LIENZO 28
https://youtu.be/9wxrB41PMhw
DROGO
Mientras todos celebraban la buena nueva, no pude evitar pensar en Amanda, mi adorada hija que tanto echaba de menos. Había pasado ya un tiempo y, aun así, dolía como el primer día.
Es algo que siempre había llevado dentro y que me ha provocado horribles pesadillas. A pesar de las tormentas que guardaba celosamente, no le conté a nadie mi estado melancólico y triste; siempre me escudaba tras una sonrisa o una broma cínica.
Le había permitido a los demás conocer una parte de mí un tanto ficticia; era cierto que siempre fui un mujeriego y un bufón, pero mi lado más serio nadie lo había conocido aún.
A veces, resquicios del Drogo comedido y maduro, sobresalía por unos minutos, pero inmediatamente lo guardaba todo de nuevo con mi habitual barrera emocional.
Tantos años me estuve martirizando acerca de lo que pasó; prometí que no tendría ningún hijo ni convertiría a nadie en el monstruo que soy, pero por desgracia la vida no quiso eso para mí.
Conocí a Lisa cuando era aún más alocado de lo que soy hoy. Recuerdo que eran los años 80 y fui a divertirme a la típica discoteca en patines ya que Lorie se había empeñado en que la llevara.
Ambos estábamos pasando una grata tarde en compañía, hasta que algo hermoso y comestible se me apareció ante los ojos.
Cuando la vi me gustó muchísimo y no pude evitar acercarme para hablar con ella; conseguir su número no fue difícil. Y como siempre, mi hermana desaprobaba mi comportamiento con una mirada molesta.
Nunca llegué a enamorarme de ella, pero admito que sí me atraía, ya que era hermosa de cuerpo y de rostro. Pasamos gratos momentos sin ataduras, cosa que le dije desde el primer momento para evitar malentendidos, pero entonces, algo sucedió que me marcó la vida.
Tras unos meses, la noticia del embarazo de Lisa me pilló completamente desprevenido, ¿Cómo era posible si era una simple humana?
Entonces comencé a sospechar que algo me ocultaba. Tuve claro que lo mejor era espiarla en las sombras para poder poner un poco de luz al asunto. Y eso hice una noche en la que supe que se quedaba sola en casa.
Me colé en su habitación sigilosamente, metiéndome dentro del armario donde podía verla perfectamente. Con calma, esperé a ver si encontraba algún comportamiento extraño y vaya si lo encontré.
Lisa se sentó en la cama con las piernas cruzadas y un diario encima de sus piernas. Su expresión era triste y amenazaba con derramar alguna lágrima. Tomó un bolígrafo y comenzó a escribir algo, en concreto, el nombre y apellidos de varias personas.
Justo cuando las cosas no podían ponerse más rocambolescas, ella comenzó a hablar con alguien a quién yo no podía ver. Contestaba a algo que estaba cerca de ella.
Entonces Lisa se levantó y comenzó a caminar en dirección al piso inferior, lo que me dio la oportunidad de ver el contenido de aquel diario. Eran nombres; multitud de nombres con fechas de nacimiento, causa de muerte y fecha de nacimiento.
Anoté toda la información que encontré en aquel cuaderno para investigar más a fondo en cuanto saliera de allí. Gracias a mis contactos, pude descubrir que la familia de Lisa era de las pocas familias de médiums que quedaban en la actualidad. Y eso explicaba por qué se quedó embarazada de un vampiro como yo.
Eso añadía más preocupaciones porque ella no tenía idea de lo que yo era y, además, no podía saber cómo transcurriría el embarazo. Había posibilidades de que el bebé naciera vampiro como yo y si eso sucedía sin contarle la verdad a Lisa, probablemente le daría un infarto.
Pero lo que más deseaba era que fuera humano, un niño o niña completamente normal que no tuviera que preocuparse por nada más que jugar y ser feliz.
Planeé día y noche como contárselo, pero desgraciadamente no llegué a tiempo. Lisa se puso de parto dando a luz a una preciosa niña de cabello rubio e incipientes hoyuelos en las mejillas. Nunca olvidaré el tacto y el aroma de mi hija, el cómo mi corazón vació se llenó de golpe.
Sin darme cuenta, el tiempo fue pasando y mi hija ya tenía 5 años. Todos estábamos tan apegados a ella, la adorábamos con toda el alma. No pasaron demasiados días hasta que tomamos la decisión de que Lisa y mi hija se vinieran a vivir con nosotros a la mansión. Si era completamente sincero, nunca amé a Lisa, pero mi cariño era el suficiente como para respetarla y criar juntos a nuestra hija con la mayor paz que pudimos.
Los posteriores años no fueron sencillos ya que yo mismo me obligaba a no salir con ninguna mujer. Mientras tanto, Lisa aprovechaba que ambos compartíamos un vínculo para intentar que fuésemos más que amigos, pero más allá del sexo, no deseaba más de ella.
Le imploré que entendiera que le tenía un enorme cariño pero que nunca podría ser algo serio para mí. Eso le provocó mucho dolor y algunas peleas que intentamos solventar y que mis hermanos también intentaron suavizar por el bien de la pequeña. Algunas noches salía con mis amigos y venía alguna chica, cosa que despertaba los instintos más bajos que tenía. Había pasado mucho tiempo desde que estuve con alguien, por tanto, a veces echaba una cana al aire. Y de eso siempre se enteraba Lisa.
Para añadir más problemas, la verdadera naturaleza de mi hija salió a la luz. Ambas se encontraban en la misma habitación cuando algo terrorífico transcurrió tras sus puertas. Unos gritos nos alertaron y nos hicieron correr hasta ellas, encontrándonos una escena que me dejó completamente frío.
Lorie lloraba fuera en el pasillo, temblando como nunca la habíamos visto. Le pedí por favor que me dijera qué sucedía y entonces ella, me miró a los ojos:
—Amanda la atacó, atacó a Lisa. Ellas ya no están...
El olor a sangre se hacía más y más potente conforme Nicolae abría la puerta. Todo, absolutamente todo, estaba teñido de rojo y el cuerpo de mi hija y de Lisa, yacían una sobre la otra.
Amanda tenía clavado un abrecartas en el cuello mientras que el rostro desencajado de Lisa, dejaba claro lo que había descubierto antes de morir.
En las muñecas de ella, sus venas se hallaban abiertas. Quizás ella decidió terminar con todo porque no pudo soportar la verdad y el haber matado a su hija.
Porque, aunque fuera un monstruo, era nuestra pequeña.
Aquella noche el poco corazón y humanidad que tenía, se fue con ellas. Y desde ese día, decidí no hablar más sobre lo que sucedió. Ni siquiera sé dónde ambas están enterradas.
Pero ahora mi hermano iba a tener un hijo, justo como a mí me pasó, pero ambos estaban unidos y se amaban con veneración. Sabía que ellos serían unos magníficos padres y yo sería el mejor tío del mundo, protegiendo a mi sobrino o sobrina de todo lo que nos viniese encima.
Tenía experiencia y lo aprovecharía como fuera para evitar que se repitiera la misma historia que me sucedió a mí.
Mientras miraba por la rendija de la puerta a Peter y Alice llorar abrazados acariciando el vientre donde mi sobrino crecía, no pude evitar llorar, pero no de tristeza sino de alegría. Una nueva vida llegaría a nuestras vidas y nos demostraba con ello que siempre existe la esperanza.
SARAH
Las consecuencias que se avecinaban tras la noticia del embarazo de Alice, iban a ser terroríficas. No podía imaginar cómo demonios encajaría mi hermano tal cosa.
Recordé su actitud hace unas horas, cuando vino corriendo a casa con intenciones de acostarse con Alice y cómo huyó despavorido sin inmutar un solo sonido. Pero ahora, ya iba comprendiendo las razones de su actitud.
No solamente Alice iba a tener un hijo con otro, sino que además ese otro era un vampiro. No es que odiásemos a los vampiros, sino a los Bartholy. Aquella familia estaba contaminada y eso lo sabíamos demasiado bien.
Mi preocupación creció hasta sentir miedo, ¿Dónde estaría mi hermano? ¿Volvería pronto a casa?
Tomé el bolso rebuscando en su interior para dar con mi teléfono. Marqué como pude su teléfono, pero, como imaginaba, él no me respondió.
Eso me provocó llorar desconsoladamente, intentando respirar sin hiperventilar con muy poco éxito. Sebastián era demasiado temperamental y más durante las épocas de celo.
Y eso iba a ser su perdición.
Las piernas comenzaron a pesarme, y me sujeté como pude al respaldo de uno de los asientos de la sala de espera. Pero antes de caer, unos brazos me rodearon con ternura. Una descarga extraña, me sacudió de pies a cabeza, bajando la mirada hacia las manos que me mantenían en un cálido abrazo.
Pude ver una serpiente en el dorso de su mano, que se enroscaba en su muñeca. La memoria me hizo recordar; era aquel chico que me agradeció haberles ayudado contra el doble de Peter. A pesar de su aspecto feroz, me había mostrado una parte de él que me dejó completamente desconcertada.
Tras girarme lentamente, tomó mi cara entre sus manos y me preguntó con cara preocupada:
—¿Qué te ha pasado?
No supe si era por la intensidad de su voz o porque me tenía sujeta, pero mi voz no podía salir adecuadamente de mi boca. Me sentía profundamente ridícula pero no podía hacer mucho más.
Aquel hombre, me intimidaba.
—Yo...yo no sé dónde está mi hermano...no coge el teléfono y no sé dónde buscarlo—Le dije derrumbándome de nuevo. Él siguió abrazándome con fuerza, mientras acariciaba mi espalda crispada por el miedo. Era terapéutico y me calmaba tanto a pesar de mi estado.
—No te preocupes; lo buscaremos todos juntos, él estará bien, te lo prometo.
Él me miró con una sonrisa reconfortante y a pesar de las lágrimas, me sentí con un poco de esperanza y en cierta manera le creí.
—¿Puedo saber tu nombre?, quisiera dejarte de llamar hija del Alpha.
—Me llamo Sarah.
—Yo soy Christopher, tu nuevo aliado—Me contestó con una sonrisa radiante, mostrándome sus colmillos. Me sentía evaluada de pies a cabeza, pero no de forma sexual sino como si quisiera verificar si estaba realmente bien.
Él me siguió mirando durante varios minutos y finalmente me tomó de la mano.
—Ven, necesitas comer algo y beber; vamos a la cafetería.
Casi parecía más una orden que una sugerencia, lo que me hizo soltar una ligera risa. Él me miró de reojo, guiñándome de forma amistosa.
Y tomados de la mano caminamos por aquel pasillo.
ALICE
Nunca en mi vida tuve tantas atenciones como las que estaba recibiendo desde que mis ojos se abrieron, ni siquiera cuando tuve la varicela de niña. Era casi cómico ver a todo un ejército de vampiros ocupándose de una humana moribunda como yo, pero no iba a negar que me gustaba.
Me hacía feliz observar como todos ellos, aunque eran hombres duros, también poseían su corazón suave como algodón de azúcar.
Y el rey de las atenciones, por supuesto, era Peter.Me recolocó la almohada mínima siete veces, acarició y besó mi barriga quizás cientos de veces y sus ojos no dejaron de estar sobre los míos. En cuanto me estiraba y emitía un quejido, sus ojos se tornaban del color del fuego debido a la enorme preocupación que sentía.
Me vi tentada en decirle al doctor que tuviera a mano el reanimador cardíaco, pero claro, ¿Cómo le iba a explicar que mi pareja era un ser cuyo pulso era prácticamente inexistente? Y aunque eso lo sabía, no cesaba en la preocupación de que realmente le diera un infarto y, ¿Muriese?
Mi forma de filosofar me hacía cuestionarme ciertas cosas ahora que estaba realmente enlazada con un vampiro. Y mientras tanto, mi estómago se llenaba de cientos de platos que Peter tenía la amabilidad de traerme.
Él lo supervisaba todo, incluyendo como las enfermeras me administraban los medicamentos. Si no lo hacían con el debido cuidado, él las miraba como si fueran la última hamburguesa del desierto.
Y admitía que esa parte de él, me daba un poco de miedo.
Pero lejos de ese carácter y esa posesividad, era inmensamente feliz por saber que íbamos a ser padres. No iba a negarlo, me hallaba completamente aterrada porque sentía que era demasiado joven y no estaba preparada, aunque estaba segura que ambos lo podíamos superar y conseguirlo.
Y de seguro a Lorie no le importaría demasiado tener a alguien con quien jugar. Eso me hizo pensar más en ella y en las ganas que tenía de estar rodeada de su compañía.
Pero eran cuestión de unas pocas horas; pronto estaría de vuelta a la mansión.
El médico vino a la habitación con una silla de ruedas y una carpeta en la mano. Aquello me hizo sentir un profundo alivio ya que eso significaba que mis horas en el hospital estaban contadas.
—Señorita, le hemos hecho muchas pruebas y hemos comprobado que el bebé no ha sufrido daños. Usted y su hijo están perfectamente, pero debe tener cuidado con los puntos para evitar que se le abran o que tenga una infección. Pueden regresar a casa.
Apenas pude asentir cuando Peter me tomó en brazos para colocarme en la silla de ruedas. Mi piel se quejó ante la sutura fresca de mi estómago; era sencillamente incómodo a la par que doloroso.
Salimos de la habitación, echando un vistazo al pasillo donde todos estaban hablando y discutiendo sobre lo que sería el bebé y la eterna guerra de nombres. Cuando nos vieron, todos me sonrieron y abrazaron suspirando de alivio al saber que todo estaba bien.
—¿Dónde está Chris? —Preguntó Peter.
Todos quedaron callados sin saber que contestar; se había esfumado. Aunque no era extraño, ya que era un hombre tremendamente reservado.
—Quizás está fuera—Dijo Alina.
Irremediablemente, todos caminamos rumbo a la salida sin él; quizás necesitó salir a cazar, por lo que no me preocupé demasiado. Pero entonces, una voz ligeramente familiar, me hizo girar la cabeza, encontrándome con alguien inesperado en una compañía inesperada.
—Esperad, Sarah está ahí.
Al entrar en la cafetería, nos quedamos atónitos ante la escena que se desarrollaba. Sarah y Chris hablaban animadamente poniéndose carantoñas.
Casi podía olfatear las hormonas de ellos, danzando e impregnando el ambiente.
Y por la respuesta de Jack, era evidente que no era la única que se daba cuenta.
—Joder, otros dos pastelitos empalagosos—Dijo Jack fingiendo una arcada.
Yo sabía que detrás de tanta broma, se escondía un sentimiento de envidia. Lo mejor era dejarlos a ambos para que se siguieran conociendo, pero el objetivo de pasar desapercibidos fue en vano cuando todos no pudimos evitar reír ante lo que Jack soltó por esa maquiavélica boca.
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