fue mi sorpresa cuando al llegar le encontré profundamente dormido con el mando balanceándose sobre la mitad de su rostro.
Negué, acostumbrado a este tipo de situaciones, y apagué la tele antes de hacerme un hueco junto a él en el sofá. Se incorporó hasta terminar completamente encima de mí, restregando su cara contra mi jersey de una forma que no sabía si estaba oliéndolo o limpiándose en él. Me seguía pareciendo tierno.
- He traído dulces –informé canturreando, esperando alguna reacción por su parte. No me soltó en ningún momento, tan solo abrió la boca esperando una de las pastas que habíamos comprado. Sonreí y le metí una adentro. – Enhorabuena por el trabajo – le felicité por segunda vez. Él abrió de nuevo la boca y añadí otro dulce a esta por inercia. – Desde ahora te ayudaré en todos los que te manden.
- Hm –sonó como una especie de agradecimiento. Le respondí comenzando a acariciarle la cabeza con mi mano libre y emitió de nuevo ese perezoso y adorable sonido. – Hmmm.
- ¿Sigues queriendo ir al cine esta noche? –sus labios decayeron al instante y su rostro se volvió más serio. Abrió la boca y cuando metí otra de las pastas, escondió su cabeza en mi camiseta mientras masticaba con los mofletes llenos. Noté cada milímetro de roce cuando asintió. – ¿No prefieres quedarte conmigo? –se apegó más a mí, pero no respondió.
Yo tampoco respondí.
Quise que no me afectara, pero seguí dándole los dulces en silencio, y a cada minuto que pasaba sentía como me dolía el pecho. Como si me hubieran traicionado. Como si ya no me quisiera.
- ¿Puedes quedarte conmigo esta noche? –pregunté, expresando lo único que quería en ese momento.
Él entreabrió los ojos, despegó sus labios, pidiendo de nuevo un dulce, y me miró fijamente. Yo lo acerqué a sus labios, pero cuando lo agarró, mis dedos no lo soltaron. Seguíamos mirándonos, como si estuviéramos luchando por la pasta de chocolate que nos unía en ese momento.
Entonces suspiró y asintió. Solté el dulce y él se lo comió en menos de tres segundos. Sonreí y le agarré del costado, colocándolo a mi altura, rodeándole con las piernas hasta atraparle, y besándole.
Comenzó reacio, pero terminó riéndose y dejándose hacer. Y antes de darme cuenta, ya estaba desvistiéndolo en medio del sofá.
- ¿No te importa dormir aquí? –pregunté de nuevo. Ya tenía una respuesta, por lo que no había motivos para formular la pregunta otra vez, pero aún así lo hice. – Si quieres ir al cine, no pasa nada.
Claro que pasaría, claro que me dolería. Pero me sentía en deuda con alguien para tener que decir eso, con mi conciencia quizás. Y era hipócrita por mi parte, porque sí que pasaba. Sí que pasaría.
- ¿Me devolverás el dinero de la entrada? –preguntó frunciendo las cejas. Sus labios se abultaron en un puchero, y mientras le miraba, pensé en que no lo soltaría jamás. –Era mi paga de esta semana...
- Con todos los intereses que me pidas.
Puso una mueca, y tras un par de segundos, terminó cediendo. Me besó de nuevo y decidí olvidarme del tema.
Solo era una tarde de cine. Y además, le pagaría ocho entradas si hacía falta. Diez. Poco me importaba mientras se quedara conmigo. Mientras me eligiera a mí por encima de los demás.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top