LIENZO 7
Mientras que forcejeaba contra Drogo con la mayor fuerza que mi cuerpo daba, me di cuenta que no podía gritar, era como si algo me lo impidiera. El rostro de él reflejaba un dolor indescriptible como si intentara controlarse ante lo que sus instintos les obligaba a hacer. Pero sin previo aviso, su actitud vacilante se transformó en una agresiva abalanzándose a mi cuello y mordiéndome. Me causó tanto dolor que un grito despavorido salió de mi boca no pudiendo reprimir unas lágrimas que rodaron por mis mejillas.
De la nada, un estruendo hizo que mis ojos, que poco a poco iban cerrándose, se abrieran de golpe. En menos de un minuto, Peter arrancó a Drogo de encima mía y lo estampó contra la ventana, rompiéndola en mil trozos. Yo me incorporé aterrada, sujetando mi cuello para detener la hemorragia, pero al ver a Peter con aquellos ojos rojos al igual que su hermano, sentí que algo dentro de mí se rompió, instalándose un miedo atroz.
La debilidad que sentía junto con el intenso pánico, hicieron que cayera al suelo con la cabeza girando y mi vista borrosa. Nunca olvidaré la mirada triste y preocupada de Peter llamándome y pidiéndome que volviese a abrir los ojos para él, que no quería que me dejase abandonar. No sabía cómo iba a mirarle cuando recobrara el sentido si alguna vez lo hacía.
Con una sensación de sopor, me desperté con cautela a causa del dolor punzante que se extendía en cada parcela de mi cuerpo. Un picor en el cuello provocó que mi mano tocara la zona sensible, encontrándome con una pequeña venda y un ligero respingo.
Tenía una laguna en la memoria, no me acordaba lo que había ocurrido, pero parecía una mordedura más que un golpe. La pregunta que se me formó en mente de manera instintiva fue: ¿Quién o qué me había mordido?
No podía formular conjeturas muy precipitadamente porque no poseía mi cabeza demasiado lúcida, por lo que la única solución era preguntarle a los Bartholy acerca del incidente que había sufrido.
Un leve crujido proveniente de la puerta me hizo girar sobresaltada. En Cuanto Nicolae me vio despierta, corrió hacia donde yo estaba con el rostro completamente cubierto de preocupación. Su voz temblorosa comenzó a preguntarme:
—Bella, ¿Estás bien?—Me preguntó completamente asustado. Sabiendo de la templanza de carácter de él, si se encontraba en tal estado significaba que era algo más bien grave.
Intenté respirar hondo antes de contestarle. Su mano se posó sobre la mía gentilmente sin borrar aquella arruga de recelo en su rostro. Necesitaba encontrar respuestas.
—Sí, estoy bien pero no sé qué pasó, me siento confundida.
—Saliste al jardín para pintar pero te atacó un lobo, por eso tienes una mordedura.
Aquella respuesta no me convencía, porque no recordaba haber salido de la mansión. Tenía ciertas lagunas, pero de eso estaba completamente segura. Comencé a rebuscar en los entresijos de mi mente para intentar encontrar alguna pista que pudiera ayudarme a recordar, pero era completamente inútil, una barrera invisible me bloqueaba por completo.
Nicolae comenzó a mirarme interrogante, como intentando descifrar lo que yo pensaba. Entonces me vino a la mente; era Drogo el que me había mordido.
Sus ojos rojos.
Sus labios rojos también por mi sangre.
Como si fuera...fuera...
No...no... ¡No podía ser!
Y Peter...Peter también tenía los ojos del mismo color.
Y los colmillos...esos colmillos...
Eran...Dios mío...¡¡Eran vampiros!!
Intenté no perder los nervios ante la revelación que se había esclarecido en mi mente para que Nicolae no sospechara. Necesitaba salir de allí a toda costa, no podía saber de qué podían ser capaces los hermanos con tal de silenciarme.
Aún poseía la baza de saber cosas de ellos, pero ellos no sabían lo que había descubierto. Tan solo tenía que fingir mi amnesia y hacer que me creía las palabras de ellos. Al menos hasta que lograse escapar de allí.
Quizás debía de volver a mi ciudad y olvidarme de mi nueva vida allí. Esa opción me parecía bastante atractiva pero mi galería se encontraba en esta ciudad junto con mi trabajo, así que no podía marcharme tan fugazmente.
Me parecía tan extraño que fueran asesinos sanguinarios, habían sido tan amables conmigo que no podía creer la forma en la que me habían mentido. Pero las personas siempre tienen un reverso tenebroso, aunque ellos no eran precisamente seres humanos.
Fue entonces cuando comprendí la actitud de Peter al pretender alejarme de él. Si quizás tenía un poco de respeto hacia mí, quiso apartarme de ellos para evitar que sufriera un accidente como el que me había sucedido en presencia de Drogo. Pero si él era inestable, no podría quedarme en la mansión porque podría matarme o convertirme en lo que ellos eran. Tampoco podía poner las manos en el fuego por Peter porque las razones de su advertencia podían ser otras diferentes y más egoístas. Quizás no quería que supiera su secreto porque entonces tendrían que hacer algo para que mi boca se mantuviera sellada. Y siendo vampiros acostumbrados a matar, mi destino no iba a ser demasiado idílico.
Mi silencio prolongado hizo sospechar a Nicolae. Él me miraba con cierta seriedad, pero con una intensidad que conocía bien cuando intentaba sondearme para así sacarme información, ¿Y si sospechaba algo?
Le sonreí con mi sonrisa encantadora sobre mis labios que siempre conseguía enrojecerlo, causando en él el efecto que quería. Sus mejillas eran menos pálidas y sus ojos metálicos brillaban como diamantes. Parecía haber conseguido una distracción.
—Nicolae, no sabes lo muchísimo que me has ayudado, me siento tan feliz que hayas cuidado tan bien de mí, pero necesito descansar—Le dije con voz melosa y tranquila. Por el momento, todo iba bien.
Nicolae me miraba embobado como si fuera un ángel bajado del cielo y se acercó a mí, dándome un beso en la frente. Al menos no iba a hacerme preguntas en el estado de completo nerviosismo en el que me encontraba y que hacía temblar cada extremidad de mi cuerpo. Finalmente suspiró y me dijo antes de marcharse:
—Está bien bella, te dejo descansar. Si me necesitas llámame.
Cuando se marchó y cerró la puerta, comencé a entrar en pánico, ¿Qué podía hacer, como podía escapar de aquí?
Si los mitos sobre los vampiros eran ciertos, tenían un oído muy agudo y una gran velocidad, por lo que el escape era completamente imposible y menos con tres vampiros en la casa. Pensé en la pequeña Lorie y se me congeló el alma, ¿Podía ser que ella también lo fuera?
Necesitaba marcharme de la mansión hasta verificar que no suponían un peligro para mí, aunque eso suponía alejarme de Peter y dejar de escuchar sus bellas melodías antes de dormir. Era cierto que, a pesar de la noticia, realmente no me sentía en alerta con ellos, excepto en presencia de Drogo. No podía poner la mano en el fuego porque no los conocía de demasiado tiempo, pero no veía maldad en sus corazones. Pensé fríamente en Nicolae y Peter; si ellos quisieran beber mi sangre, ya lo hubieran hecho, pero de momento no lo habían hecho y ,por añadidura, Peter intentó alejarme de él para ponerme a salvo.
No iba a abandonarlos por el momento, solamente intentar saber si mi seguridad se vería comprometida si me quedaba bajo el techo de ellos.
Albergaba la excusa de tener que ir a la galería, así que me daba tiempo a escaparme de la mansión. Me vestí con rapidez y tomé mi maletín de trabajo sin apenas prestar atención a mi aspecto. Había demasiado en juego para elegir cual sería el conjunto de mi funeral.
Sabía que sería extraño salir por la puerta cuando dije que descansaría así que pensé en decirle que me había llamado un cliente para recoger uno de los encargos pendientes porque no podía esperar por razones personales o de trabajo.
Respiré hondo varias veces para calmarme y no parecer una histérica. Ellos podrían detectar cualquier cambio en mí y no sabía cómo reaccionarían si supieran que yo lo sabía todo.
Bajé con el semblante relajado al recibidor para despedirme de Nicolae, pero no había nadie, así que me marché sin más resoplando completamente aliviada. Era el momento de echar a correr a un lugar donde no pudieran verme para pedir un taxi.
Para mi fortuna, no había demasiado tráfico y pude llegar rápidamente a la galería.
Había llegado más puntual que de costumbre, lo que me ayudaría a ordenar el caos de mi cabeza. No entrarían clientes hasta dentro de un buen rato así que aproveché para ir a la trastienda y echar un vistazo a los materiales que tenía en stock y así hacer inventario.
Cuando apunté lo que necesitaba y escribí varias notas para recordarme el encargarlo, decidí que era el momento de pintar un poco y así calmarme un poco. Fui directamente a mi tocadiscos para poner música optando por algo movido que activara mi decaído humor y tararear mientras que dejaba el pincel moverse alegremente por el lienzo.
El amor de una mujer, si no se recibe no se da. (Tic tac, si no recibe no se da)
Este es el mensaje que dejas
Estoy fuera de amor y es un hecho (Me dejaste, estoy fuera de amor y es un hecho)
Estoy segura que sonreirás, te tienes que ir
Eres independiente un hombre que crece después de todo.
Fuera de amor, deberá ser enviado más allá la la la la la...
Canté con fuerza liberando la tensión que tenía clavada en el corazón, intentando olvidar como aquella mirada verde se transformaba en una inyectada en sangre. Me sentía tan desdichada; la primera vez que caía enamorada de alguien y era un vampiro.
Pero pensándolo bien, no me resultaba en exceso extraño, ya que yo no era del todo normal. Los fantasmas no solo eran parte de mi pasado sino de mi presente y por desgracia, no se marcharían jamás. Lo que más me impactaba era su existencia real fuera de los libros ya que, si había criaturas extrañas fuera del mundo de las médium, las probabilidades que dieran conmigo eran elevadas.
Así que el querer enlazar mi vida con alguien semi humano o no humano no era algo descabellado. Pero no era momento de pensar en ello.
Quizás debía sincerarme con ellos o pedir explicaciones, pero me sentía tan asustada que no podía enfrentarlos por el momento. No podía enfadarme porque al igual que ellos yo también les había ocultado que no era una humana normal. Y aunque no era peligrosa, era un secreto a fin y al cabo.
Una voz carraspeó en mi espalda, lo que me hizo ruborizar de pies a cabeza ya que cantaba a pleno pulmón sin importarme nada. Me extrañaba que alguien hubiera entrado tan pronto a la tienda, pero no podía decirle nada porque estaba abierta sin ningún cartel de cerrado.
Me di la vuelta despacio y me choqué de lleno con unos bellos ojos dorados llenos de chispa. Su aspecto era de punta en blanco con el cabello moreno y rizado que caía más debajo de sus hombros además de una sonrisa sacada de una tienda de dulces. Una leve reverencia me hizo reírme suavemente.
-Buenas tardes señorita Morgan, venía por el puesto de trabajo. Sería un honor que me aceptase como su ayudante.
¿Es que aquí todos los hombres de Mistery Spell desprendían feromonas o algo?
Me quedé mirándolo por unos instantes y reaccioné cuando una sonrisa se asomó por sus labios. Parecía una adolescente en presencia de él, pero no podía evitarlo; era realmente atractivo, aunque no tanto como Peter. Agité la cabeza para concentrarme y le dije tras tragar saliva:
-Ah sí, si claro; siéntate y háblame de ti.
-Bueno, estudié historia del arte hace varios años y ejercí como profesor. Un tiempo después, comprobé que eso no me apasionaba, sino que lo que más me gustaba era el arte en sí mismo, por lo que comencé a tomar clases de pintura y escultura.
-Vaya, es fascinante, ¿Sabes esculpir?
Aquel chico asintió con una expresión feliz y relajada; habíamos conectado instantáneamente y la charla era realmente placentera. El tiempo iba trascurriendo sin darme cuenta; era un gusto encontrar a alguien que entendía mi pasión por el arte y sin duda era evidente que iba a contratarlo. Su forma de hablar y expresarse me garantizaría clientes satisfechos además de muchas más ventas que si yo me quedaba sola frente al cañón. Podía además adelantar trabajo mientras él recogía el estudio o atendía las llamadas, por lo que era perfecto y lo que era lo mejor, no estaría sola.
Le mostré todo lo que debía de aprender; debía atender las llamadas y los encargos de la gente que vinieran a la galería. Él terminó aprendiéndoselo todo, desde lo que debía hacer a cómo hacerlo y el catálogo de cuadros disponibles.
Había tenido el detalle de traerse un pequeño blog de notas donde hacía pequeños apuntes de aquello que podría olvidársele. Tenía una actitud de trabajo que realmente me cautivaba.
Eran casi las seis de la tarde y no me percaté de ello por mi misma sino porque el reloj de cuco de pared hizo una sonora entrada, por lo que era hora de cerrar e irse a casa. Me despedí de Sebastián y pedí un taxi; al menos había solucionado uno de los problemas que pesaba sobre mi espalda. No iba a volver a casa de los Bartholy sino a la mía propia; demasiado peligroso para volver por el momento.
Apagué el teléfono móvil porque sabía perfectamente que iban a llamarme para saber dónde estaba. Necesitaba esta noche para pensar en el siguiente movimiento que haría con respecto a los hermanos. Mi cansancio era de proporciones titánicas, pero quería hacer algo antes de irme a la cama.
Me descalcé y me cambié en el dormitorio desatando mi cabello pasándolo entre mis dedos para peinarme un poco y que no quedase demasiado alborotado. Tras ponerme la bata de estar en casa, decidí que leería un poco y aunque debía de comer, mi estómago no estaba muy por la labor.
Así que opté por no forzar por el momento y esperar un rato cuando me despejara del estresante día que había acontecido.
Tomé una botella de vino que no acostumbraba a tomar y la abrí, sirviéndome una copa. Con ella en la mano caminé hasta la estantería y tomé un libro, esta vez, de misterio.
"Asesinato en el Orient Express" fue mi elección sentándome en mi lugar favorito para leer unas cuantas hojas. Aunque mi cabeza me martilleaba a causa del estrés, me obligué a concentrarme para así hacer algo que me relajara antes de ir a dormir.
Pero la tranquilidad parecía no acompañarme, ya que comenzaron a llamar estruendosamente a la puerta. Pensando que era una emergencia abrí sin preguntar; fatal error porque podía ser peligroso.
Drogo me tomó en el aire y me puso de espaldas a la pared. Sus ojos eran dorados, por lo que, de momento, no había nada que temer. Su cuerpo temblaba en unos espasmos incontrolables; casi se podía decir que había perdido el juicio.
—¿Qué me has hecho Alice?¡Dímelo! —Me preguntó entre gritos. No comprendía qué demonios le había hecho porque más bien la que había sufrido un percance era yo misma.
—No sé de qué hablas Drogo...suéltame por favor.
Pero no se apartó de donde yo estaba, aplastándome más contra la pared bajo el peso de su pecho. Si no hacía algo pronto, terminaría probablemente muerta. Su vena vampírica parecía estar controlada, pero eso pronto podía dispararse. Me miré instintivamente el dedo que ahora permanecía vendado y supliqué que este hombre me dejase en paz.
—Tu sangre...tu sangre es diferente...—Susurraba con demencia. Aquello me dejó fría, helada como la piel de él.
—No entiendo lo que quieres decir Drogo...
Sus puños se apretaron ante mi contestación, ascendiendo el miedo que sentía en forma de punzadas que iban desde mis pies a mi corazón. Pero ahí seguía, estática con la mirada desafiante chocando contra la suya. Drogo agachó la cabeza y suspiró antes de explicarse.
—Tú...tú no eres humana Alice, no puedes serlo. Me has dado tal dosis de energía que pareciera morir del éxtasis del sabor de tu sangre. ¿Qué demonios eres?
Me quedé muda y comencé a temblar, dios mío que no me haga nada, pensaba una y otra vez. No podía creer como podía haber averiguado el mayor secreto que ocultaba con tanto recelo. Comenzó a inundarme el pánico, pero no me rendiría sin luchar.
Drogo estaba perdiendo la paciencia, sus ojos iban lentamente perdiendo su color tostado e iban tornándose más y más escarlatas. El monstruo que ocultaba poco a poco me mostraba la cara y eso me ponía en estado de alerta.
—Dime qué eres, ¡dímelo!; necesito saberlo—Comenzó a gritar de impaciencia, pero no iba a darle tal información porque estaba amenazándome con su forma vampírica. Iba a dejar clara mi posición para bien o para mal. Mi orgullo estaba por encima de cualquier cosa.
-—¡No Drogo, no voy a decírtelo!, no tienes derecho de venir a mi casa a tratarme como lo has hecho.
-—¿No lo entiendes verdad?, me volviste adicto a tu sabor.
Sus colmillos comenzaron a crecer mostrándose cada vez más puntiagudos. Temía que nadie pudiera protegerme de aquello; Nicolae y Peter se pensaban que yo seguía en el trabajo o en la mansión, pero no en mi casa. No habría manera posible que me encontraran antes de que Drogo me hiciera algo.
Justo cuando iba a morderme, un lobo comenzó a aullar por los alrededores, alertándole haciéndole cambiar la expresión a pura rabia. Las líneas de su cara se marcaron dándole un aspecto feroz que me intimidaba como nunca.
Él huyó por la puerta sin decir nada, como si aquel aullido fuera la señal de que debía de retirarse de aquel lugar, como una señal de peligro o advertencia. Todo pasó tan deprisa que no sé cuánto tiempo me quedé apoyada contra la pared completamente congelada y con la puerta de casa abierta.
Ni siquiera temía que el lobo que rondaba por la zona me hiciera una visita; lo veía menos peligroso que Drogo.
Ahora sabía que sí que estaba amenazada; mis anfitriones se habían convertido en mis cazadores y yo era una presa demasiado fácil porque no podría esconderme; ellos eran más rápidos y más fuertes que yo.
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