LIENZO 1
Era bien entrada la mañana y acababa de llegar en avión a Mistery Spell, el lugar donde todas las leyendas te envuelven y hacen de tu existencia una fiesta de Halloween. Podría decir que no creía en esas cosas, pero sería mentir, ya que pertenecía a un mundo extraño donde a veces no distingo el que está vivo del que está muerto ¿La razón?, Era una médium desde que nací y nunca comprendí las razones por las que yo era así.
Pero a pesar de lo molón o chachi que pudiera parecer, odiaba tener esta condición ya que no era una médium normal y corriente, sino que era capaz de abandonar mi cuerpo y vagar en forma de espíritu cuando quería o tener sueños del pasado. Había leído ciertos de artículos de dudosa procedencia con la que me cuestionaba si la persona que lo escribía era como yo o simplemente un charlatán que se lucraba del resto de los mortales. Era complicado saberlo porque no era algo de lo que jactarse en público y, aquellos que lo hacían, era porque implicaba una buena suma detrás.
Los adivinos de la televisión me hacían reír, pero lo que más provocaban era pena ajena de que les creyeran todas esas patrañas; esa es la naturaleza de los seres humanos cuando se hayan envueltos en la más cruda desesperación y se agarran a cualquier clavo ardiendo sin pensar en si lo que les está contando es real o una tomadura de pelo.
En mi caso, las visiones eran periódicas; no podía controlarlas y venían de pronto como un flash acompañado de una convulsión que podía confundirse con un ataque epiléptico.
Esas premoniciones eran tan reales que a veces me despertaba pensando que habían ocurrido de verdad o si era un extraño sueño derivado de mi imaginación. Mi vida era un continuo sobresalto y, a pesar de que desde que era pequeña me ocurría eso, nunca me acostumbraba.
Y dudaba que alguien de este mundo pudiera acostumbrarse a tales cosas.
No es que mi infancia fuera una fiesta a pesar de no ser una humana común. No conocí a mis padres y me adoptaron cuando solo tenía dos años. La mujer que me adoptó era la mejor amiga de mi madre y era madre soltera, tenía un hijo cinco años mayor que yo al que siempre consideré mi hermano de sangre. Sí, leísteis bien, consideré, ya que algo pasó entre ambos que dejé de verlo así, algo tan duro de recordar que aún me seguía doliendo.
Siempre tuve claro a lo que dedicarme, era muy centrada para mi edad según todos los profesores que hablaban con mi madre en todas las reuniones periódicas a las que asistía. Desde bien pequeña siempre me apasionó el arte; el cómo mostrar lo que sueñas, piensas o imaginas trazando unas líneas en un lienzo o papel. Siempre destaqué en eso y también en la música; aprendí yo sola a tocar el violín con 9 años y no es que fuera precisamente mala.
Mi madre al ver que yo era muy precoz, me llevó al psicólogo y me evaluaron: tenía superdotación artística, razón por la que tenía facilidad en las artes plásticas y musicales. Siempre destaqué en el colegio, pero mi timidez me hizo que mi estadía en mi época escolar no fuera precisamente fácil.
Pero ahora el pasado no importaba en absoluto, ya que ahora comenzaba de nuevo en un nuevo lugar. Debía de desempaquetar las cosas en mi nueva casa, pero necesitaba ir a la galería y ponerme a pintar, ya que estaba estresada del viaje.
Era una oportunidad perfecta de cambiar de aires, de comenzar en el lugar que podría definirse como el perfecto para echar raíces por fin. No es que en mi ciudad no fuera feliz, sino que no me adaptaba del todo bien quizás por las gentes o porque era una persona particular.
Decidí cambiarme en el baño del aeropuerto para así ir más cómoda y presentable. Al ser verano, me coloqué un conjunto más bien fresco que me permitiera moverme con soltura. No sabía exactamente la temperatura que habría en Mistery Spell en esta época del año, pero algo que si concordaban los anuncios de las agencias de viajes es que era un pueblo bastante húmedo en cualquier época del año, así que la laca y la espuma para el pelo no debía de faltar en mi nueva casa.
En cuanto a la ropa solía ser más bien práctica y no me maquillaba en exceso, aunque admitía que el pintalabios rojo era mi gran debilidad. Digamos que los colores los solía usar más bien con los lienzos y no con mi rostro. Me gustaba cuidar mi piel, pero sobretodo, mi cabello pelirrojo.
Era la herencia que me dejó mi madre biológica y era un orgullo para mí llevarlo además que me fascinaba mi color más que cualquier otro tinte de fantasía. Nunca me había hecho nada más que cortármelo.
Mi estilo era como el de las pin up de las revistas de los años 50. Mi imagen era más bien extravagante para la gente de a pie, pero a mí me fascinaba como los colores, oscuros la mayoría de las veces y pastel en ocasiones, se fusionaban con mi tez más bien pálida y mis ojos claros. Había nacido para llevar ese tipo de ropa y agradecía profundamente mudarme a un lugar donde apenas había habitantes, por lo que no llamaría demasiado la atención.
En cuanto a las relaciones, siempre estuve en periodo de sequía, ni siquiera sabía lo que era un beso así que no podía precisamente dar clases acerca de cómo ser más seductora o como conquistar a alguien porque, simplemente, no podía. Siempre pensé que quizás mi aspecto unido a mi forma de vida tan metida dentro de mis mundos y de mis pinceles, me alejaban de conocer al hombre de mi vida, pero no quería cambiar mi forma de vivir por conseguir a alguien. Estaba bien sola, aunque admitía que me hacía falta cariño a veces, pero tenía claro que, si alguna vez conseguía hacer que alguien se interesase por mí, debía de aceptarme a mí y a mis demonios además de mi pequeña gran obsesión con mi trabajo.
Comencé a caminar aprisa con mis enormes maletas a cuestas mientras sacaba mi móvil para llamar a un taxi, el cual no se demoró en llegar;ventajas de vivir en un pueblo pequeño donde apenas había tráfico.
No podía evitar dar saltitos de impaciencia en el coche, golpeando mi bolso con la punta de los dedos haciendo crujir el cuero. Estaba deseando llegar a mi galería y ver qué tal había quedado, era demasiado mía con los temas de decoración y distribución del espacio y más en mi lugar de trabajo; allí pasaría la mayor parte de mi tiempo porque también tenía un estudio en la parte trasera de la galería.
Había elegido la zona más tranquila del pueblo, aunque en realidad ya de por sí era un lugar tranquilo, pero decidí que fuera alejado de las universidades y de las zonas donde los universitarios solían ir.
Esperaba no haberme equivocado en elegir aquella zona.
Nada más subirme al taxi, tuve que aguantar los halagos de aquel hombre: me habían reconocido a mi pesar. Esperaba que no hubiera muchos casos como éste porque entonces mi proyecto de tranquilidad se desmoronaría. No es que disfrutara mucho de mi fama, aunque no podía hacerle ascos por todas las oportunidades que me habían surgido.
Así que mejor no quejarse y sonreír, aunque deseara meter mi cabeza bajo tierra.
Le sonreí en todo momento contestando algunas de las preguntas; cuanto antes terminara, antes guardaría silencio y yo podría llegar antes a casa. Cuando paró el coche, le di el dinero, le dejé el cambio y le deseé un buen día.
Delante de mí se encontraba el lugar que más deseaba ver. Miraba la fachada de la galería y sentí como cientos de mariposas desplegaban sus alas y revoloteaban dentro de mi estómago. Todo parecía estar en su lugar y no podía tener más esperanza en cuanto a comenzar de nuevo con buen pie.
Fue amor a primera vista, un amor intenso e inmenso que me atraía a su interior.
Cuando abrí la puerta, una ráfaga de olores azotó mi nariz haciéndome reír suavemente. El olor a desinfectante y madera recién cortada me hacía querer desear comenzar a desempaquetar mis útiles de pintura y comenzar a crear. Un tenue olor a pintura flotaba en el ambiente, uno de los aromas que más me inspiraba.
Por fin estaba donde deseaba estar, y mi sonrisa no podía ser más amplia. Todo era perfecto y lo mejor, destilaba mi esencia. Me veía trabajando allí durante horas sin importarme en lo más absoluto, además había cerca de aquí una panadería y un pequeño restaurante familiar de bastante buena pinta y buenos precios.
La estancia era elegante, sobria y luminosa; deseaba comenzar a pintar cuanto antes ya que sentía mi inspiración desbordar por mis poros.
Todo estaba lleno de cuadros que fui pintando antes de llegar a Mistery Spell, sobretodo estilo impresionista y paisajismo, que era mi especialidad. Había intentado otras técnicas y estilos, pero mi predilecto eran las acuarelas y la naturaleza. Me gustaba el trazo delicado y los colores que iban degradándose creando la armonía del color sobre el lienzo. Aunque siempre intentaba hacer cosas nuevas para no estancarme; un artista era alguien que se renovaba cada poco tiempo para evolucionar y aprender.
Volé literalmente por mi estudio, dejando la maleta en el hall del mismo. Los periódicos que reposaban sobre el mostrador tenían la imagen de mi galería en todas partes con el mismo título: "la ninfa búlgara abrirá su primera galería de arte en Mistery Spell el siguiente jueves", por lo que no descartaba la posible visita de admiradores.
Pero yo ya estaba con un pincel en mis manos y mis pinturas en la mesa. Comencé a trazar mi primer boceto con una sonrisa de oreja a oreja, absorta en lo que me rodeaba.
Nada importaba en el mundo que mi imaginación y la capacidad de crear cualquier cosa que me rondaba la mente, pero antes de meterme de lleno, decidí poner algo de música como cada vez que comenzaba a trabajar. La música siempre era el canal que usaba para hacer fluir las ideas mejor.
La música que había puesto sonaba débilmente para no molestarme en exceso. Sonaba la canción de "paranoid" de Black Sabbath y yo la cantaba a pleno pulmón mientras que mi pincel se movía con brío:
Finished with my woman 'cause she couldn't help me with my mind
people think i'm insane because i am frowning all the time
all day long i think of things but nothing seems to satisfy
think i'll lose my mind if i don't find something to pacify
can you help me! occupy my brain!? oh yeah
Entonces, un toque en la campanilla de la entrada me avisó de un nuevo cliente, así que me vi obligada a interrumpir mi sesión improvisada de karaoke y soltar el pincel. Me quité el delantal y me limpié las manchas de mis manos y rostro.
Admitía que me había frustrado y esperaba que no fuera un admirador que se presentaba en mi galería simplemente para hacerme unas fotos y no comprar nada.
Odiaba perder el tiempo, pero más, que me interrumpieran en plena corriente creativa justo cuando estaba en el solo de guitarra de la canción.
Era extraño que tan temprano alguien se presentase en mi estudio, pero quizás era algún admirador que se había enterado de que había abierto una galería o más bien que los habitantes de alrededor querían darme la bienvenida. Al ser un lugar pequeño lo más probablemente era que no acostumbraban a tener nuevos habitantes o nuevos negocios.
Salí del estudio en dirección al mostrador intentando mostrarme lo más amable que podía. Tres hombres de rostro pálido me esperaban admirando los cuadros que había colgado a lo largo de toda la pared blanca.
Uno de ellos parecía el más amigable, tenía una expresión dulce y unos ojos metálicos de ensueño. Cuando se percató de mi presencia, él volteó su rostro en mi dirección mostrando una profunda emoción. Parecía realmente feliz de conocerme.
El otro chico era rubio con un flequillo al lado y su sonrisa era la típica de los ligones de las fiestas universitarias. Era el prototipo de hombre que me sacaba de mis casillas; profundamente superficial y sin nada pululando por la cabeza.
Por último, el que más cautivó mi atención, aquel chico con la mirada perdida y las manos en sus bolsillos. Miraba con interés mis cuadros, como si quisiera descifrarlos, su interés me halagaba profundamente sin saber las razones. Su cabello negro brillaba bajo la luz de los focos halógenos con tonos azulados y su mirada de un profundo verde aguamarina pasó de mirar mis cuadros a mirarme a mí con la misma intensidad y curiosidad.
Casi mi pulso me hacía desear mover las manos y dibujarle en directo para el deleite de mis ojos. Era una obra maestra en sí misma digna de ser contemplada.
El hombre de cabello castaño fue el primero en hablar, parecía tan emocionado que me hacía sonreír. Sus iris metálicos destellaban en un baile enigmático.
- ¡Señorita Morgan, no sabe cuánto la admiro!, la sigo desde que comenzó su carrera y debo decirle que es usted brillante y aún más hermosa al natural.
Aquel halago me cayó directo al corazón y me hizo sonrojar, no me esperaba un piropo tan sincero a estas horas de la mañana. Le tomé la mano que me había tendido a modo de saludo.
-Muchas gracias, no sabe lo feliz que me hace encontrar a gente que alaba mi arte-Le dije con una sonrisa. Él parecía un tanto tímido y era muy agradable sin dejar de ser un caballero. Era el perfecto seguidor de mi trabajo; adulador sin ser cargante además de respetuoso.
-Oh no por favor, dime Nicolae y tutéame por favor.
-Está bien, gracias por tu amabilidad Nicolae; eres muy amable.
Él se dirigió a los dos hombres que estaban detrás de él mirándome en silencio. Comenzó a presentármelos uno por uno con bastante cortesía, recordándome a los caballeros del siglo XVIII.
-Estos hombres que me acompañan son mis hermanos; él es Drogo mi hermano pequeño y Peter mi hermano mediano. Perdónalos, son bastante tímidos y parece ser que aún andan dormidos-Bromeó.
Miré a aquel chico de enigmática mirada y ojos esmeralda. A pesar de la seriedad y la melancolía que emanaba, un pequeño brillo de aprecio vislumbré en aquellos profundos ojos. Parecía destilar magia, un magnetismo extraño pero que me llamaba con una dulce melodía. No podía apartar mis ojos de él; nunca me había sucedido tal cosa con nadie.
Me volví a Nicolae rompiendo el encanto y le pregunté:
-Bueno, ¿En qué puedo ayudaros a estas horas de la mañana?
-Necesitamos que diseñes unos cuadros para nuestra mansión; cuando me enteré que venías a Mistery Spell decidí que ya era hora de cambiar los que tenía por otros más maravillosos y de colores más vivos. Nadie mejor que tú para lograr que mi hogar tenga más clase y más naturalidad.
-Si claro, por supuesto, ¿Y que tenían pensado? -Le pregunté mirando de reojo a su hermano Peter. Él no se perdía detalle de mi presencia y eso me hacía acelerar el corazón. Pero debía mantenerme profesional y no volverme una adolescente hormonada.
-Me gustaría que algunos de los cuadros sean del jardín y alrededores y otros en los que salga mi hermana jugando. Quiero que tengan un toque familiar.
-Ajam ya veo, está bien entonces solo necesito su dirección para saber dónde ir para comenzar a pintar.
Nicolae sonrió más ampliamente y rebuscó en el bolsillo de su chaleco para tenderme una tarjeta.
-Espero verla mañana por la mañana sobre las diez, ya que mis hermanos están en la Universidad y todo está más tranquilo. La esperaré con los brazos abiertos.
-Me parece perfecto Nicolae, allí estaré sin falta-Le contesté con una sonrisa.
Todos se despidieron, unos más efusivos que otros y me quedé embobada mirando la fornida espalda de aquel chico. Unas últimas miradas se cruzaron entre nosotros mientras que el rubio mostraba una sonrisa de medio lado bastante irritante. Cuando se marcharon y me quedé sola, un pensamiento salió de mi boca en voz alta.
-Peter...que hermoso nombre.
Entonces miré la tarjeta que me habían dado y me di cuenta que la vida a veces podía ser maravillosa, inesperada e incluso bella.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top