LIENZO 15
—¿CÓMO SABES EL NOMBRE DE MI HERMANA, ALICE? —Me gritó con violencia. No pude evitar encogerme del pavor que se arremolinó en mi interior al escuchar la dureza de sus palabras.
El verle en aquel estado tan feroz completamente opuesto a su pacífico semblante, me pilló completamente desprevenida, pero sus hermanos no parecían sorprenderse de ello.
Drogo se puso de pie y cogió a Nicolae por los brazos para evitar que intentara hacerme daño. No comprendía la agresividad de él ya que de lo que siempre se caracterizaba era de su templanza. No era de los que perdían los estribos ante nada, razón por la que se consideraba algo así como el patriarca de la familia, al tener una figura paterna ausente.
Por primera vez, veía una faceta en el más joven de los hermanos que me sorprendió. Con gran maestría, calmó a Nicolae depositándolo de nuevo en su asiento y obligándolo a que respirara hondo.
—Tranquilo hermano, ya llegará el momento de que Alice se explique. Sigue hablando, es importante para ella para que nos entienda.
Nicolae respiró hondo, asintiendo y recolocándose de nuevo en la silla. Su mirada había vuelto a ser casi tan serena como estaba acostumbraba, aunque el ligero movimiento de sus pupilas me indicaba que seguía un poco tenso.
Cruzó sus manos, poniendo los codos en la mesa y me miró fijamente a los ojos. Prosiguió con su relato como Drogo le había recomendado.
—Al llegar por la mañana a casa, escuché a mi madre llorando como si algo grave hubiera pasado. Corrí hacia donde escuchaba el desgarrador llanto y vi a mi padre colgado del techo del cobertizo. No sabíamos el motivo por el que lo había hecho, solo sabíamos que mi hermana y mi prima habían desaparecido. El pueblo entero las buscó, pero yo fui el que las encontró; ellas estaban flotando en el rio con un disparo en la cabeza cada una. Tomé los cuerpos de ambas y los cargué con el alma destrozada...y maldiciendo el alma corrupta de mi padre. No sé cuántas veces...cuantas malditas veces renegué de mi sangre. Fue una terrible época, tan dura que no se me ha olvidado a pesar de los años.
Lo peor es que, cuando volvimos del entierro de mi padre, fui al despacho de él para deshacerme de todo lo que me recordara a su persona. De esa forma di con un diario escondido en un doble fondo oculto de uno de los cajones del escritorio; era un diario enfermizo donde mi padre decía que le gustaban las niñas, que le excitaban sobretodo mi prima.
Entre las hojas de aquel diario, encontré el motivo por el que aquella noche había enloquecido: él descubrió que mi madre le era infiel. Desde aquel día, dejó de ser ella misma; no comía y enfermó. Desde que mi hermana murió, mi madre no volvió a mirarme a los ojos.
Pocas semanas después, mi madre murió y yo me quedé solo. Di las gracias a que Sienna estaba a mi lado, era la chica con la que salí aquella noche. Desde que pasó lo de mi hermana, cada noche me sentaba en el asiento del despacho de mi padre con la pistola de mi abuelo delante, jugando con el tambor del arma. Aquella arma había matado a lo que más quería.
Pero parecía que la vida comenzó a apiadarse de mí, ya que Sienna se quedó embarazada unos meses después.
Nicolae sonreía y lloraba con fuerza mientras sujetaba la copa con fuerza.
—Iba a ser un niño...un hermoso niño, pero...ella murió en el parto y mi hijo nació muerto.
—Dios santo Nicolae, no sabes cuánto lo siento...
Tomé su temblorosa mano y le dediqué una mirada cargada de pena y comprensión, pero siguió hablando sin mirarnos a ninguno de nosotros sino a un punto fijo.
—Yo...yo no me permití amar a nadie más desde entonces...sería corromper el recuerdo de Sienna y no lo permitiré. Aquella noche...aquella noche que ella se marchó, volví al despacho de mi padre, con el arma que se llevó la vida de mi hermana y la tomé en mis manos, poniéndomela en la cabeza, pero unas frías manos tomaron las mías y evitaron que apretara el gatillo. Aquel misterioso hombre me prometió que jamás volvería a sentir dolor, que me daría el poder de que nadie amado se marchara jamás de mi lado y yo acepté preso de la locura que me atormentaba.
Ni siquiera pregunté cómo era posible algo así.
Me acerqué a Nicolae y le di un abrazo para poder mostrarle que contaba conmigo para llorar si alguna vez lo deseaba o lo necesitaba. Por primera vez, él se dejó ir, dejando atrás su semblante seguro e imperturbable, dejando pasar las emociones que él guardaba celosamente en su interior, quizás para guardar las apariencias de que él era alguien tan sólido que, pasara lo que pasara, sería capaz no solo de aguantarlo sino de encontrar la solución a cualquier tipo de problema. Ahora era un hombre herido por las heridas del pasado, que se permitía que su lado humano saliera a la luz y le proporcionara un poco de paz.
Me preguntaba cuándo fue la última vez que se había permitido liberarse.
Miré a Drogo y Peter; ambos estaban realmente serios. Aquello me indicaba que la charla acababa de comenzar y temía más detalles escabrosos en el pasado de ellos.
—Creo...creo que me toca a mí—Dijo Peter.
Cuando Nicolae se calmó de nuevo, volví a mi asiento. La eterna melancolía de Peter volvió a su bello rostro. Deseaba acunarlo contra mi pecho pero debía de dejarle expresarse con total libertad. Ellos deseaban darme respuestas y yo estaba dispuesta a escucharlas.
—Yo provengo de Italia, de una ciudad bañada por la dulce melodía de piano y las sonatas. Siempre había amado la música, hasta mi madre decía que parecía tocar un instrumento dentro de su barriga. Mi madre era madre soltera; se quedó embarazada de uno de los clientes para los que ella trabajaba; era prostituta de lujo.
A pesar de aquella vida tan difícil, a mi hermano Adrien y a mí siempre nos dio una vida y estabilidad bastante buena. Yo desde pequeño me dediqué a la música en cuerpo y alma, consiguiendo becas para estudiar, por lo que mi madre no necesitaba costearme la educación.
Mi hermano, en cambio, era un mujeriego y nunca estaba en casa. Se metió de lleno en el mundo del opio y las drogas, viniendo drogado y borracho a casa casi cada noche.
Siempre ocasionó más de un problema a mi madre; ella tenía suficiente en sus espaldas para aguantar a mi hermano y su mala vida.
Entonces, ella se enamoró de un cliente y se fugó con él, abandonándonos a mi hermano y a mí porque no soportaba más quebraderos de cabeza, por lo que tuvimos que luchar para sobrevivir. Lo que yo ganaba como profesor de piano, él se lo gastaba en drogas y mujeres sin importar que apenas tuviéramos para comer.
Tuve que lidiar no sé por cuánto tiempo con aquella situación.
Pero entonces, mi hermano cometió un error que le costó la vida; le debía dinero al que le proporcionaba el opio y fue a casa a buscarnos. Cuando baje de la habitación vi como aquel hombre le disparaba a mi hermano en la cabeza y caía desplomado. Corrí a intentar parar la hemorragia pero era imposible; había muerto en el acto.
La rabia se apoderó de mí y no sabía que hacer...estaba perdido, pero entonces, aquel hombre encapuchado me prometió tantas cosas que...acepté.
—La historia se repetía...—pensé, mirando de nuevo a Nicolae que permanecía con la cabeza agachada sin perder detalle del relato de su hermano.
A pesar del tiempo que había pasado, aquellas heridas que tapaban con maestría latían con fuerza en aquellos corazones muertos. No sabía que le había pasado a Drogo, pero no se le veía con fuerzas para hablarme de lo que él le pasó, por lo que decidí preguntarle algo más a Peter para darle tiempo a prepararse.
—¿Cuantos años tenía tu hermano?
—Mi misma edad, éramos gemelos.
De un salto me puse de pie, recordando aquel joven idéntico a Peter en el aparcamiento del centro comercial. Entré en pánico; no podía ser que estuviera vivo.
Comencé a temblar y llorar con fuerza de forma desesperada. Peter me miró entre asombrado y asustado por mi reacción tan inesperada. No lo culpaba.
—Eh..Alice, Alice...dime que pasa, me asustas—Me preguntó mientras intentaba llegar hasta mí.
Corrí a toda velocidad sin poder hablar o explicarles lo que me rondaba por la mente. Llegué hasta mi cuarto y me encerré concienzudamente; no podía tener contacto con nadie de fuera porque mi corazón amenazaba con explotar de la tensión que estaba sufriendo.
Me sentía aterrada, ¿Qué intenciones tendría el hermano de Peter? ¿Por qué había vuelto a Mistery Spell?¿Quién lo había convertido en vampiro? Porque él no podía ser humano; ningún humano sería capaz de vivir tantos años y seguir con esa apariencia jovial.
Temía no solo por mí sino por Peter, ¿Y si lo culpaba de su muerte y había vuelto para vengarse de él? Las posibilidades eran tantas que me abrumaban y desesperaban a partes iguales.
Entonces me senté en el suelo con la cabeza entre mis manos y comencé a llorar hasta vaciarme por completo.
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