LIENZO 29
ALICE
Sarah y Chris se marcharon a casa de ella ya que se encontraba mal y él no quería dejarla sola. Me alegraba que fueran tan cercanos; él parecía ser buena persona y a Sarah le tenía muchísimo cariño.
Le hice prometer que me fuera informando por teléfono de cualquier cosa que sucediera ya que, tras el suceso en el bosque, me sentía más insegura que nunca.
En el coche de vuelta a casa, todos hablaban animadamente y yo sentía que, por primera vez, encajaba en una familia. Aunque con mi madre me llevaba bien, el ocultarle lo que yo era me era realmente difícil. Por azares del destino, fui a parar en un lugar donde todos comprendían lo que era ser diferente, un lugar donde no me era difícil ser yo misma sin sentir un ápice de culpabilidad.
Si algo me pedía el cuerpo, era estar a solas con Peter. Se había deshecho en atenciones hacia mí, pero necesitaba más cosas además de simples caricias y besos inocentes. Mi necesidad de él crecía más y más, hasta el punto que, aunque no podía correr, estaría dispuesta a ello si con eso llegábamos antes a su dormitorio.
Cuando llegamos a la mansión, todos se bajaron antes que yo para ayudarme a bajar sin sufrir daños. Una vez en el suelo, Peter no me dejó caminar, tomándome en brazos para que yo no anduviera.
Alina fue la que tomó la silla de ruedas del maletero para subirme en ella. Y aunque me dolía mucho al caminar, no veía necesidad de usarla.
—No estoy paralítica Peter; puedo ir sola—Le dije fastidiada.
—Mientras que te cures no pondrás un pie en el suelo, querida. O mis brazos o la silla de ruedas, tú eliges.
—Pero...
Me interrumpió con un beso que me dejó ensimismada; odiaba esos juegos sucios.
Aquel mensaje les quedó claro a todos ellos, alejándose de nosotros rumbo al interior de la mansión. Nosotros hicimos lo mismo, dejándome en el salón en compañía de Alina y Jack.
Drogo y Nicolae fueron a la cocina cuchicheando algo que no pude escuchar, ¿Que tramaban esos dos?
—Voy a traerte algo de beber quédate aquí sentada y no te muevas—Me dijo Peter yendo tras ellos.
—Si deseas preguntarnos algo, puedes hacerlo—Me dijo la chica mientras se acomodaba en el sofá. Era un tanto áspera por lo poco que la había conocido, pero había algo en ella que la hacía digna de confianza. Comprendía cada vez más las razones por las que los Bartholy los consideraban como parte de su familia.
Finalmente, comencé a preguntarles.
—Bueno, simplemente me preguntaba que de qué conocíais a los chicos. Es evidente que esta amistad se remonta a hace bastante tiempo.
—Bueno, Alina y yo los conocemos de más tiempo en comparación con Chris, el cual lleva menos tiempo con nosotros porque es un vampiro bastante joven. Nos topamos con ellos cuando salimos una noche a cazar y vimos varios cuerpos humanos demacrados y llenos de marcas de colmillos. En seguida supimos que los que habían hecho aquello habían sucumbido a la sed de sangre—Explicó Jack.
—Los buscamos incansablemente y completamente en guardia, ya que sabíamos perfectamente como actuaban los vampiros que se encuentran con la sed de sangre. Los tres hermanos se encontraban en un estado lamentable, con la ropa rasgada y cubiertos de lodo y sangre. La respiración de ellos era muy agitada y sus pupilas, además de completamente carmesís, se hallaban dilatadas al extremo.
En aquella época, Lorie no se encontraba en la familia. Supimos que Víktor les dio la eternidad, largándose y abandonándolos a su suerte, aun sabiendo lo que podía suceder si no se ocupaba de esos vampiros jóvenes. Nos vimos en la obligación de cuidarles y enseñarles lo que debían saber, porque, ante todo, los vampiros tenemos el compromiso de cuidar a los humanos de nuestra oscuridad. —Explicó Alina.
—Y por eso os hicisteis tan amigos.
—Exacto, además nosotros nos encargamos de encontrar a vampiros recién convertidos que sufren de este problema y los ayudamos desinteresadamente. Sabemos lo que es padecer esa locura y por ello, no deseamos que nadie de nuestra especie la sufra o se exponga a ello—Dijo Jack con expresión triste.
—¿Y cuánto lleváis con Chris?
El semblante de ellos se tornó aún más serio; estaba claro que era un tema sensible.
—Chris siempre fue huérfano; pasó de familia en familia, pero no encajaba. Todos se asustaban de su condición y lo veían como un monstruo; siempre ha sido vampiro, desde su nacimiento. Su condición se manifestó a los ocho años, hasta entonces era como un humano normal, pero cuando se supo lo que realmente era, nadie quería tenerlo a su lado.
Alina suspiró y siguió hablando:
—Él pasó la mayor parte de su vida viviendo en un bosque como si fuera una bestia, alimentándose de lo que podía sin apenas ropa en su cuerpo. Cuando lo encontramos tan solo tenía 15 años y fue realmente difícil encauzarlo por el buen camino, pero lo consiguió con gran esfuerzo. Ha sido un orgullo para nosotros y lo consideramos más que un amigo.
Chris me recordaba a mí; eternamente solo sin encajar en ningún lado. No había sufrido tanto como él pero aquel sentimiento lo entendía a la perfección. No sabía el motivo exacto, pero deseaba conocerlo más; sentía como una conexión con él que no podía explicar.
Al ver una arruga de preocupación en la frente, Jack intentó tranquilizarme.
—Pero no te preocupes Alice, él ahora está perfectamente y aquello lo ha hecho ser el hombre fuerte y seguro de sí que es ahora, no te compadezcas de él; todos tenemos demonios que dominaron nuestra vida en algún momento—Me dijo Jack con una pequeña sonrisa.
Asentí con un poco de alivio al saber que al menos él ya no sufría, pero el pasado es difícil de olvidar y a veces nos azota con fuerza. Ahora aquellos desconocidos formaban parte de mi familia y estaba realmente feliz por ello.
Un carraspeo me hizo mirar hacia la puerta de la cocina y vi una enorme tarta sostenida por Nicolae; los tres me miraban sonrientes.
—Pero ¿qué es eso? —Les pregunté con sorpresa.
—Digamos que nos metimos a pasteleros; una vez al año no hace daño—Dijo Drogo con tono divertido.
Me sorprendí gratamente que, a primera vista, no solamente parecía comestible, sino que la decoración era bastante buena. Aquello me dio una profunda alegría, agradeciéndoles a todos los esfuerzos por hacerme sentir mejor.
Pero de entre todos los presentes, había alguien que faltaba y cuya compañía, necesité en el hospital.
—Nicolae, llama a Lorie; tengo que decirle la gran noticia, la he echado muchísimo de menos.
Esperaba que se lo tomara bien y que no pensase que el nuevo miembro de la familia iba a eclipsar la atención que provocaba en sus hermanos.
Porque vampira o no, seguía siendo una niña.
SARAH
Chris me llevaba en su coche a casa para poder descansar. Me sentía realmente abatida por el tema de mi hermano y la noticia de Alice me tenía bastante alterada. Deseaba estar con ella, pero no estaba bien para ello, no quería que ella sufriera mi estado porque el bebé no tenía culpa.
Se venían tiempos oscuros y lo podía presentir. Sebastián y yo éramos los protectores de Alice y por ello, sin importar lo que ella deseaba para su vida, debíamos de cumplir nuestro cometido.
La mano de Chris tomó la mía con suavidad al ver como las frotaba contra mis rodillas.
—No te preocupes, te ayudaremos a encontrar a tu hermano; te lo prometo. Pero debes de descansar, ha sido un día duro y hace poco has sido herida.
Era cierto, los hematomas que tenía en mi espalda y cadera habían sido provocados por el ataque de Sebastián. Al caer sobre la mesa, ésta se astilló y me provocó, además, numerosos cortes que dolían con furia.
A pesar de que no le dije nada, él sabía que me sentía dolorida. El que fuese tan atento y que se percatara de los detalles más pequeños, me hacía sentir segura.
Ese pensamiento me hizo sonreír, escondiéndome de la vista de él mirando por la ventanilla del coche. El movimiento del paisaje era terapéutico, dándome una paz que necesitaba con emergencia.
El tiempo con Chris había sido tan placentero que apenas me di cuenta que el motor se había parado, encontrándonos en la puerta de mi casa. Me pidió que no me moviera del asiento ya que él iba a ayudarme a bajar.
Tras abrir la puerta, me tomó de la cintura para ayudarme a caminar. Hubiera sido peor si no hubiera comido, ya que las piernas me fallarían mucho más, pero gracias a sus cuidados, me sentía mucho mejor.
Tras abrirme la puerta principal, me condujo a su interior con suavidad.
—Me quedaré contigo, no voy a dejarte sola y menos que aún sigue la época de celo. —Me contestó tras depositarme en el sofá del salón. Agradecía tanta atención, pero ahora que me encontraba en un lugar seguro, no era necesario que perdiese el tiempo conmigo.
—No te preocupes por mí, vete si así lo deseas.
Chris me miró fijamente y me tomó un mechón con dulzura.
—No deseo irme Sarah; déjame cuidarte.
No pude decirle que no y admitía que yo tampoco quería que se fuera. Aquella invitación era imposible de denegar, ¿Quién podría hacerlo? Necesitaba dejar de pensar tanto y despreocuparme por al menos un par de horas.
Sebastián sería muchas cosas, pero tenía la cabeza en su lugar. Volvería, como el buen Alpha que era.
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