Dos Invocadores de sombras

Diccionario ravkano:

-Lapushka: cariño.

Al adentrarse en Tsibeya, el paisaje cambió radicalmente. La nieve cubría por completo el bosque y seguía cayendo del cielo. Alina, Mal e Irina se refugiaron intentando entrar en calor mientras decidían qué hacer. Alina pidió ser ella la que matara al ciervo para conseguir su poder. No se la veía muy confiada, como si intentara de alguna forma evitar tal sufrimiento al animal.

Entonces, Mal pareció escuchar algo, algo que ninguna de las otras dos chicas podía oír. Le siguieron extrañadas. ¿Qué le pasaba?

La respuesta llegó cuando alcanzaron un claro iluminado por la luna. Allí, caminando con elegancia y seguridad, estaba el ciervo de Morozova.

Irina se quedó sin aliento. Tantos siglos contando la historia de aquella criatura legendaria a los niños y por fin lo tenía frente a ella. Era hermoso, con la piel blanca y las astas haciendo una forma circular. Ni en sus sueños más vividos podría haberlo imaginado así.

Salió de su ensoñación cuando Mal le entregó su rifle a Alina. Pero la medio Shu dudó. El ciervo no se había asustado, es más, los miraba con calma y sin alterarse lo más mínimo.

-Espera -terminó diciendo Alina, devolviendo el rifle a Mal. Este la miró sorprendido.

-¿Qué haces?

-Necesito acercarme más. Tal vez haya otra forma de hacerlo. -Miró a Irina en busca de aprobación. Esta asintió y la chica se acercó. El ciervo, a su vez dio pasos seguros hacia ella.

Alina alzó la mano y tocó el hocico de este. Su poder corrió por su sangre, amplificándola hasta límites insospechados. Cerró los ojos mientras la luz llenaba el claro. Ciervo e Invocadora del Sol. Aquello era hermoso.

La calma sólo duró un momento.

Una flecha golpeó al ciervo, que dio varios pasos hacia atrás, soltando un sonido de dolor. Alina, del susto, cayó hacia atrás. Desde la colina bajó un Mortificador. Mal no tardó en dispararle con el rifle. Cogió su arco y disparó una flecha hacia el ciervo con la única intención de acabar con él. Un viento la desvió.

Al darse la vuelta, se encontró con Zoya.

-Ese animal no es para ti -informó la Grisha.

El rastreador cargó otra flecha e intentó disparar a la Vendaval. En vez de golpearla, una flecha se clavó en él desde atrás.

-¡Mal! -gritó Alina mientras Irina la ayudaba a levantarse.

-¡Ve con él! -instruyó la Invocadora de sombras.

Movió sus manos con rapidez. Las sombras se movieron cumpliendo sus órdenes. Golpeó a Zoya, Iván y al otro Mortificador. Alina cayó arrodillada junto a Mal, rompiendo la flecha por un lado antes de sacarsela.

El rastreador soltó un aullido de dolor. Si no se lo curaban rápidamente moriría desangrado.

Irina lo sintió antes de verlo. Lo sintió en la forma en que sus propias sombras cantaban de alegría al darse cuenta de quién había llegado, como si lo hubieran echado en falta.

Otras sombras se movieron amenazantes mientras Aleksander Morozova, el Hereje Negro, salía del bosque.

Mal y Alina lo observaron con temor, mirandolo por primera vez como aquel que creó la Sombra. Irina se colocó delante de ellos como única protección.

Aleksander la miró con expresión seria. No iba a permitir que escaparan. Cuando sus Grisha se pusieron en pie, levantó la mano, deteniendoles.

-Irina, has llegado muy lejos. Deja este acto de rebelión y te perdonaré por tu insolencia.

La mujer soltó una risa fría que asustó al resto de personas allí reunidas.

-Después de tanto tiempo, ¿eso es lo que me harías? -preguntó con el cuerpo tenso.

Aleksander ni se inmutó.

-Si es necesario hacerlo -dejó claro.

Ambos se observaron en silencio, midiendo las reacciones del otro.

-Alina -susurró Irina-. Utiliza el poder del ciervo para protegeros Mal y tú.

Alina la observó asustada.

-Pero, ¿qué pasará contigo?

-Tú hazlo -ordenó con voz contundente, sin girarse para mirarla.

Los otros Grisha no se movieron, siguiendo las órdenes del general. Alina creó una burbuja de luz que nadie podría traspasar. A Aleksander le traía sin cuidado, la persona más peligrosa estaba frente a él.

No supieron quién se movió primero, lo único que sabían era que el otro respondió de inmediato.

Sucedió lo que nunca antes había sucedido.

Era de conocimiento común que al general le gustaba utilizar el Corte contra sus enemigos, lo utilizaba para acabar rápidamente con ellos en una muestra de poder y brutalidad. Irina prefería usar sus sombras para apresar a sus oponentes sin matarlos.

En aquella ocasión, fue al revés.

Aleksander lanzó contra Irina sus sombras, recorriendo el terreno para reducirla. No fue tan rápido. Antes de que se diera cuenta, Irina estaba convocando sus sombras para crear el Corte.

El Oscuro abrió los ojos.

No podría ser tan rápido. Irina le mataría antes de que pudiera reducirla.

Los Grishas a su cargo tardaron demasiado en descubrir que su segunda a cargo planeaba hacer tal estrategia. Era impensable.

Lo único que podían hacer era rezar para que fallara.

Aleksander lo sabía mejor.

Irina rara vez usaba el Corte, pero cada vez que lo usaba, nunca fallaba.

Él se había encargado de ello.

Varias meses tras la creación de la Sombra

"-Aleksander -se quejó Irina mientras el nombrado cogía sus manos de nuevo para posicionarlas de forma correcta-. Estoy hablando en serio.

-Y yo también -dijo él mirándola a los ojos con una intensidad que no era normal.

Las cosas habían estado tensas desde lo que hizo el Grisha. Por suerte, creían que estaba muerto, al igual que ella. Irina bajó la mirada, tan solo volvió a alzarla cuando su novio cogió con delicadeza su mejilla. Su mirada ahora era mucho más suave y cariñosa.

-Lo único que quiero es que puedas defenderte -habló teniendo demasiado reciente el hecho de que casi había muerto.

Irina se mordió el labio.

-No me gusta usar el Corte.

-Lo sé, pero no sé si vamos a estar juntos todo el rato. No quiero dejarte desprotegida. -Había aún un rastro de duda en los ojos de Irina, así que tuvo que insistir-. Por favor, lapushka.

Irina suspiró antes de asentir. Fue todo lo que necesitó Aleksander. Volvieron a centrarse en los árboles que tenían delante.

-¿Hasta cuándo tendré que hacer esto?

Por un rato no hubo respuesta, Irina llegó a pensar que era porque Aleksander no la había oído, pero no era así.

-Hasta que no falles ninguna -susurró con voz oscura."

Ambos se miraron a los ojos, preguntándose cómo habían llegado a ese momento. Ahí era donde terminaban las cosas.

Aleksander observó a su esposa en todo su esplendor, convocando las sombras contra él.

Irina lanzó el Corte con un grito desgarrador.

Aleksander se quedó sin aliento, esperando su muerte. Todos se quedaron en silencio, esperando que el general negro cayera al suelo partido en dos.

El ruido de un árbol cayendo contra la nieve llenó el claro.

Aleksander se giró de forma pausada, viendo el árbol cortado en dos. Volvió a mirar a Irina, encontrándose con sus ojos llorosos y manos temblorosas.

Irina Mikhaylova no fallaba nunca un Corte.

A menos que fallara a propósito.

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