Parte I

Lugares y Vidas


Vargas, Venezuela.

El chico no dejaba de apretar los botones del mando de la consola, hace poco Lucas cumplió 14 años, es un jovencito de piel canela, alto para su edad con cabello liso y negro. Desde su cumpleaños no ha dejado de jugar ni un día con su nuevo videojuego que le obsequió su padre.

Es un bien muy preciado para él, su padre Danilo Albornoz se lo envió desde Europa en una pequeña oportunidad que tuvo de ir al continente descansando de su trabajo en África. Como cualquier niño precoz se desvive y desvela todas las noches frente a la pantalla a pesar que su madre lo regaña señalándole la hora en el reloj con forma de ovni que tiene colgado en la pared.

Lucas es muy inteligente, es un aficionado a la ciencia ficción, su cuarto está decorado con naves espaciales, muñecos de extraterrestres y el techo de su habitación es una pieza de ilustración simulando al espacio exterior con astros y estrellas que brillan cuando apaga las luces para dormir.

Su nuevo videojuego es emocionante, una historia macabra en el espacio, como esas películas de ciencia ficción que ya se sabía de memoria al verlas tantas veces en su reproductor de DVD. Le gustaba jugar en la noche, a horas de las madrugadas el ambiente que le propinaba la historia tras los controles de la consola es tenebroso y su adrenalina lo emociona para seguir jugando he investigando más en el extenso mundo del juego.

Siempre llama a sus amigos y los invita a quedarse en su casa para seguir con las travesías y crónicas de su nueva adquisición. Pero en esta ocasión es distinto, su padre llega de viaje, Lucas y su madre esperarían la llegada del hombre de la casa en el aeropuerto, recibiéndolo con los brazos abiertos y sonrisas en sus rostros.

–Lucas apaga ese aparato, ya tenemos que irnos– le exigió la señora madre a su hijo. Marta es una señora de piel blanca y cabello rubio, no parece la madre de Lucas, pero no le importaba ya que su muchacho se parecía mucho a su esposo. Ya eran más de las siete de la mañana, el avión de su esposo tenía previsto aterrizar a las 9:00 a.m., el tráfico en la autopista siempre es una tortura y quería llegar puntualmente para recibir a su adorada pareja.

–Dame un segundo mamá, tengo que salvar el juego– le contestó Lucas maniobrando un poco en las hazañas de su personaje montado en una motocicleta espacial, su madre ya estaba harta, él muchacho sintió su presencia y rápidamente guardó la partida del juego y apagó la consola junto al televisor.

Apresurados entraron al viejo auto de la familia que por alguna extraña razón no han querido vender, se acomodaron en los asientos y avanzaron por el asfalto en dirección al aeropuerto.


Washington D.C., Estados Unidos.

Los músculos de este viejo hombre de 42 años son fuertes, a la chica le gusta, ella procura morderlos cuando tiene oportunidad. Él está encima de ella, la penetraba con sutileza para que se acostumbrara a su tamaño y luego empezar con las fuertes embestidas que lo caracterizaban en la cama.

A pesar de haber tenido sexo repetidas veces, la incómoda intimidad que a veces disfrutaban se fomentaba como si lo hicieran por primera vez. Cynthia tiene 26 años, dotada de un cuerpo espectacular; voluptuoso, encantador, delicado y esbelto, idéntica a cómo fue su madre alguna vez.

A Robert le encanta complacer los placeres de la chica, y disfrutaba de los gemidos y caricias que ella produce cada vez que le hace el amor.

–Papá eres mejor que todos mis novios juntos– mencionó Cynthia abrazando a Robert por la espalda, le recostaba sus senos redondos puyándolo con sus pezones. Su padrastro es un hombre alto y fornido, cabellera castaña muy oscura con peinado muy corto, lleva una sombra de barba que a las mujeres les encanta, usa lentes pero odia ponérselos.

– ¿Cuándo vas a llamarme por mi nombre?– le preguntó dándole un beso en la mejilla, se levantó de la cama caminando hacia el baño. –Cameron se fue hace mucho... ya no eres mi hija– afirmó Robert que salió del baño para buscar su ropa interior en una gaveta.

–Igual te acostabas conmigo cuando mamá estaba viva– agregó Cynthia con una mirada pervertida. –Me excita más decirte papá cuando lo hacemos, ¿No te da un morbo?– preguntó riéndose un poco y se acostó boca abajo en la cama agitando su cadera para invitar a Robert nuevamente a la cama, ella aprovecha su increíble sensualidad para seducirlo, posee un cuerpo muy sensual, cabello pardo y corto hasta su cuello.

–Los juegos sexuales que practicabas con tu madre no eran de mis gustos Cynthia– acotó él buscando una franela.

–Por favor papá, era lo que más te gustaba de mamá por eso te casaste con ella, nunca te quejaste cuando hacíamos tríos juntos, ¿Sabes a cuantos hombres les hubiese gustado cumplir esa fantasía sexual?– seguía hablado Cynthia mostrándole el cuerpo a Robert, movía las piernas de arriba abajo muy coqueta. –Acostarse con una madre y su hija, los hombres son unos pervertidos les encanta eso, dos chicas besándose y esas cosas– comenzaba a reírse.

–No voy a negar que disfrutaba nuestro tríos, pero también tenía presente que no fui el único que hizo lo mismo con ustedes dos– y le arrojó a Cynthia una pantaleta en la cara, ella seguía riéndose.

–Es cierto papá, pero siempre serás el mejor de todos– declaró ella levantándose y le dio un beso en la boca.

–Tomemos un baño, hay que ir a buscar a tu hermana– le respondió Robert con una sonrisa y le apretó las nalgas.


Ginebra, Suiza.

El sonido de la regadera es fuerte, la lluvia de la ducha del baño es acompañada por la eufonía de la linda voz de una niña de 8 años, la pequeña Lika posee una voz angelical, fina y dulce como robada a un querubín, es muy buena cantante y procura en aprender las letras de las canciones con mucho afán para cantárselas a todo el mundo.

Su padre Iván Gelman habla por teléfono, es un hombre muy atareado y preocupado, sin embargo nunca ha descuidado las necesidades de su hija consentida. 31 años de edad, tiene el cabello rojizo, una barba rapada pero que de igual manera el rojo le resalta el rostro. Este personaje es un tanto complicado, siempre lleva algo en la mano para leer; un periódico, un libro, un folleto, cualquier cosa que valga la pena leer según sus propias palabras, aunque también se le ha visto leyendo envoltorios de comida o alguna descripción de un producto mientras está sentado en el retrete.

–Por favor Clavenge hoy es domingo, estoy con mi hija, ¿No pueden esperar hasta mañana?– instaba Iván a su compañero por teléfono.

Iván trabaja para la Organización Meteorológica Mundial mejor conocida como la O.M.M. es un reconocido físico atmosférico consolidado uno de los mejores de su época, a dictados cursos y talleres sobre su emprendimiento en la materia atmosférica y meteoróloga. Debido a ello es un elegido interlocutor para debidas charlas y ponencias importantes, no solo en su país sino alrededor del mundo.

–Iván ser un padre soltero es mucho trabajo para ti en conjunto a todas las cosas que te postulas a hacer, no eres un súper hombre amigo, tiene que darte unas vacaciones– decía su amigo del otro lado de línea telefónica.

– ¿Qué tiene que ver el tiempo que paso con mi hija con esta urgencia?– pregunta Iván sirviéndose un café en su enorme taza blanca decorada a cuadros negros y blancos.

–Me refiero a que soy tu amigo desde hace mucho tiempo, no quiero que descuides tu trabajo y a la pequeña Lika como lo hiciste con tu exesposa, Irma y yo podemos cuidar a Lika de vez en cuando si tu gustas– le proponía su compañero.

–Gracias Clavenge me lo pensaré, pero hoy es un día complicado, iremos a visitar a Aika... es su cumpleaños– se excusó Iván sorbiendo un poco de café cuando pausó mencionando el nombre de su exesposa.

–Oye Iván eso es harina de otro costal, ¿Vas a estar bien?– le pregunta su amigo preocupado.

–No te preocupes, ya lo estoy superando, pero no puedo quitarle a Lika un día con su mamá, ella la quiere mucho– explica preocupado, Clavenge desde el otro lado podía notar su gesto de angustia.

–Oye idiota, te hubieses ahorrado la discusión si me explicabas todo desde el principio– le contesta Clavenge riéndose con una mofa amistosa. –Que tengas suerte amigo, nos vemos mañana a primera hora– exigió a punto de colgar.

–Cuenta conmigo– y colgó la llamada.

Iván se sienta en una silla de madera muy vieja, inclina su cabeza un poco hacia detrás incrustando en su mente la futura situación que tendrá esa misma tarde, un encuentro con su antiguo amor.

La pequeña Lika sale del baño empapada, es una niña traviesa e inocente, su padre es muy cuidadoso y siempre tiene que estar detrás de ella para que no se meta en ningún lío. Iván sabe que su hija entró a su despacho pero no le ha prestado atención, sigue sumergido en sus pensamientos.

– ¿Papi, como me veo más bonita, con el cabello seco o mojado?– preguntó la pequeña, estaba sin ropa, mojada de pies a cabeza y arrastraba su toalla por el suelo.

–Lika, te he dicho que tienes que secarte toda cuando salgas del baño– le regaña su padre, sus reprimendas nunca eran toscas y de mala gana, no era la forma de criar a su hija, siempre le aconsejaba y animaba con una sonrisa en el rostro, era un padre divertido y jovial, acostumbrado a consentir a su pequeña.

Le colocó la toalla en la cabeza secándole el cabello. Lika es pelirroja de nacimiento, su pelo tiene un rojizo característico casi de color anaranjado, una hermosa y llamativa melena envidiable para cualquier persona. Era evidente que sus edras nacerían con ese vivo color fuego, sus padres también son pelirrojos de nacimiento y la mezcla de ambas cualidades le darían un color único y hermoso.

–A veces me da un poco de lastima Lika– menciona su padre terminando de secar la larga cabellera en rulos de su hija, le llega un poco más de la cintura.

– ¿Qué te da lástima papi?– preguntaba la niña curiosa.

–Las otras niñas deben tener mucha envidia, tú eres la niña más hermosa del mundo– le dijo levantándola en el aire como un avión y la llevó volando a su habitación para vestirla entre tanto reían los dos.


Nunavut, Canadá.

La máquina de café tenía varios días sin funcionar, estos viejos científicos no gastan del tiempo suficiente para dedicarle un poco de cariño al aparato, sin embargo ya están hartos, dependen de la cafeína de este obsoleto artefacto para madrugar y seguir en su labor productivo.

El más joven de ellos, Roque Bitanis de 30 años, hombre alto de piel tostada, cabello negro y ojos aceituna. Decidió abrir las entrañas del artefacto y resolver el enigma de su descompostura, para él era algo sencillo, un ingeniero mecánico y electrónico con promedios excelentes en todos los ámbitos de su carrera, reparar una pobre máquina de café es como pedirle a un panadero que untara mantequilla a una rebanada de pan tostado.

Entre tanto desarmaba y quitaba los tornillos, sus compañeros de trabajo se sentaron alrededor de una de las mesas redondas que disponían para descansar en el laboratorio.

–Díganme algo señores, ¿Cuántas veces ha pasado por su cabeza una pregunta existencial?– preguntó el Dr. Otón Vieira, es un viejo de 62 años muy simpático, calvo con patillas largas y canosas con ojos oscuros, gordo y bonachón con labios gruesos dispuesto al habla, ese típico hombre que alegra las conversaciones con anécdotas chistosas e información de cultura general que nunca está de más en saber, un sujeto muy excéntrico pero agradable, se le conocía también por estudiar una carrera de filosofía mitológica pero que por algunos inconvenientes personales con sus amantes nunca logró culminar, es todo un personaje.

–Preguntas existenciales: ¿De dónde venimos? ¿Quién nos creó? ¿Y esas burricadas de la cienciología?– le contestó el Dr. Ernest Ivanov, el más anciano de los tres, con 67 años pero con la terquedad y actitud de un joven adolescente, de cabello blanco como la nieve y barba puntiaguda del mismo color, alto con nariz puntiaguda. A diferencia del Dr. Vieira. Ernest es una persona recia, seria, autoritaria, líder y respetable por toda la comunidad de científicos que trabajan en las instalaciones del gran Laboratorio de Investigaciones del Desarrollo de la Ciencia y Tecnología del mañana conocido como el L.I.C.M.

–La cienciología es divertida, un grupo de fanáticos de la ciencia ficción que quieren crear una "religión"– mencionó Roque dibujando las comillas con sus dedos, todavía tenía el pequeño destornillador en su mano derecha. –Somos seres espirituales e inmortales que han olvidado su verdadera naturaleza y esperamos comunicarnos con nuestros creadores en otro universo para encontrar nuestro propósito– dijo imitando chistosamente la voz de un narrador de documentales de historia. – ¿No les suena a película de ciencia ficción?– preguntó introduciendo sus manos en la máquina de cafeína.

–Y aplaudo la grata imaginación de esos creyentes, pero estamos saliendo del tema principal– argumentó el Dr. Vieira.

–Te sigo Otón, ¿Cuáles son tus preguntas existenciales?– retomó el tema el más anciano del grupo.

–Siempre me he preguntado si el destino verdaderamente existe– desarrolló avivando el tema con un brillo en los ojos. –Muchas culturas y religiones como la ya mencionada cienciología lo ha planteado, nuestro destino tejido en el inmenso telar de la existencia, ¿Qué les parece?– preguntaba nuevamente jugando con su servilleta.

–Roque repara ya la máquina antes que Otón empiece a hablar de mitología– dijo el Dr. Ivanov agitando su jarra de café, a pesar de su seria actitud también disfruta en jugar de vez en cuando, estaba en confianza con sus amigos.

– ¿A dónde quieres llegar con la pregunta Otón?– interrogó Roque oprimiendo un botón del artefacto.

–Cuando Einstein tenía 5 años de edad, se encontraba muy enfermo de reposo en su cama, un día su padre para animarlo le regaló una bonita brújula y este pequeño objeto le cambió la vida– explicaba riéndose. –Se preguntaba: ¿Por qué la aguja apunta siempre al mismo lugar? Lo que le hizo entender que había fuerzas impulsadas a las cosas donde aparentemente no había nada– terminó de explicar haciendo una figura de origami con su servilleta que terminó desarmándose cuando la soltó.

– ¿Qué quieres decir con eso Otón? ¿Si su padre no le hubiese dado una brújula nosotros no estaríamos aquí?– se cuestionó el Dr. Ivanov acomodándose la barba blanca. –El destino colocó la brújula en las manos de su padre y desencadenó una fuente de hechos digamos científicos que lo llevó a él a ser quien fue y a obsequiarnos su legado de ciencia a nosotros– deducía el viejo.

– ¿Más ciencia ficción?– inquirió Roque riéndose, finalmente reparó el aparato.

–El destino es curioso, pero aquí viene lo gracioso de mi cuento, ¿Qué hubiese pasado si el padre de Einstein le regalaba un arma?– dijo riéndose levantando su jarra para que Roque le sirviera café.

Los tres compañeros se miraron perplejos a la pregunta y echaron una carcajada.


Madeira, Portugal.

La cuerda del violín sonaba atroz, la hermana menor de nombre Madeira en honor a la majestuosa isla portuguesa se encontraba en su habitación practicando las escalas musicales de su instrumento preferido.

Madeira es una adolescente de 12 años, de cabello castaño y enredado, con rostro inocente pero autoritario, muy desarrollada para su corta edad, la actitud más característica de su personalidad es la necedad, sus hermanos ya le han dicho que no tiene madera como músico pero Madeira es terca y sigue practicando con ese viejo violín que se encontró en el ático de su casa, probablemente perteneciente a su difunto padre, como dice el dicho: el que persevera siempre alcanza, y ese lema estaba grabado en la cabeza de esta niña necia, dispuesta a convertirse en una violinista profesional.

El hermano mayor Liberio se encontraba de visita en su casa de campo, le gustaba tomar las vacaciones en su antiguo hogar acompañando a sus hermanas Madeira y Neiva. Un hombre de contextura grande y delgada, ojos azules cristalinos y un cabello castaño más claro que el de sus hermanas.

Su trabajo le quita mucho tiempo, pero es muy apasionado a su labor, tan necio y terco como su hermana menor; entrenado como piloto en la Agencia Espacial Europea en Paris, un excelente competidor en los simuladores aéreos, un prodigio de 28 años de edad, tanto así que lo recomendaron para futuras expediciones espaciales cuando el Programa de Investigación en Heliofísica de la Dirección de Misiones Científicas estuviera completado, mientras tanto ofrece sus experiencias en otros despegues y entrenando a jóvenes cadetes en los simuladores de vuelo.

Liberio soportando el terrible sonido del violín de su hermana abre la puerta de la nevera buscando algo que merendar, recordaba que quedó un poco de pastel de la fiesta de cumpleaños de su hermana Neiva que cumplió 22 años hace unos días, sin embargo por mucho que arrimó y movió cosas en el refrigerador no consiguió ni migajas de la dichoso postre.

– ¡Madeira! ¿Ya se comieron todo el pastel de Neiva?– preguntaba en voz alta para que el sonido de su voz atravesara las terribles notas musicales del violín. – ¡Madeira!– volvió a gritar.

– ¡Neiva se la llevó a casa de su novio!– le respondió sin dejar de tocar.

–Es una odiosa le dije que me dejara un poco...– dijo para sí mismo, le molestaba el egoísmo de Neiva.

Además desde hace algún tiempo no le agradaba la pareja de su hermana, era un aprovechado con ella, solo la quiere por las virtudes de su figura, Neiva una chica deportiva, le gusta mucho practicar el tenis cuando sus estudios en la universidad se lo permiten.

– ¡Iré a la pastelería a comprar algo! ¿Vienes?– preguntó el hermano mayor, la palabra pastelería fue como un conjuro mágico que paró el sonido del violín, Madeira bajó las escaleras del segundo piso de la casa como un cometa y se aferró al brazo de su hermano.

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