LIENZO 22


ALICE

—Es increíble como tocas—Dijo una voz conocidas tras de mí.

Sebastián me miraba con una enorme sonrisa apoyado en el marco de la puerta. No me había fijado en el tamaño de sus brazos o pecho, pero ahora en tirantes parecía ser enorme y me intimidaba. Desde que trabajaba para mí, estaba acostumbrada a verlo con traje o bien con ropa elegante, pero ahora esa faceta tan relajada me resultaba extraña.

También la situación no era precisamente normal, porque aún no me habían explicado las razones de mi estado tan aletargado y lo que había pasado anoche en la galería.

Mi memoria no funcionaba adecuadamente; lo que estaba segura es que el último sitio que visité era la galería. Quizás fui a comprobar si había trabajos pendientes para entregar o bien para comenzar a organizar, no estaba demasiada segura de las razones.

Lo que debía de hacer era avisar a Peter de que me encontraba en buenas manos y que, mañana por la mañana, volvería a la mansión. No quería que se preocupase; la situación con ambos hermanos ya era demasiado crítica como para añadir más problemas o preocupaciones.

Antes de hablar, Sarah me interrumpió:

—Alice, ¿Por qué no te das un baño relajante?, mi hermano y yo prepararemos algo rico para que comas.

Su gran sonrisa me convenció; Sarah siempre había sido muy atenta conmigo actuando como una hermana mayor y eso me conmovía.

Ella me tendió varias toallas y se fue del baño.

Mientras miraba el agua correr notaba una sensación extraña dentro de mí, como si algo malo estuviera pasando o estuviera a punto de pasar. Quizás era el cansancio o simplemente que me estaba enfermando, pero no podía evitar pensar en lo extraño que era estar en casa de Sarah y Sebastián y no recordar nada de lo que pasó la noche anterior.

Sumergí mi rostro quedando bajo el agua, liberando poco a poco mis pensamientos. De pronto, la imagen de mi madre surgió en la mente, pero esta vez, la observaba dentro de una cápsula extraña sumergida en un líquido azul claro. Su expresión era neutra y apenas tenía color en sus mejillas, parecía estar dormida. Levanté mi mano para intentar alcanzarla con el corazón acelerado; aquello parecía tan real.

Entonces comencé a quedarme sin aire y me senté violentamente en la bañera, desapareciendo aquella imagen de mi mente y dejándome una sensación de inquietud.

En algunas ocasiones no comprendía bien el alcance de mis capacidades, aunque tampoco tuve en mi vida alguien que me enseñase. No había nadie de la familia tanto de mi padre como de mi madre que se pudiera quedar conmigo porque, según la policía que investigó el asesinato de mi madre, no tenía más familia.

Y así pasé a manos de Rebecca, sin mayores explicaciones.

DROGO

Los chicos y mi hermano corríamos en dirección a la galería para buscar a Alice ya que hacía varias horas que no había vuelto de allí. No me cogía el teléfono, de hecho, comunicaba como si estuviera apagado o no hubiera cobertura, cosa que comprobé en el pasado que el lugar sí que tenía.

Ella era puntual siempre y nunca abandonaba su teléfono debido a su profesión, así que comencé a sospechar que algo grave había sucedido. No podía olvidar que la situación en la que la ciudad se iba sumergiendo era crítica; la Organización había vuelto y Mía parecía conspirar en nuestra contra.

Aunque ella dijera que tenía un ayudante y no estaba sola, un vulgar humano no tenía nada que hacer frente una organización preparada y una vampira psicópata.

Desde el día en que Mía se convirtió, me estuve culpando cada instante, cada noche. Aquella maldición la había extendido y en cierta forma, yo era como Víktor y eso lo odiaba, no quería tener ningún tipo de similitud con él.

Al llegar a la galería vi las luces apagadas y no había nadie. Lo extraño es que seguía abierto y eso era preocupante, lo que indicaba que Alice aún seguía allí o bien había escapado.

Comenzamos a buscarla por todas partes, pero la sospecha de que algo la había hecho abandonar el lugar, me hizo plantearme la posibilidad de que la Organización o Mía la hubiera encontrado. En cualquier caso, el peligro era máximo.

—No....no pueden habérsela llevado...—Dijo Peter con tono desesperado. Su mirada pasaba del color de las esmeraldas al de los rubíes provocado por una mezcla de sentimientos que le hacían sacar su lado vampírico de protección. Puse mi mano sobre su hombro, apretándolo ligeramente.

—Hermano no te preocupes, la encontraremos.

Alina llamó nuestra atención y todos la miramos interrogantes. Con una señal, nos acercamos a ella:

—Eh, encontré algo—Dijo extendiendo una chaqueta colocada en una silla; aquella chaqueta no era de Alice, era demasiado grande y no parecía del estilo de ella.

El rostro de Chris se contrajo en una mueca de sorpresa y profunda ira en cuanto aspiró el olor de la prenda.

Su mirada se tornó roja al igual que la de mi hermano, sentenciando lo que circulaba por su mente.

—Los lobos la tienen...se han atrevido a tocarla.

Un rugido proveniente de la garganta de Peter nos hizo estremecer a todos; los días de aquellos bastardos estaban contados. Al haber metido las zarpas en nuestros asuntos, la cláusula de paz entre ambas especies, había sido rota. Aquella neutralidad que prometimos un día, se había anulado por haber traicionado nuestra confianza.

SARAH

Miraba con seriedad a mi hermano mientras que hacía unas magdalenas y él preparaba un batido para Alice; se le veía muy serio y, aunque era algo normal en él, lo que no era típico era su nerviosismo. Sus manos temblaban sin cesar, tropezando casi cada cosa que se le pusiera por delante. También comprendía que era un día complicado y que, como añadido, él tenía una hembra por la que estaba loco justo en la época de celo.

Era hora de hablar sobre lo que haríamos. Carraspeé ligeramente y comencé la conversación:

—¿Cuál es el plan? —Pregunté.

—La época de celo comienza en unas horas y yo ya estoy notando el efecto. En breve me iré porque pondré en peligro a Alice; siento su olor por todas partes y mi cuerpo cada vez reacciona más violentamente. Mi plan es que todos los hombres queden atados a los árboles con esposas de titanio para evitar escapar. De esa forma no podrá llegar nadie a casa y haceros daños a vosotras o a cualquiera de las mujeres del clan que estén sin pareja.

Era desgarrador que cada vez que llegábamos a esta fatídica época del año, aquellos lobos que no tenían a su pareja debían de someterse a sus más oscuros instintos, pero eran un verdadero peligro cuando los instintos azotaban. Las mujeres tenían más necesidad de tener sexo, pero, sobre todo, de quedarse embarazadas. Por esa razón, era la época de mayor número de embarazos en el clan.

Los hombres por su parte, agudizaban su capacidad olfativa para detectar a aquellas que se encontrasen en estado óptimo de ser inseminadas, ya que el resto de mujeres emparejadas poseían otro tipo de olor al estar unidas a otros lobos.

Y aunque Alice no era una mujer lobo, eso no era impedimento para que olieran a una hembra joven. Ella no era una simple humana, sino que era una médium, una criatura muy vinculada a nuestra especie y que venerábamos desde hace muchos siglos. Y para más dificultad, el Alpha de nuestro clan estaba profundamente enamorado de ella, por lo que él sería terriblemente susceptible a intentar copular con ella.

Sebastián miró su reloj y se dirigió a mí con una expresión desesperada y la mandíbula apretada. Por su aspecto, me indicaba que ya no podía aguanta más estar en la casa.

—Debo irme, necesito prepararme y preparar a todos. Las demás hembras se encargarán de ir atándonos ahora que no somos un peligro, pero tú te quedarás con Alice porque no puede estar sola. Eres fuerte y sé que la defenderás de cualquier cosa que suceda. No importa lo que tengas que hacer y contra quién, hazlo.

Supe que esa última frase también iba dirigida a él. Si se sobrepasaba, me daba el permiso de detenerlo de la forma que fuera.

—Entendido hermano, espero que no sea doloroso para ti.

—Va a ser como sentir el sol devorándome las entrañas, pero es algo que voy a tener que pasar hasta encontrar a mi pareja.

ALICE

El baño me había sentado realmente bien; las energías emergían poco a poco gracias al agua caliente unida a una cómoda estancia. Pero no podía quedarme durante todo el día dentro de aquella bañera como si fuera un pez. Además, ésta no era precisamente una visita de cortesía, porque había aparecido repentinamente aquí cuando la noche anterior estaba en la galería a punto de cerrar.

Tras colocarme una toalla, caminé hasta el cuarto, encontrándome ropa limpia y nueva encima de la cama. Encima de aquel montón de ropa había una nota que decía:

"Baja al comedor que tengo algo rico de comer"

Sonreí y me vestí con rapidez; lo cierto es que me dio un buen antojo de dulce. Aun no entendía nada de lo que estaba pasando, pero no podía negarme ante tal tentadora oferta.

En breve tiempo gracias al olor que desprendía, encontré un enorme batido y varias magdalenas sobre la mesa del comedor. Tenían una pinta espectacular y mi estómago dio una prueba de ello.

—¡Hola preciosa! ¿Te sentó bien el baño?

—Sí, estupendamente, pero hay algo que debo pedirte. Necesito llamar a Peter y decirle que estoy bien y que estoy aquí. Pero debo de volver a casa cuanto antes porque tengo mucho que hacer.

Ante mi petición, la sonrisa de Sarah se desvaneció repentinamente, mostrando una gran incomodidad. Su negativa me dejó fría.

—No Alice, aún no puedes volver; no es seguro para ti.

—Sarah, ¿Qué estás diciendo?, es mi casa y debo volver.

Emitió un suspiro triste, dejándome con más preguntas que respuestas, ¿Qué clase de secreto escondían ella y Sebastián?

Ella me tomó de la mano y me dijo:

—Alice, allí eres un peligro. Tu sangre es muy codiciada por tu condición de médium, los vampiros la huelen a kilómetros, por esa razón no puedes quedarte allí. Además, que...

—¿Qué...que Sarah?...

—Pueden dejarte embarazada.

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