LIENZO 3
Tocaste mi alma y me dejaste a tus pies,
suspirando y con el corazón desbocado,
solo pensando en tus dulces brazos,
y es que la llama que se prende,
es fácil de apagar,
pero la llama del amor una vez encendida,
para siempre ardiendo está,
tus ojos misteriosos azotan mi cordura,
solo pienso en dejarme abandonar,
deseo que una vez y otra me vayas a besar,
y no me dejes, no me dejes suspirando,
es tan doloroso pensar que estoy en tus brazos,
y despertar sintiendo que todo era un sueño,
eres un espejismo, una imagen inalcanzable,
la llave que de mi cuerpo todo abre,
y con solo una palabra me dejas suspirando,
no me importa morir en tus brazos,
porque tocaste mi alma,
reviviste mi parte muerta y olvidada,
ahora solo quiero ser amada,
por ti.
A diferencia de los mortales normales y corrientes, nunca me levantaba de mal humor, sino que me levantaba al son de la canción que sonaba en mi radio, danzando en ropa interior. Ventajas de vivir sola y sin ningún vecino a mi alrededor, lo que me permitía poner la música al volumen que yo deseara sin importar la hora del día que era o bien tocar el violín a las tres de la madrugada si así se terciaba.
Eran las 8:30 de la mañana por lo que tenía una hora para arreglarme, desayunar y tomar un taxi para llegar con tiempo a la casa de los Bartholy. Comencé a rebuscar entre mis cajones mientras movía el trasero en un baile improvisado. Opté por un pantalón corto azul marino de tiro alto con un cinturón rojo, una blusa color rosa claro ceñida y unas sandalias con plataforma y dibujos de pájaros en azul y rojo.
Me coloqué mis pulseras de la suerte, las que me regaló mi madre cuando me gradué en el instituto y comencé en la universidad de Bellas Artes. La universidad a la que asistí fue la academia de música, danza y bellas artes de Plovdiv, mi ciudad natal.
- Me causa tanta gracia ver cómo la gente intenta decir el nombre de mi ciudad de nacimiento, casi siempre acabo riéndome sin compasión, aunque esté hablando en televisión-Dije en voz alta mientras que me ataba las sandalias. Era hora de desayunar, mi estómago está demasiado activo y me estaba comenzando a molestar
Bajé a la cocina y busqué en el armario mis amados cereales con frutas frescas, siempre he amado la comida saludable y colorida. Daba gracias a que por aquí había tiendas 24 horas, por lo que cuando me desvelé casi a las cinco de la madrugada y me ponía a pensar en la posibilidad de tener que buscar un lugar para desayunar, pensé que mejor aprovechar y salir a hacer una pequeña compra ya que había visto una gasolinera no muy lejos de casa, de hecho, muy cerca ya que vivía cerca de una carretera general.
El frescor de la madrugada me ayudó a relajarme y el caso era que la zona no parecía realmente peligrosa. Aunque admitía que mejor no jugar demasiadas cartas para que me tocara vivir algo de lo que me arrepintiese, por lo que las salidas nocturnas a la tienda quedaban exclusivamente por ser el primer día que comenzaba a vivir aquí y no quería morir de inanición.
Lo cierto era que pude encontrar absolutamente de todo, por lo que el desayuno sería más que completo y abundante.
Degusté aquella explosión de sabor llena de energía y tomé mi teléfono para llamar al taxi. Comenzaba a odiar depender de alguien para tener que llegar a cualquier sitio.
-Nota mental, comprarme un coche de una vez-Dije entre cucharadas. Una vez acabé de desayunar, enjuagué todo muy deprisa y me dispuse a salir no sin antes dar una pequeña revisión para comprobar que lo llevaba todo.
Tomé el bolso y mi maletín, el cual se desplegaba y se transformaba en un taburete perfecto para pintar. Estaba orgullosa del equipo de trabajo que me había costeado; había pasado muchos años probando una u otra marca de utensilios de arte y ya tenía seleccionadas mis preferidas; una de las razones por las que en mis cuadros siempre los colores tenían una vivacidad y colores realmente brillantes e impecables.
El timbre de casa sonó y me anunció la llegada de mi medio de transporte. Subí cargada hasta arriba de equipaje, pero no me atrevía a dejarlo en el maletero; mis instrumentos de pintura eran como mis hijos.
En tan solo diez minutos aparecí en la puerta de una gran mansión cuya estructura era tan magnífica que tuve que frotar mis ojos para comprobar que lo que estaba viendo no era una aparición fruto de mi imaginación. Lo extraño era que estaba muy cerca de mi casa y apenas me había dado cuenta.
La entrada era hermosa, con unas verjas de color negro cuya extensión era tal que la vista se perdía. El terreno era inmenso y los jardines que la rodeaban eran absolutamente hermosos. La luz reflejaba con devoción cada brizna de hierba y flor que allí había; era el sueño de toda pintora que adoraba pintar paisajes. La residencia parecía ser antigua, pero no había nada oxidado o en mal estado, todo parecía recién construido por lo que el mantenimiento era algo que de seguro se tomaban en serio.
No me quería imaginar el coste de las continuas reparaciones y restauraciones a las que tenía que estar sometida la mansión; ya solamente el tamaño del porche era más grande que mi dormitorio.
Mis ojos no paraban de moverse de un lugar a otro con gran devoción, olvidándome de avisar que había llegado. Justo cuando estaba agachada admirando un bello matorral de hermosas margaritas cuyo color nunca había visto, escuché un sonido detrás mío, pero le resté importancia siguiendo con mi mirada puesta en el contraste de color de aquella planta.
Eran tan hermosas que pensé que eran perfectas para dibujarlas, por lo que tomé mi polaroid y la fotografié con intención de pintarla en cuanto tuviera la ocasión. Una voz tras de mí hizo que casi se deslizase mi cámara entre mis manos:
-Se llaman gazanias-Dijo una voz a mis espaldas, haciéndome estremecer del susto.
-Oh Nicolae, que susto me diste. Discúlpame, pero me entretuve por culpa de tu bello jardín, es un pecado para un pintor-Le dije sonriendo.
Su sonrisa pasó de divertida a una que mostraba gran orgullo. Se le notaba tan cómodo en aquella antigua mansión y sus vestimentas ayudaban mucho a camuflarse en tan ostentoso lugar. Su bello pelo relucía al sol como perlas remojadas por el mar; no pude evitar pensar en hacerle un retrato. Como si él mismo me hubiera leído la mente, me preguntó:
- ¿Sabes hacer retratos, Alice?
Aquella pregunta me había pillado desprevenida, era como si supiera lo que pensaba y me dejó estupefacta, ¿Qué probabilidades había que supiese lo que estaba pensando?
Quizás era demasiado clara en mis pensamientos, por lo que dejé de preocuparme.
-Eh sí, pero no los vendo, me los quedo en mi cuaderno de bocetos. Para mí ese tipo de dibujo es más personal y por eso no me lucro de ello.
-Me parece tan admirable tu forma de pensar, eres bella, de buen corazón y tu alma de artista te añade aún más valor del que ya posees. Déjame decirte que es un grandioso honor tenerte en mi humilde hogar.
Aquella frase me hizo reír ya que, si teníamos que hablar de algo humilde, mencionaría mi casa no tal mansión cuya amplitud era tan difícil de medir.
-Este lugar no tiene nada de humilde, es simplemente espectacular. Deseo cuanto antes comenzar a trabajar, pero antes debo tomar unas fotografías del lugar para tomar ideas.
-Por supuesto señorita, siéntete libre de caminar por todos los jardines; mi hogar es tu hogar a partir de ahora.
-Mil gracias Nicolae-Le dije mientras se despedía de mí tomando una de mis manos y besándola sobre su dorso. Aquella muestra de cortesía me dejó tan impresionada que quedé totalmente congelada en medio de aquel jardín.
Mis piernas comenzaron a deslizarse por aquel lugar con la cámara en mis emocionadas manos. Tomaba fotos en cualquier bello rincón que encontraba, desde la hermosa fuente de la entrada, hasta los invernaderos de rosas que parecían encontrarse abiertos para mi fortuna.
Me asomé tímidamente al invernadero y observé la rosa más bella que jamás había visto. Era casi irreal y era perfecta para pintarla en la tranquilidad de mi hogar, por lo que no perdí ocasión de fotografiarla.
Cuando ya me inspiré lo suficiente, caminé hasta el jardín trasero donde se extendía una enorme piscina cerca de la entrada de casa, por lo que por la tranquilidad de la zona y la belleza, decidí comenzar a montar mi equipo.
Abrí la maleta y fui colocando el caballete en su respectivo lugar. Elegí el punto donde el sol jugaba más a mi favor y cuando el sol fuera descendiendo, me movería de sitio para aprovechar las sombras y así jugar con la profundidad de la pintura.
Pensé en el cuadro que comenzaría a pintar. Me imaginé dentro de aquel bello invernadero acariciando aquella bella y delicada rosa púrpura. Comencé a mezclar tonos para imitar a la mayor perfección aquel color y cuando lo tuve listo lo dejé a un lado y comencé a hacer el esquema del cuadro a lápiz.
El cuadro sería el invernadero visto desde mi perspectiva, es decir, desde la puerta. Pintaría varias enredaderas de rosales por las paredes de cristal de aquel lugar y justo en el centro, una mesita pequeña de cristal con una rosa solitaria, pero la más bella de aquel lugar.
Estaba tan ensimismada en el vaivén de mis pinceladas que no me di cuenta que Nicolae estaba a mi lado con un vaso de limonada. Su voz profunda acarició mi oreja:
-Hola Alice, tuve el atrevimiento de traerte un pequeño refrigerio; hace bastante calor y no deseo que te deshidrates.
-Eres muy amable Nicolae, mil gracias.
Él se quedó de pie en silencio observándome trabajar. Por el rabillo del ojo, observaba que él tenía los ojos puestos en mí y no en lo que estaba creando. Podía ver asomar una pequeña sonrisa y no podía evitar sentirme nerviosa en presencia de un hombre que emitía una seguridad que realmente era aplastante.
-Sabes, me encantaría tener el don de tus manos y poderte dibujar; dibujar tu hermoso cabello rojo a la luz de este bello sol, es tan espectacular los brillos que emiten que me quedo ensimismado. No puedo evitarlo y tengo que mirarte.
Aquel cumplido me dejó sin habla, nunca me habían dicho algo así. Mi tartamudez hizo acto de presencia por culpa de los nervios que se habían instalado en el ambiente.
-Gra...gracias, no me había visto nunca de esa forma-Le dije con timidez.
Él me tomó de las mejillas y me dijo.
-La belleza es capaz de plasmar la verdadera belleza de la naturaleza, por eso posees tan hermoso don. No te menosprecies porque la esencia que emanas es tan especial que cualquier hombre se daría cuenta.
Y justo cuando pensé que me besaría, me sonrió y se fue al interior de la mansión.
Desde luego la vida en Mistery Spell no se me presentaba aburrida y no sabía que pensar sobre aquellos enigmáticos hermanos.
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